////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

miércoles, 27 de noviembre de 2019

AMÉRICA LATINA: CINCO SIGLOS Y YA…

Ecuador, Perú, Chile, Colombia, Argentina, Bolivia, manifiestan su hartazgo frente a los planes de Washington, que acorralado por el incesante fracaso de su política exterior, retoma entrados al siglo XXI los métodos del XX, y ya prueba otra vez con golpes cívico militares sin distinguir entre las multitudes esporádicas que agitan las calles, y los pueblos que por fin se levantan.

CINCO SIGLOS Y YA





Uno de los más graves errores que puede cometer un gobernante, de cualquier procedencia que fuera -democrática o no-, es confundir al pueblo con las multitudes. No son lo mismo. Las multitudes son frecuentes, variados motivos las convocan, pero solas se disuelven al cabo de unas horas, o se reprimen y se disipan. Los pueblos no. Sólo el hartazgo los convoca, y por nada se disuelven.
Desde 1789 la historia enseña que una vez que los pueblos se sublevan no vuelven a casa hasta que concluyen su jornada. La Revolución Francesa, la Rusa, la China, el 2 de mayo de Madrid, el 17 de octubre argentino, son sólo unos pocos ejemplos del tronar del escarmiento cuando los pueblos agotan su paciencia.
Los Zares de Rusia, Luis XVI y María Antonieta, son algunos de quienes ayer confundieron al pueblo con una multitud. Hoy tenemos a Piñera, Añéz, Lenin Moreno, Duque...  Ellos también creen que enfrentan multitudes, que bastará con reprimirlas o esperar, y chau. Y no.
En Ecuador una rebelión indígena hizo recular sobre sus ruedas al presidente Lenin Moreno con el FMI a cuestas. El histórico traidor todavía trata de dibujar los nuevos números mientras alrededor los tambores de guerra no paran de batir. Y ya sabe que no callarán hasta que esos nuevos números les gusten.
El pueblo chileno lleva más un mes en las calles y más de 25 muertos oficiales, y allí está. Sebastián Piñera sueña con alienígenas como con serpientes, redobla la represión, y la rebelión se redobla. Cree que enfrenta multitudes, una allá, otra más allá, otra por acá… Pero es el pueblo, que sigue y se multiplica y no vuelve a casa.
En Bolivia, al contrario, las mayorías estaban conformes con la marcha de las cosas que por primera vez en toda la historia del país beneficiaban al país por sobre los intereses extranjeros… y eso bastó para desatar la masacre encabezada por las minorías ricas y bendecida por la milicia, la policía, la curia, y desde luego el gobierno norteamericano. Más de 35 muertos oficiales en apenas dos semanas. Pero desde el Alto, desde Potosí, desde Cochabamba y todo Bolivia no paran de bajar hacia La Paz columnas y más columnas indígenas que se pierden hacia el horizonte.  Marchan a 3.600 metros sobre el nivel del mar, pero vienen corriendo, al trote, no precisan del oxígeno, pueden respirar entre los gases. Los matan y siguen. No van a volver. No hasta que todo esté resuelto.

Inesperadamente para los grandes medios que todo lo encubren, de pronto estalló Colombia, uno de los países más injustos y más obedientes a Washington. Represión, muertos y toque de queda. La paz que nunca tuvieron otra vez se rompió como un vaso.
¿Cómo no la vieron venir? Se preguntan aquí y allá los habladores mediáticos que tampoco la vieron venir. Aturdidos y aturdiendo entre el “modelo chileno” y la “dictadura venezolana”, no vieron nada. No vieron Chile, Ecuador, Perú, Colombia, ni siquiera Bolivia, cuyo golpe alentaron desde siempre.
Los más vivos de los bobos todavía intentan extrañas teorías con el diario del lunes, desde las culpas del propio Evo, al autogolpe. Mientras tanto así callan como pueden los fracasos del patrón en Ecuador, Perú, Colombia, Argentina, y el “modelo chileno”. Por suerte se casó Pampita.
“Latinoamérica en llamas”, titulan algunos sin mencionar sin embargo que en esas mismas llamas arden la ONU -más inútil que nunca-, la OEA -gestora del golpe en Bolivia pero inoperante en Chile-, la CIDH -reducida a un papel testimonial menos que periodístico- la Cruz Roja Internacional -ausente sin aviso-, la Bachelet -que tanto se agarraba la cabeza con Venezuela -, y una extensa lista de ONGs y fundaciones que así dejaron en claro su claro alineamiento con el State Department.
Pero tan grande sigue siendo el fracaso de la política exterior norteamericana, y tan poca su imaginación, que entrados ya en el siglo XXI vuelven a los procederes del XX orquestando golpes cívico militares sin siquiera la novedad del revestido mediático que los presenta. (Basta recordar la tapa de Clarín del 25 de marzo de 1976: “Total Normalidad”).   
¿Por qué extrañarse si entonces uno de los blancos de las protestas en Chile es el diario El Mercurio, y le prenden fuego?... Algo se rompió entre ellos y su público. Los periodistas de la televisión chilena ya no pueden asomar a las calles porque ahora las calles son de su público, que también se hartó de ellos. 
Los bolivianos saben perfectamente que la prensa de su país es socia activa del genocidio en marcha. Lo gritan por las redes en videos incesantes, incontestables. Los muertos siguen cayendo, sí, pero cada uno levanta miles de vivos que suman y se vienen.
Clarín, el diario y sus canales, niegan el golpe en Bolivia. Recurren al viejo eufemismo de “la crisis”, el mismo que usaron para encubrir los asesinatos policiales de Kosteki y Santillán. Siguen cayendo, diario y canales, en ventas y mediciones. El 11 agosto el 70 por ciento del electorado les dijo que no les creía más nada. Sin embargo insisten con los mismos métodos que los llevaron a este desastre. En cuanto asuma el nuevo gobierno, apostarán al caos que llamarán “primavera”. No calculan la destrucción, y se autodestruyen.
Porque el 11 de agosto y el 27 de octubre no fueron unas cuantas multitudes las que les dijeron basta. Fue el pueblo. Y en Bolivia no son un montón de indios que se resisten a que el 3 por ciento del electorado lo gobierne a punta de pistola. También allí es el pueblo. Y en Chile, donde no son alienígenas, Sebastián… y en Ecuador, donde la tensión lleva ya más de tres meses; y en Perú donde ese cielo negro, dijera Shakespeare, difícilmente se aclare sin una tempestad; y en Colombia, que al final estalló como estallan los colombianos; y en Argentina, que avisa por las buenas que este jolgorio del saqueo se ha terminado…
El imperio de los Estados Unidos se agota. El 80 por ciento de su deuda pública en manos de bancos chinos. Otra que Vietnam, de a poco los veremos evacuar por el recto de Hollywood la cagadera que hoy viven en Afganistán, la retirada de Siria, el desastre que dejaron en Irak, todos sus muertos, todos sus crímenes, toda su ruina, toda la mentira… Donald Trump, en sí mismo, es un síntoma de ese final. La ferocidad de su rugido marca la hondura de su herida. 
China, Rusia, Iran, por mucho que muchos argentinos no lo crean, hay países que no les tienen ningún miedo. El imperio norteamericano se agota, y desespera. Ahí el peligro. 
Podría cometer en Latinoamérica el más trágico de los errores: confundir con unas cuantas multitudes a todos estos pueblos que por fin se lenvantan.




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miércoles, 6 de noviembre de 2019

EN DEFENSA DE MAGNETTO: CUANDO LA CULPA ES DEL CHANCHO...


Paradoja doble, entre los medios y su público se da el extraño caso del chancho que come lo que quiere, mientras el que engorda es sin embargo su amo. Magnetto puede ser culpable de muchas cosas, incluso de crímenes de lesa humanidad, pero sus consumidores son todos voluntarios.

CHANCHO FEROZ


Hay medios de izquierda, de centro y de derecha. Tenemos Clarín, Página 12, Tiempo Argentino, Crónica, La Nazión, Diario Popular, por dar solo algunos ejemplos de la gráfica. Pero gráficos o audiovisuales, ninguno es obligatorio. El consumidor elige.
En la era Google, se ignora solo lo que se desea ignorar. Por el mismo mínimo precio de un rápido clic, se accede tanto a Clarín, como a El Cohete a la luna, a El Martiyo, o a la mismísima página de la ONU, del FMI, incluso del FBI y la NASA. Allí están las fuentes, el consumidor elige lo que quiere saber, y lo que prefiere ignorar. Es más que probable que Héctor Magnetto se haya quedado con Papel Prensa en una mesa de torturas, pero en este caso no tiene nada que ver. Hay de todo servido, el chancho come lo que quiere.
Sucede que, como en muchísimos otros rubros, en este tampoco el consumidor elige lo mejor, sino lo que más le gusta. Lo que más agrada a su paladar, digamos. Y muy lejos de lo que se supone, o nos gustaría, el consumidor medio de medios no procura la verdad, tampoco buena información, sino más bien argumentos, argumentos para sostener lo que dice sin tener ningún argumento o por razones tan inconfesables que no pasan de ser resentimientos, frustraciones, miserias humanas… Entonces, en procura de algo más presentable, recurre al medio que le sirve.
Ejemplo. El consumidor odia a Cristina porque Cristina defiende a los negros y él odia a los negros porque debido a su origen plebeyo sufre de un gran resentimiento que se resuelve en un complejo de superioridad. Desde luego esto es inconfesable, aún si el consumidor en cuestión llegara a comprenderlo profundamente. Así que va, compra Clarín o escucha a Lanata, y ya sabe decir que se robaron un PBI, que lo enterraron en la Patagonia, que un comando iraní la ayudó a asesinar a Nisman, y otras cosas mucho más elaboradas que su espantosa miseria interior. 
Magnetto también apareció en los Panamá Papers, y ya antes había sido  denunciado por el ex vicepresidente del JP Morgan por fuga de dinero y lavado de activos, de más está decir que es un hombre oscuro, enemigo del pueblo, amigo de los malos... pero también hay que decir que sus consumidores son todos voluntarios. Chanchos que comen su porquería, y paradójicamente, lo engordan a él.
Magnetto se apropió un día de todo el papel del país, piedra fundamental de su actual imperio, a cambio encubrió un genocidio, socavó a Alfonsín, extorsionó a Menem, nos recomendó a De la Rua, lo sacó, puso a Duhualde, pesificó su deuda contra todos nosotros, persiguió y persigue a Cristina, y terminó por vender a Macri como símbolo del éxito y la transparencia. Pero siempre solo le creyeron los que así lo quisieron.
Por ello la cuestión no es tanto qué hacer con Magnetto y su monopolio y su codicia, sino con los chanchos que lo mantienen. Qué les pasa. Por qué habiendo tantas cosas ricas prefieren su basura. ¿Qué comían de chiquitos? En la escuela, ¿qué les daban?... ¿Rivadavia, Sarmiento, Mitre?... ¿Civilización y barbarie, Triple Alianza, sombra siniestra del Facundo?... ¿ya de cachorros comían caca?... tal vez esa es la cuestión.


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lunes, 4 de noviembre de 2019

PERONISMO: EL ETERNO RETORNO...


Resistido, injuriado, bombardeado, fusilado, desterrado, perseguido, proscrito, torturado, desaparecido, el peronismo siempre vuelve.
 Incomprendido por izquierdas y derechas, ni combate el capital ni promueve la pobreza. 
Pero su propia doctrina explica el mito de su eterno retorno.




POR QUÉ VOLVEMOS






Ya fuera de izquierda o de derecha, el gorila medio ilustrado –ilustrado por los medios- tiene una confusión esencial con el peronismo. Le molesta detectar a un peronista de vacaciones en Miami, usando una cartera de marca, o montando una Honda CBR1000. Todavía se exaspera con las joyas y los vestidos y las pieles de Evita. Entiende que el peronismo debería promover la pobreza, cuando viene a ser todo lo contrario.
Alguna vez tuve la suerte de conocer y tratar a don Enrique Pavón Pereira, biógrafo oficial de Perón, quien a su vez heredó de don Enrique la primera oficina que ocuparía en la Secretaría de Trabajo y Previsión, donde todo comenzó. Desde entonces se conocían.
Entre muchísimas historias, anécdotas y detalles de oro, don Enrique me contaba que efectivamente Evita se mezclaba entre los pobres luciendo y exhibiendo sus joyas, que se las mostraba y les recordaba: “también estas cosas son para ustedes, estas cosas tienen que aprender a desear”. Peronismo explícito.
Lejos de la austeridad que venera la izquierdita argentina -cuyo máximo referente, Nicolita del Caño, sólo puede jactarse de carecer de automóvil-, el peronismo promueve la abundancia, el disfrute, amplía derechos y horizontes, la mentada movilidad social, pero a partir de la igualdad, es decir: no hay un techo, hay un piso.
Claro que el peronismo no combate el capital, apenas sus abusos. Hace del Estado una herramienta de equilibrio frente a la codicia privada, los intereses imperiales, la usura, y el desguace nacional. Es un movimiento burgués, pero eso lo volvió maldito.
Tiene principios simples, y por ello también tan claros. Aspira a la independencia económica para alcanzar la soberanía política sin la cual la justicia social se hace imposible.
Anticlerical pero de índole cristiana, su doctrina prioriza la defensa de los pobres, de los postergados, los desposeídos. Los descamisados. Cree que un rico puede entrar al cielo, pero no si todavía existen pobres.
Sanmartinano, bolivariano, entiende la integración regional con Latinoamérica como una condición necesaria para la independencia completa de todos sus Estados.
Concebido para y por argentinos a la medida de la Argentina, resulta un fenómeno muchas veces incomprensible para la mirada internacional, que así lo trata de izquierda populista, como de fascismo simple.
Resistido, injuriado, bombardeado, fusilado, desterrado, perseguido, proscrito, torturado, desaparecido, el peronismo siempre vuelve, una vez y otra vez surge y resurge de las profundidades de ese pueblo que ya vio las joyas, que conoció con él sus días mejores, cuando aprendió a soñar, a tener esperanzas, a organizarse y luchar y sentirse más digno y más respetado y muchas otras cosas de esas que nunca se olvidan.
Por eso volvemos siempre.



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sábado, 2 de noviembre de 2019

ALBERTO, LA GRIETA Y SU PAZ CON LOS MEDIOS…




En otra de sus promesas incumplidas, lejos de cerrar la grieta, Mauricio Macri se dedicó a cultivarla, y debido al fracaso total de su gestión, la profundizó hasta el abismo en su caravana del adiós. 
Más allá de las buenas intenciones de Alberto Fernández, el periodismo de guerra no acepta su paz y siguen las hostilidades. 
En una nueva edición de la eterna contienda argentina, el peronismo vuelve al gobierno, y el antiperonismo al odio.


LA GRIETA QUE NOS PARIÓ



La grieta no cerró, quedó bien abierta, en carne viva.
La guerra con los medios la dio por terminada Alberto Fernández, no los medios.
Confiamos en que el nuevo gobierno reactive la economía, resuelva el hambre, alivie la pobreza, recupere la soberanía económica y por lo tanto política, retome con firmeza los reclamos por las Malvinas, y muchas cosas más confiamos en que hará. En cambio sus intenciones de cerrar la grieta y/o firmar la paz con el Grupo Papel Prensa, nos parecen menos que ilusiones: apenas fantasías.
Mucho más después de las últimas elecciones, cuando en su caravana del adiós Macri invocó todos los resentimientos de su público, hizo del odio su bandera, y agitó los peores miedos del ignorante medio ilustrado (ilustrado por los medios): Cuba, Venezuela, los Montoneros, el comunismo, la corrupción, el narco, los extranjeros, los negros, los pobres, los putos, los travestis, los otros… ya inocultable el fracaso en todos los ámbitos de su gestión, el único capital político que les queda es el odio, y a él se aferran.
Aún antes de terminadas las elecciones del domingo, con la violencia de un vómito ya bajaban por las redes el desprecio y la tirria de funcionarios oficiales, diputadas, diputados, anónimos y trolls que ya no disimulaban más nada. Eran diatribas torpes, furiosas, apuradas, mal escritas, brutales y burdas, esencia pura.
Mientras tanto los grandes medios y sus mayores empleados -recuperados de la “paliza” de las PASO- volvían a la operación berreta, al chisme inventado, a la insidia, a las viejas calumnias, al augurio tétrico, a la sospecha constante y retorcida a partir de una palabra, una mirada, un gesto, un dedito… el odio y la nada.
Con el mismo título el mismo día -para demostrar que ellos sí son lo mismo- Clarin y La Nazión alentaban en tapa las presiones del FMI sobre el gobierno por venir. Pero no ven ningún problema en el que se va mientras se desangra. El blindaje no cesa. Los ataques siguen y seguirán. El diario Perfil -¿que a que no saben a quién le compra el papel?- infló hasta el rumor la mentira simple de la internación de Alberto Fernández. Eduardo Feinman usa media hora de su programa para recordar el pasado montonero de Nilda Garré al cabo de cuatro años de olvidar el de Patricia Bullrich… Alberto Fernández podrá dar por terminada la guerra con los medios las veces que quiera, pero no se registra ni un solo antecedente en toda la historia humana de un acuerdo de paz unilateral.
El odio no se rinde, la grieta está en carne viva, ni siquiera es horizontal, es vertical, hay ricos y pobres y clase media de un lado y del otro, porque hace rato que no es política ni social, que roza lo moral, lo humano.
El Grupo Papel Prensa, aliado crucial de la Embajada, tampoco se rinde, prueba operaciones, presiona desde sus tapas, amplifica mentiras. La guerra con los medios, con esos medios, es a vencer o morir.
En 1952 una frase genial por su síntesis concentraba en apenas tres palabras todo el odio del mundo: viva el cáncer. El 23 de setiembre de 1955 una multitud como nunca Macri se animará a soñar vivaba en la Plaza de Mayo el asesinato en masa de cientos de compatriotas inocentes durante los bombardeos sobre esa misma plaza tres meses antes. Un año después fusilaban por orden del presidente Aramburu más de treinta personas entre obreros, militantes y militares. Total normalidad, la izquierdita gritaba: “se acabó la leche de la clemencia”. En 1976 los mismos que habían aplaudido los bombardeos y los fusilamientos ahora aplaudían, negaban o callaban la persecución, la tortura, el asesinato y/o la desaparición de miles y miles de personas, compatriotas también. El prócer escolar Domingo Faustino Sarmiento manda degollar al Chacho Peñaloza, hace clavar su cabeza en una plaza, y condena a su esposa a barrer alrededor. San Martín desterrado, acusado de traición a la patria. Rivadavia nos endeuda por 150 años y se queda con la avenida más larga del mundo. Moreno, Dorrego, Paz, Rosas, Facundo, Urquiza, Mitre, Roca, Yrigoyen, Uriburu… la historia de la Argentina es la historia de su grieta.
Mucho antes de llamarse peronismo y antiperonismo, dos fuerzas en pugna se alternan en la conducción del país pero la pugna se mantiene. Cuando ya no queda nada que saquear, cuando el fracaso al fin estalla, el antiperonismo se retira. Pero no se rinde. Se reagrupa y espera. Espera a que el peronismo reconstruya el país, lo reactive, lo enriquezca, y entonces vuelve para saquearlo. Y así una vez y otra vez desde el principio, desde mucho antes de llamarse peronismo y antiperonismo.
Alguien debería recomendarle al presidente electo que no pierda un minuto de su valioso tiempo luchando contra la grieta, que no espere ninguna paz con ninguno de esos medios, que ya lo ve… Que en tal caso la consigna es vencerlos hasta convencerlos.
Evita diría “hasta que no quede un solo ladrillo que no sea peronista”.



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