////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

sábado, 19 de diciembre de 2015

MACRI PRESIDENTE: ¿LOS SOPRANO AL PODER?




Espada de doble filo, la libre expresión resultó ser un arma más eficaz que las armas para imponer lo que antes se imponía por las armas. Solo hacía falta manejarla completamente. Entonces nada sería imposible. Ni siquiera la presidencia. 
Pero una denuncia de Verbitsky nos avisa que no es nada personal.


SOLO SON NEGOCIOS





Dicen que decía Perón que si uno quería entender el mundo moderno había que leer Cosecha roja, de Dashiell Hammett. Pero eso porque Perón no alcanzó a ver la saga de El Padrino, de Coppola-Puzzo.
Sobre todo la primera, en la que una escena ilustra como nada el nacimiento del mundo moderno. Es cuando Michael (Al Pacino) toma el poder, o se anuncia para hacerlo.
Herido el viejo en un atentado de famiglias rivales, los hijos, reunidos, debaten qué hacer. Sonny (James Caan), quiere iniciar una guerra. Tom, il concilieri (Robert Duvall), trata de calmarlo, cuando Michael, el más chico todavía, el héroe de guerra, recién golpeado por el jefe de policía de Nueva York, propone asesinarlo.
Todos se ríen. Creen que es algo personal, y le dicen aquello de que “son sólo negocios”, y luego le explican por qué no se podía matar un jefe policía, y por qué nunca habían matado a ninguno por más corrupto que fuera.
Es ahí cuando Michael les hace la pregunta que inaugura el mundo moderno: ¿Para qué tenemos los diarios?... y les explica: “Matan jefe de policía envuelto en narcotráfico”, y allí, así, los dueños de los fierros descubren algo más poderoso y letal que los fierros: los medios.
En ese momento de la película y del mundo, todo lo demás se vuelve pasado pisado.
Por fin la democracia mostraba su talón de Aquiles.
Como un escalpelo que así mata como cura, la libre expresión podía resultarles muy útil.
Ahora, así, era posible participar en política, promover senadores, incluso poner presidentes, y hasta ser condecorado por el Vaticano. ¿Para qué tenemos los diarios?
De igual forma el poder económico que en los años 70 arrastró a los militares latinoamericanos a un oprobio infinito (por lo pronto ya lleva casi medio siglo y sigue), descubrió un día que había algo mejor, más efectivo que los fierros: los medios.
Y entonces los compraron.
Y así como alguna vez la dominación económica reemplazó la ocupación militar, ahora ya no precisaban encañonar a la masa, reprimirla: bastaba intoxicarla intelectualmente, confundirla, proyectar, contra la tela en blanco de su apuro cotidiano en la lucha por la supervivencia, una película de la realidad. Como en la caverna de Platón, igual.
Era la democracia.
Su talón de Aquiles.
En nombre de la libertad de expresión, se podía levantar incluso un monopolio mediático más poderoso que la verdad. Mejor, peor: se podía sustituir la verdad, y poner algo más conveniente en su lugar.
De ahí a elegir parlamentarios, ministros, jueces y presidentes, era sólo cuestión de volumen. De crecer. De comprar y tener más medios hasta convertirse en un estado paralelo. Como una mafia.
El mejor ejemplo, por perfecto, sería la Argentina, donde, como en ningún otro país del mundo, un conglomerado periodístico se adueñaba de pronto de todo el papel para diarios de un país. Nadie se había atrevido a tanto.
Dicen también que decía Perón que fundó TELAM porque la gente no conocía China sino lo que le contaban de China, y que entonces era mejor ir a China.
Así también Magnetto comprendió que, si eran dueños de todos los medios, la gente no conocería la realidad, sino lo que ellos le contaran de la realidad. Y clavó sus colmillos en nuestro talón de Aquiles.
En 1977, a cambio de encubrir el genocidio, se quedó con todo el papel del país, y a partir de entonces fueron la realidad. La verdad. Alfonsin se les opuso, y se lo comieron hasta deshacerlo. Menem les soltó la correa y les entregó los medios audiovisuales. En 2002 Duhalde les pesificó la deuda y los salvó del desastre al precio de todos nosotros. Entonces llegó Néstor Kirchner y les entregó lo que les faltaba: todo el cable.
Cristina los enfrentó. Así lo pagó, lo paga, y lo pagará. No habrá respeto ni piedad con ella, como sí los tuvieron con auténticos asesinos, con verdaderos corruptos, con indiscutibles dictadores. Cristina será un ejemplo para cualquier otro que se atreva. (Pero la monstruosidad de su enemigo da la estatura de su coraje).
Ahora volvieron y se quedaron con todo. La Capital, la provincia, el país… Metieron uno de sus abogados en la Corte Surprema, uno de sus gerentes en la ANSESS, otro en el INCAA, y siguen y comen... ¿Para qué tenemos los diarios?
Trabajaron duro, sin descanso, sin reparar en ningún código de ética ni en nada; entre injurias y mentiras se jugaron el poco prestigio periodístico que tenían, fueron por todo, y por fin, por prepotencia de volumen, y un pelito de votos, consiguieron imponer su muchacho. Un socio. Un empresario multinacional de larga trayectoria en el saqueo del estado. Uno de los nuestros, diría Magnetto, después de preguntarse sonriendo ¿Para qué tenemos los diarios?  
Hablando de diarios, el último domingo, en Página 12, el incontestable Horacio Verbitsky cierra su columna lacónica, dramáticamente.
Así como Sebastián Piñera aprovechaba cada contacto bilateral con CFK para plantear los reclamos de la línea aérea LAN en la Argentina, Macrì utilizó su primer encuentro con Dilma Rousseff para solicitar que se reviviera el crédito del banco brasileño de desarrollo para el soterramiento del Ferrocarril Sarmiento. Piñera era el principal accionista de LAN y aunque había colocado esas acciones en un fideicomiso, seguía gestionando a favor de la compañía chileno-estadounidense. Del mismo modo, Macrì tiene interés directo en las obras del Sarmiento, que están a cargo de un consorcio integrado por la constructora brasileña Odebrecht, la española Comsa, la italiana Ghella y la argentina Iecsa. Las dos últimas forman parte del grupo que conduce el nuevo jefe de la famiglia Macrì, el primo Angelo Calcaterra, hijo de la hermana de Franco y Tonino Macrì, María Pía”.
Esperamos una semana la desmentida. Nadie dijo nada, y decidimos comentarlo.
Porque si fuera verdad, sería como si Tony Soprano llegara a la Casa Blanca. 


* * *

jueves, 10 de diciembre de 2015

CRISTINA-MACRI: DOS PAÍSES, DOS PLAZAS…


Cristina dejó la presidencia ante una plaza que desbordaba gratitud y lealtad, en un acto histórico por inédito. Al día siguiente Macri también la llenó. Pero entre las dos plazas, hay una diferencia fatal: al inicio del mandato, cualquiera la llena. Al final, hasta ayer, nadie.


LA ÚNICA





Quienes vieron cómo se fue Alfonsín, apurado, abucheado, rodeado por el fuego; quienes recuerdan el cinismo silencioso con que se retiró Carlos Menem, o el helicóptero imperdonable del bobo letal de Fernando De la Rua; pudieron constatar ayer que Cristina es muy otra cosa, una líder popular y natural como la Argentina no había visto desde los días de Juan Perón, y que, por lo tanto, dejó la presidencia, pero no se fue a ningún lado. Y si se fue, ayer quedó claro que medio país la sigue adonde vaya.
Una plaza intolerable para los agoreros del fin de ciclo. Una plaza que desbordaba gratitud y lealtad al cabo de ocho años de gobierno, doce del modelo encarnado por esa presidenta, que ayer dejó la presidencia, y regresó al llano junto a su pueblo.
Hasta el último segundo soportó la embestida de esos mismos sectores y medios que durante el genocidio supieron callar, aplaudir, justificar y/o encubrir los crímenes del día. Con ella, sin embrago, no tuvieron piedad.
Gobernó bajo un diluvio de mentiras probadas aunque rara vez desmentidas. La corporación judicial –donde sobreviven todavía más de trescientos jueces de la dictadura-, desbarató o boicoteó sus mejores sus intentos, desde la Ley de Medios, hasta la cautelar final para sacarla de la Rosada. Los medios que aún hoy claman por la libertad de los abuelitos genocidas, se encargaron todos los días de la vida de atacarla hasta el agravio, hasta la vulgaridad. No retrocedió nunca.
En plena batalla perdió a su marido, con sus hijos tan jóvenes, quedó sola sin quererlo, en el epicentro del odio y el amor de un país entero, mientras Mirtha dudaba del cajón, y alrededor los caranchos afilaban sus cubiertos.
Los cables de Wikileaks revelan hasta qué punto la conspiración constante los llevó a niveles pornográficos de entrega. El actual presidente, entre otros políticos argentinos, pidiéndole ayuda a la consabida Embajada contra su propia patria. El mismo flamante presidente, que a la vez proponía “tirar a Kirchner por la ventana” y que hoy habla de unidad, mientras aquellos mismos medios -que fogoneaban su odio-, ahora dicen amen, y se callan. 
Llegaron a celebrar el embargo de la Fragata en Ganha, y la ferocidad del juez Griessa. El país no importaba si el blanco era Cristina. El pueblo mucho menos. Nada importaba, sólo dañarla, desgastarla, desestabilizarla…
Ella profundizaba sus políticas. Ampliaba derechos, lanzaba satélites, se plantaba en las Naciones Unidas, impulsaba la investigación por Papel prensa, ejercía la soberanía política tan mentada por sus antecesores, negociaba con China, con Rusia, dialogaba con Irán, se integraba a Latinoamérica, y despreciaba los dictámenes del Departamento de Estado en relación con Medio Oriente. No retrocedió nunca. Ni un paso. Y fue sobre todo eso lo que ayer en la plaza le reconoció su pueblo.
Le devolvió a la política el coraje intelectual y personal que los políticos habían licuado en el agua de las negociaciones espurias, electoralistas, siempre a puertas cerradas, y el pueblo afuera. Cristina decidió hacer de las palabras actos, y así alcanzó su suerte distinta. 
Y no se trata sólo de llenar la plaza. Hoy Macri, al inicio de su gobierno, ni siquiera cubrió la Pirámide. Y aunque hubiera llenado la Plaza, también la llenó el 23 de setiembre de 1955 el general Lonardi cuando asumía la presidencia de la Nación en nombre de la revolución libertadora, a pocas semanas del asesinato de cientos y cientos de personas entre bombardeos, fusilamientos y ejecuciones, y también entonces una multitud desbordaba la Plaza.
Pero en el inicio de su mandato, cuando todo es jauja y promesas y augurios que se aplauden como si fueron hechos. Así cualquiera. 
Si el último día de su gobierno Macri llena la Plaza y el amor de su pueblo desborda las adyacencias, diremos que también Macri es muy otra cosa, mientras tanto… mientras tanto es Cristina la que se envuelve en multitudes y sigue su marcha a través de la historia. Vaya a donde vaya, su pueblo va con ella. 

* * *