viernes, 9 de agosto de 2019

MACRI: LOS GLOBOS DEL FINAL...



Bajo este mismo título y con esa misma foto, el 20 de julio del año pasado anunciábamos el principio del fin de esta nueva aventura neoliberal, y como tal fallida. Todo salió mal excepto la destrucción del país. 
A menos de 48 horas para las PASO, el gobierno ni siquiera puede garantizar la pulcritud de los comicios, mientras el pánico a bordo avisa el naufragio inminente, y hasta los trolls colapsan.


LA HECATOMBE DE LA ALEGRÍA 
(II)






“Siéntete libre de Mauricio, no te relajes”
Andrew Bonetta, troll, contemporáneo




En la agonía de su catastrófica gestión, el gobierno de la 2ª Alianza se arrastra hacia las urnas del domingo ya sin ninguna fe, sin argumentos, sin explicaciones –sin propuestas por lo tanto-, y sin candidato casi.
Borrado de los afiches, escondido en el fondo de las boletas, desaparecido de los medios, Macri ya ni siquiera se expone con los periodistas del coro oficial. Pastorcito sin lobo, sus mentiras ya no le sirven más. A nadie.
Veloces y furiosos, la formidable destrucción nacional ejecutada en estos tres años y medio, no dejó nada en pie. Ni la economía, ni la justicia, ni la ciencia ni la educación, ni el periodismo tampoco. Bajo los escombros de su derrumbe, Macri también sepulta a los grandes medios que lo alzaron. (Ver Bastardos sin gloria).
Lanata y todo TN hundiéndose en el rating; Inmorales Solá balbuceando su confusión ante Alberto Fernández; Mirtha reducida a una espléndida Cachavacha de la Argentina devastada; Daniel Santoro procesado; Majul, Feinmann, Leuco y su Leucocito estallando por simpatía como fuegos de artificio que se encienden y se incendian en sus propios resentimientos… todo salió mal.
En una capitulación intelectual inédita para un candidato, Macri llama a que lo voten “sin necesidad de argumentos, sin que haga falta dar explicaciones”. Ya ni siquiera hay falsas promesas. Como abrazados a un viejo rencor, no les queda más que todo el odio que supieron propagar, sin advertir que fue justamente ese odio lo que los trajo hasta aquí.
Al cabo de años de una persecución mediática y judicial inversamente proporcional al encubrimiento oficial, Cristina desborda el Monumento a la Bandera y todos los estadios que le ponen delante, mientras Macri no puede cruzar sin riesgo de insultos una vereda nocturna. Todo salió mal.
Porque tal y como avisábamos ya el 16 de enero de 2016, en nuestro post La fiesta del odio: “…el odio es una fiesta muy cara, un lujo de los ricos, de los hartos. El hambreado, el humillado, el desocupado, tienen otras urgencias. Otros sentimientos”.
La inflación disparada, el dólar imparable, la deuda externa y eterna, la desocupación de vuelta por encima de los dos dígitos, la pobreza en ascenso constante, los discapacitados abandonados a su suerte, las tasas de interés más altas del mundo, las Pymes en plena extinción, las vacunas te las debo, los jubilados que se mueran, el tétrico fantasma de una industria nacional que hasta hace tan poco… Ninguna revolución, ninguna alegría.
Perdidos por perdidos, acorralados por la realidad, desesperados –y por lo tanto más peligrosos que nunca-, ya sólo les queda el fraude. Pero campeones mundiales en la disciplina Tiro por la Culata, lo más probable es que también eso les salga mal.
Insensibles acaso por inconcientes, por incapaces, por inmorales o por lo que fuera, no pueden sentir el sufrimiento del pueblo, pero tampoco su bronca.
Fieles a una lógica propia, todo indica que el domingo probarán suerte mintiendo también los resultados provisorios de los comicios. Un salto al vacío. Antes o después la verdad saldrá a la luz, y entonces veremos la última implosión, su hongo atómico, y su lluvia de escombros.
Y a todo esto y mientras tanto, desde el fondo del pantano de tan profundo fracaso, miran alzarse aterrados el monstruo malherido de Marcelo Dalessio. Todo se cae.
Porque más allá del resultado de estas PASO, aún en el sorpresivo caso de una victoria limpia, la 2ª Alianza está condenada al desastre por esa su propia naturaleza que vuelve tan improbable dicha victoria limpia. Y ellos lo saben mejor que nadie, ahí los gritos, las payasadas, la falta de argumentos, de propuestas y de fe.
La fiesta se terminó. Macri no baila hace mucho; Gabriela Michetti no canta más, ni siquiera sale en las selfies; el Hada Buena ya no sonríe como antaño, al contrario, ruge, invoca tragedias, amenazas. Pichetto ni sabe qué decir. Carrió se empastilla y delira pero ya no divierte a nadie, y mucho menos a los propios. El fantasma de Nisman no asusta más. Los trolls colapsan y entran a repetir incoherencias que sin embargo el presidente festeja como aturdido. Massot ya escapó. Es el pánico a bordo, la dinámica del naufragio.



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