A dos semanas del atentado, hay cuatro detenidos,
cuatro marginales de esos que hacen las delicias de los profesionales del
magnicidio. Sin embargo la cadena de dudas se inicia con la Policía Federal,
sigue por la AFI, involucra a la policía de Larreta, incluye a los grande medios;
y basta preguntarse quién se beneficiaría con esta muerte, para que la lista de
sospechosos se haga tan densa -en nombres, móviles y capacidades-, que el hecho
podría convertirse en otro de esos grandes misterios de nuestra historia.
VIVOS, IDIOTAS Y PESADOS
Como las voladuras de la Embajada de
Israel y de la AMIA, o el destino de los desaparecidos; el atentado contra
Cristina Kirchner corre el riesgo de convertirse en otro de los grandes
misterios de la historia argentina.
A dos semanas del hecho, medios y
funcionarios cuestionan la actuación de la Policía Federal, responsable de la
custodia de la vicepresidenta. Fallaron en la prevención del atentado, y una
vez realizado, fallaron en la inmediata protección de CFK, y hasta perdieron
inmediatamente el contenido del celular del asesino. Pero nadie recuerda que también
fallaron en la detención de Sabag Montiel, quien fue atrapado por los
militantes, o tal vez escapaba, y chau.
Pese a tan extraordinario fracaso, nadie
renunció, ni en la Federal, ni tampoco su máximo responsable, el Ministro de
Seguridad Aníbal Fernández. Por el contrario, fue ratificado en su cargo por el
Presidente, quien así se apropió del extraordinario fracaso.
Se olvida también la inoperancia de la Agencia
Federal de Inteligencia, al mando del rossista Agustin Rossi, que recién ayer,
quince días tarde, detectó una organización dispuesta al atentado. Una justicia
lenta no es justicia, y una inteligencia tardía no es inteligencia. Pero
tampoco allí renunció nadie.
Durante los días previos al atentado, el
gobierno de Larreta fue denunciado porque su policía filmaba ilegalmente a los
manifestantes. También, y desde antes, está siendo procesado por el uso irregular
de datos biométricos. Sin embargo, durante días de filmar y filmar, no
detectaron allí ningún sospechoso, ningún infiltrado; ni aportaron todavía dichas
filmaciones en la justicia.
Es famosa la furia con que la policía de
Larreta persigue a los vendedores ambulantes. Tanto fue así, que después del papelón de las vallas, Jorge Macri, Ministro de Gobierno de la Ciudad, se
jactó -sin sonrojarse- de haber secuestrado “seis parripollos”. Por eso resulta
tan extraño que durante más de una semana de filmar manifestantes y perseguir
ambulantes, se le hayan escapado justamente los vendedores de copitos.
La jueza María Eugenia Capuchetti, ahijada
política de Daniel Angelici, fue nombrada en Comodoro Py por Mauricio Macri, pero
por recomendación expresa de su operador judicial, el prófugo Pepín Rodríguez
Simón. El fiscal de la causa, Carlos Rívolo, tenaz perseguidor de Julio de Vido
-y de otros funcionarios ka (nunca un macrista)-, fue también fiscal de la
Causa Los Sauces, cuando auguraba a viva voz la prisión para “Cristina Kirchner
y sus hijos”. Ahora Capuchetti y Rívolo están a cargo de la instrucción del
atentado. Por eso aquí no resulta extraño que a dos semanas del hecho la
investigación no pueda salir del ámbito de los copitos, y haya sólo cuatro detenidos,
pese que desde el mismo juzgado no paran de filtrarse chats, audios y fotos de muchos
otros implicados en actos violentos (las antorchas contra la Rosada, el ataque
a periodistas y al coche de Massa), relacionados con los detenidos, y aún con amenazas expresas al Presidente
de la Nación. Total normalidad.
Los cuatro detenidos -Fernando Sabag Montiel,
Brenda Uliarte, Agustina Díaz y Nicolás Carrizo-, así como los otros
integrantes de los grupos de extrema derecha -Nación de Despojados y Revolución
Federal-; tienen, todos, el perfil preciso de los marginales, embrutecidos por
el resentimiento, enloquecidos por la propaganda, y por lo tanto temerarios. Lo
cual a su vez los convierte en una deliciosa carne de cañón para los profesionales
del magnicidio. Debidamente operados -y financiados-, idiotas así resultan muy
útiles.
En los días previos al atentado, dos de
los integrantes de estas agrupaciones de extrema derecha, tuvieron acceso al
edificio de CFK, merced a la famosa vecina de arriba, Ximena Tezanos
Pinto, según su propia confesión pública, refrendada por fotos, videos,
audios y publicaciones. La vecina, además, le subalquila una habitación en su departamento -encima del departamento de CFK- a la abogada de uno de esos extremistas, a la sazón procesado por atacar
el coche del Ministro Massa, y a los periodistas de C5N. Como si algo faltara,
un hijo de Tezanos Pinto está en conexión con los hijos del fiscal procesado
Carlos Stornelli, Julian y Mateo Stornelli, el primero ex agente de la AFI de Macri,
el segundo empleado de la Dirección de Asistencia Judicial en Delitos Complejos
y Crimen Organizado (Dajudeco), dependiente de la Corte Suprema. Sin embargo, a
dos semanas del atentado, la casa de Tezanos Pinto -repetimos: justo encima del
departamento de CFK-, no fue allanada, ni ella indagada, ni su extraña inquilina, ni sus
visitantes, ni su hijo. Nadie.
Tampoco sorprende que los medios de
Magnetto, que acosaban en manada a la fiscal Vivian Fein durante la instrucción
de la muerte del play boy Alberto Nisman, ahora ni siquiera pregunten por la
salud del fiscal Carlos Rívolo. Por el contrario, luego del infantil intento de
presentar el atentado como un “autoatentado”, y luego de los infructuosos
esfuerzos por despegarse del odio que esparcen desde hace tantos años; ahora
prueban con ningunear el caso bajo la hipótesis de los cuatro loquitos, mientras
operan en Comodoro Py para presionar a la jueza, como si de verdad supieran
dónde y con quiénes acabarían las investigaciones.
Todo es raro.
Por fin antes de ayer Cristina Fernández
decidió presentarse como querellante con el patrocinio del doctor José Manuel
Ubeira, lo cual presupone variadas dificultades para cualquier intento de
ocultamiento y/o dilación por parte de la jueza y su fiscal. Ojalá.
Por ahora, una y otro parecen concentrados
en los la banda de los copitos. Pero seis, diez, doce o quince, los
copitos no son infinitos. Más antes que después la jueza y su fiscal tendrán que
preguntarse lo primero que se pregunta cualquier buen investigador ante cualquier
crimen: ¿quién se beneficiaría con esta muerte?...
Entonces tendrán que recordar que atentaron
contra la única figura política argentina que inquieta a los Estados Unidos y a
los poderes económicos concentrados nacionales y transnacionales: a la Sociedad
Rural, a los machos de la UIA, la AEA y el agronegocio; a los grandes fugadores
de dinero, a los apropiadores de Papel Prensa, desde luego a la oposición, y antes
y desde siempre a todos los que soñaron el 2x1, a los genocidas condenados, a
los procesados, y a los buscados... todos grandes enemigos, todos grandes sospechosos.
Porque si la investigación se diluye en media
docena de idiotas útiles, el atentado contra CFK será otro de esos misterios de
nuestra historia que nos hacen imposibles la paz, la justicia, y el mañana.
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