UN TIPO DE ESOS
Ingenuo el enemigo celebra lleno de odio, cree que ha muerto
Chávez y con él que ha muerto algo. Los hombres sin fe no sólo carecen de
porvenir, sino también de imaginación. Lo mismo creyeron cuando murió Evita, el
Che, Perón, Kirchner. “Viva el cáncer”. Ingenuo el enemigo, no entiende, no ve,
no quiere ver, no puede: el odio lo enceguece. Luego viene la historia, y lo
devora.
El comandante Hugo Chávez Frías no ha muerto. Como los antes
mencionados, pasó a la inmortalidad en plena vida, y allí su espíritu inmortal
se diluyó en su pueblo. Parece una metáfora, pero ahí lo curioso: no lo es.
Este tipo de hombre es algo más y algo menos que un hombre. Emergen
de sus propios pueblos sin dejar de ser jamás el pueblo, y luego se elevan
elevando a sus pueblos. Entonces mueren con los pueblos, que no mueren nunca.
Ingenuo el enemigo –imbécil, bah-, en su ignorancia ilustrada,
pretende confundir a quien luego va y vota y demuestra que no.
Y entonces tachan de “dictador” al hombre que ganó ocho
elecciones, todas las de su vida menos una. El “dictador”.
Es tanto lo que no saben que le buscan contradicciones
porque le vende petróleo a los Estados Unidos. Ninguno menciona que fue él quien
llevó el barril de 8 dólares a 100, repartiendo la diferencia con los que nunca
recibían nada del petróleo que era de ellos.
Los miserables que lo llamaban “loco”, eran los mismos que aplaudían
las excursiones incendiarias de W. Bush en Irak y Afganistán detrás del
espejismo alucinado de unas armas de destrucción masiva que, claro, no encontraron
jamás. Los muy “cuerdos”.
Y ninguno de ellos se rebaja a recordar el abandono social
de ese pueblo antes de Chávez. Como si fuera posible la generación espontánea.
Con el dinero del petróleo que antes Venezuela le regalaba a
los Estados Unidos, el comandante Chávez financió muchas obras y mejoras y
progresos por toda la región; impulsó muchas de las gestas democráticas de
independencia que se sucedieron en Bolivia, Paraguay, República Dominicana, Chile,
Perú, Ecuador, Bolivia, Brasil, Uruguay, y Argentina. Y le echó una mano a
Castro que el pueblo cubano sabrá no olvidar. Los ayudó a todos.
Hay quienes por todo eso lo critican, desde luego.
El Departamento de Estado Norteamericano, por ejemplo.
Igual no importa nada lo que digan, porque les hablan a
quienes nunca los oyeron, tal y como las urnas una y otra vez han demostrado. Y
ellos son los que importan.
Ahora mismo el pueblo de Venezuela desborda las calles de
Caracas alrededor de los despojos mortales de su líder mientras su espíritu se diluye
en la masa, inmortal entre inmortales. Ninguna metáfora.
Simón Bolívar, José de San Martín, José Martí, Eva Duarte,
Ernesto Guevara, Juan Domingo Perón, Néstor Kirchner, nunca terminan de
morirse. Hugo Chávez Frías es un tipo de esos.
El Martiyo saluda al padre de esta generación de líderes que
hizo de esa América Latina que apenas a fines del siglo XX parecía ya resignada
a su miseria eterna; esta Patria Grande que irrumpe en el siglo XXI cada día más
poderosa, más unida, más libre, más grande, y más patria.
Salud eterna, Comandante Chávez,
hasta la victoria siempre…