Al cabo de tres años de una oposición violenta, constante y profusa como ni por asomo practicaron contra la dictadura, Clarín no logró sino el 55 por ciento de apoyo para el gobierno que combate. Desde entonces, despacio pero sin pausa, lo vemos hundirse entre el pánico y el desconcierto, bajo la noche indiferente y plácida…
RELATOS DE UN NÁUFRAGO
Con la pereza propia de los grandes transatlánticos, Clarín se hunde sin prisa y sin pausa, y aunque no precisa que nadie lo empuje, nunca le faltará nuestra buena mano amiga siempre dispuesta…
Aun durante el reposo que por guerreros merecimos, el alerta se mantuvo.
Si al Martiyo no hay que darlo por muerto ni muerto siquiera, es mejor tener en claro que Clarín tampoco está muerto. Partido al medio como una serpiente, reptan sus partes sin mucha vida ya, pero reptan aún. También por eso volvemos. Todavía hay veneno en sus amígdalas, mejor terminar lo comenzado.
Desde la vigilia de nuestra ausencia, con ese estilo de ellos, entre adusto y palaciego (que va de Santo Biassati a Inmorales Solá), los hemos visto sin coraje ni pudor celebrar la operación de la presidenta, mal aguantando en la garganta el grito de Viva el Cáncer que en tiempos de Evita el mismo espíritu pintaba en las paredes; y al toque nomás los vimos derramar la decepción por el falso positivo, mal aguantando entonces la rabia porque no era nada, porque no se moría… En el pánico del naufragio, claro, se conocen los hombres, cómo no...
Los vimos también atizar el fuego de una fractura entre el gobierno y Moyano, y entonces levantar la figura de Moyano que hasta minutos antes aplastaban como podían.
Los vemos todos los días revolviendo basura ajena cuando tienen tanta propia; posando todavía de perseguidos cuando tan libres parecían bajo la dictadura; los vemos mendigar la migaja hedionda del escándalo diario, la tarjeta SUBE, el anillo que se compró el juez que los molesta, los artistas afines al gobierno que no renuncian sin embargo a los subsidios… La serpiente hace así cuando la cortan en dos: cada parte raja para donde puede, sin cabeza que piense más…
Pero acaso lo peor y ya más triste es verlos por Malvinas reducidos a inspectores municipales del cementerio; los vimos mentir que Brasil desistiría de negarle la entrada a buques con bandera de Malvinas; los vimos desear que así fuera con Chile, y finalmente, codo a codo con su socio La Nación , los vemos cuestionar de repente la soberanía argentina sobre las islas como no se les ocurrió por supuesto en tiempos de Galtieri…
Los vemos, en fin, lamer hasta el suelo más limpio en busca del último microbio, los vemos rascar el fondo de la olla de las miserias humanas habituales, traficando chismes, recalentando rencillas entre funcionarios de tercera para inflar con ellas grandes títulos explosivos que al final no hacen ni pif; los vemos bebiendo la sangre de cuanto crimen les sirva, para vomitarla en cuanto ya no les sirve; los vemos, bah, desorientados, perdidos, aterrados, preguntándose con los hombros vencidos de qué les vale escupir al gobierno cada día, si después de tres años de munición gruesa y fuego granado, el gobierno se alzó con el 55 por ciento de los votos.
Más allá de nuestras ansias, objetivamente, se los ve mal, muy mal.
Y nos alegra.
Mucho.
El incuestionable ICV (Instituto Verificador de Circulaciones), nos cuenta que el diario en papel cada vez se vende menos, y que ya toca los niveles de la década del 60 cuando en toda la Argentina había menos habitantes de lo que hay hoy entre Capital y el conurbano bonaerense.
“Bueno, pero ahora existe el Internet”, alegan sus defensores, y dice El Martiyo:
Exactamente: ahora hay un mundo nuevo que se los lleva puestos, entre otras cosas, porque no pueden verlo.
En un momento mundial que será recordado por sus grandes crisis económicas, políticas y sociales, por sus muchas guerras y sus sangrientas convulsiones, por el derrumbe de Europa y la derivanorteamericana, entre extensas hambrunas y desastres extraordinarios, la Argentina, aun así, crece –sin crédito externo y aún con fuga de divisas (responsabilidad de cada uno de los privados que las fugan)-, incluye, exporta, tiene superávit en su balanza comercial, rebalsa de reservas, eleva su presupuesto en educación, y aunque sufre la inflación (como siempre) aumenta como nunca salarios y jubilaciones; y sin embargo Clarín, cada mañana, refrita miserias amargas, pretende hecatombes de tropiezos cotidianos, se baña en sangre y reparte miedos, mientras aúlla y llora desastres por venir que siguen y siguen sin llegar…
Pero se entiende.
Tampoco el náufrago, en el pánico de su naufragio, advierte qué magnífica es la noche sobre el mar.
Ni hablar con luna llena y sin tierra a la vista.
Estupendo espectáculo.
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