Sin ningún pudor, con la ceguera propia de la desesperación
final, el Grupo Clarín comenzó la rápida
demolición de la imagen acaso ya indestructible del Indio Solari, que en su último
recital en Mendoza, fue demasiado lejos con su rebeldía y le plantó el 678 a la pantalla de TN.
Y ahora
es un burgués despreciable sin talento siquiera.
LOS OJOS CIEGOS BIEN ABIERTOS
“Una noche de cristal
que se hace añicos”.
Los Redonditos de Ricota, (Ji ji ji).
Carlos Alberto Solari, el Indio, ex líder de los ya
legendarios Redonditos de Ricota, lleva una vida, quién puede negarlo,
enfrentando al establishment con lo que tiene a mano, sus presentaciones, sus
declaraciones, sus producciones independientes, y su posición frente a la maquinaria
del éxito industrial, con su tevé incluida, y desde luego con sus canciones; y sin embargo, aún así, aunque por todo ello, detrás de su público fiel y creciente, el Grupo Clarín supo colgarse de
su nombre y de su imagen para instalar, mantener y multiplicar, más y nuevos productos en
las franjas más jóvenes del mercado, que viene a ser su exclusivo interés. (El
mercado, no los jóvenes).
Entonces el Indio Solari los despreciaba igual que hoy, nunca
les dio una nota, nunca les dio la razón, ni una entrevista al paso, nada. Apenas esa última canción que ahora les clavó en el pecho como una estaca.
El Grupo igual lo adoraba, lo pontificaba y lo consagraba.
El Grupo igual lo adoraba, lo pontificaba y lo consagraba.
Hasta que en su reciente presentación en Mendoza, el Indio fue
demasiado lejos, y a su franca adhesión y reconocimiento a la presidenta
Cristina, allí le estampaba a la pantalla de TN el número de la bestia: 678. Chau. Eso sí que no.
Minutos, segundos antes de la hecatombe, el conductor del
programa La Viola , Bebe Contepomi, a mandíbula batiente
(un día se le va a escapar), le explicaba a su público que por “amistad con La Viola ”,
el Indio siempre le concedía en vivo el último tema de sus recitales.
Y ahí la hecatombe.
Y ahí la hecatombe.
Los acordes de la cortina de 678 comenzaron a sonar, y el Indio que va y dice: Seis, siete, ocho… y allí la noche de cristal que se hace añicos.
Hoy Clarín ya inició la destrucción del monumento que le habían levantado (ver aqui).
En un artículo apurado, mal escrito por lo tanto, sin firma como corresponde (quién va a querer dejar un dedo puesto ahí), y resuelto en módulos con pretensiones de glosario, se tiende una desconcertante analogía con Indiana Jones, y allí un puñado de diatribas contra los dos. No se sabe, insistimos, quién escribe. Si es Bob Dylan, Federico Fellini, el Papa Francisco o el propio Magnetto. Y tampoco se entiende por qué eligieron a Indiana Jones en lugar de Roger Rabbit, o Linterna Verde...
En un artículo apurado, mal escrito por lo tanto, sin firma como corresponde (quién va a querer dejar un dedo puesto ahí), y resuelto en módulos con pretensiones de glosario, se tiende una desconcertante analogía con Indiana Jones, y allí un puñado de diatribas contra los dos. No se sabe, insistimos, quién escribe. Si es Bob Dylan, Federico Fellini, el Papa Francisco o el propio Magnetto. Y tampoco se entiende por qué eligieron a Indiana Jones en lugar de Roger Rabbit, o Linterna Verde...
Sí sabemos que una columna de opinión anónima es una
innovación, o una editorial que nos transmite así el pensamiento central del medio que la publica.
48 horas antes -24 incluso-, del desastre, el Indio, para Clarín -basta revisar sus propios archivos-, era poco menos que la encarnación criolla de Jim Morrison… hoy ya ni
talento tiene. Confuso, sí.
Con violencia infantil, Clarín
rápido rompe el juguete que no hace lo que le dicen. Y chau.
En cualquier momento, el polifacético Lanata arma su propia banda y ya van a
ver quién se acuerda del boludo ese del Indio Solari.
(Ji ji ji).
* * *
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