En los instantes más trágicos del kirchnerismo –la muerte de
Néstor, la enfermedad de Cristina-, se advierte con mayor nitidez el espíritu de
carroña del rejunte impotente que le oponen los dueños del poder económico.
Durante cuarenta días Cristina
les dejó el campo libre, y todo lo que supieron hacer, fue lo de siempre:
soltar espuma por la boca, y mentir y mentir.
Una sola sonrisa suya bastó para
arrasarlos como un huracán.
CRISTINA, LOS OTROS Y LA NADA
La contundente reaparición pública de Cristina, entera y mejor,
deshizo en un instante 40 laboriosos días de rumores, mentiras, edificios de
vulgaridades, que en el tiempo que dura un spot, quedaron reducidos a polvo y
espanto.
En las redes sociales, en el basurero de los comentarios que
incentivan los portales de Clarín y La Nazión , en la calle, se ha dicho, sin vergüenzas
ni razones, de todo. Compendio y apoteosis, quizás valgan de ejemplo y síntesis
de ese espíritu de odio y futilidad, las palabras de la futura vedette Victoria
Donda -hoy diputada por el extraño
socialismo de Capriles-, repitiendo sin pensar, apenas horas antes de la
reaparición espectacular de Cristina, “dicen que parece una planta”.
“Dicen que parece”… tal la esencia, la sustancia, del
pensamiento opositor. “Dicen que parece”. Nada se afirma, nada se ha visto,
nada se sabe; por lo tanto cualquier cosa puede decirse. Es la era Clarín, que
así termina… mal.
No hace tanto el actor cómico Jorge Lanata en su show de los
domingos para el Grupo, soltó envuelto como información un delirio según el
cual Néstor Kirchner había sido asesinado, y para que nada falte, por alguien
de su entorno. La noticia hubiese bastado para frenar la marcha de cualquier país,
ya no sólo de sus rotativas. Pero como la cosa no es tan fácil, el disparate
apenas prendió, y el cómico prefirió olvidarlo, como antes había olvidado el
viaje de Boudou llevando guita a Carmelo, cuando en realidad estaba en el
Senado y por la tele; y así tantas otras mentiras de las que sólo consigue
volver por el sendero del odio del que lo escucha sin pensar. En esa dimensión,
claro, todo vale.
Cristina parecía una planta, estaba paralítica, tenía “la
cara podrida” –así lo oyó este cronista-, deliraba, había perdido la razón, la
movilidad, una parte del cerebro y otra del cráneo, en fin… 40 días de un
desierto irrespirable, hasta que simplemente apareció, sonrió, y chau. Caminado,
revoleando los dos brazos, aliviado su luto, la cara como siempre, pero
extrañamente, toda ella, mejor. Repuesta, renovada, o recargada. Más fuerte, más
Cristina que nunca… como si ya supiera que del otro lado no hay nada… Clarín,
que corre para adecuarse porque se deshace… Dondita, sus tetas vanas… el payaso
Lanatín, sus tristes chistes… nada… les dejó el campo libre por 40 días y 40
noches, y no pudieron más que alucinar mentiras, vulgaridades, edificios de rabia
y espuma que ella viene y arrasa con el rápido huracán de una sola sonrisa.
Las encuestas la saludaron con más del 50 por ciento de
imagen positiva. Los habladores del Grupo tuvieron que agachar la cabeza y
reconocer que sin ella, la política argentina se estanca y gira en falso; y lo
que es peor, aún sin ella el modelo que puso en marcha, no descarrila. Los
cambios en el gabinete, acabaron por taparle la boca a los que todavía farfullaban
algo sobre la falta de reacción de una presidenta que justamente ha demostrado
reflejos de madre. Todo lo que habían dicho, supuesto, augurado y afirmado los
habladores, se hizo polvo en el viento porque ella volvió.
Sin más nada que agregar, con la cabeza baja y bien
calladitos, los charlatanes se volvieron a su cucha, ni perdón pidieron. Avergonzados
pero soberbios, así construyen su derrota.
En 40 días no pudieron, no supieron, articular una
oposición real, mucho menos, ja, un programa de gobierno alternativo al modelo
que tanto critican (sin oponerle más que el estallado en 2001). No pudieron,
tampoco, desbaratar siquiera, aprovechando su ausencia, la ley de medios. Ni siquiera
consiguieron librarse de esa vieja obsesión que era Guillermo Moreno; tuvieron
que esperarla... 40 días, y no consiguieron, entre todos, nada.
Es tal la grandeza de esta mujer frente al rejunte que enfrenta,
que se entiende el odio, porque es hijo putativo de la impotencia.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Como tantos medios públicos, EL Martiyo no deja de ser privado, y por lo tanto se reserva el derecho de pubicar o no los comentarios recibidos.