En la línea "paranoia o percepción", nos preguntamos: ¿Macri es el plan B de Magnetto, y Massa el A?
El
hombre sin voz dueño de todas las voces está dispuesto a bajar a Macri si el
pueblo se olvida de Cristina y arregla por Massa. Es su mejor oferta. Una
democracia moderada, que no afecte los intereses de las corporaciones y que
mantenga al pueblo en paz, o por lo menos en silencio, agobiado y confuso. Tal
el sueño de Magnetto.
UNA
ARGENTINA DE MIERDA
"Manifestación", 1934. Antonio Berni.
Para
quienes todavía dudan del poder casi absoluto del contador Héctor Magnetto y su
fabulosa fábrica de realidades, baste recordar que logró lo imposible: Mauricio
Macri presidente.
Bisutería
política subastada como una joya legítima.
Una
figura cuyo nombre y familia remiten directamente al saqueo del Estado, a la
dictadura, al menemismo, al contrabando agravado, a las escuchas ilegales, al
oscuro mundo del fútbol en sus años más oscuros; un candidato sin carisma, sin
formación y sin oratoria, fue convertido en presidente por la fuerza de un
monopolio mediático como no hay dos en el mundo, y cuyo dueño y cerebro es él: el
contador Héctor Magnetto.
Tan
grande es su poder que no sólo pudo convertir en presidente a MM, sino que al
cabo de ocho meses de ininterrumpidos desastres económicos, delitos flagrantes,
desvaríos políticos y represión sistemática, todavía lo mantiene en su cargo.
¿Qué
hubiera pasado si le encontraban a Cristina empresas off-shore en Panamá y
cuentas con millones de dólares no declarados?... ¿Cuánto hubiera durado Cristina
con una inflación del 45%, y luego de duplicar la deuda externa y triplicar el
déficit fiscal?... ¿Hasta dónde hubiesen llegado los gritos de Clarín-La Nazión
si en sólo ocho meses cinco millones de personas hubieran caído en la
pobreza?... ¿Y si reprimía jubilados?... Lanata se hubiera inmolado bañado en
nafta con tal de incendiar el país.
Hoy esas
mismas voces callan, explican, justifican, encubren.
La
pregunta es: ¿Hasta cuándo, hasta dónde?
La
respuesta es fácil: hasta que les convenga, hasta que les sirva.
Para Magnetto
Macri es tan descartable como cualquiera de los presidentes que ya le sirvieron.
Una primera fase del proceso M. Hace el trabajo sucio de venganza y destrucción
a costa de su propia imagen, de su escaso capital político. Cumplirá su parte,
y cuando no aguante más, cuando ya no le sirva…
La
pregunta entonces es: ¿Es Macri el plan B de Magnetto, y Massa el A?...
Aquí ya
la respuesta es más incierta… sin embargo hay pistas.
Como
quien acelera en la arena, Macri y su gobierno se hunden en su propia política
cuyos resultados hasta el momento resultan alarmantes porque resultan desastrosos.
El
desconcierto y la desconfianza que levantan entre empresarios locales,
inversores extranjeros y analistas de toda procedencia; el descontento social
que suena a bola de nieve que baja y se viene; el ruido a rotas armonías que
empieza a oírse desde el interior del espacio político del gobierno, y más aún:
en su propio gabinete; hablan de una realidad que no augura alegrías, y que se
recalienta al fuego de la lucha por el tarifazo, donde se enfrentan las tres
grandes fuerzas del gobierno, la Corte Suprema, y la población.
En
dicho escenario se vio cruzar las pantallas argentinas al superboy Sergio
Massa, estelar y recio, con su capa desplegada al viento y su gran M en el
pecho amenazando al ministro Aranguren con la fuerza pública.
¿Qué
hubiese ocurrido de haberlo hecho Cristina, jefa en tal caso del frente
opositor mayoritario?... ¿Hubiera sobrevivido a Magnetto y sus lanatas?...
La
respuesta es obvia, y la conclusión más todavía: si Massa ataca a Macri, es
porque Magnetto quiere.
¿La
idea es devastar con Macri, para coronar con Massa?...
En un
vertiginoso ejercicio de imaginación, intentemos soñar el sueño de Magnetto.
Detonadas
por simpatía las políticas recesivas en marcha, arrasado ya por completo el
país, destruida su industria, el comercio, extinguido el consumo, desatado el
caos en la línea 2001 –si hay muertos mejor-, una de dos, o ambas continuadas:
el estado de sitio que venimos advirtiendo (ver El delirio posible), con el
cual terminar de limpiar los últimos escollos opositores; y ya tendida la mesa
y resuelto el menú fijo, el pueblo argentino, exhausto por la crisis generada,
aceptaría la mejor propuesta que Magnetto está dispuesto a hacerle: Massa.
Massa o
nada.
Una
mirada más o menos atenta a cualquiera de sus incontables medios, revela el
cuidado que tienen con el crédito de Nordelta, siempre sonriente en sus apariciones, siempre
oportuno, pujante pero sensato, dispuesto a dar gobernabilidad en las dos
cámaras del Congreso, pero firme junto al pueblo ante las cámaras de la televisión.
Desatada
por fin la tormenta que ahora se organiza, las mil voces del hombre sin voz nos
explicarían entonces que es Massa o nada. Los portales, los diarios, las
radios, la tele, Tinelli, Lanata, Nelson Castro, el hijo de Mauro Viale, Santiaguito del Moro y
Firulete también. 24 por 24 repitiendo lo mismo. Que debemos asumir nuestro
destino miserable, que nos olvidemos no sólo de Cristina, sino, y sobre todo,
de las políticas distributivas, del Estado protector, de los derechos humanos,
de la integración con Latinoamérica, de cualquier bienestar, de toda fiesta, y
más que nada, de combatir monopolios mediáticos que se adueñan del país y de
las vidas de sus habitantes. El menú lo decide el chef, y el chef dice “Massa”.
Para
entonces el peronismo sería roto.
El kirchnerismo
estaría reducido a su núcleo duro, suerte de troskismo peronista atascado por
su propio purismo y ahogado bajo un diluvio de acusaciones, denuncias,
imputaciones y desmentidas.
Los
burócratas del Justicialismo, en cambio, no dudarían: Cristina nunca los quiso,
y Massa en cambio agarra cualquier cosa.
Los
vestigios del radicalismo, una vez más obedecerían a Magnetto, como vienen
haciendo desde que comenzaron su autodestrucción completa.
Los
jefes sindicales volverían a preguntar qué hay para ellos.
La
Alianza Cambiemos habría reventado por el aire como su versión anterior, pero
sus esquirlas individuales –Melconian, Prat Gay, Sturzeneger y asociados-, se
clavarían en el sistema y seguirían como hasta ahora. Habría, claro, un “gran clima
de negocios”.
Macri
cumpliría su viejo sueño de mudarse a Italia.
Elisa
Carrió los denunciaría a todos, pero siempre desde TN.
Cristina
sería encerrada en Guantánamo.
El
pueblo se callaría de una vez por todas.
Es el
sueño de Magnetto: una Argentina de mierda.
* * *
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