Gran
triunfo de Patricia Bullrich y su jefe Macri.
Sin
necesidad siquiera de escribirla, ni mucho menos consensuarla con nadie, apenas
enunciada, la Doctrina Chocobar entró en plena vigencia, y cada vez más policías
en todo el país se animan a matar pibes por la espalda.
Sin
embargo no sólo Macri y su Bullrich merecen los laureles de este crimen.
¿Quién
mató a Facundo?
Facundo Burgos, 11 años. |
En
sintonía con la nueva aunque tácita pero igualmente letal Doctrina Chocobar, las
fuerzas de seguridad argentinas, siguen matando pibes por la espalda.
Ahora fue
el turno de Facundo Burgos, un chico de 11 (¡once!) años, en Tucumán. Iba en
una moto, como acompañante. Atenta a los consejos presidenciales, la policía dio
la voz de alto, y como los chicos no pararon, les tiraron y listo.
Lamentablemente
para la nueva doctrina, el conductor -de 14 (¡catorce!) años-, sobrevivió,
apenas recibió un tiro en una pierna, y el roce de un proyectil en la cabeza.
Al otro, ya más eficientes, le acertaron en la nuca.
Patricia
Bullrich y su jefe Macri deben estar chochos. Ni siquiera hizo falta escribir
la nueva doctrina, debatirla, reformar la Constitución, o cagarse en todo y
lanzar otro DNU, nada… Bastó felicitar a un solo matador, y la doctrina entró
en plena vigencia.
Es un
escándalo que no sea un escándalo que los portales de Clarín y La Nación ni siquiera registren el hecho. Pero así es. Apenas ayer, La Nazión, más jugado, lo escatimaba bajo el
título: “Murió un chico de 11 años en un tiroteo con la policía”. Y chau, total...
Con la
misma lógica, esos mismos medios, en tiempos del genocidio, acuñaron
la expresión “enfrentamiento armado”. Se entiende que esta vez no hayan recurrido al viejo sofisma, ya que resulta difícil explicar cómo es posible enfrentarse a alguien, y a la vez recibir un tiro en
la nuca.
Pero el
tiempo es maula también con las mentiras, y el paso de las horas disipa el humo
que venden los grandes medios.
Facundo
Burgos, de 11 (¡once!) años, iba como acompañante en una moto con su amigo Juan
de 14 años, que la conducía. Facundo fue su escudo, o Juan también estaría muerto.
No estaban robando, acuchillando turistas, nada de eso. Presenciaban una picada
de motos que dispersó la policía. En esa fuga les dispararon, y lo mataron.
Guiada
por Clarín y La Nazión, la gente de bien que suele aprobar el asesinato de
niños por la espalda, se pregunta entonces: ¿Y por qué no pararon, eh?...
Eso
todavía no está claro.
Quizá porque
eran menores y no tenían registro, papeles de la moto; o quizás por ese
instinto de conservación que enseña a temerle a la cana, o quizá porque sí,
porque la moto era robada y ambos pibes eran en realidad los capos del cartel
de Sinaloa. Por lo que fuera que fue, la policía no lo sabía, no lo preguntó,
no lo investigó, tiró a dar y listo, erró con uno, pero mató al otro. De un balazo
en la nuca. Un cabecita menos, qué hay…
Los dos
policías que dispararon, fueron inmediatamente detenidos e interrogados, e inmediatamente
liberados.
Hicieron
fácil. Explicaron que lo mataron “por circular en forma sospechosa”. Y listo.
Se diría
que ambos criminales habrían sido beneficiados por algún tipo de “garantismo” y/o
“puerta giratoria” que en este caso no molesta a nuestra
gente de bien.
Y tal
vez no molesta porque es el mismo garantismo que inspiró el fallido pero siempre
latente 2x1, y la misma puerta giratoria que le pusieron en su chalé de Mar del
Plata al genocida Miguel Echecolatz, y a tantos otros colegas suyos en la
tortura y la muerte.
Por eso
mismo las mismas voces que piden mano dura, ejecución sumaria, pena de muerte,
“limpieza a seco”; todos esos que se indignan con Raúl Zaffaroni pero repiten como
sagradas las verdades de Bebote Álvarez; ahora no dicen nada. Ni mú. No ven
garantísmos ni puertas giratorias, ni asesinos libres, ni “justicia de mierda”.
Ven
nada más que un negrito muerto en un charco de sangre en una calle lejana.
“Algo
habrá hecho”, se dicen y chau.
Pero
ellos también mataron Facundo.
* * *
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