////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
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miércoles, 22 de diciembre de 2010

LOS CHISTES DE BORGES... el caníbal.

Los chistes de Borges


Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.


Espantados como perros ante un extraordinario unicornio, muchos periodistas, por todo el mundo, pretendían destacarse irritándolo.
Cierta vez en Roma, un reportero italiano, sin conseguirlo, probó apelar tan luego a su inexistente chauvinismo, y finalmente le preguntó:
-- ¿En la Argentina sigue habiendo caníbales?
-- No –respondió Borges al toque-, ya los comimos a todos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

LOS CHISTES DE BORGES... y la risa de ser ciego...

Los chistes de Borges


Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.


En la convulsa Argentina de los años 70, se cumplía un nuevo aniversario de la muerte del comandante Ernesto Guevara, y los alumnos de la Facultad de Filosofía y Letras decidieron entonces suspender todas las clases para hacer un acto en su homenaje. Por aquellos días, Borges dictaba tan luego literatura inglesa en una de esas aulas, cuando un pequeño grupo de alumnos interrumpió su cátedra para anunciarle el inmediato cese de todas las actividades. Borges, sereno, les dijo que él igual continuaría con su clase de cualquier formas. Los estudiantes sonrieron suficientes, y le explicaron que no, que por mucho que quisiera no podría, porque iban a cortar la luz en toda la facultad.
-- Bueno... –respondió Borges más sereno todavía-, pero para eso yo he tomado la precaución de ser ciego.


jueves, 9 de diciembre de 2010

"LOS MILITARES"... OTRO CHISTE DE BORGES:

Los chistes de Borges

Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.


Más allá de muchas cosas que se hablaron sin saber, a Borges no le gustaban los militares, no al menos los militares modernos en general, y los argentinos en especial. A propósito de tal reticencia, Osvaldo Ferrari le recuerda en un pasaje de sus diálogos por radio...
-- ...Pero sin embargo, Borges, algunos militares destacados lo han inspirado a usted, como el caso de Laprida.
-- Si, salvo que Laprida no era militar.
-- Pero combatió.
-- Bueno, combatió, sí, pero en aquel tiempo, hasta los militares combatían.

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lunes, 6 de diciembre de 2010

LOS CHISTES DE BORGES... y las tristezas de Sábato...

Los chistes de Borges


Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.



Con esa humildad patriarcal propia de los grandes maestros, supo concederle a Ernesto Sabato la imposible ilusión de una rivalidad entre los dos. Sin embargo, una vez, en una rápida declaración, Borges, con frugal asombro, puso cada cosa en su lugar:
-- Me han dicho que en Italia se venden los libros de Sábato con una faja que dice “El rival de Borges”. Lo extraño es que los míos no se vendan con una faja que diga “El rival de Sábato”.

martes, 30 de noviembre de 2010

Los chistes de Borges: Dios, familia y propiedad...

Los chistes de Borges


Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.




Marco Denevi caminaba con Borges, ya ciego, por la calle, y se le ocurre comentarle que las paredes estaban llenas de pintadas nacionalstas, y allí nomás le lee una que dice: "Dios, familia y propiedad".
-- Vaya...  -comenta Borges- qué tres incomodidades.
 

viernes, 26 de noviembre de 2010

"LA INMORTALIDAD", otro chiste de Borges

Los chistes de Borges



Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.


En una librería del centro, Borges firmaba ejemplares. Un joven, emocionado, se le acerca, y mientras él le firma, no puede contenerse:
-- Maestro…-le dice-  usted es inmortal…
-- Bueno, amigo… -respondió Borges ilusionado- no seamos tan pesimistas.

martes, 23 de noviembre de 2010

Los chistes de Borges: ¿Maupassant?...

Los chistes de Borges



Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.




Sus sarcasmos eran tan filosos como los cuchillos de sus orilleros, y cuando atacaba con ellos, hería de muerte en un rápido tajo.
Cierta vez así embistió, letal, contra el escritor francés Guy de Maupassant:
-- ¿Maupassant? Un periodista que contaba historias de periodistas. Terminó loco, pero empezó tonto.



* * * 

viernes, 19 de noviembre de 2010

BORGES Y BOEDO: DOS DE SUS CHISTES Y UNA VERDAD UNIVERSAL: BORGES ERA CUERVO.

Los chistes de Borges

 

Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma. 



Parte y proa del Grupo Florida, Borges sin embargo, por esa extraña grandeza de su destino, fue un hombre de Boedo, y tanto, que hasta se confesó públicamente hincha de San Lorenzo de Almagro.
En 1938, cuando murió su padre, el excelso Franciso Luis Bernárdez –amigo suyo y de su familia-, le consiguió un empleo como auxiliar en la Biblioteca Municipal Miguel Cané, del barrio de Almagro, en Carlos Calvo y Muñiz. Muchos años despuès, en diálogos radiales con Osvaldo Ferrari, Borges recordaba aquellos días y esas visiones, con dos anécdotas como dos de sus chistes..

1. Una extraña ocupación

“Yo debí haber dejado esa biblioteca –era un ambiente asaz mediocre-, pero seguí trabajando. Bueno, no sé si la palabra “trabajando” es exacta; éramos, creo, cincuenta empleados, y nos asignaron un  trabajo que tenía que ser lento. Yo recuerdo que me dieron algunos libros para clasificar el primer día... Yo trabajé, y creo que clasifiqué casi ochenta libros... y eso se supo, y al día siguiente, uno de los compañeros vino a recriminarme, me dijo que eso era una falta de compañerismo, porque ellos se habían fijado un promedio de cuarenta libros para clasificar por día. Ahora, para fines de realismo, esos cuarenta no eran siempre cuarenta, podían ser treinta y nueve, treinta y ocho, cuarenta y uno, para que todo resultara más verosímil, ¿no?. Entonces me dijo que yo no podía seguir así, y yo, al día siguiente, clasifiqué treinta y ocho, para no quedar como presuntuoso. Pero entonces ¿qué sucedía?, el trabajo que teníamos que hacer, se cumplía, digamos, en media hora o tres cuartos de hora, y luego quedaban el resto de las seis horas, que estaban dedicadas a conversaciones sobre fútbol –tema que ignoro profundamente-, o si no chismes, o si no, por qué no, cuentos verdes. Ahora, yo me escondía porque había encontrado una extraña ocupación: leer los libros de la biblioteca”.

2. Yo soy hincha del Ciclón

 “Cierta vez me preguntaron a mí qué cuadro prefería, y yo pensé que se referían a telas o a óleos. Pero parece que no: se referían al cuadro de fútbol. Entonces yo les dije que no sabía absolutamente nada de fútbol, y ellos me dijeron que ya que estábamos en ese barrio de Boedo y San Juan, yo tenía que decir que era de San Lorenzo de Almagro. Yo aprendí de memoria esa contestación, siempre decía que era de San Lorenzo de Almagro, para no ofender a mis compañeros. Pero pronto noté que San Lorenzo de Almagro, casi nunca ganaba. Entonces yo hablé con ellos, y me dijeron que no, que el hecho de ganar o perder era secundario –en lo que tenían razón.-, pero que San Lorenzo era el cuadro más científico de todos. Eso me dijeron, sí... Se ve que no sabían ganar, pero lo hacían metódicamente”. 


* * *

sábado, 13 de noviembre de 2010

Los chistes de Borges: Las risas circulares...

Los chistes de Borges


Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.


  Desde que empezó a quedarse ciego, dejaron de gustarle los disfraces. Lo confundían aún más y lo enojaban. Cuenta su amiga Silvina Ocampo que una tarde, en casa de Victoria, ella y Nora Langhe, disfrazadas las dos, sorprendieron a Georgie paseando por los jardines, y lo asustaron. Borges se molestó, refunfuñó algo en voz baja, y siguió caminando solo hasta que se chocó con un árbol, y allí, palpando la corteza con sus manos, le dijo con la cara contra el tronco:
-- ¿Vos también te disfrazaste?

jueves, 4 de noviembre de 2010

CONFIRMADO: BORGES SE MURIÓ DE RISA...

Los chistes de Borges


Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.


Y se murió de risa, o se murió riendo, que es más o menos lo mismo. Huyendo de los buitres de la prensa, en resguardo de su imagen final, un día se fue a Ginebra y no volvió nunca más.
Poco antes de morir, en uno de sus últimos paseos por la calle, junto a María Kodama y un amigo, ya visiblemente desmejorado, ya en silla de ruedas, un transeúnte cree reconocerlo, y le pregunta:
-- ¿Perdón, usted es Borges, no?
    Y él, en resguardo de su imagen final, respondió como un látigo.
-- No: yo soy Ernesto Sábato.