El último
miércoles 150 mil porteños (según informan Clarín y La Nazión) marcharon por el centro de Buenos Aires bajo la lluvia
y en silencio, expresando así –entre la lluvia y el silencio- la tristeza y la
impotencia de no tener en quién creer.
Los convocaba un grupo de fiscales cuya
mayor virtud es ser desconocidos por sus convocados.
Detrás y escondidos,
perdidos y camuflados de ciudadanos comunes, los referentes de la oposición,
aún más callados, pero contentos.
A falta de ideas...
EL
SILENCIO DE LAS CACEROLAS
Patricia Bullrich: que la alegría por el odio a Cristina, no opaque la tristeza por Nisman |
A meses
–minutos- de las próximas presidenciales, el único programa de gobierno que se
conoce, el único proyecto de país –con sustento ideológico y doctrinario-, es
el del oficialismo. La oposición, en cambio... allí va: marcha callada y escondida
en el fondo del resentimiento y la impotencia de los que sólo saben qué no
votarán, pero no qué votarán. Sin embargo se los vio felices, ocultos bajo sus paraguas, pero locos de contentos: por un minuto propia la multitud ajena...
El
Martiyo sigue con atención las declaraciones de los referentes de esa
oposición. Busca descifrar, en el entramado de lugares comunes y
promesas de
manual que los caracteriza; sus propuestas, sus planes, una idea. Pero ya sólo
hablan del caso Nisman. Para eso los consultan, claro. Y ellos van y hablan,
más bien. De otra forma el público podría olvidarlos.
La Donda y Binner: chochos y de marcha. |
Critican,
previsibles, a Cristina, y a todo su gobierno por todo lo que hace y deja de
hacer. Y por todo lo que hizo, y dejó de hacer, y por todo lo que hará, y no. Cantan
la canción que quieren escuchar los que no quieren a Cristina, pero a ellos
tampoco. En los medios funcionales a los fondos buitres y sus secuaces, un coro
de panelistas les da la razón, y eso es todo.
Ni una
idea, ni un proyecto, ni una respuesta clara a la hora de explicar cómo harán,
por ejemplo, para mantener la AUH
y las jubilaciones más altas de la región, sin tocarles el culo a los intereses
de las corporaciones que financian y apoyan, tan luego, sus candidaturas. Mejor
no hablar de ciertas cosas.
Piden justicia a los gritos, pero no para todos, para la causa Papel Prensa, por ejemplo, no. De eso tampoco se habla.
De pronto son todos detectives listos para
esclarecer la muerte de Nisman, a cambio de un voto. Y eso es todo.
Encendidos,
todavía alardean de una victoria en las últimas legislativas, pero al mismo
tiempo lloran la supremacía parlamentaria del oficialismo, sin terminar de
explicar cómo fue que perdieron esa victoria de la que tanto alardean. Todo les
sale mal.
Gil Lavedra: ¡mejor no sirve! |
Forman,
deforman, fundan y funden frentes y alianzas que dan risa cuando no pena. O miedo. Tejen
como pueden el crochet de votos multicolor que el odio a Cristina les prodigue.
Se juntan y se rejuntan, se abrazan y se acusan, de narcos, de traidores, de
boludos. Sin futuro por delante, adoptan la forma del recipiente diario que los contiene, y así se diluyen en la coyuntura invocando hoy los mismos principios que negaban ayer, y
viceversa. Eso es todo.
La
vieja Unión Democrática, no se entrega. De pronto los troskos marchan con la Sociedad Rural , y
la izquierda cierra filas con Mauricio Macri. Todo vale cuando nada sirve.
Y la Carrió, que va y viene revoleando
denuncias como un trompo envenenado…
Y De
Narváez, que resucita como buen pescador que oye el río revuelto.
Y Massa,
que se hace el tucumano, el cordobés, el bueno… pero que rebota sin solución
contra los límites estrechos de los countrys de Tigre.
Y Pino,
ora abrazado a Mariano Grondona, ora –ahora- a Sergio Massa...
Y Binner,
sus fotos con Magnetto, su apoyo a Capriles, su expulsión del foro de San
Pablo, sus vestigios…
Eso es
todo.
Una
marcha callada por el centro de Buenos Aires detrás de unos fiscales en los que
sólo confían quienes no los conocen.
Y la
lluvia, y el silencio.
Y nada más.
Ya no
rompen sus cacerolas.
Ya
saben que llaman a nadie.
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