Jorge
Lanata, Elisa Carrió, Pamela David, y otras cumbres del pensamiento nacional, hicieron
público su desencanto por el Papa Francisco. Su diplomacia de las periferias,
su discurso anticapitalista, su rosario a Milagro Sala, y de remate, su (des)encuentro
con Macri y su fúnebre esposa el sábado en el Vaticano.
Contrariando
20 siglos de Iglesia Católica, el Sumo Pontífice cosecha enemigos por donde
corresponde.
HIPÓCRITAS
Y FARISEOS
El 18
de marzo de 2013, a pocos días de la
consagración de Jorge Bergoglio como nuevo papa, Cristina se reunía con él, y
El Martiyo publicaba un post titulado La misa criolla, que empezaba así:
“Aunque egresado de colegio de curas, El Martiyo volvería a
la fe católica –de la que tanto le costó huir- si este papa Francisco de verdad
le mostrara y demostrara al mundo que es mejor que los demás hombres, que está
más cerca de Cristo que cualquier otro, que en serio es Su enviado...
Si lo viéramos expulsar del templo a los mercaderes, aunque
no fuera a palazos; si uniera y se uniera a los pobres, a los necesitados y a
los buenos, y le dejase al César lo que es del César; si usara los infinitos
recursos del Vaticano para multiplicar los panes y los peces; si a su paso se
encresparan de odio los hipócritas y los fariseos, si arranca la hierba que
nunca dará frutos; si echa al abismo a todos los cerdos de su rebaño; si no le
tiembla la voz ni se vende frente a Caifás ni frente a Pilatos; si fuese capaz
de inspirar amor, ya no sólo de predicarlo; pues entonces El Martiyo podría
revisar y hasta perdonar la tremenda decepción que le generó una institución
presentada como sacra y santa, y descubierta enseguida tan repodrida por
dentro”.
En ese mismo post comentábamos también que el día anterior,
17 de marzo, Joaquin Morales Solá, desde La Nazión, auguraba lleno de esperanzas
una pésima relación entre CFK y el nuevo Papa, y que éste, más o menos, se
ocuparía personalmente de voltear al gobierno nacional.
Por eso aquel nuestro post del 18 cerraba así:
“Será fácil entonces reconocer si este papa es quien
queremos que sea. En cuando los medios del miedo lo empiecen a atacar, a
ningunear, a cuestionar, cuando veamos a los hipócritas y a los fariseos que se
encrespan de repulsa a su paso, tendremos una señal, sabremos que él es, sí, el
enviado”.
Pasó el tiempo y muchas cosas, y aunque todavía no estamos
en condiciones de afirmar que este Papa sea –o cuando menos trate de parecer-
el Enviado, en cambio sí podemos afirmar ya que a su paso se encrespan de
repulsa hipócritas y fariseos.
Elisa Carrió, Jorge Lanata, Alfredo Leuco, Pamela David y
otras cumbres del pensamiento nacional, ya hicieron público su desencanto ante
un Papa que prometía tanto para el Occidente capitalista, católico (y blanco),
y que resultó ser al final otro cabecita negra, peronista de mierda, kukaracha
y zurdo, y medio montonero para colmo.
Al principio parecía simpático, gauchito y hasta gracioso,
¡uy cómo se reían cuando en su primera visita internacional en Brasil lanzó ante
la juventud en el Santuario de Aparecida su hoy epigramático “hagan lío”!... Qué
risa, uf… Si hasta revoleaba la camiseta de San Lorenzo en plena plaza San
Pedro, y gastaba a los de Boca. Un pingazo. Parecía.
Pero depués empezó dale que te dale con su discurso
anticapitalista, denunciando la codicia, la usura y la explotación; al toque desplegó
su diplomacia de las periferias y se abrazó con los indios en Latinoamérica, reinvindicó
sus derechos ancestrales, y allí fue cuando llamó mentirosos a los mentirosos; y
descendió a los infiernos del Africa más profunda y sangrienta; y visitó las cárceles,
Ciudad Juárez, Chiapas, Cuba; y se mostró entre carcajadas con Dilma, con Evo, con Correa, con
Fidel, con Maduro, y sobre todo –y seis veces- con Cristina; y encima le mandó un rosario
a Milagro Sala, ignoró la victoria de Macri, y por fin le dispensó sin una
sonrisa 22 minutos de tensión eterna.
Hipócritas y fariseos no pudieron soportarlo.
Las cloacas de los comentarios de los portales del Grupo y
sus satélites, se incendiaron de furia con la vulgaridad y la cobardía que el
anonimato insufla.
Elisa Carrió prometió no ir a Roma. No importa que nadie la
haya invitado, ella no irá. Punto.
Alfredo Leuco dudó del entorno de Su Santidad, de sus
asesores… Quizá Durán Barba pudiera ayudarlo, esclarecerlo, no se animó a
sugerir, pero…
Pamela David, otrora bataclana, hoy esposa y madre católica y señora conductora de un programa en el canal de su marido; sufrió una crisis de fe. El
rosario a Milagro Sala fue demasiado.
Y le faltaba aun ver el (des)encuentro del sábado en el Vaticano, aquella
foto tan buscada, que por buscada resultó forzada. Allí ahora quedarán para
siempre Mauricio Macri y su fúnebre esposa, y entre los dos un Papa cuyo gesto en
tornasoles va del disgusto al desprecio.
No hubo esta vez Antonia que lo salve; la tétrica
indumentaria de Juliana Awada, parecía un sarcástico homenaje a los esclavos caídos
en sus talleres clandestinos; las respuestas recitadas de Macri, sus evasivas y
sus “lagunas”, no ayudaron a aflojar tensiones. Las promesas panóramicas como
expresiones de deseo –tipo pobreza cero, unión de los argentinos, lucha contra el
narcotráfico, etc- tampoco.
En pocos minutos, el visitante fue despachado.
Católicos apostólicos feroces como romanos, no aguantaron más
y salieron a decirlo. Veinte siglos de sacro santa institución eclesiástica,
echados a la basura. Veinte siglos de una Iglesia que supo proteger al
Occidente capitalista y blanco, imperialista y monopólico, amparando dictaduras,
encubriendo genocidios, bendiciendo ejércitos, guerras, ¿y todo para nada? ¿Todo
para que un sudaca peronista venga a decirnos que habíamos vivido equivocados? Las
redes ardieron, arden.
Cacerolos y globeros no lo perdonarán jamás. Mostró la
hilacha. El cura ese. Algunos incluso se indignan porque habría colaborado con
la dictadura genocida que sin embargo esos mismos indignados aún añoran.
Aquí y allá, los escribas y habladores de Magnetto,
jugando a la vida es bella, hicieron y siguen haciendo no pocos pero infructuosos esfuerzos
para explicar la frialdad del papa con una gripe, una “relación protocolar”,
una empleada que se le murió… todavía explican, arden todavía.
No, no podemos afirmar que Jorge Bergoglio sea ese Enviado que los justos esperan.
Pero ya es un hecho que a su paso se encrespan de repulsa
hipócritas y fariseos.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Como tantos medios públicos, EL Martiyo no deja de ser privado, y por lo tanto se reserva el derecho de pubicar o no los comentarios recibidos.