El año
pasado recopilé mis apuntes y recuerdos de los días de la guerra en el blog MALVINAS
– DIARIO DE LA GUERRA, que ahora vuelvo a poner online, día por día desde el 29
de marzo hasta su epilogo el 16 de junio.
No es una ficción.
Es una crónica periodística que entre otras cosas se opone a ciertos mitos simples surgidos de la derrora, y por simples, masivos.
Apenas un aporte más a
la memoria de una guerra que tratamos de olvidar.
75 ÚNICOS DÍAS
INMENSOS
A 37
años de los hechos, cansa y sin embargo sorprende escuchar periodistas y analistas -que en algunos casos incluso respetamos-, insistiendo todavía con la teoría que
reduce la inmensa historia de esa guerra a una “cortina de humo del borracho de
Galtieri”, y a continuación, infalibles, recitan el viejo inventario de lugares
comunes sobre “los pobres chicos muertos de frío y de hambre”, “la inaudita pretensión de enfrentarnos tan luego nosotros a los amos del mundo”, y desde luego, la
reducción de toda la campaña a unos cuantos casos puntuales –y por otro lado habituales
en cualquier ejército y en toda guerra- de abusos y torturas por parte de
oficiales y suboficiales.
Sorprende,
porque a lo largo de todos estos años es mucha la nueva buena información
aparecida a través de informes periodísticos, militares, políticos; más los
incontables testimonios personales de los protagonistas de ambos bandos. Y
cansa, porque ya son demasiados años oyendo las mismas pelotudeces.
Las
cosas fueron bien más complejas.
La
recuperación militar de las Islas, llevaba meses, acaso años de planificación. Era
una vieja obsesión de la Armada, y su ejecución fue parte de las condiciones
que le impuso Anaya a Galtieri para apoyar su salto a la presidencia y el
correspondiente desplazamiento de Viola en diciembre de 1981.
Si bien
la fecha prevista para la Operación Rosario estaba pensada para los inicios de
la primavera, los episodios desencadenados en Georgias a partir del 20 de
marzo, precipitaron los acontecimientos.
Los chicos de la guerra -exitosa expresión a gusto de
Inglaterra con la cual se reduce a una manga de pobres pibes a tantos soldados
valientes-, no es, por mucho que nos duela, una excepcionalidad nacional.
Desde
el principio de los tiempos las guerras fueron libradas por “chicos”. Las
huestes de Alejandro, el propio Alejandro, ya el Magno con 20 años; los
soldados de Napoleón, el propio Napoleón, general con 24; los cientos de miles
de chicos americanos y asiáticos que cayeron en Vietnam; el Tamborcito de Tacuarí
y tantos otros pibes que no alcanzaron los manuales escolares; los incontables
adolescentes alemanes y rusos caídos o congelados en Stalingrado, los miles de pendejos
de Normandía… las guerras nunca las hicieron los grandes… o sí… pero las pelean
los chicos. Siempre. Y no es un juicio de valor, es un dato.
Este
diario, por ejemplo, refiere la noche feroz de Monte Logndon, cuando entre los
muchos ingleses muertos, cayeron los soldados del 3 de Paracaidistas Ian
Scriven, Jason Burt y Neil Grose. Los dos primeros tenían 17 años, el otro, esa
noche, cumplía 18. The children of de war.
En cuanto
a la mítica superioridad militar del enemigo, este diario también recuerda
algunos hechos y datos puntuales que demuestran hasta qué punto se trata de
otro lugar común, banal, y por lo tanto falso.
El
propio John Sandy Woodward, comandante supremo de las fuerzas británicas en el
Atlátnico Sur, escribe en su despacho del 13 junio refiriéndose al estado de su
flota: “todo esto se viene abajo”. Y el 14, mientras Menéndez decide rendirse: “si
los argentinos pudieran soplarnos, nos derrumbarían”.
Conciente
de que había tenido la suerte de ser un corresponsal de guerra cuando tenía la
edad para ser un soldado; terminado el conflicto, durante años, traté de darle
forma de relato a todo lo que había visto, oído, vivido, sentido y sabido. En
1994 la Editorial de la Flor publicaba mi novela Banderas en los balcones, una
crónica ficticia de esos 75 días.
Este
diario no es una ficción. Son mis apuntes, mis recuerdos, un trabajo de
investigación que no cesa, una mirada retrospectiva a la luz de toda la
información aparecida hasta hoy, una resistencia al olvido, y si valiera, un
homenaje a todos los veteranos de Malvinas, quienes más allá de Galtieri, Menéndez
y toda la dictadura, durante 75 inmensos días únicos, recuperaron la soberanía completa del territorio nacional, y nos dejaron sentir, aunque más no fuera por un rato,
que ya no éramos una colonia.
Por la
vergüenza del presente, en su memoria estas páginas.
D.A.
2/4/19
Foto: Ricardo Canga
* * *
CONFIESO, que el relato, hasta aquí, me conmocionó. Siempre supe, porque de mi zona de Esquel, fueron varios chicos y algunos regresaron y con quienes mantuve y aún continúa una relación fluída y sabía, que si aguantaban uno o dos días más los teníamos en el buche. Pero, lamentablemente, nuestros generales, modernos, lo son de la mesa de arena, no del frente de combate, tal como muy bien queda expresado en tu relato. Por fin, lamento no haber leído tu libro. Me propongo conseguirlo y homenajearte con su lectura. UN ABRAZO
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