Con la
debida obediencia de un buen administrador colonial, Lenin Moreno entregó en
Londres a Julian Assange, el periodista más importante del mundo a juzgar por
el tamaño de sus enemigos.
Descubridor
de la putrefacción política internacional y los mayores crímenes de guerra de
nuestro tiempo, tiro de gracia del viejo periodismo; mientras Daniel Santoro es
premiado, Assange va en cana. Pero vienen por todos.
DOBLAN
LAS CAMPANAS
“Nunca preguntes
por quién doblan las campanas,
doblan por ti”.
John Donne.
La
importancia histórica de una figura la marca mejor que nada la estatura de sus
enemigos. El Cristo tuvo al mayor imperio de su tiempo y a la jerarquía
eclesiástica de su nación. Napoleón y Hitler a toda la Europa más Rusia. Perón
las dos potencias de su hora. Julian Assange a todas, más sus colonias.
El gobernante
del flamante estado norteamericano de Ecuador Lenin Moreno –otro que ganó
mintiendo-, entregó al periodista más importante de nuestro tiempo en un gesto
virreinal ya imborrable.
El
hombre que probó, entre muchísimas otras cosas, la putrefacción política
mundial, los negocios más sucios del momento, los mayores crímenes de guerra de
nuestros días, y la absurda fragilidad de la máquina militar más poderosa del
planeta.
No
pudieron callarlo, no pudieron comprarlo, no pudieron pararlo. Ahora los
Estados Unidos, la CEE, lo que resta del Reino Unido, se empujan para
descuartizarlo sin que Rusia ni nadie lo defienda. No merece otra cosa,
digámoslo. No en este mundo.
Aquiles
y talón de la nueva era, frente a la agonía prostibularia de los grandes
medios, Internet fue la patria posible de los nuevos héroes. Ahora todos
estamos conectados y todos expuestos. Los poderosos también.
Julian
Assange es un ejemplo fulimante de lo que el verdadero periodismo puede hacer ya
sin necesitad de la inmensa maquinaria vetusta de los grandes medios.
Ya no
hay imprentas, distribuidores, ni más intermediarios mercantiles entre el
periodista que quiere hacer periodismo, y el público mundial.
Hoy todos
cargamos en nuestras manos un estudio de producción, edición y difusión capaz
de filmar, grabar, fotografiar, escribir y publicar, inmediata y
simultáneamente, en todo el mundo. Algo hay que hacer, dicen los poderosos.
Se
acuña entonces la expresión fake news, como si la difusión de mentiras se hubiera inventado con las redes sociales, cuando nació con la
imprenta.
Entonces
dicen que las redes pueden manipular al usuario, como si alguna vez los grandes
medios hubiesen hecho alguna otra cosa.
Que a
través de las redes puede influirse en las campañas electorales, como si los
grandes medios jamás…
Todas
las críticas y cuestionamientos que se les puedan hacer a las redes, les cabe perfectamente,
y desde siempre, a los medios masivos.
Pero
ocurre que según una encuesta del Pew Research, el 67% de los adultos
norteamericanos hoy se informa a través de las redes. O sea, el universo de
los medios masivos pelea apenas, ya, por el 33 restante. Ahí el ataque.
El 24
de febrero de 2018 decíamos en nuestro post Enredados: “Las redes no son ni
buenas ni malas: son nosotros. Y eso es lo que les molesta. No Facebook, ni
Twitter ni Youtube, no les molestan las noticias falsas, ni la burbuja ni la
manipulación del lector: nosotros les molestamos. Nosotros los aterramos, y a
por nosotros vienen. Haríamos bien en preocuparnos”.
Julian
Assange fue detenido en Londres entregado a la policía por un empleado de Trump
a cargo del gobierno ecuatoriano.
No
preguntes por quién doblan las campanas.
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