Los
Chistes de Borges
Cuando
le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda
en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la
historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de
viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su
traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su
genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola
caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.
A mediados
de los años 50 un joven Mario Vargas Llosa entrevistó a Borges en su sencillo departamento
de la calle Maipú. Más allá de su admiración por el argentino, cajetilla limeño
al fin, Vargas Llosa no pudo evitar su sorpresa ante la austeridad que rodeaba
a Borges. No se aguantó y le preguntó:
-- ¿Por
qué no vive en una casa con más lujo, con más libros?…
-- Sí
–le respondió Borges con desgano- a lo mejor en Lima hacen las cosas así, pero acá
somos menos devotos de la ostentación…
Sin embargo Vargas
Llosa insistió un rato con la modestia del entorno y las estrechas dimensiones de la
vivienda.
Pocos
días después, Borges comentó el encuentro.
-- Vino
a verme un peruano, sí… creo que se dedicaba a los negocios inmobiliarios.
* * *
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