En el imaginario vulgar argentino, el que tiene mucho dinero
“no es ningún boludo”; como si no fuera posible enriquecerse apenas por la
falta absoluta de escrúpulos, por la vía del delito, por la suerte de una lotería, o como suele suceder en esas clásicas historias donde un heredero tarambana recibe
un imperio, rápidamente lo funde, y arrastra en su caída a propios y ajenos y a
sí mismo también porque se creyó lo que no era.
UN VIVO BÁRBARO
Después de colaborar sin ningún pudor con el gobierno norteamericano en las luchas contrainsurgentes de Centro América, un día el hoy
inconcebible Leopoldo Fortunato Galtieri volvió de una visita a los Estados
Unidos como “el niño mimado de West Point”, considerado, allá, “un general
majestuoso”. Aturdido por la soberbia y el alcohol, al rato nomás desató sin proponérselo
una guerra antiimperialista contra toda la OTAN.
Es el riesgo que se corre cuando se coloca a un idiota en un cargo importante: el idiota, como es idiota, cree que llegó por sus propios méritos, y se vuelve ingobernable.
Es el riesgo que se corre cuando se coloca a un idiota en un cargo importante: el idiota, como es idiota, cree que llegó por sus propios méritos, y se vuelve ingobernable.
Una suerte parecida corrieron los poderosos sectores
económicos y políticos que apoyaron el ascenso de Mauricio Macri, desde su
propia famiglia hasta el gobierno de los Estados Unidos. Sin proponérselo, el idiota los cagó a todos.
Galtieri |
Héctor Magnetto –padre putativo de la criatura-, se jugó a
sus patas los restos de la credibilidad de todos sus medios y sus periodistas.
Hoy sus medios dan lástima, y sus periodistas risa. El 11 de agosto ellos
también probaron su fuerza. Y también a ellos el 70% les dijo basta.
Su amado FMI ya le soltó la mano y corre con su escupidera a
pedirle ayuda al hombre elegido por Cristina Kirchner. La vida te da
sorpresas. Tantos años, décadas, saqueando y sometiendo países, para que el
hijo mediocre de un tanito delincuente –según el propio hijo-, acabe por saquearlos
a ellos sin dejarles otra esperanza que el peronismo.
Los románticos integrantes del Círculo Rojo, que tanto habían
ganado durante la década ka, abjuraron de todo interés espurio y eligieron
jugarse por sus más puros ideales de odio al peronismo. Hoy están todos
encuadernados, las acciones de sus empresas por el piso, y sus nombres
personales en la basura.
Jueces como Bonadío, Ercolini, Irurzum, Rosenkrantz,
fiscales como Moldes, Extornelli, Marijuan, que alguna vez lo creyeron eterno y
definitivo, de pronto descubren un chasco barato que les explota en la cara
mientras la Justicia que creían propia, ahora se vuelve a por ellos.
La extinta y ya olvidada UCR, que soñó el imposible de
volver al poder después tantos fracasos, nunca volvió al poder, pero igual
volvió al fracaso.
El gobierno de Washington, sponsor oficial de Cambiemos, ya
no sabe qué hacer con ese payaso inútil al que apostaron todos los fondos de su
Fondo, y ahora ven volver a Cristina mientras oyen a su candidato decir que si
le rompen mucho las pelotas, se va a charlar con los chinos…
Su propia famiglia, que al cabo de medio siglo de sereno
saqueo del Estado, fugando divisas con total normalidad, lavando activos
alegremente, practicando con espíritu deportivo el contrabando agravado y
variados otros delitos sin que nadie o casi nadie lo notara, de pronto acumulan
causas, comienzan a desfilar por los tribunales, y hasta el hermano buenudo Gianfranco,
y el hasta ayer ignoto primo Calcaterra, hoy se volvieron famosos.
A todos los cagó.
Apenas salvó a un selecto, muy selecto grupo de amigos y
allegados, socios, hijos y entenados. Los dos Bullrich, los dos Caputo, Peña y
todos sus Braun, su gabinete “panameño”, su “mesa chica”… y aún ellos deberán esperar
para saber si vivirán en paz con su botín, o si de pronto el único país del
mundo que juzgó y condenó a sus genocidas, resulta que también se animará con
ellos, apenas ceos, publicistas, buscavidas y tilingos tanto más frágiles que
aquellos verdaderos asesinos. Entonces también ellos dirán Mauricio nos cagó.
Y es lo que pasa cuando se pone a un idiota en un cargo
importante.
Alguien podría objetar que Macri no es ningún idiota porque
en el imaginario vulgar argentino el que tiene mucho dinero “no es ningún
boludo”, como si no fuese posible enriquecerse apenas por la ausencia absoluta
de escrúpulos, la propensión al delito, la suerte de una lotería, o
simplemente, como en este caso, una herencia familiar, para lo que basta un
capricho de la providencia, le puede tocar a cualquiera, incluso a un idiota, y
entonces estamos ante el clásico heredero tarambana, como es el caso.
La historia ya tomó nota del desprecio intelectual que sentía
Franco Macri por su primogénito, y que más de una vez manifestó públicamente. Fracasos
empresarios, negocios frustrados, torpezas jurídicas, su insistencia para que
no se dedicara a la política… el anecdotario de reproches y desconfianza
paternas, ya es parte del folklore nacional y segura razón de ese
resentimiento que estalló públicamente cuando el propio Mauricio trató a su
padre de delincuente a pocos días de su entierro.
Pero como Videla, Galtieri o De la Rua, ahora lo que le
resta de vida será para defenderse en los tribunales del centenar de causas que
siguen y suman, y para digerir día por día la ignominia que la historia les reserva a los peores, su abismo sin fondo y sin olvido.
Entonces cabe preguntarse qué tan vivo es un hombre que en
la plenitud de su vida, con salud y una fortuna capaz de garantizarle el
bienestar de cuatro o cinco generaciones, de pronto -sin demasiadas luces, sin
ningún patriotismo, sin formación personal, con un pasado que mejor esconder,
con empresas offshores y cuentas en guaridas fiscales-, de pronto se embarca en
una aventura pública que lo desborda por completo y cuyo inmenso y predecible fracaso
arruina la vida de propios y ajenos y lo condena al desprecio popular y el
oprobio histórico… Si ese tipo no es un idiota...
Gotti |
Entre finales de los años 80 y principios de los 90, John
Gotti fue el jefe de la familia Gambino, la organización mafiosa más poderosa
de Nueva York. Tenían más de 300 soldados y dos mil socios. Manejaban la
construcción, la recolección de residuos, el juego clandestino, las drogas y la
usura. Las cosas marchaban cada vez mejor. Pero el gran Gotti no creía en las
ventajas del bajo perfil, le gustaban los trajes caros y los lugares de moda, y
más que nada esa fama de “vivo bárbaro” que incluso lo llevó a ser tapa de
revistas. De nada sirvieron las súplicas de sus socios por llamarlo a la
sobriedad y recordarle la verdadera naturaleza de sus negocios. Uno a uno
fueron cayendo todos, él también.
En 1992 John Gotti fue condenado a cadena perpetua, murió diez
años después en la cárcel de máxima seguridad de Marion, Illinois. Pero hacía
mucho que ya nadie lo consideraba un “vivo bárbaro”.
* * *
Muy bueno.
ResponderEliminarImpecable!
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