La
pesadilla se volvió realidad. Lo que no hace tanto provocaba risa (y tal vez
por eso), ahora va en serio y provoca temor. No venció el PRO, perdió el FPV y
ganó Magnetto. Pero festejan Macri, Elisa Carrió, Patricia Bullrich, Marcos
Aguinis, Fino Palacios, Graciela Fernández Meijidi, Ciro James, Julio Cobos, Darío
Lopérfido, Carlos Melconian, Fernando De la Rua, Mirtha Legrand, Alfonso Prat Gay, Domigno Cavallo…
EL
REGRESO DE
LOS MUERTOS VIVOS
Apenas 700 mil argentinos inclinaron la balanza. Pero no ganó
Macri, perdió Scioli. Quizá le faltó contundencia, precisión, garra, ganas de
pelear aún lastimando al contrincante… Decisión, que la ambición no basta.
Quizá. Pero quizá el error fue concentrarse en el adversario virtual, y no en
el enemigo real, apuntarle al muñeco, y no ver al ventrílocuo: Héctor Magnetto,
el Grupo Clarín, verdadero vencedor de la noche del domingo.
Rápidos
y furiosos, sus socios de La Nazión no pudieron aguantar ni 24 horas y salieron
a vomitar toda su miseria en una editorial que hasta sus propios periodistas
rechazaron.
Maurico
Macri, su persona, su figura pública, su historia personal y familiar, su
precario castellano, su vasta ignorancia, sus contradicciones políticas,
prueban en su conjunto que su victoria no es suya, que cualquiera en su lugar
hubiera ganado, que al muñeco no le hacen falta condiciones, porque el
ventrílocuo las pone.
Los
medios del miedo insuflaron el odio contra el gobierno durante muchos años y todos
los días de la vida, cada día, sin parar. Como una lluvia perenne que al cabo
lo deshace todo. Mentiras, diatribas, campañas sostenidas, eslóganes vacíos,
títulos que a pura repetición lograron taladrar las cabezas de todos aquellos
que alucinaron en Macri un cambio, y acabaron votando a los mejores muchachos
de Cavallo, a la Bullrich, a la Carrió, a Sanz, y a otros sobrevivientes
inauditos del que se vayan todos…
Pero no
fueron ellos. Magnetto lo hizo.
Sus
incontables medios, en cuya red quedó atrapada la Argentina desde que los
militares le cedieron Papel prensa, Menem los canales y las radios, y Néstor
Kirchner Cablevisión.
Cristina
se les plantó y aguantó de pie por más de siete años hasta la campana final, de
pie y entera, y aún se retira con imagen positiva. Triunfal. Sin perdón. Porque
ellos siguen vivos. Y rabiosos.
En
algún momento Jorge Lorenzetti también quiso pistolear su autonomía, pero apenas
Clarín le mostró los dientes, enseguida se encuadró.
Cristina
quedó sola. Néstor se había ido.
Mientras
tanto Magnetto probada de todo. Se compró a Lanata, limpiaba a Shocklender,
embestía contra las Madres y las Abuelas, infló sucesivamente a Cobos, Carrió,
la Bullrich, De Narváez, Massa, Macri, De Angelis, Buzzi, Duhalde, Alfredo
Caseros, Mirtha Legrand, Miguel del Sel, cualquier cosa.
Sin
ningún interés por su propio prestigio periodístico, se permitieron la mentira
simple, la campaña burda, el chisme, la maledicencia, la vulgaridad, cualquier
cosa.
Desde
el gran diario y su socio La Nazión, desde todos sus diarios del interior (La
Capital de Rosario, el Río Negro, Los Andes de Mendoza, El Tribuno de Salta, La
Voz del Interior de Córdoba, y siguen las firmas); desde canal 13, TN, y sus
incontables señales y repetidoras del interior; desde radio Mitre y todas sus
radios de todo el país; desde sus infinitos productos gráficos y audiovisuales;
desde Vila-Manzano, Editorial Perfil, y otros satélites secundarios; desde cada
bar, cada taxi, cada mesa, cada día, todos los días, todo el tiempo, sin parar…
así de grosso era el ventrílocuo mientras Scioli discutía con el muñeco.
La ley
de medios audiovisuales, fue un buen intento, y hasta nosotros mismos, tentados
por la ilusión, entonces los dábamos por muertos. Pero pronto el buen intento fue desbaratado
entre cautelares por una justicia que le teme a Magnetto más que a la historia.
Engullido Lorenzetti, ya no tuvieron contención, y volvieron por todo.
Y partieron
el país en dos y 700 mil argentinos les dieron la victoria.
Y ganaron.
Sucedió
lo impensado, lo inimaginable, lo tan temido. El regreso de los muertos vivos sedientos
de venganza, ciegos de odio, o en el más inocente de los casos, aturdidos por
eslóganes que no dicen nada, por deseos ligeros, por cuestiones menores o
posturas de sobremesa como chascos baratos que te explotan en la cara. No ganó
Macri: ganó Magnetto y se dispone a gobernar. A gobernarnos.
Y ya
sabemos cómo lo hace, a quiénes representa, qué busca, y cuánto esconde.
Pronto
la propia naturaleza del nuevo gobierno mostrará sus fibras. Entonces los
medios del miedo repartirán coraje. Amortiguarán desde sus tapas y sus voceros
cada golpe de maza contra todos nosotros. Ajustes, devaluaciones, tarifazos, desocupación,
flexibilidad laboral, todo será explicado como una pesada herencia de la
administración anterior, cuando no como un acierto de este gobierno que nos
reinserta en el mundo porque de pronto la Casa Blanca nos concede diez minutos
otra vez. Ya lo vimos: explicaron un genocidio, ¿por qué no a Macri?
Pero
700 mil personas pueden cambiar de opinión en cualquier momento, ¿y entonces?...
En
otras palabras: la contienda continúa. Peor, mejor: se impone más que nunca.
En paz,
democráticamente, con la pluma y la palabra, aquí El Martiyo, humilde pero firme, inicia su
resistencia.
* * *