Apenas inauguramos El Martillo en octubre de 2008, iniciamos la sección "Seleccionacional", no tanto por el interés que nos despierta ella en sí misma, y el fútbol en general, sino más bien porque entonces, quebrado el país por los machos del campo y los medios hegemónicos, la Selección Mayor se alzaba como el último símbolo patrio capaz de unirnos a todos. Eran los días finales de Alfio Basile, muchas cosas y demasiados técnicos pasaron desde entonces, hasta este hoy de sinsabores y derrotas, y de victorias sin sabor.
UN POCO DE NADA
El copete explica tácitamente por qué también nuestro interés en esta sección mermó con el tiempo. Aquella Argentina extraviada en el 2008, reencontró muchos símbolos de unión, y más también: recuperó su destino; y aquella Selección, que por entonces ya no andaba bien, hoy anda cada vez peor.
Callamos ante la derrota con Venezuela, y luego del empate con Bolivia (de LOCALES, vale apuntar con todas sus mayúsculas), porque entonces nos pareció patear al caído, y una cosa –o dos- pueden ser Duhalde o la Carrió ; y otra, mucho más digna, por supuesto, es la Selección Nacional.
Pero también por ello, entonces, aprovechamos el deslucido triunfo de ayer contra Colombia, para recordar esta sección, y dicha decadencia…
Con la mezquindad que últimamente distingue todo nuestro fútbol, una vez más –y van-, la Selección Argentina salió ayer a llamar al rival, agazapada para el contragolpe, como era antes usual en los equipos sin recursos tácticos, sin buenos jugadores, y sin imaginación ninguna.
Sin otro argumento ofensivo que toda la fe puesta en el genio embotellado de Messi, o de algún otro de la media docena de insuperables delanteros con los que sin embargo cuenta la Selección; Argentina salió, de nuevo, a esperar y especular, para ver si en una de esas… Y en un de esas nos embocó Colombia, y entonces sí… entonces dejamos de esperarlos.
Una pena que no hubiésemos despertado antes porque apenas decidimos cruzar la mitad de cancha rumbo al arco contrario, descubrimos ya las muchas falencias defensivas del rival, hasta que en una jugada ensayada con un arquero amigo, empatamos de rebote. Hacia el final otro rebote nos daría el triunfo, y eso fue todo.
Sin fútbol, sin ideas, llenos de dudas, de miedos y agujeros, nos trajimos tres puntos de Barranquilla, y eso fue todo. Un poco de nada.
Con seis de los mejores delanteros del mundo a disposición, la Argentina sale a defenderse parapetada en un 4-4-2 digno de equipos sin grandes ambiciones, y ninguna historia.
Bah.
Reflejo de este presente escuálido, sobrados de símbolos, y cada vez más unidos; así esta sección se volvió también escuálida, como apática, innecesaria o indiferente…
Nunca durante unas eliminatorias la cancha de River estuvo tan vacía como el otro día contra Bolivia.
Sólo en la Argentina Messi juega a medio estadio.
Más allá de los puntos que así consiga rascar, Sabella debería preguntarse por qué.
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