////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

miércoles, 1 de mayo de 2013

1º DE MAYO: ¡VIVAN LOS TRABAJADORES!, MUERA EL TRABAJO...

El Martiyo...


 UNA HERRAMIENTA DE LIBERTAD



“La mayor aspiración del hombre, en el plano social, 
es alcanzar la sagrada libertad  de vivir sin trabajar”.
Salvador Dalí


Algún día allá por los 90 un amigo con lógica implacable se preguntaba por qué en las marchas los trabajadores pedían “pan y trabajo” en lugar de pedir “asado y vacaciones”
-- Si igual no les van a dar nada de nada, pedir por pedir…- decía con implacable lógica.
Otro amigo a la vez apuntaba que nada bueno había en trabajar, "si de hecho te pagan por hacerlo".
-- Si fuera tan saludable o necesario, nosotros pagaríamos por hacerlo- decía con una lógica no menos implacable.
Entonces recordamos que al fin y al cabo el origen del trabajo era tan luego una condena, no un premio. “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”, no fue claro está una recompensa a una buena acción, ni un regalo para el porvenir. Más bien todo lo contrario.
Por eso cada mañana desde nuestras casas apesadumbrados asistimos a nuestro empleo como quien marcha a un castigo.
No esperamos la hora de partir con ansiedad de niños la mañana de reyes. Qué va. Resistimos el despertador, la calle, los otros, las horas que faltan para que el día se acabe, y ser libres de nuevo. No por nada lo llamamos yugo.
Esperamos en cambio, sí con desesperación infantil, los fines de semana, los francos, los feriados, las vacaciones, la jubilación. La libertad.
No referimos aquí a todos aquellos que trabajan –y viven- de lo que más les gusta hacer, ya fueran estrellas de cine, o ascensoristas. Esos benditos de los hados que aúnan diversión y rédito, placer y efectivo, son, como se sabe, pocos. Minorías que confirman con su excepción la regla rastrera del resto.
Desde su humilde posición El Martiyo ora y lucha por el bienestar común, y en esa línea adhiere y se opone a quien le parece mejor adherir u oponerse. Dentro de la modestia del mundo que supimos conseguir –y que gustosos cambiaríamos por otro- nos parece que lo menos que todos merecemos es un medio más o menos digno de supervivencia. 
Así entonces, en el día del trabajo, desde aquí, saludamos con espíritu fraterno a todos los hombres y las mujeres de La Tierra en edad y necesidad de trabajar. Que la Diosa Fortuna sea con nosotros.  
Pero en lo más hondo de nuestro corazón alucinado, moriremos soñando con un mundo en el cual no tengamos más obligaciones y necesidades que disfrutar el día haciendo o no haciendo lo que más nos gusta, libres de todo yugo, de ansiedades y angustias materiales, salvados del esfuerzo por la palanca de la herramienta, reinando por fin superiores sobre una especie de seres-máquina que se ocupara de todo sin sentir más nada, como una suerte de esclavitud mecánica que nos mantuviera protegidos en el pan y ajenos al sudor, maravillados y maravillosos porque supimos conseguir la sagrada libertad de vivir sin trabajar. 
Claro que para eso, debemos trabajar todavía mucho. 

Al gran pueblo del mundo todo... Salud!


El Martiyo
(Una herramienta de libertad)

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