En un discurso que nos recuerda una vez más porqué es
invencible en las urnas y porqué será imposible desplazarla de las cumbres de la
historia argentina, CFK reafirmó su identidad política, la fuerza de sus
convicciones, y en un pase magistral, dejó fuera de juego a todos los títeres
de la oposición: “quiero hablar con los titulares, yo no soy suplente de
nadie”.
ADIÓS MUÑECO
El tiempo en que los presidentes argentinos usaban las palabras nada más que para ocultar lo que no hacían, o para culpar a otros de lo que sí hacían, terminó hace rato.
Cuando se piensa en los discursos siempre vacíos, mentirosos
y previsibles de Menem y De la Rua ,
de Duhalde, y de Alfonsín incluso (con sus felices pascuas y su obediencia debida); los
de Cristina Fernández de Kirchner resultan auténticas aventuras intelectuales que siempre conmueven. A los
unos, y a los otros. A los que vivan, y a los que trinan. No habla por hablar.
Así ayer, en el marco de una presentación del Programa
Agrovalor en Tecnópolis, repasó para los duhaldistas de Massa lo que hicieron
con el país cuando lo tuvieron; confirmó el rumbo hacia una Argentina donde la
justicia social valga más que los deseos del FMI y sus timberos; recordó más y
nuevas mentiras de la prensa monopólica, contó más cosas que ellos ocultan (por
ejemplo que el FPV se impuso en la comunidad Qom La Primavera por el 66 por ciento, donde hasta hace poco esa
prensa veía nada más que indignados); señaló los desastres que las políticas
“renovadoras” están haciendo en Europa; no negó la inflación y si avisó que una meta de inflación es reducción de salarios; apuntó que en julio –y según la UIA- se registró un
crecimiento industrial del 5,4 por ciento (que por supuesto no se debe a lo
mucho que hoy consume el mundo sino exactamente al mercado interno y a su
modelo distributivo); y sobre todo, redujo a lo que son a todos los políticos
de la oposición, exigiendo hablar –como corresponde a su investidura- directamente con los patrones de esos políticos.
Como quien evita al payaso, y encara al dueño del circo.
Viniendo de quién viene, sabido es que no son sólo palabras.
Los “titulares” que no den la cara, serán igualmente identificados. Quedarán
expuestos. Y sus políticos, esos muñecos, también. Y como muñecos que son.
¿El gobierno no escucha, no dialoga? Muy bien, Cristina está
dispuesta a conversar y discutir sus políticas, cómo no... Pero no con
Chirolita, que venga Mister Chasman, y que diga sin más vueltas –ni eslóganes de ocasión-,
lo que de verdad quiere para el país. Sin giladas ni rebusques mediáticos.
“Quiero hablar con los dueños de los bancos, con la UIA , con los compañeros
sindicalistas, no con suplentes”.
Que venga el Chase Manhattan y el Tesoro norteamericano a decirnos
cómo harán ellos para sostener el crecimiento económico, el desarrollo industrial,
y al mismo tiempo, una política inclusiva… ¿Cómo, eh?...
Que vengan los dueños reales de las exportadoras cerealeras,
del campo y la Rural ,
y que nos digan ellos y no sus peones qué piensan hacer con la AUH , con el presupuesto de
educación y con los jubilados…
O que venga Magnetto sin Massa en las rodillas y nos explique mejor
qué es eso que dice su empleado sobre otra vez los bancos escolaseando con las
jubilaciones, y de qué forma él seguirá aumentándolas dos veces por año, o por
lo menos pagándolas todos los meses… ¿con qué dinero?, ¿con el de sus abonados
a Cablevisión?...
“Yo no soy suplente de nadie, soy la presidenta de los cuarenta millones de argentinos”.
¿Y es que de qué vale hablar con Massa, con Macri, o con la Carrió , si después ellos
corren a preguntar qué tienen que responder y hay que esperar hasta que
vuelvan?...
La gente, el pueblo, el país, no tienen más tiempo para esas
calesitas.
“Donde haya errores los corregiremos, porque tampoco somos
obcecados ni tontos. Pero queremos discutirlo en la mesa grande, con los
verdaderos jugadores, no con el banco de suplentes que me ponen en las listas”.
Y ahora que venga el que manda, porque del lado del pueblo está la
que manda.
Massa que hable con María Laura Santillán, ya que se quieren tanto...
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