Con la
potencia histórica que la caracteriza, y una iniciativa política que la Alianza
actual no ha mostrado en cuatro meses de gobierno, Cristina volvió y retomó en
una mañana la conducción de su pueblo y del país. Ante una multitud que superó
por mucho los peores temores oficiales, en cadena involuntaria para todo el país,
en un discurso pleno de sentido político, histórico y social, marcó un antes y
un después para el gobierno de Macri.
FIN DE
CICLO
Y un día
volvió Cristina.
En un formidable cañonazo por la culata sus propios enemigos la trajeron de vuelta, la arrancaron de su retiro como si el mismo ruido de su absoluto silencio no los dejara dormir, y fueron y la despertaron y despertaron a su pueblo. Y lo que empezó como un ataque, como un golpe de gracia a su odiada figura, terminó en eso: en un formidable, histórico cañonazo por la culata.
En un formidable cañonazo por la culata sus propios enemigos la trajeron de vuelta, la arrancaron de su retiro como si el mismo ruido de su absoluto silencio no los dejara dormir, y fueron y la despertaron y despertaron a su pueblo. Y lo que empezó como un ataque, como un golpe de gracia a su odiada figura, terminó en eso: en un formidable, histórico cañonazo por la culata.
Adentro
presentó un escrito que redujo al juez Bonadío a un mediocre leguleyo que ya
nadie respalda ni respeta, y afuera dialogó con esa multitud frente a la cual Mauricio Macri
resulta inconcebible, a no ser bailando como un avestruz.
Con un
discurso improvisado –sin leer, ni tartamudear-, cargado de sustancia política,
histórica y social, frente una masa varias mayor que los mayores temores del gobierno,
Cristina Kirchner, en términos virtuales, en poco más de una hora, al frente de su pueblo, retomó esta
mañana la conducción del país.
Bajo
una lluvia que no le importaba a nadie repasó la historia de las distintas
encarnaciones del movimiento nacional y popular, y sus correspondientes
persecuciones, y los no menos correspondientes encubrimientos de la prensa
grande, siempre de acuerdo con los poderes concentrados (concentrados en limar tus
derechos).
Con
nitidez y contundencia refirió la velocidad de la catástrofe social provocada
por el actual gobierno en tan pocos meses de gestión, y le propuso al gran
pueblo argentino, sin distinción de filiaciones, un frente ciudadano que de verdad se pregunte, honestamente, qué es lo
que está pasando.
Con hechos
y no con metáforas recordó para que la escuchen hasta en Salta –donde a esa
hora se escondía Macri bajo el poncho del borroso Urtubey-, las filtraciones de
Panamá, las empresas fantasma que no paran de llover sobre los funcionarios del
gobierno, la larga tradición de saqueadores del estado de la familia Macri, y
la condena por contrabando agravado que la Corte automática de Menem le borró
con el codo.
En una
involuntaria pero inevitable cadena nacional –a la que ni siquiera TN pudo resistirse-,
copó las pantallas de todo el país mientras en off y entrecortados por el
asombro rumiaban habladores perdidos que disimulaban entre dientes la bronca
que les daba la torpeza del gobierno y su Bonadío por regalarle al kirchnerismo
semejante fiesta.
El desconcierto
arrasaba al otro lado de la grieta.
La magnífica
multitud ya desbordaba hasta los planos cortos con los que en un primer momento
los distintos canales intentaron no mostrar lo que mostraban. Los más rabiosos
todavía repetían que cada uno de esos cientos de miles de hombres y mujeres y
niños había recibido 500 pesos para ir, y que los choripanes eran gratis, y que
la lluvia no mojaba como el agua… hasta que habló Cristina y puso cada cosa en
su lugar: quiénes eran los que lavaban dinero, quiénes los que habían mentido
en campaña, y qué buscaban esos quienes que en menos de tres meses destruyeron
el bienestar de un pueblo que, allí lo demostraba, no había olvidado nada.
El 13
de abril no ha terminado todavía, y ya es una jornada histórica.
Políticos
y analistas que más allá de a quiénes engañen no se dejan engañar por los medios,
empiezan a entender lo que pasó. Y todos esos dirigentes que hasta ayer se
repartían los huesos de la derrota, hoy se enfrentaron a la única realidad de
la verdad de quién conduce al pueblo peronista. Ningún fin de ciclo
En cuanto
al gobierno… más allá de su victoria electoral, y de su asunción el 10 de
diciembre, la nueva Alianza seguía en campaña, barriendo bajo la alfombra de Magnetto
la catástrofe provocada, cantando sin parar la falsa balada de la herencia
recibida, y las promesas de un mañana que cada día aparece más lejano. Hoy todo
eso se terminó. Fin de ciclo.
Cristina
ha vuelto, tiene un plan, y un pueblo que la sigue a donde vaya.
Si alguien
no despierta a Mauricio Macri y le avisa que esta mañana ha comenzado su
gobierno, morirá repitiendo las mismas mentiras inaudibles que todavía dice por
ahí el bobo letal de Fernando De la Rua para explicar por qué lo terminaron
echando tan rápido los mismos que hacía tan poco lo habían votado.
Magnetto,
Durán Barba o Mirtha Legrand… alguien que lo sacuda y le diga: “Che, Mauricio… Volvió”.
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