La
inflación y más aumentos, los tarifazos y los despidos, los papeles de Panamá y la pesadilla perfecta del regreso de Cristina.
Y para
colmo Clarín que se le pone nervioso.
Después de las multitudes que desbordaron
el barrio de Retiro el miércoles, hoy Macri llenó un centro de jubilados, y en
pocas palabras, pero con gestos muy precisos, dijo varias verdades que no quiso
contar.
Semana
trágica no sólo para Macri y su gobierno, sino también para el núcleo duro que
lo sustenta: el Grupo Clarín-La Nazión, lo que es, supone y oculta; y ese
pedazo del Poder Judicial que les pertenece. Días duros.
El escándalo
por las filtraciones de Panamá se mantiene sin dar respiro en las tapas de
todos los diarios del mundo y cada nuevo día se mastica otro mandatario, un
ministro, un secretario de estado, mientras en la Argentina se multiplican los
piratas del Caribe en las filas del gobierno, pero nadie renuncia, de eso no se
habla, no pasa nada. Tanta es la nada, que el resto de los diarios del mundo
empezaron a preguntarse a qué juegan los dos grandes diarios argentinos que ignoran
semejante descubrimiento mundial hablando de Lázaro Baez, de un tal Fariña, y
de cosas de las que sólo ellos hablan.
Alconada
Mom –administrador público de las filtraciones de Panamá en representación del
diario La Nazión (propietario junto a Canal 13 de esos derechos para la
Argentina)-no para de explicar por qué le avisaron a Macri antes de publicar
nada, por qué tardaron tanto en publicar que el dueño de La Nazión también tiene
su off-shore como corresponde a un tipo fino, o por qué en realidad no son tan “suaves”
con Macri como parece y dicen los demás diarios del mundo. En fin, Alconada Mom
explica lleno de buenas intenciones. Pero el galimatías no es el género indicado
para ninguna aclaración.
Mientras
tanto el mal humor social crece al ritmo de la inflación que a su vez persigue a
los aumentos que no paran, y entonces se suceden los despidos, de paso cañazo se
reducen los remedios gratis para los jubilados, la moratoria previsional no
existe más, el consumo cae, los comercios se vacían, se reducen o cierran, y más
despidos, y más aumentos, peajes, prepagas, transportes y combustibles, y entonces
más inflación que se viene (a no ser que nos salve una gran recesión), y la misma
UCA que ayer invocaban como a la Santa Biblia hoy les dice que son ellos los
que aumentaron la pobreza en un millón y medio de personas, y la propia
vicepresidenta admite ante empresarios en Tucumán que habrá que esperar “tres,
cuatro, o cinco años para salir adelante”, mientras las otras pocas voces
oficiales que no consiguen esconderse de la prensa, repiten como en tiempos de
la primera Alianza que estamos mal pero
vamos bien.
Y encima
Cristina que vuelve como una pesadilla perfecta soñada por el propio Macri, que
a su vez apenas aparece en público y ya más custodiado que el propio Lázaro Báez.
¡Gracias, Bonadío!, gritan los kirchneristas ¿Esto es real? Días difíciles.
Como
quien se revienta la cabeza contra la pared de la realidad, en el colmo de la impotencia
y su desesperación, el jueves por la noche algunos operadores macristas –con el
hijo de Mauro Viale a la cabeza (es lo que hay)-, salieron urgidos a ligar a Cristina
Kirchner con los Panamá Papers a partir de rebuscadas asociaciones en las que ellos
mismos terminaron por enredarse sin conseguir explicarlas, pero invocando para
su protección al diario Le Monde Diplmatique, fuente inobjetable de todo lo
dicho. Al día siguiente la noticia ocuparía las primeras planas de todos los
diarios del mundo, auguraba experto el padre del citado operador.
Pero al
día siguiente lo que sucedió fue que el propio Le Monde Diplomatique salió a
negarlo todo mientras se preguntaban de paso, ellos también, por qué los
diarios argentinos eran tan “suaves” con Macri y tan morosos con las
informaciones. Lo cual disparó un nuevo trabalenguas del Alconoda Mom. En fin.
Sobre
llovido las escupidas de Clarín, que de pronto se le pone nervioso. Primero la
tapa anunciando el aumento de la pobreza, y desde entonces una sucesión de
palizas a cargo de sus mejores muchachos, incluyendo un Bonelli por escrito, a
salvo de cualquier confusión oral.
¿Pero cómo?
¿Clarín contra Macri?
Clarín
no está ni estuvo jamás contra nadie, a no ser que se le ponga delante.
La
llegada de la Turner no sólo amenaza el gran negocio de la televisión abierta,
sino, peor, el inmenso negocio del fútbol argentino y su Selección, y, peor aún:
el monopolio de la tevé por cable que hasta hoy detentan. Una cosa es aplastar
con el pie a Crónica, Ámbito Financiero, etc., y otra bien más asustadora es enfrentarse
a la 110 Aerotransportada de la Turner, la CNN, y su Hollywood invencible. Así
que le marcaron la cancha.
Cual
Gepetto con su Pincoho, viendo que de pronto su muñeco se moría, Durán Barba
metió a Macri en un helicóptero –palabra que oye cada vez más seguido- y lo
mandó a sobrevolar de urgencia las zonas inundadas del Litoral, al menos el
tiempo necesario para un par de fotos. Pero el muñeco es de madera, y la madera
es madera.
Después
de ver a Cristina desbordar el barrio de Retiro convertida en cadena nacional
sin ordenarlo, esta mañana algunos canales mostraron que Macri llenó casi por
completo un centro de jubilados, acompañado por un par de sus ministros, y ante
un grupo reducido pero entusiasta de pensionadas del lugar. Se esperaban grandes
anuncios, pero todos estuvieron a tono con la modestia de la reunión. Breve y
pobre, la ceremonia se agotó en sí misma, rápido, triste.
Sin
embargo, no todo fue nada: habló Macri, y muchas verdades lo desbordaron.
Decir
no dijo nada, desde luego, o más bien dijo lo de siempre, se quejó del pasado por
la debacle de su presente y prometió un mañana mejor aunque sin fecha precisa.
Pero con
Macri lo importante no es lo que dice, nunca. Hoy una vez más la verdad aparecía
subtitulada en cada uno de sus gestos, en su postura, en sus movimientos, primero
escondido detrás de Carolina Stanley, la mirada perdida cuando hablaban los
otros, y todo el tiempo ansioso, inquieto, sin saber qué hacer con las manos; y
después los gestos lerdos cuando por fin habló, el tono monocorde y la voz
cansina como cansada de tanto repetir lo que no puede creer, y el artificio de un énfasis
que no suena como tal, y el aire de la ausencia envolviendo toda su presencia,
y el tremendo esfuerzo que parecía costarle cada abrazo, cada sonrisa, toda su actuación.
La presión de saberse superado.
Porque sus
gestos incómodos y sus palabras vacías, contaban justamente eso: la incomodidad
del vacío. Todo él transmitía lo mismo: no hay plan económico, no hay nada, no
hay rumbo ni soluciones. Hay una especie de improvisación, la obediencia debida
a quienes me pusieron acá, y un gran desconcierto. Y la protección de los
medios si no se raja, y la loca ilusión de un diluvio de dólares porque Obama me
sonrió y porque mi papá es amigo de un montón de empresarios que seguro me
ayudan. Eso es todo lo que hay.
Eso.
El vacío
del abismo de la grieta que se lo traga.
* * *
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