Bajo este mismo título y con esa misma foto, el 20 de julio del año pasado anunciábamos el principio del fin de esta nueva aventura neoliberal, y como tal
fallida. Todo salió mal excepto la destrucción del país.
A menos de 48 horas para
las PASO, el gobierno ni siquiera puede garantizar la pulcritud de los comicios,
mientras el pánico a bordo avisa el naufragio inminente, y hasta los trolls
colapsan.
LA HECATOMBE DE LA ALEGRÍA
(II)
“Siéntete libre de Mauricio, no te relajes”
Andrew Bonetta, troll, contemporáneo
En la agonía de su catastrófica gestión, el gobierno de la
2ª Alianza se arrastra hacia las urnas del domingo ya sin ninguna fe, sin
argumentos, sin explicaciones –sin propuestas por lo tanto-, y sin candidato
casi.
Borrado de los afiches, escondido en el fondo de las
boletas, desaparecido de los medios, Macri ya ni siquiera se expone con los
periodistas del coro oficial. Pastorcito sin lobo, sus mentiras ya no le sirven
más. A nadie.
Veloces y furiosos, la formidable destrucción nacional
ejecutada en estos tres años y medio, no dejó nada en pie. Ni la economía, ni
la justicia, ni la ciencia ni la educación, ni el periodismo tampoco. Bajo los
escombros de su derrumbe, Macri también sepulta a los grandes medios que lo alzaron.
(Ver Bastardos sin gloria).
Lanata y todo TN hundiéndose en el rating; Inmorales Solá balbuceando
su confusión ante Alberto Fernández; Mirtha reducida a una espléndida
Cachavacha de la Argentina devastada; Daniel Santoro procesado; Majul,
Feinmann, Leuco y su Leucocito estallando por simpatía como fuegos de artificio
que se encienden y se incendian en sus propios resentimientos… todo salió mal.
En una capitulación intelectual inédita para un candidato,
Macri llama a que lo voten “sin necesidad de argumentos, sin que haga falta dar
explicaciones”. Ya ni siquiera hay falsas promesas. Como abrazados a un viejo rencor,
no les queda más que todo el odio que supieron propagar, sin advertir que fue
justamente ese odio lo que los trajo hasta aquí.
Al cabo de años de una persecución mediática y judicial
inversamente proporcional al encubrimiento oficial, Cristina desborda el
Monumento a la Bandera y todos los estadios que le ponen delante, mientras
Macri no puede cruzar sin riesgo de insultos una vereda nocturna. Todo salió
mal.
Porque tal y como avisábamos ya el 16 de enero de 2016, en nuestro
post La fiesta del odio: “…el odio es una fiesta muy cara, un lujo de los
ricos, de los hartos. El hambreado, el humillado, el desocupado, tienen otras
urgencias. Otros sentimientos”.
La inflación disparada, el dólar imparable, la deuda externa
y eterna, la desocupación de vuelta por encima de los dos dígitos, la pobreza
en ascenso constante, los discapacitados abandonados a su suerte, las tasas de
interés más altas del mundo, las Pymes en plena extinción, las vacunas te las
debo, los jubilados que se mueran, el tétrico fantasma de una industria nacional
que hasta hace tan poco… Ninguna revolución, ninguna alegría.
Perdidos por perdidos, acorralados por la realidad,
desesperados –y por lo tanto más peligrosos que nunca-, ya sólo les queda el fraude.
Pero campeones mundiales en la disciplina Tiro por la Culata, lo más probable
es que también eso les salga mal.
Insensibles acaso por inconcientes, por incapaces, por
inmorales o por lo que fuera, no pueden sentir el sufrimiento del pueblo, pero tampoco
su bronca.
Fieles a una lógica propia, todo indica que el domingo
probarán suerte mintiendo también los resultados provisorios de los comicios. Un
salto al vacío. Antes o después la verdad saldrá a la luz, y entonces veremos la
última implosión, su hongo atómico, y su lluvia de escombros.
Y a todo esto y mientras tanto, desde el fondo del pantano
de tan profundo fracaso, miran alzarse aterrados el monstruo malherido de
Marcelo Dalessio. Todo se cae.
Porque más allá del resultado de estas PASO, aún en el
sorpresivo caso de una victoria limpia, la 2ª Alianza está condenada al desastre
por esa su propia naturaleza que vuelve tan improbable dicha victoria limpia. Y
ellos lo saben mejor que nadie, ahí los gritos, las payasadas, la falta de
argumentos, de propuestas y de fe.
La fiesta se terminó. Macri no baila hace mucho; Gabriela
Michetti no canta más, ni siquiera sale en las selfies; el Hada Buena ya no
sonríe como antaño, al contrario, ruge, invoca tragedias, amenazas. Pichetto ni
sabe qué decir. Carrió se empastilla y delira pero ya no divierte a nadie, y
mucho menos a los propios. El fantasma de Nisman no asusta más. Los trolls
colapsan y entran a repetir incoherencias que sin embargo el presidente festeja
como aturdido. Massot ya escapó. Es el pánico a bordo, la dinámica del naufragio.
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Como tantos medios públicos, EL Martiyo no deja de ser privado, y por lo tanto se reserva el derecho de pubicar o no los comentarios recibidos.