Agentes de la Policía de la Provincia de Buenos Aires -al cabo de cuatro años de silencio aún perdiendo el 30% de su salario- desconocen el
orden institucional usurpando las armas y los móviles que les dio el pueblo. Sin
organización y sin orden, llevan reclamos salariales y laborales, pero también políticos;
mientras invocan el valor y el sacrificio del buen policía.
Como si fuera
posible borrar a los gritos toda la historia de sus crímenes.
BASTARDOS SIN GLORIA
No debe haber en la historia de la Argentina una
institución más despreciada y temida que la Policía de la Provincia de Buenos
Aires. Conseguir esa marca, no fue tarea fácil, les llevó años. Alguna vez
fueron conocidos por garroneros, mangueros, coimeros, y otras pillerías
menores. Pero cuando llegó la dictadura, el General Ramón Camps -asesino en
masa-, los organizó para el crimen.
Comenzaron con el secuestro, la tortura, la desaparición
de personas, y/o, el asesinato. Se volvieron célebres por temibles como un
ejército aparte. De sus filas surgieron grandes criminales como los comisarios Miguel
Echecolatz o Luis Abelardo Patti, o el inefable capellán rabioso Cristian Von Wernich;
hoy los tres condenados a prisión perpetua.
Un día la dictadura cayó, y Camps por fin se fue. El
odio, el oprobio y el cáncer se lo comieron de a poco. Pero para entonces la
Bonaerense ya era la Maldita Policía, y en adelante sus hombres aparecerían involucrados
sin falta en los delitos más graves: secuestro extorsivo, trata de personas,
contrabando, narcotráfico, asalto a mano armada, zonas liberadas, apremios
ilegales, falsificación de documentos, y desde luego, homicidio.
Se podrá decir que nada de esto la distingue de otras
policías provinciales, pero la Bonaerense es la organización armada más grande
el país, incluyendo a las FFAA.
Es sabido que la policía suele nutrirse de jóvenes de clase
media baja, chicos sin grandes oportunidades, atraídos más que nada por una
salida laboral, un sueldo seguro, una obra social, etc. Por ello en casi todos
los casos, la vocación de servicio es ninguna. Luego estos jóvenes, sin
demasiada formación personal tampoco, reciben una placa y una pistola que suele
infundirles cierto complejo de superioridad frente al civil, y con frecuencia,
dicho complejo redunda en un peligroso resentimiento. En tal sentido, la
Bonaerense no es peor que otras policías. Pero es la más grande, y tal vez por
eso la más famosa, y la más despreciada
Hoy cuenta con 90 mil agentes, y acumula más de 40 mil
denuncias por irregularidades, tan sólo en los últimos cuatro años, y según un
informe realizado en diciembre de 2019 por la Auditoría de Asuntos Internos. O
sea, una denuncia cada dos agentes.
Según el Ministerio de Seguridad bonaerense, entre diciembre
de 2015 y noviembre de 2019, se iniciaron 39.392 sumarios por motivos que van
de la extorsión a las irregularidades “graves”, pasando por la violencia de
género, e institucional. 2300 agentes fueron entonces exonerados, 13.685 apartados,
3000 suspendidos mientras se los investiga, y 1007 están detenidos.
Del total de sumarios se desprende también que un 7% responde
a indisciplinas menores, como abandono de servicio; un 6% son investigaciones patrimoniales;
un 10 es por irregularidades en dependencias policiales, otro 10 por violencia
de género, un 12 por excesos en el uso de la fuerza, y un 55% (cincuenta y
cinco) por corrupción, tópico que incluye asociaciones ilícitas, zonas
liberadas, protección a narcotraficantes, o tráfico de drogas. Cuando no las
consumen.
El año pasado se realizaron controles toxicológicos
programados sobre apenas 3300 agentes, de los cuales sólo el 0,3% arrojó resultados
positivos. Pero cuando las mismas pruebas se realizaron sin previo aviso, el
porcentaje subió al 3%, pese a que sólo se hizo sobre 800 agentes. O sea, un
crecimiento superior al 400%.
Otra de las grandes distinciones de la fuerza, es el
enriquecimiento ilícito. A partir de 2015,
se iniciaron por esto 2.168 sumarios contra oficiales, parientes y posibles
testaferros. El número de investigados asciende a 3.500, 218 ya fueron
denunciados ante la Justicia, y 11 procesados ante la Unidad de Información
Financiera (UIF) por lavado de activos.
Hoy, ahora -siendo las seis de la tarde-, desde ayer y todavía -y al cabo de cuatro años calladitos mientras perdían el 30% de su salario-,muchos
de estos delincuentes -arengados por Patricia Bullrich y otros vestigios de la
derrota- decidieron sublevarse, desconocer el orden institucional, y por lo
tanto, atentan contra la democracia. Rodean la casa de gobierno de la
provincia, y amenazan la Quinta Presidencial usurpando las armas y los móviles
que les da el Estado y les paga el pueblo. Sin organización y sin orden, llevan
reclamos salariales, laborales, judiciales y políticos, personales y afectivos,
bien no se entiende. Depende a quién le toque el micrófono de los canales que
los excitan. Algunos se cuelgan de una torre, otros le dan al bombo, otros se
enojan por la domiciliara de Lázaro Baez… y algunos incluso todavía se preguntan
por qué la gente los desprecia tanto.
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