Acaso Francisco el papa pueda librarse algún día del pasado
de Jorge Bergoglio, pero Jorge Bergoglio no. Al menos en vida de Horacio Verbitsky, cuya embestida tiene ya ribetes de paliza.
El Vaticano, después de culpar al mensajero y obviar el
mensaje, se llamó a silencio.
Entonces varias
voces salieron a defender al nuevo papa. Para su desgracia, Clarín y La Nazión entre ellas. Pero
también Hebe de Bonafini, Adolfo Pérez Esquivel y otros referentes de los derechos humanos.
Sin embargo se hizo el domingo, y allí estaba de vuelta
Vertbitsky, ladrando como quien muerde.
DON FRANCISCO Y EL PERRO
“De tanto en tanto, la sociedad argentina es atacada por
raptos de euforia en los que un tema central reclama la unanimidad de las
voluntades y la exclusión de los disidentes, como si su mera existencia
ofendiera la exaltada sensibilidad colectiva. Ese poder hipnótico parece capaz
de abolir diferencias, historias personales e intereses sociales. El que no
salta es un inglés, o un holandés, o un cuerpo extraño a la Nación y enemigo del pueblo”.
Horacio Verbitsky, Página 12, 24/3/13
“Perro que ni me deja ni se calla”.
Miguel Hernández
Primero golpeó Verbitsky acusando a Bergoglio; rápido –demasiado
para algunos- respondió el vocero papal desestimando el mensaje porque el
mensajero no le gustaba, y enseguida se alzaron mil voces en defensa del nuevo
papa y en contra del periodista; incluso la de uno de los curas en cuestión,
que de pronto negaba todo desde Alemania… El gigante Goliat del Vaticano, parecía vencedor.
Pero entonces se hizo el domingo, cuando Dios descansa, y Verbitsky
aprovecha.
Desde su columna en Página 12
respondía a las acusaciones del vocero papal y a las dudas y/o sospechas de
muchos, y lo hacía con citas textuales de testigos directos, datos, fechas, nombres
y apellidos, y de remate, estampaba un par de documentos irrefutables que
probaban, al menos, que Verbitsky no inventaba nada. Los hechos eran los
hechos, y él sólo el mensajero. Era el domingo 17.
Ante la contundencia del contraataque, nos preguntábamos
entonces qué haría el Vaticano, si respondería o callaría como quien otorga, o
qué…
El Vaticano calló. Pero para su desgracia Clarín, más papista que el papa, salió a
difundir un video de La declaración de
Bergoglio ante la justicia en 2010, resaltando que así, allí, quedaba claro
que Bergoglio no sólo no había entregado a ningún cura, sino que sí le había
reclamado a Massera por los dos sacerdotes secuestrados, Orlando Yorio y
Francisco Jalics.
Pero activado el video, en los hechos lo único que allí quedaba
claro era que Bergoglio decía haber
reclamado a Massera. Nada que ya no hubiera dicho Verbitsky en su columna del
domingo, cuando incluía en ella lo que hoy llama “la versión autoindulgente de Bergoglio”.
En paralelo aquel mismo domingo -17- desde La Nazión,
Joaqu-Inmorales Solá, en un brote muy de los suyos, pretendía una “campaña argentina contra el papa”, pero
fiel a su estilo impreciso y trémulo, no daba nombres ni datos ni fechas, ni nada.
Sin embargo luego, desde Alemania, uno de los sacerdotes en
cuestión, Francisco Jalics –el único vivo de los dos-, parecía darle la razón. A través de
un comunicado publicado por su orden en el site de la misma, el sacerdote decía
haberse “reconciliado” con aquellos hechos, y que se veía “obligado” ahora a
limpiar a Bergoglio de todas sus sospechas.
Se esperaba el domingo 24 para ver qué diría HV; cuando
inesperadamente, el jueves 21, volvió al
ataque.
Bergoglio ya era papa oficialmente.
Bajo el título Pasado pisado, repasaba allí todo lo dicho hasta entonces, y refrendaba -otra vez
con testimonios, datos, etc.-, que en tal caso el que de pronto “se veía obligado” a cambiar su versión,
era el sacerdote jesuita Francisco Jalics.
“Por lo tanto, es un
error afirmar que nuestra captura ocurrió por iniciativa del padre Bergoglio.”,
dice el site de la orden que dice Jalics. Vertibsky entonces agrega: “Para el vocero de prensa del papado no se
trata de un error sino de una calumnia izquierdista”. Un cross a la
mandíbula.
Porque en contraste con sus colegas de La Nazión o Clarín, lejos de la especulación
caprichosa, la suposición pura, el tejido intencionado de rumores, y la
interpretación subjetiva de todo, Verbitsky no sólo compone su artículo en base
a información estricta y chequeada –o sea: hechos-, sino que da vuelta sus
cartas y también revela conversaciones off
the record con los entrevistados, y condiciones impuestas en la hora.
Jalics prefería que todo lo dicho por él fuera “adjudicado a una persona de su íntima confianza”. La nota no deja
dudas: Verbitsky no inventa.
El gigante parecía golpeado, y el pequeño David ganaba el
centro del ring.
Aún así, más papistas que los dos papas juntos, Clarín insistió en ofrecer a diario el
video de La declaración de Bergoglio
ante la justicia, mientras de jactaba del éxito internacional del mismo,
como si el mérito fuese de Adrian Suar o algo así.
Pero como cualquier argentino de bien sabe, que te defienda Clarín es una de las peores cosas que
hoy le pueden pasar a un argentino.
Ya todos conocemos la triste suerte de Cobos, Carrió,
Duhalde, la Rural,
Schoklender, los kelpers, y de cada producto que vende el Grupo (si hasta
Tinelli perdió con ellos). Y ahora ni el papa se salvó.
Porque el video no le hace ningún favor a Bergoglio. Se lo ve
nervioso, incómodo, reticente, desmemoriado, dubitativo, y como decíamos, lo
que pretende probar su absoluta inocencia, no sólo ya lo había consignado HV el
domingo anterior en su columna; sino que no pasa de una versión propia, “autoindulgente”,
sin documentos, ni testigos, ni pruebas… o sea, con gigantes amigos así
de torpes como Clarín-La Nazión, el
pequeño David la tenía fácil.
Sin embargo no todo era puro Grupo.
En la semana sorprende
a los medios la siempre punk Hebe de Bonaficini rectificando sus opiniones y
reconociendo en Bergoglio una esperanza para los pobres. Al toque la exjueza
Alicia Oliveira –desplazada por la dictadura, reconocida militante de los
derechos humanos- ponía de testigo a la ministra Nilda Garré de lo mucho que
había hecho Bergoglio por muchos perseguidos; y allí nomás apareció el incuestionable
premio Nóbel de la Paz Adolfo
Pérez Esquivel desde Roma abrazando al nuevo papa para negar inmediatamente
cualquier sospecha en su contra, y hasta reclamando él también que el mensajero
se retracte: “creo que Verbitsky comete
muchos errores con acusaciones de ese tipo”. Tal vez no fue una buena idea
decir eso, pero de pronto el mínimo David parecía contra las cuerdas.
Cuando otra vez se hizo el domingo, y allí estaba Verbitsky
de nuevo, ladrando como quien muerde, perro
que ni te deja, ni se calla.
Uno por uno se volteó a todos los gigantes que le opusieron,
y ya no sólo con testimonios, documentos, datos, fechas, nombres y apellidos;
sino que ahora él también tiene videos.
En este se lo ve al incuestionable
Adolfo Pérez Esquivel diciendo todo lo contrario de lo que dice ahora, y hace
tan poco.
Apenas ocho años atrás, en vísperas de la elección de Bendicto
XVI, cuando el premio Nóbel -en vivo y en directo- temía que fuera elegido
Bergoglio porque “un papa tiene que tener
definiciones muy claras, muy concretas. Bergoglio es un hombre inteligente, es
un hombre capaz, pero es una persona ambigua. Espero que el Espíritu Santo ese
día esté despierto, y no se equivoque”. Era esto el 15 de abril de 2005, en
el programa Informe central de
América TV. Pérez Esquivel recordaba allí que “la actitud de Bergoglio se inscribe dentro de todas estas políticas de
pensar que todos aquellos que trabajaban socialmente con los sectores más
pobres, más necesitados, eran comunistas, subversivos, terroristas”. (Ver para creer)
Glup.
Con su ironía canina, bajo el título “Se equivocó la paloma”, hoy lo de Verbitsky en Página ya tiene ribetes de paliza. Arranca
así:
“En 2005, Pérez
Esquivel dijo que el “ambiguo” Bergoglio creía que el trabajo con los pobres
era cosa de “comunistas, subversivos, terroristas” y rogó al Espíritu Santo que
estuviera bien despierto en el cónclave y no se equivocara. Esta semana,
alguien muy parecido a él se abrazó con el papa Francisco…”.
Sin dejar de imprimir su sincero respeto por Pérez Esquivel,
prefiere esperar a que se aclare si el que abrazó al papa era o no el verdadero
Pérez Esquivel. Y dice:
“Mientras se esclarece
si era él o no, son útiles algunas precisiones. Los cargos los formularon las
víctimas de los secuestros de mayo de 1976. Yo me limité a reproducir lo que
los tres escribieron (Yorio en una carta dirigida en 1977 al superior general
de la Compañía
de Jesús a través de su asistente; Mignone en su libro Iglesia y dictadura, de
1986, y Jalics en su obra de 1994, Ejercicios de Contemplación. Introducción a
la forma de vida contemplativa y a la invocación a Jesús). También publiqué la
versión autoindulgente de Bergoglio y entrevisté a Yorio, a Jalics y a la viuda
de Mignone, Angélica Sosa, de modo que mi presunto error no estaría en los
hechos, sino en haberlos publicado. Entramos en el terreno del delito de
opinión. Distinto es el caso de Alicia Oliveira, que siempre ha dicho lo mismo
de su amigo, padrino de bautismo de uno de sus hijos, porque vio a Bergoglio
ayudando a sacerdotes en riesgo, está convencida de que en todos los casos
actuó del mismo modo y considera infame cualquier demostración en contrario.
Para estar a tono con el momento, perdono todo lo que ha dicho, pero no puedo
tomarlo como un aporte al debate”.
Está claro que no fue una buena idea la de Pérez Esquivel.
Como no lo fue tampoco la del vocero papal.
Ni la de Clarín,
con el video tardío.
Imparcial y humilde frente a esta extraordinaria versión
mediática de David y Goliat, El Martiyo se permite sugerirles a todos
aquellos papistas repentinos, que no se busquen más problemas con Verbitsky, que
si de verdad quieren defender al papa, que imiten al propio papa, que a todo
esto de todo esto parece que no oye, ni ve, ni recuerda nada…
Y está bien.
Cualquiera sabe que cuando un perro así te ataca… lo mejor es
hacerse el muerto.
* * *
Aporte a la prensa libre: haga clic en los avisos