En términos mediáticos la muerte de Hugo Chávez tuvo los
efectos de un eclipse mundial que ocultó en su sombra desde los festejos por el
día internacional de la mujer, hasta el Apocalipsis que barre por dentro el Vaticano.
Incluso el ultraconsevador The Times de Lóndres se rindió a la importancia de la noticia.
Entre
los diarios más vendidos del mundo, apenas Clarín y La Nazión nada más la
informaron, y enseguida volvieron sus colmillos hacia la minucia
coyuntural de la vicisitud doméstica.
De periodismo ni hablar.
De periodismo ni hablar.
Un hombre como un planeta interpuso por unos días la sombra
de su muerte entre la Tierra
y el Sol, y no se vio más nada. Los ojos de la entera humanidad se clavaron ahí, en el féretro embanderado allá en Caracas, y por una vez, por un rato, el mundo se detuvo. No era para menos.
Media docena -poco más- de seres así atraviesan un siglo, y
allí uno de ellos acababa su jornada. Más allá de toda ideología, desde lo estrictamente
periodístico, la noticia era inmensa.
Tanto que varios medios mucho antes la habían “anticipado”
sin ninguna vergüenza, anunciando la muerte de Chávez para resucitarlo en apuradas
desmentidas que nunca terminarán de pagar.
El otrora prestigioso y hoy triste diario El País de España, cargará hasta su
demolición aquella foto apócrifa de un Chávez agónico. Así de grande era y fue y
sigue siendo, cuatro días después, la noticia.
Más de treinta jefes de estado abandonaron sus complejas
agendas y sus internas y sus pueblos para mostrar con su presencia quién fue,
quién es, quién será el hombre que allí despedían. El mundo paraba.
Los funerales extendidos, el cuerpo embalsamado, ese pueblo
escarlata abrazándolo con su millón de brazos, la fila infinita bajo el sol del
Caribe para decirle chau, Sean Penn de cuerpo presente, Oliver Stone al pie, Michael
Moore… la noticia, periodísticamente hablando, ganaba en grandilocuencia y
ofrecía mil enfoques.
Por unas horas los cardenales que ahora mismo se disputan el
Vaticano y sus bienes, sintieron el alivio de la presión mediática cesar. Berlusconi
aprovechó para ser condenado por corrupción en puntitas de pie. Las nuevas desastrosas
estadísticas sobre el derrumbe imparable de Europa, apenas se oyeron. En Siria seguían los muertos. Un atentado en Afganistán. Hugo Chávez
lo eclipsaba todo.
Hasta el ultraconservador The Times de Lóndres le concedió la primera plana dos días seguidos y aún hoy comenta ecos del funeral, y analiza perspectivas. Desde Al Jazzera a la CNN todas las cadenas de televisión se instalaron en Caracas. La noticia era tan grande como las multitudes que lo amaban, y las otras.
Clarín yLa Nazión apenas la notaron. Ja.
Si, bueno, bah, el 6 Clarín titula "Chávez" con foto a página, pero ya en la bajada no se priva de opinar calificándolo de "líder populista". La Nazión, en cambio, brígido, seco, el 6 titula “Murió Hugo Chávez”; algo más mencionaron los dos diarios el 7 –sin perder la oportunidad de acompañar la noticia con diatribas apuradas y tétricos augurios de esos que nunca se les cumplen-, pero ya ese mismo 7 volvían sus patéticos hocicos contra una tarjeta de compra para los supermercados argentinos, propuesta por un funcionario de segunda línea a cargo eventualmente dela Secretaría de Comercio,
y que respondería al nombre Guillermo Moreno. Algún día algún tipo de científico estudiará este
raro caso de obsesión psicológica de un monopolio entero, contra un funcionario
menor.
Clarín y
Si, bueno, bah, el 6 Clarín titula "Chávez" con foto a página, pero ya en la bajada no se priva de opinar calificándolo de "líder populista". La Nazión, en cambio, brígido, seco, el 6 titula “Murió Hugo Chávez”; algo más mencionaron los dos diarios el 7 –sin perder la oportunidad de acompañar la noticia con diatribas apuradas y tétricos augurios de esos que nunca se les cumplen-, pero ya ese mismo 7 volvían sus patéticos hocicos contra una tarjeta de compra para los supermercados argentinos, propuesta por un funcionario de segunda línea a cargo eventualmente de
El mundo desconoce, más bien, a Guillermo Moreno; los avatares de esa tarjeta doméstica no modificarán el destino de la región;
mañana las enciclopedias, los libros de historia, las más exhaustivas cronologías,
ni siquiera las efemérides de los diarios ni los mejores buscadores de la red, dirán “Un 5 de marzo como hoy el secretario de comercio de la Argentina propuso la
creación de una tarjeta…”, de ninguna manera. Por supuesto que no. Ja.
La historia no dirá ni mu de estas rencillas miserables que
para Clarín y La Nazión –los grandes medios argentinos, bastiones de
la prensa independiente, y bla blá-, resultan más importantes que la
noticia más importante del mundo para todos los medios del mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Como tantos medios públicos, EL Martiyo no deja de ser privado, y por lo tanto se reserva el derecho de pubicar o no los comentarios recibidos.