Entrada ya en su segundo mandato, la encuestadora Equis le da a Cristina Fernández un 65% de imagen positiva, el Centro de Estudios de Opinión Pública, un 60.
Nunca ningún gobierno soportó una embestida tan cruda, sostenida y monolítica de los más grandes medios, y aun así, éstos son los resultados.
Casi con asco, pero no sin placer, hoy es el día cuando El Martiyo dijo:
¡GRACIAS, CLARÍN!
Hace poco mencionábamos el hecho en nuestro post Relatos de un náufrago, cuando refiriéndonos al Grupo Clarín-La Nación, decíamos: "los vemos, bah, desorientados, perdidos, aterrados, preguntándose con los hombros vencidos de qué les vale escupir al gobierno cada día, si después de tres años de munición gruesa y fuego granado, el gobierno se alzó con el 55 por ciento de los votos".
Hoy que la imagen positiva de la presidenta ronda y sube los 60 puntos, no podemos sino reflexionar un par de líneas más en esta lucha sin cuartel que ahora descubrimos lleva Clarín contra sí mismo.
¿Locura? ¿Desconcierto? ¿Pánico? ¿Impericia?...
No podemos no preguntarnos, sus estrategas, sus máximos responsables y asesores, ¿no ven que hay algo que anda mal?... ¿no advierten que el veneno que usan parece funcionar como alimento?...
Sólo Perón al principio, e Yrigoyen al final, soportaron una embestida tan cruda y pareja de la prensa, casi, en su conjunto, y de los medios más poderosos de la hora en su absoluto conjunto; y ninguno de ambos por tanto tiempo, y sin embargo… allí va Cristina, en alza, igual que Clarín, pero en sentido contrario…
Cómo no preguntarse, entonces: esos diez, quince tipos que deciden el rumbo del grupo Clarín-La Nación, ¿por qué insisten en una estrategia que ya demostró su sistemático fracaso? ¿Son idiotas, suicidas, o fantásticamente perversos y entonces no podemos descifrar el objetivo oculto de tan extraña maniobra?…
Fuera como fuera, lo que importan son los resultados, y por eso desde aquí, contra toda nuestra historia, y nuestro presunto porvenir, nos encontramos hoy clamando ¡Gracias, Clarín!...
Insólito, sí, pero… el conde de Lautremaunt decía que él le cantaba al mal para exacerbar en el lector el deseo del bien.
Vaya uno a saber, quizá Clarín, sin confesarlo -incluso sin proponérselo-, acaso enloquecido por la ira o la derrota, se haya entregado a una ética maldita –sin estética ninguna- que más allá de lo horrible que parece, esconde en su mugre una intención patriótica… vaya uno a saber.
Fuera como fuera, sigan así, muchachos… Sigan tirándole al vicepresidente con una loca, a las Madres con un parricida y a Zaffaroni con un putero, no aflojen que vamos bien, vamos todos bien: ustedes hacia su fondo, nosotros al contrario.
Y guarden este post, Ernestina, Héctor, Ricardo… Imprímanlo y enmárquenlo, hoy será para siempre el día aquél cuando El Martiyo les dijo: Gracias, Clarín…
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