Los chistes de Perón
Si alguna vez los argentinos consiguiésemos el nirvana tangible del acuerdo absoluto, una nueva moneda nacional debería llevar impresa, en sus dos caras sin ceca, las imágenes yuxtapuestas de Borges y Perón; como el yin y el yang de una Argentina sola, que en su doble anverso, grabara así la riqueza de nuestras más hondas contradicciones, unidas entonces por las solas banderas de la gracia de la inteligencia, la agudeza de la sensibilidad, y la sabiduría siempre que revela el humor. Por ello aquí El Martiyo, en un gesto estético histórico -pero histórico por estético-, reúne, funde, en un mismo marco, en idéntico formato, a este dueto imposible, y sin embargo… Esperamos que así como los peronistas disfrutan de Los chistes de Borges, así la otra Argentina disfrute de Los chistes de Perón, quien supo tener, indiscutido, el sentido de la risa que es propio de los grandes. Y que nos hace mejores.
Más allá del folklore vulgar que las ensuciaba -"puta" una, "boluda" la otra-, Perón siempre destacó la inteligencia y la sensibilidad de sus dos últimas esposas, Eva e Isabel, y aunque ambas fueron lindas mujeres, la belleza, al General, parecía no importarle demasiado. Sabio decía:
-- El que elige mujer por su belleza, tiene mujer para poco tiempo.
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