Los chistes de Borges
Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.
Roberto Alifano, amigo de Borges, cruzaba una avenida con él, cuando en la mitad una mujer los intercepta, reconoce a Borges, y emocionada le pregunta si él quién es:
-- ¿Usted es Borges, no?...
Pero allí Alifano le avisa a Borges que están en medio de una avenida, y Borges, paciente pero rápido, le responde a la mujer.
-- Sí, soy Borges, señora, pero acá me dicen que si no seguimos caminando puedo dejar de serlo…
* * *
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Como tantos medios públicos, EL Martiyo no deja de ser privado, y por lo tanto se reserva el derecho de pubicar o no los comentarios recibidos.