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jueves, 28 de julio de 2011

EL EMOCIONANTE FINAL DE LOS ESTADOS UNIDOS...


En un final mejor que los de Stephen King, el imperio norteamericano comienza su efectivo derrumbe. Entre el abismo del default, y el infierno de la miseria; Obama, desesperado y solo, llama a la lucha de clases, mientras el FMI va a por ellos, así como ayer venía a por nosotros…

ÉRASE UNA VEZ EN AMÉRICA





"Prefiero el dolor a la muerte, y el infierno a la nada".
Willian Faulkner, Palmeras Salvajes

Con la violencia que los distingue como nación, el congreso norteamericano decidió jugar a la ruleta rusa con su propia cesación de pagos, mientras buena parte del mundo los mira como se mira una película de terror, en la que todo lo que se espera, claro, es que el monstruo muera.
En tanto nuestro superhéroe El Hombre Líquido, Barak Obama, de regreso a sus bases –las redes sociales-, le pide al pueblo que representa que lo represente ante sus representantes, porque evidentemente a él no le dan le bola. Y le pide que les pidan que aprueben el gran ajuste que lógicamente nadie quiere, pero que tienen que querer igual, porque ya no están para elegir. Es lo que hay: el infierno o la nada.
La nada supone el default del país más poderoso del mundo, y su efecto dominó correspondiente. El infierno es la miseria que tanto tiempo exportaron.
Según un sondeo de Reuters, el 56 por ciento de los norteamericanos se inclina por el infierno, (acaso porque hasta ahora lo vio siempre de lejos). Recortes de planes sociales y alzas de impuestos, con sus consecuentes recesión y desocupación, y tal.
El 2 de agosto es el dia D. Las negociaciones entre las partes avanzan como quien acelera empantanado en la arena: hacia abajo. La pistola va y viene, y todos gatillan a su turno. La bala por ahora no sale, pero está ahí.
El lunes por la noche, Obama se llevó el caño a la sien, y sobre llovido, inspirado acaso en Las venas abiertas de América Latina que le regalara su colega Hugo Chavez, desató por la tele la lucha de clases. “La única razón por la que este enfoque equilibrado no está en vías de convertirse en ley, es porque un significativo número de republicanos en el Congreso, siguen insistiendo en un enfoque que sólo contempla recortes y que no les pide nada a los estadounidenses más ricos, o a las empresas más grandes”, dijo en cadena para todo el país, y pasó el arma.
Inmediatamente la tomó John Boehner, presidente de la Cámara de representantes: “La triste verdad es que el presidente quería un cheque en blanco hace seis meses, y hoy también quiere un cheque en blanco. Y eso, sencillamente, no va a pasar”, gatilló y dijo.
La bala sigue ahí.
Pero es sólo cuestión de tiempo.
Los relojes no se quedan quietos, y la hora señalada se acerca.
Y encima la tierra gira, y los que ayer estaban arriba, hoy...
El FMI, que asesoró hasta el desastre a tantas economías del tercer mundo, ahora va por el primero, y lo aconseja. Christine Lagarde, su presidenta -ya sin la alegría con que se la vio asumir-, les recomendó con el dedito en alto que además de “un techo para la deuda, deben aprobar un plan creíble de ajuste fiscal”.
Los analistas del mundo llevan por lo menos quince días diciendo cualquier cosa, una por la mañana, y todo lo contrario por la tarde. La mitad sigue sin poder creer la negligencia de una clase política que ellos creían de colección. La otra mitad confía en que algo así como Batman o Superman, sino el Huasón, aparecerá sobre la hora para resolverlo todo en los 30 segundos finales como Hollywood manda.
Toda debacle es lamentable, incluso la de los Estados Unidos. Mucha gente inocente pagará por la soberbia de unos pocos ineptos que ayer se jugaron su futuro y hoy les devuelven este presente entre el infierno y la nada. Y no sólo a sus ciudadanos, por eso también es lamentable.
Sin embargo habrá que reconocerles una vez más que saben mantener en vilo a sus plateas. El suspenso les pertenece ya desde los lejanos días de Edgar Allan Poe.
Igual falta poco.
El 2 de agosto esta película se acaba.
Ojalá ganen los buenos, y el monstruo reviente de una vez por todas.




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