Rodeado de indignados, sin apoyo adentro ni afuera, y con el agua de la crisis a la altura de la nariz, José Luis Zapatero, el hijo de Atocha, decidió adelantar las elecciones generales y así resolver lo que nunca pudo resolver. Para su tranquilidad histórica, El Martiyo lo absuelve de todo: él nunca hizo nada.
RÉQUIEM PARA UN INOCENTE
Sigue sin paz la dolorosa confirmación de las visiones que anticipamos tanto en nuestra sección Europa en Guerra y siempre con la peregrina ilusión de ser leídos algunas vez por alguien que pudiera acaso desbaratarlas del porvenir, y no… vinieron, llegan, aquí están, una a una cobran la forma material de la tragedia. Rumbo al vacío, Sócrates cayó en Portugal, y ahora Zapatero sale corriendo de España.
Es el primero en huir (a Sócrates lo echaron, no le dieron tiempo), y no sorprende que lo sea. Siempre fue el más frágil, el más desorientado… Por algo aquí lo apodamos el hijo de Atocha.
El carnaval del mundo. |
Minutos antes del espantoso 11 de marzo aquél, las encuestas le daban la victoria de nuevo a Aznar. El hombre los había conducido a esa guerra, pero los muertos no importaban porque morían lejos, y entonces Aznar iba fenómeno, de la mano de Bush, y a donde fuera. Mientras llovían los euros, el pueblo español estaba dispuesto a seguirlo. El resto eran recitados de sobremesa.
Pero de golpe Atocha parió el revés. Aznar quiso culpar a la ETA , pero lógicamente no era momento para chistes. El desastre lo alcanzó a él también, y de sus escombros, aún aturdido por el estruendo y la polvareda, surgía Zapatero, el hijo de Atocha.
España inició su debacle. Y no por él, sino por las malformaciones congénitas de la Unión Europea que aquí y allá, ya entonces, comenzaban a supurar; pero no por Zapatero. Él nada más no podría evitarlo, porque no estaba preparado, porque no se lo esperaba. La victoria lo sorprendió más que la bomba.
Y una vez al mando, cuando descubrió los mil agujeros en el casco, el agua ya le entraba por todas partes, y lo tapó enseguida.
La oposición, abatida a punto de vencer, rabiosa desde entonces, dispuesta a inmolarse con España, no le hizo jamás el más mínimo favor... y allí se va ahora Zapatero, corriendo como lo vemos, rapidito rumbo el olvido…
No es Mr.Been, no. |
Para su consuelo de tonto, le avisamos: no es el único... Todos estos líderes actuales de la Europa en descomposición, no tienen chances de posteridad, a no ser por sus crímenes y delitos: Irak, Libia, Afganistan, las deportaciones de Sarkozy, los variados escándalos de Berlusconi, las barbaries de Orbán en Hungría, las cosas que recién mañana sabremos del hoy… En dicho contexto, habrá que reconocer al menos, Zapatero es un inocente.
La historia antes de olvidarlo quizá lo pinte como un inútil, un inoperante, un incapaz, un daño colateral de un otro hecho central, apenas una cicunstancia, quizá, sí… Pero también y por lo mismo, y con la frente bien alta, José Luis Zapatero podrá decir hasta evaporarse del todo en la memoria de los hombres: yo no hice nada, yo nunca hice nada… Y los hechos –los no-hechos, bueno- le darán la razón.
Y algo más que ahora agregamos nosotros hasta que el olvido nos degluta a todos: Zapatero no hizo nada, ni lo haría tampoco en cien años más. Sin moneda propia, con la desocupación más alta de Europa, el 80 por ciento de su deuda en manos de los bancos alemanes, y los indignados rodeándole hasta el inodoro, Zapatero no podía hacer sino lo que hizo: rajar. Rajar antes de que lo echen, como le pasó a Sócrates, como tendrán que hacer mañana o pasado tantos de sus pares...
Ya todos lo saben, ya fue dicho oficialmente: el plan A de Europa falló, y no hay plan B.
Fruto de un espanto que no provocó, inocente de su propia victoria, lo es también de su caída, y sin siquiera grandes crímenes para recordarlo, José Luis Zapatero marcha veloz hacia un olvido como el que seguramente sueña.
Puede quedarse tranquilo.
Los grandes sucesos que van a vivirse próximamente en esa misma sala, barrerán su nombre como barren los huracanes los gorriones, sus nidos y sus huevos…
Los grandes sucesos que van a vivirse próximamente en esa misma sala, barrerán su nombre como barren los huracanes los gorriones, sus nidos y sus huevos…
Sócrates, Zapatero, son nada más los primeros de esos gorriones ya sin nido ni huevos, y el viento que se los lleva sopla cada día más fuerte.
¿Nadie más mira hacia dónde?...
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