////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
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jueves, 21 de julio de 2022

EUROPA EN GUERRA: EL INVIERNO TAN TEMIDO...

Mientras las tropas rusas ocupan el sur de Ucrania y siguen su avance por el este, Putin cerró por diez días la llave del gasoducto que alimenta Alemania y parte de Europa, cuyos países, despiertos por el miedo, ahora disponen planes de emergencia mientras descubren que el "eje del mal" al final no era tan malo, y mientras miran subir el rublo, caer el euro y dispararse la inflación. En la desesperación de su propio derrumbe, los Estados Unidos empujan a la viejísima Europa contra ese enemigo que ya supo acabar con Napoleón  y Hitler: el invierno ruso.

 

EL INVIERNO TAN TEMIDO



 

Al grito de animémonos y vayan, los Estados Unidos empujan a la viejísima Europa contra ese terrible enemigo que terminó primero con Napoleón, y después con Hitler: el invierno ruso.

El 75% del petróleo y el 50% del gas consumidos por Europa, son importados. Del 50% del gas, el 40 proviene de Rusia. En Alemania, potencia industrial, el suministro de gas ruso es del 49%. Era. Porque el 11 de julio, Vladimir Putin cerró la llave de paso del Nordstream 1 que alimenta a Alemania y parte de Europa. Prometió abrirlo en diez días, y cumplió. Esta madrugada el gasoducto volvió a funcionar, pero sólo a un tercio de su capacidad. Diez días que conmovieron a Europa, y la dejaron temblando.

Tal es el miedo que el gobierno alemán ya declaró el gas “un bien escaso”, en el marco de un plan de emergencia que contempla -si todo sigue como va-, la intervención de las empresas distribuidoras, y el racionamiento casero con cortes programados.

La página del Ministerio de Economía incluye desde hace días un instructivo que, entre otras sugerencias, recomienda "duchas más cortas", "agua fría de vez en cuando", "sombra en lugar de aire acondicionado" y "el horno apagado antes de terminar la cocción para aprovechar el calor residual". El documento lleva la firma del vicecanciller y ministro de economía, Robert Haceck, que allí advierte: “el escenario es grave, y el invierno llegará. Nunca estuvimos en una situación así. Algunas fábricas tendrán que cerrar, y para algunos sectores será una catástrofe”. Tal vez por eso en abril el gobierno nacionalizó la filial alemana de la energética rusa Gazprom, pero ningún alemán salió a la calle con un cartelito que diga “yo soy Gazprom”.

Porque entre las primeras cosas que se lleva puesta la crisis energética en ciernes, están los principios ideológicos de los líderes occidentales. En Francia, por ejemplo, el neoliberal Emanuel Macrón decretó la estatización de la empresa EDF, Electricité de France. El gobierno español, por su parte, anunció impuestos extraordinarios a las ganancias extraordinarias de las enérgicas locales; y en Hungría, el derechoso Víktor Orban, se resistió a las sanciones contra el petróleo ruso.

Tampoco el “eje del mal” resulta de pronto tan malo. La semana pasada el ministro de Relaciones Exteriores de Italia recibió en Roma a su par iraní entre pompas y abrazos, mientras Macron reclama a viva voz la vuelta al mercado del crudo iraní, y ya que está, del venezolano también. Pedro Sánchez -que muy cocorito había reconocido la presidencia de Juan Guaidó-, ahora dejó trascender sus intenciones de reanudar las importaciones de crudo venezolano, mientras promueve el acercamiento con Caracas. Igual que los Estados Unidos, que de golpe descuben que Nicolás Maduro no es tan mal muchacho, como así tampoco el príncipe saudí Mohamed Bin Salman, a quien Biden, en campaña -cuando hablar es gratis- había prometido tratar como un “paria” por el asesinato, descuartizamiento y cocción del periodista Jamal Khashoggi… pero que hace unos días terminó viajando a Yeda para implorarle al mismo “paria” el incremento de su producción de petróleo. Marxistas de Groucho, los líderes de Occidente tienen principios muy sólidos, pero si no gustan…

Tampoco sobrevivieron las ilusiones ambientalistas de ninguno de ellos. De regreso al pasado más sucio, Europa vuelve al carbón. El gobierno de Macrón redactó una nueva ley que entre otras cosas autoriza la reapertura de la central carbonífera de Saint-Avold, que había clausurado apenas en marzo y “definitivamente”. La misma decisión tomaron los gobiernos de Alemania y Austria, reabriendo o prolongando la actividad de sus centrales de carbón; Italia incrementará su compra de suministros; y en lo que va del año España ya duplicó la quema de carbón, mientras según la agencia Bloomberg, Europa la aumentó en un 51%. Se trata del recurso más contaminante de la historia, pero...

Así las cosas, la prensa occidental abandona de a poco su triunfalismo inicial hecho de imágenes de tristes refugiados, de víctimas civiles y de valientes soldados ucranianos; porque ya el todo sur y casi todo el este del país están en manos de las tropas rusas, mientras las reservas armamentistas de Europa se agotan. Algunos de estos medios todavía sueñan con la resistencia, recostados en una presunta “lentitud” del avance ruso. Pero olvidan que en esa lentitud se recuesta también el progresivo deterioro de toda la economía europea.

El euro ya alcanzó su cotización más baja desde 2002, y sigue en caída espantando capitales y recalentando la inflación, que en junio del año pasado era del 1,9%, y que ahora promedia el 9%, con países que alcanzaron el 19, el 20, y hasta el 22% (Letonia, Lituania y Estonia). Poco, visto desde la Argentina, pero demasiado para una Europa que desconocía el fenómeno. Porque más que el número, la tendencia es lo que aterra. Un horizonte de conflictos políticos y sociales que los triunfalistas de ayer hoy ni siquiera se animan a imaginar. Tal vez por eso el presidente de la Reserva Federal norteamericana, Jerome Powel, dijo a principios de julio, en el foro anual del Banco Central Europeo: “Creo que ahora entendemos mejor lo poco que entendemos sobre la inflación”. Seguro.  

Sin embargo, según observadores, analistas y expertos -algunos del tamaño del interminable Henry Kissinger-, parece que Joe Biden no deja de hacer puntería contra sus propios pies. Las sanciones a Rusia no sólo desataron las referidas crisis energéticas y económicas por toda Europa y sus Estados Unidos, sino también una fuerte mejora en la balanza comercial rusa, el alza del rublo, la creación de nuevas formas de pago por fuera el dólar, y de remate, un mayor acercamiento de Rusia con China -el gran enemigo americano-, reforzando así el grupo Shangai, que ambas potencias integran junto a la India, que ahora compra el petróleo ruso, lo refina, y se lo vende al mundo, por supuesto más caro. Maniobra a la que rápido se sumaron China y Arabia Saudita. Todo salió mal.

No por nada esta semana en Londres, Tony Blair -ex premier británico y ex socio de W. Bush en la invasión a Irak-, advirtió que la guerra en Ucrania marcaba el ocaso de una era: “estamos llegando al final del dominio político y económico de Occidente”.

Pero los imperios no caen mansamente, se derrumban, y en su derrumbe, desesperan, y en su desesperación, se vuelven torpes, erráticos, inconsistentes, y finalmente, insustentables. 

Hora de estar alertas. Porque en la dinámica de su destrucción, destruyen primero sus periferias.




* * *

lunes, 7 de septiembre de 2015

EUROPA TERMINÓ DE TERMINARSE



Entontecidos por la coyuntura y el plagio, los grandes medios del mundo no vieron la noticia tan sólo comparable a la conquista de América: la hecatombe de los refugiados en Europa no es sino el cambio de piel de un continente entero. Con índices de natalidad en baja, y de envejecimiento en alza, una invasión pacífica vino a renovarlos cuando ya se morían. La Europa conocida, soñada o añorada, se terminó. ¿Cómo será la nueva Europa? ¿Mestiza? ¿Musulmana? ¿Bélica? ¿Monárquica o teocrática?

EUROPA EMPIEZA OTRA VEZ




Esta sección, Europa en guerra, nació con El Martiyo y fue la única en ostentar capacidades proféticas anunciando un nuevo fin del viejo continente, ya desde su primer post titulado entonces Europa se termina otra vez.
Pero nosotros, nobleza obliga, avistábamos una guerra, un gran conflicto bélico en territorio europeo como resolución final de la crisis económica, política, y sobre todo moral que desgastaba a Europa desde su última destrucción completa. El derrumbe del euro, la recesión, la desocupación, los viejos odios, esos pueblos que nunca se quisieron, que siempre se pelearon, antes o después colapsarían en un todos contra todos por la presión de las circunstancias. En dicho contexto, Ucrania era el primer chispazo.
Lo que no vimos, al igual –sorprendentemente- que sus líderes, era esto: la mayor crisis de refugiados desde la Segunda Guerra, el terrible efecto rebote del incendio iniciado por ellos mismos a todo su alrededor, en el norte de África, en el Medio Oriente, en la Magreb, en los Balcanes. Ahora es tarde: ahora Europa se terminó otra vez.
La Europa conocida, añorada o soñada, la de las grandes catedrales y los museos tan lustrosos; la de los príncipes mediáticos, las reinas y las ruinas; la Europa que se nos aparecía tan civilizada y próspera, organizada y pulcra, la Europa blanca, occidental y todo eso, ya es pasado pisado. Los cientos de miles y millones de refugiados asiáticos y africanos que habrán de poblarla de ahora en adelante, darán, en apenas una generación o dos, una Europa nueva, distinta. Otra Europa que la Europa que así se terminó.
La Europa del final del siglo XX, suntuosa y vanguardista y a la vez conservadora; la de Chanel y Churchill, la de Picasso y Mastroiani; la Europa que la burguesía argentina visitó durante años dispuesta a volver impresionada aún antes de partir, esa Europa está muerta. Vivió la lucidez de su agonía durante los primeros años del nuevo siglo, la década corta que estalló en el 2008, el alba dorada del euro, la flamante y poderosa moneda única de la gran convertibilidad continental, un sol mejor que el sol y que en su propio esplendor anunciaba el último ocaso. Ahora es la noche.
Demasiados siglos de aventuras imperiales, de invasiones, saqueos, genocidios, de ostentar riquezas y sembrar miserias, aquí por fin se encuentran con su destino universal... les diría Borges.
Una nueva humanidad llega para ocupar sus tierras, y renovarlas.
Hombres y mujeres y niños que pronto serán nuevos hombres y mujeres y más niños, pero ya no refugiados, sino nativos, europeos ellos también. Con sus credos, sus dioses y sus cosas, pero nacidos allí, ya ingleses, ya alemanes, belgas, españoles…
No deja de ser una buena noticia cuando todos los índices alertaban sobre una caída en la natalidad y un envejecimiento poblacional. A punto de vaciarse, Europa se llena de nuevo… ¿Pero serán bienvenidos?
O sea, nos preguntamos, cuando en dos décadas –no más- los parlamentos europeos se llenen de turbantes y de velos y las mayorías blancas ya no sean mayorías, ¿Será todavía la democracia el mejor sistema político en Europa?... ¿O habrá uno nuevo?... ¿O uno viejo?...
La noticia que no vemos en los diarios es que asistimos en directo a un hecho sólo comparable a la conquista de América: el cambio de piel de un continente entero.
Esta vez los invasores son del todo pacíficos, pero el proceso es sin embargo más veloz, más contundente. Lo que en América tomó doscientos años hasta instalar como nativa una sociedad ajena; en Europa tomará semanas, meses. Un par de años.
Como las aguas de dos océanos separados por un muro que por fin se abre –o se rompe-, dos sociedades se encuentran, se chocan y se mezclan.
Una nueva, musulmana en su mayoría, llega a la vieja Europa para asentarse, trabajar, prosperar, crecer, y reproducirse. Trae la fuerza del hambre, la certeza del horror, y conoce exactamente el valor de la vida. Del otro lado hay una sociedad cansada, que envejece vencida por veinte siglos de guerras y el fracaso reciente de una aventura comunitaria que redujo a colonias germanas a sus propios estados miembros. Los que llegan sólo tienen futuro, los que estaban son el pasado. Diría Machado, don Antonio: hay una Europa que muere, y otra Europa que bosteza.
Pero el parto no será sin dolor. Sobran los indicios de que esa sociedad que muere, no se entregará sin resistencia. Por ello, y pese a este final abrupto por la vía poblacional, no podemos descartar la guerra que siempre anunciamos. Por el contrario, el rechazo íntimo del europeo medio al medio extranjero, la situación laboral de las grandes masas europeas, el estado calamitoso de las arcas de sus estados y los grandes buitres financieros sobrevolándolo todo, sumado a un desastre migratorio como el actual; nos hacen pensar con Shakespeare que esta noche negra no se aclara sin una tempestad.
Lo cierto es que con guerra o sin guerra, Europa la que decíamos está terminada.
El desastre de los refugiados recién comienza y promete agravarse, pero un día también terminará. Cuando todo pase, cuando amaine la tempestad, y la noche amanezca, una nueva Europa surgirá de sus escombros. Otra vez. 

* * *

viernes, 4 de septiembre de 2015

EUROPA Y LOS REFUGIADOS: EL INCENDIO NO ERA GRATIS...




Allí está por fin, de cuerpo entero y desnuda frente al mundo, la Europa que aún hoy algunos colonos sudamericanos evocan como un sueño de civilización, de modelo social, y desde luego cultural. Allí está por fin, sin careta y sin bozal frente a los pobres de cualquier parte que pretendan habitar su suelo tan exclusivo. Allí está, alambrada, recia, indiferente, brutal. Final.

MIRAR MORIR




Al fin y al cabo incendiar Siria, Iraq, Libia, Afganistán, el Medio Oriente, el Magreb, no era gratis. 
Muchas personas que vivían allí, como era de esperar, acorraladas por el fuego, el hambre, la locura y la muerte, tuvieron que abandonar sus países y sus vidas sin nada mejor más a mano que la dorada Europa que aprendieron a soñar a través de los siglos y las invasiones y sus guerras, la que desde los días del Magno exporta occidente puro a cambio de riquezas que sustrae o destruye, la potente, la poderosa Europa. La que todavía hoy algunos colonos sudamericanos evocan con los ojos en blanco. Allí la tienen ahora, sin careta y sin bozal, severa y cruda, frente a los pobres de todo el mundo, mirándolos morir.
David Cameron los consideró una “plaga”. Sarkozy los comparó con una “fuga de agua”. El 56 por ciento de sus compatriotas dijo que no quiere un inmigrante más en su refinado suelo. Víktor Orban, primer ministro de Hungría, teme “por la Europa cristiana”. En Alemania en lo que va del año fueron incendiados 200 centros de refugiados. El horno no está para bollos. Alguien diría: éramos racistas, y llegaron los negros.  
La Europa de la recesión y el miedo al terrorismo, la Europa de la desocupación y la xenofobia, de pronto se llena de inmigrantes asiáticos y africanos como quien despierta en mitad de la noche durmiendo exactamente con el enemigo.
La primera reacción fue artillarse, alambrarse, rechazarlos, repatriarlos, perseguir sus barcos, espantarlos, acaso hundirlos.
Hasta ahí el problema era de la Europa periférica, Hungria, Italia, Grecia, España… luego los camiones con sus muertos aparecieron ya por Austria, Alemania. La Europa Central.
Fue entonces cuando vimos a la canciller Angela Merkel en el papel del payaso Krusty acariciando a una niña palestina mientras le recomendaba tierna y sonriente volver a su país, a su tierra, a sus llamas y su muerte.
Apenas recién, el 23 de agosto, en el diario Le Figaró, Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, asumía: “Lo que me espanta es constatar el resentimiento, el rechazo, el miedo con los que se trata a esas personas. Incendiar los campos de refugiados, alejar los barcos de los puertos, violentar a los solicitantes de asilo o cerrar los ojos frente a la miseria y la pobreza, eso no es Europa”.
La pregunta es: ¿No, Jean Claude?... ¿Eso no es Europa?... ¿Cuál es Europa?
¿La de las grandes guerras, la de los cien años, y las dos mundiales, las napoleónicas y las romanas, o la Europa la de las cruzadas, la de Indochina, la de los grandes imperios y sus noblezas llenas de esclavos; o la Europa de la Conquista y sus espléndidos genocidios, la de la escasés y la OTAN, la que se muere sin el petróleo, el agua y la comida de los países que incendia, la que saqueó todos los continentes, o se desangró en sus propias batallas desde Alejandro a Hitler?... ¿Eso no es Europa, Jean Claude?...
Con 2300 inmigrantes muertos en lo que va del año, después de ver a diario camiones de cadáveres, y más cadáveres flotando sobre grandes extensiones de mar y bodegas repletas de cuerpos sin vida, después de todo y tanto, por fin hubo una foto que ahora sí “nos hace tomar conciencia”, “que paraliza al mundo”, “que nos hizo reaccionar”, y bla, bla, blá, recitan entre dos tandas los presentadores del mundo. Como si los otros 2300 muertos no hubieran bastado. Como si faltara éste.
Y es que Aylan Kurdi, un niño sirio de 3 años, cuyo cuerpo apareció en una playa de Turquía, no era lo suficientemente negrito ni tenía un turbante ni nada que permitiera presumirlo ajeno. Parecía propio. 
Entonces Europa miró esa foto y comprendió que algo no andaba bien en algún lugar.
Los voceros más calificados de los principales responsables de esta inmensa tragedia –sus medios y sus políticos- esconden la propia mugre bajo la alfombra del Estado Islámico, y más odio siembran, más confusión, y más mentiras.
Como si el EI fuera una generación espontánea, el brote simultáneo de cientos de miles de sicóticos con el mismo delirio religioso que simplemente no tiene explicación, y punto. Son locos, mejor matarlos.
Ninguno de tales explicadores parece recordar los bombardeos de la OTAN a todos esos países del los que hoy huyen espantados sus propios pueblos; y ni palabra sobre los fondos aportados por sus estados miembro a muchas de esas inciertas organizaciones armadas tan funcionales en la coyuntura, pero que luego, bueno… se desmadraron.
Y ninguno dice nada tampoco del gas y el petróleo que fueron a buscar a punta de pistola porque así es más redituable: por un lado consiguen energía gratis, y por otro reactivan la industria pesada de la guerra.
Ninguno dice tampoco que Siria, curiosamente, es el único país del Medio Oriente que no privatizó su petróleo.
Nada de eso, parece, viene a cuento.
Mejor reducirlo todo para el gran público. Más fácil. 
La canción será siempre la misma: civilización o barbarie. 
De un lado el occidente blanco, democrático, republicano y sensato, con su dios perfecto; y del otro todos negros fanáticos poseídos por el demonio de un dios sacado, y medio degenerado para colmo.
En agosto se cumplió un año desde que Obama armó su liga de la justicia para acabar con el Estado Islámico, principio y fin de todos los males. Los discursos, hoy, son entusiastas. Los hechos no tanto.
El Estado Islámico amplió el territorio de sus dominios, consiguió tomar en Iraq la estratégica ciudad de Ramadí, aumentó el número de sus tropas, y según fuentes de la CIA actualmente recibe aportes por tres millones de dólares diarios (buena parte de los propios países que integran la coalición para elimnarla), lo que la convierte en la organización terrorista más rica de toda la historia; y como detalle de apostilla para los coleccionistas: los europeos en sus filas son cada vez más. Los 86 franceses, por ejemplo, enlistados en 2013, hoy son más de dos mil. Por muy entusiastas que sean los discursos…
Allí tienen por fin las flores de sangre de esa primavera árabe que tan alegremente desataron cuando vieron la posibilidad de manotear políticamente todos esos países siempre tan esquivos, tan musulmanes, tan distintos.... Pero el incendio no era gratis.
En llamas el bosque, sus habitantes tomaron la comarca. Ocurre.
Entonces los barcos persiguiendo sus barcos, los alambrados, las fronteras erizadas de púas, de perros y de guardias, y la playa del verano que se llenaba de cadáveres…
Pero ahora dicen los mismos voceros de aquellos grandes responsables de esta inmensa tragedia, que esa foto de Aylan Kurdi, esta vez sí los hizo reaccionar.  Recapacitar, prefieren algunos, buscando la palabra exacta, como esos que todavía discuten si llamarlos refugiados o migrantes, que ya sería algo más voluntario, digamos, menos urgente, en fin… casi turístico.
La cosa es que ahora sí, atento el mundo, con repentina voluntad humanitaria, esos mismos líderes europeos que ven en cada extranjero una amenaza, ahora sí se acercaron por fin al gran incendio para arrojar cada uno su correspondiente vasito de agua. Algo es algo, se dicen y se felicitan. Desbordados por los invasores, ahora se rifan refugiados en bolsas de 40, 50, 60 mil, cuando más miles y millones se les vienen encima, porque el incendio continúa, mejor, peor: se expande...
La tragedia es tan grande como la epopeya individual, desesperada y colectiva de todas esas miles y miles de personas a las que no les queda más que la vida.
Según la organización humanitaria Save the Children, en lo que va del año, nada más que a Italia, llegaron 3800 niños solos. 
Solos. 
Niños. 
Abandonados y perdidos por el mundo y hasta la muerte. Así de inmenso es el desastre.
Pero no todo está tan mal, no. Por unos días -dos, no más-, una foto, esa foto, mancomunó a la gran Europa indiferente, y la sacudió ¡La despertó!... Si hasta David Cameron, que los consideró una plaga -pero que también es padre-, se conmovió al verla.
Y dicen que la Merkel, incluso.
Un gran gesto, cómo no. 
Mirar morir.   


¿Querían fotos?... hay más: muertos no faltan.

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sábado, 4 de julio de 2015

EUROPA EN GUERRA: AHORA MANDA GRECIA...



Con el crédito que nos da haber anticipado hace tanto y en detalle el presente que hoy anuncian como noticia los diarios, El Martiyo reflexiona sobre el momento actual de Grecia y la Europa franco-alemana, de pronto en sus manos. El domingo el pueblo griego decidirá si Europa continúa... o tal y como advertimos siempre: se termina otra vez.


ESCLAVO Y AMO 

OXI (oji): NO.





“Seamos libres, y lo demás no importa nada”.
José de San Martín.



Todo lo que ahora sucede en Grecia -y por lo tanto en Europa (o viceversa)-, no es noticia para El Martiyo, sino apenas la confirmación fáctica de antiguos anuncios que en un juego de imaginación presentamos oportunamente como visiones o profecías, pero que eran puro análisis. Periodismo de anticipación, técnicamente hablando. Un género asaz riesgoso, porque si luego los hechos no refrendan las palabras, el profeta, como si fuera fulminado, queda reducido a un charlatán. Pero no fue éste el caso.
Basta revisar nuestra sección Europa en Guerra para comprobar que avisamos hace muchos años la actual crisis a punto de empezar –porque hasta ahora nada más estiraron el prólogo como una agonía-; el inminente referéndum griego -que ya en noviembre de 2011 proponía Georgos Papandreu y que entonces El Martiyo saludaba con entusiasmo (ver Juegos de guerra)-; la evidencia ya innegable de la (des)Unión Europea, “esa patria grande cosida de apuro con países que nunca se quisieron, que siempre se pelearon”; la codicia de los grandes bancos que un día reemplazaron a los políticos europeos por exgerentes propios nunca del todo exs; y puntualmente advertimos la importancia de aquel principio de resistencia del pueblo griego cuando le gritaba su OXI (NO) a las políticas de ajuste ya el 1 de julio de 2011, frente al Parlamento en la plaza Sintagma, mientras adentro y a sus espaldas sus legítimos representantes decían que SI. (Simplemente No)
Todo lo anunciamos, paso a paso, en detalle. No somos adivinos, proyectamos sin pasiones, sin engaños, la Argentina de la convertibilidad sobre la Europa del euro, y la multiplicamos a escala continental, con el agravante insoslayable que recién hoy parecen considerar los grandes habladores de Europa: la temeraria renuncia de todos esos países a su soberanía monetaria. Todo lo anunciamos.
Con esas credenciales de anticipación, nos permitimos ahora estas reflexiones, cuyo valor profético, precisará la historia una vez más.
Por fin los griegos se encuentran, diría Borges, con su destino sudamericano. El estado de colonia, y/o, semicolonia, que ahora deberán enfrentar. Curiosamente, ellos –como los otros países de la zona del euro-, no fueron conquistados, o invadidos militarmente (aún), ni nada por el estilo, no hizo falta: solitos sin que los empujen, incluso alegremente, entregaron sus soberanías en nombre del sueño alocado de una integración continental, tan luego entre países siempre –o casi siempre- en guerra, y por lo tanto, plenos de resentimientos ancestrales, hoy evidentemente insolubles.
Baste como ejemplo la rápida oposición de los sometidos España y Portugal cuando Grecia pidió una quita para su deuda… ¿Alguien imagina a Venezuela y Brasil o Ecuador y Bolivia haciendo lo mismo cuando Argentina consiguió su quita? Ahí la unión europea, que sus difusores pretenden con mayúsculas.
Pero todo eso es pasado. Todo eso ya terminó. Grecia está a punto de estallar, y con ella, por simpatía, la eurozona.
La mitad de los griegos teme una posible la salida del euro, la otra mitad quiere salir. Grecia tiembla, se divide y resquebraja. Pero más tiembla el resto de la eurozona. Sus banqueros, sus bancos.
Grecia parece contra las cuerdas, obligada a elegir entre la silla eléctrica y la horca. Aceptar las imposiciones de la troika –la llamen como la llamen- supone entregar toda forma de independencia, además de los bienes y recursos del estado y sus ciudadanos, condenados entonces a incontables generaciones de pagar y pagar. Pero abandonar el euro es adentrarse en la niebla de un destino incierto. Ni el sueño de un romance con Putin, ni mucho menos con China, serán así nomás tolerados por sus socios de la OTAN. De arranque no será perdonado el mal ejemplo de Alexis Tsipras y su extraña nación, capaz de contagiar al resto de las colonias francoalemanas de la Europa Occidental. En síntesis, si dejan el euro, los griegos serán duramente castigados por sus soberanas ínfulas. Sin grandes recursos naturales, sin industria desarrollada ni siquiera en los días dorados del euro –porque dilapidaron la guita en fastuosas olimpíadas y otros delirios (que tampoco lo olviden)-; sin fuerza militar propia –porque los fierros son de la OTAN-; sin más ganadería que las cabras que a duras penas abastecen sus propias pascuas, ni más agricultura que la que les permite su estrecho territorio escarpado y su suelo volcánico; y abandonados del todo por sus socios convertidos de pronto en acreedores rabiosos, los griegos no la tienen fácil, no. Pero más difícil la tendrá entonces la Europa que hoy los somete.
De arranque, si Grecia sale del euro, el euro ya no será el euro. Y si la salida redunda en una recuperación de la economía helena –esto es: si apenas mitiga la negrura actual-, España, Italia, Portugal, Irlanda, y siguen las firmas, harán cola para rajarse. Y entonces antes o después Alemania y Francia quedarán solas de nuevo, cara a cara, repletas otra vez de mutuos reproches. De hecho, ya comenzaron.
Si Grecia sale del euro el sueño de la moneda única habrá reventado como la pompa política que en esencia es, y el resto será sólo inercia, la respiración artificial de los grandes especuladores con sus grandes medios de prensa, sus repetidores políticos y sociales, y el eco a su vez de sus voces... Pero sólo eso, retumbos e inercia de una bola de nieve que arrastrará en su caída muchos otros sueños. La unión continental, el estado de bienestar, la sociedad multicultural, la hermandad entre esas naciones, y por consiguiente, la paz entre ellas. Europa la tendrá bien más difícil.  
De momento, caen las bolsas, el mañana es incierto, y el euro sangra. Por ahora sólo gotea, pero si esa herida sigue abierta y se abre más...
Ahora todo lo que importa, para Alemania, es sacarse de encima a Tsipras y su bando de loquitos desubicados que no se toman en serio la tremenda ingeniería financiera diseñada durante tanto tiempo para esta emboscada final. El plan de los grandes bancos –los mismos que les enseñaron a los griegos a dibujar sus balances- era éste: prestar diez para cobrar cincuenta o quedarse con todo. Pero en esta hegeliana fenomenología del amo y el esclavo, de pronto la superviviencia de Alemania y de toda su Europa bancaria, quedó en manos del pueblo griego, que mañana decidirá la suerte de Europa y sus banqueros, si continúa, o se termina.
Si acepta la sumisión, o si será libre.
Lo demás no importa nada.



* * *

sábado, 22 de marzo de 2014

VERANO DEL 14: CIEN AÑOS NO ES NADA…


Senadores norteamericanos exigen a la FIFA expulsar a Rusia del Mundial de Brasil, en tanto parlamentarios rusos le piden a la FIFA que mejor expulse a los Estados Unidos. En simultáneo, tropas prorrusas ocupan otras dos bases militares en Crimea, los heridos y los muertos suman y siguen, y Obama, Putin y la Merkel, cambian ironías, amenazas y manotazos. China, apenas, como ajena, busca un avión perdido.


LOCOS DE LA GUERRA




Infantiles y feroces como dementes peligrosos –mientras las tropas rusas ocupan otras dos bases ucranias en Crimea, y los primeros muertos suman y siguen-, senadores norteamericanos le pidieron a la FIFA que expulse a Rusia del Mundial de Brasil, y en reciprocidad diplomática, senadores rusos le pidieron a la FIFA que expulse a Estados Unidos del Mundial de Brasil. Infantiles, feroces, peligrosos.
Los dos senadores norteamericanos –Mark Kirk y Dan Coates, a la sazón republicanos-, le escribieron a Joseph Blatter: “Tras la ocupación militar de un territorio de Ucrania, solicitamos a la FIFA que excluya a Rusia el mundial y le retire la organización de la Copa del Mundo de 2018”.
Los parlamentarios rusos, por su parte –Alexander Sidyakin, y Michael Markelov, en carta con membrete oficial del parlamento que preside Vladimir Putin-, le exigen al mismo Blatter, que “A la luz de las agresiones de Estados Unidos contra varios estados soberanos como Yugoslavia, sin una razón particular; Irak y Libia, alegando la búsqueda de armas químicas, el intento de invadir y ocupar Siria y los numerosos casos de violación de los derechos humanos alrededor del mundo revelados por E. Snowden, solicitamos respetuosamente que convoque una reunión de urgencia de la FIFA para tratar la expulsión de los Estados Unidos de su organización y la exclusión de su selección del próximo Mundial de Brasil”.
Rusos y norteamericanos, eso sí, coinciden en recordarle al ahora apretado Blatter, que por razones similares se excluyó a Yugoslavia de la Eurocopa del 92 y del mundial del 94. Entonces un distendido Blatter no tuvo problemas en justificar la decisión diciendo que  “no es bueno mezclar política y deporte, pero la FIFA tiene que respetar las decisión de Naciones Unidas”.
En la semana el gobierno norteamericano bloqueó los fondos de más de 30 funcionarios rusos, exceptuando a Vladimir Putin, en respeto –o por temor- a su estatus de jefe de estado. Inmediatamente, el gobierno ruso bloqueó fondos de funcionarios norteamericanos. Uno de ellos, un senador, lamentó por Twitter “ya no poder pasar mis vacaciones en la Siberia”. Putin, a su vez, aprovechó la eximición para considerar públicamente depositar su salario en un banco de Nueva York. Qué graciosos todos.
Mientras se escriben estas líneas, sábado 22 de marzo, tropas rusas ocupan otras dos bases crimeas que eran de Ucrania, como toda la Crimea, pero ya tampoco.
Un comunicado del Ministerio de Defensa ruso informa a su vez que de los 18 mil soldados ucranios apostados en Crimea, “sólo dos mil han manifestado su voluntad de ser repatriados”. El resto –chocho- se unió al ejército ruso.  
La Unión Europea y los Estados Unidos –a quienes de aquí en adelante llamaremos Los Aliados (las cartas ya están sobre la mesa)- se esfuerzan por mostrarle los dientes a Rusia… pero más de una vez el gesto bravío degenera en la mueca de una trémula sonrisa. El gas, recuerdan. El gas ruso.
Hoy la UE produce el 6 de la energía mundial, pero consume el 14. La diferencia es dependencia.
En 2002 el gas ruso representaba el 45 por ciento del gas importado por Europa. En busca de nuevos proveedores, en 2012 por primera vez Noruega lideró las exportaciones de gas a la UE, pero en 2013 Rusia volvió al primer puesto con el 30 por ciento.
Angela Merkel, con determinación germana, avisó ayer que Estados Unidos podría ser un nuevo proveedor de gas para Europa. Pero al toque admitió que eso llevaría a la creación de una red de regasificadores, que hoy no sólo no existe, sino que llevaría muchos años construirla.
Hay quienes intentan restarle dramatismo a la situación recordando que el gas no representa sino la tercera parte de la energía europea. Pero a muchos la reflexión no les sirve de nada.
Más del 50 por ciento del gas que consume Alemania viene de Rusia; el 100 por ciento del que consume Finlandia viene de Rusia; como el 93 por ciento que consume Eslovaquia; o el 83 de Polonia, el 82 de Hungría y el 80 de Grecia. Por ejemplo.
Por todo eso y más, Angela Merkel, mientras consideraba a los Estados Unidos como un futuro posible proveedor de gas, confió expresamente en que Rusia no cerrará la canilla de su gas, “porque aún en los momentos más difíciles de la Guerra Fría, Moscu supo cumplir con sus compromisos con la UE”.. Y así su rudo intento por mostrar los dientes, degeneró en esta triste sonrisa lastimosa.
Como quien desespera entonces con un pomo de carnaval frente el gran incendio, en pos de resolver la energía continental en 24 horas, comisiones carísimas de funcionarios lerdos apuran ahora reuniones inútiles, o cuyas conclusiones, tardías cuando no trágicas, alucinan soluciones para un futuro que aún inmediato, no deja de resultar lejano… Que traer gas licuado de Estados Unidos, que reducir el consumo un poco más, que extraerlo de África, que echar a la chimenea todos los muebles…
Recién comienza la primavera en Europa, pero el invierno volverá sin faltas cuando acabe el verano. ¿Y entonces?... ¿Las bravuconadas y las ironías que hoy cruzan Obama y Putin, las amenazas de la Merkel y sus reugos, el avance de las tropas rusas, habrán terminado?... ¿Todo se habrá resuelto? O por el contrario Putin le habrá cortado el gas a Europa, recordándole así, como a Napoleón y a Hitler, lo duro que suele ser el invierno ruso.
Mientras tanto, esto es lo que hay: muertos que siguen muriendo, tropas de un lado y del otro que se desplazan y parapetan; parlamentarios futboleros, jefes de estado que se burlan, cambian ironías, se empujan y se amenazan, y dan marcha atrás y vuelven a empezar, sin encontrar nunca la salida.
Ayer también, el severo Alfredo Grieco y Bavio, en un muy lúcito artículo (ver aquí), recordaba -como El Martiyo siempre- las cada vez más y más temibles analogías de este presente europeo, con aquel plácido verano de cien puntuales años atrás.
Y China –a todo esto- busca el avión malayo. ¿Sí?...

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jueves, 4 de julio de 2013

LA VIEJA EUROPA, o el nuevo patio trasero de los EE.UU...


En un episodio por demás didáctico, sin perder su sabia sonrisa aborigen, Evo Morales ilustró al mundo sobre la actual relación de fuerzas internacionales que lo tensa; y hasta qué punto ahora el patio trasero de los Estados Unidos ya no es la emergente América Latina, sino la vieja Europa de la Nueva Unión terminal.


VEJÁMENES DE LA CONQUISTA





“En 1517 el P. Bartolomé de las Casas tuvo mucha lástima de los indios 
que se extenuaban en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas, 
y propuso al emperador Carlo V la importación de negros, que se extenuaran en los laboriosos infiernos de las minas de oro antillanas”.
Jorge Luis Borges, (El atroz redentor Lazarus Morell).


"El colonizador europeo, ahora se ha convertido en colonizado".
Evo Morales



Cuando allá por el 2008 Barak Obama ganaba sus presidenciales, y por todo el mundo todo tipo de personas se alegraba por el cambio que suponía; El Martiyo prefirió subrayar el retorcido racismo que animaba tales festejos, reducidos en lo sustancial a que el nuevo presidente era negro. Como si alguna raza fuera mejor, o superior, que las otras. “Un presidente de los Estados Unidos –decíamos allí- será siempre un presidente de los Estados Unidos”. El tiempo apagó aquellos festejos, y nos dio la razón. Que no es para festejar.
Muy por el contrario, la invasión a Pakistán en mayo de 2011 para la ejecución sumaria de un ciudadano saudí (Osama Bin Laden); y ahora, el atentado físico, moral y jurídico a un jefe de estado extranjero (Evo Morales); nos dejan toda la razón del mundo: no hay nada que festejar...
A no ser el contraste que nos permite confirmar que el yugo que antes cargaba América Latina, ahora lo lleva la Unión Europea, cuya sumisión a los amos de Washington, ayer quedó mundialmente expuesta. ¿pero es para celebrar la vergüenza ajena?... 
En la Casa Blanca tampoco hubo alegría. Cambiaron un jardín infinito, por un castillo en ruinas. Europa es tierra yerma, unión de estados en estado terminal desde siempre en conflicto. Razas bravas de saqueadores, sus broncas étnicas llevan siglos sin resolverse ni a tiros, mientras sus países son dibujos en los mapas que desdibujan con frecuencia entre imperios que se deshacen, y por lo tanto desesperan. No, Europa no es Latinoamérica, pero responde mejor.
Con subordinación y sin ningún valor, España, Portugal, Italia y Francia no precisaron siquiera un mail de la Casa Blanca para violar en su nombre todos los tratados y las leyes y los protocolos internacionales, reteniendo, o sea: deteniendo; o sea secuestrando, a un jefe de estado extranjero, con el correspondiente riesgo para su seguridad y la de su comitiva. Todo en nombre del amo.
El hecho alcanza su significado más desgraciado cuando se recuerda el sólo móvil de tantas vejaciones: apenas la escuálida posibilidad -el rumor, la ilusión, la fantasía o/y el pánico-, de que a bordo del avión presidencial boliviano se escapara el espía norteamericano Edward Snowden, el hombre que acaba de avisarle, a toda Europa, que los Estados Unidos también los espía a ellos, les chupa los teléfonos, y les revisa el correo. A todos, y a cualquiera. Y sin embargo…
En nuestra sección Europa en Guerra, venimos anunciando el trágico desenlace bélico que acecha una vez más –y van- al viejo continente, (como se ve, ya demasiado viejo).  
La soberanía económica resignada ante los gerentes de la "troika"; la soberanía política de todos los miembros de la zona del euro a los humores de Alemania; la recurrencia demente en plena crisis a las recetas del FMI, que en las últimas décadas del siglo XX gangrenaron a Latinoamérica; la carísima protección militar que le pagan desde hace más de medio siglo al Pentágono; no son síntomas sino causas de un presente que no ofrece -como Winston Churchill hace setenta años-, más que sangre, sudor y lágrimas. Y sin embargo…
Ajustes y más ajustes, desocupación y más desocupación, recesión y más recesión, decepción, resentimiento, mucho resentimiento, y un gran desconcierto entre sus pueblos, que sin entender y hartos, ahora se preguntan por qué se la agarran con Evo, si el que los espía es Obama.
Pero sus líderes no responden, evaden o se esconden, ensayan explicaciones aerotécnicas, y disculpas que dan vergüenza...
En contraste, ante los hechos, América Latina reacciona como una sola gran nación de estados de verdad soberanos. Hoy ya se reúne de urgencia la Unasur, y ayer todos los presidentes todos manifestaron sin eufemismos su rechazo al imperialismo norteamericano y sus colonias europeas.
Tal vez hay algo para celebrar, sí, pero es sólo eso: un contraste, un juego de luces y sombras entre lo que es y debe ser, y lo que ya fue, y así terminaEntre una América Latina que emerge soberana, y esa Europa colonial, que por algo se deshace.
Como síntesis estética del nuevo mundo que nos toca; rescatamos de este episodio tan ilustrativo, la inmensa figura sencilla de Evo Morales cruzando los cielos de la Tierra sin encontrar por dónde, y sin perder la sonrisa, mientras nos explica, sin palabras casi, pero con ancestral contundencia, qué poco han progresado los genocidas de la Conquista.

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martes, 29 de enero de 2013

EUROPA EN GUERRA: INTELECTUALES EUROPEOS AVISAN HOY LO QUE EL MARTIYO AVISÓ HACE AÑOS.



Apenas inauguramos este blog, en octurbre de 2008, con el nombre El Martillo, en la comunidad de Clarín, presentamos  nuestra sección Europa en guerra, con un post que avisaba ya desde su título: Europa se termina otra vez. Hoy doce altos intelectuales europeos, nos repiten y anuncian, casi un lustro después , el final de Europa.

DEMASIADO TARDE PARA LÁGRIMAS




“Europa no está en crisis, está muriéndose”, dice el Manifiesto por la Unión titulado Europa o el caos, firmado or doce intelectuales europeos y hecho público el último sábado en distintos diarios de allá. “Europa como voluntad y representación, como sueño y como construcción, esta Europa que pusieron en pie nuestros padres, esta Europa que supo transformarse en una idea nueva, que fue capaz de aportar a los pueblos que acababan de salir de la Segunda Guerra Mundial una paz, una prosperidad y una difusión de la democracia sin precedentes, pero que, ante nuestros propios ojos, está deshaciéndose una vez más”.
Subrayamos: “una vez más”.
Esto decíamos nosotros allá por octubre del 2008: “Todo nos avisa que Europa se termina otra vez. Nos gustaría anunciar otra cosa, pero no vemos otra cosa. Vemos inflación, desocupación, recesión, inmigración ilegal, necesaria pero resistida, extinción… antes de cada gran guerra, las cosas estaban incluso mejor. Ya nos gustaría anunciar como angelitos trompetudos un futuro dorado… pero no es lo que vemos… Y tampoco nos place parecer apocalípticos, pero no podemos negar lo que vemos, no importa si nadie más quiere verlo…  Europa en llamas, vemos… otra vez, sí…”.
El post se titulaba “Europa se termina otra vez”.
Subrayamos: “otra vez”.
El lustro casi que dista entre uno y otro texto, confirma la condición de profética que le asignamos a nuestra sección Europa en guerra, pero, sobre todo, la parsimonia o falta de reflejos de las clases pensantes europeas, que recién ahora, después de juntar doce, , avisan lo que este humilde blog viene advirtiendo hace ya tanto.
¿Duermen? ¿Son bobos? Ni una cosa ni la otra.
La mayoría de ellos simplemente participaba de la fiesta envueltos en su propia nube de esplendor, y ahora que el agua sube y los alcanza, ahora que el abismo se abre bajo sus propios pies… por fin lo ven.
Europa se termina una vez más, otra vez… y van…
Es poco y nada lo que podemos agregar a lo ya dicho en tantos posts, sin parecer que nos jactamos, pese a que alguna vez explicamos por qué sencillo método llegamos a esas visiones (ver Confesiones de un profeta).
Hoy doce iluminados intelectuales europeos, rasgan sus vestiduras y nos repiten en un manifiesto tardío y vano. Europa ya está jugada, y no se dieron cuenta.
Acto seguido, se reunieron los doce en el teatro Rond Point de París: Vassilis Alexakis, Hans Christoph Buch, Juan Luis Cebrián, Umberto Eco, György Konrád, Julia Kristeva, Bernard-Henri Lévy, Antonio Lobo Antunes, Claudio Magris, Salman Rushdie, Fernando Savater y Peter Schneider,
(Le recordamos al lector que toda esta gente suele cobrar por estas cosas, o, en su defecto, obtienen a cambio difusión y prensa para sus obras y presentaciones).
Sentaditos sobre un escenario; reclamaron la unión política que les fue históricamente imposible, y ninguno de ellos recordó por qué.
Pidieron por la Europa que soñaron sus padres al salir de la Segunda Guerra, y no ven que allí la tienen.
Con facilismo televisivo, Umberto Eco la embistió contra Berlusconi, pero nada dijo del pueblo que lo votó.
El alemán Konrád, bien alemán, recordó que la Merkel los había salvado de la “negligencia de los países del Sur”, y con la misma cara calificó de “superficiales, nefastas y muy peligrosas las divisiones ideológicas norte-sur”.
El francés Bernard-Henry Levy, en nombre de la patria, negó que la intervención en Mali sea un rescoldo colonial, y en cambio advirtió que “Europa está viendo surgir a sus puertas un estado terrorista, y se lava la manos”, (en alusión, entendemos, al poco y cero apoyo brindado por las potencias occidentales  a la invasión de Francia en Mali).
Y así por ahí, bla-blá bla-blá, sin acuerdos, propuestas ni soluciones, se fue deshilachando este debate titulado Europa o el caos, y en el cual doce distinguidos pensadores europeos, expresaron con tanta claridad, “encarnaron”, diríamos mejor, las verdaderas razones por las cuales Europa se termina otra vez.

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sábado, 17 de noviembre de 2012

EUROPA EN GUERRA: 14N: PARA SABER CÓMO ES LA LIBERTAD...

Premonitorios ilustrábamos nuestro último post sobre el 8N en la Argentina, con la foto de una señora muy bien, que en absoluta libertad, portaba su cartelito que decía LA LIBERTAD NO SE TOCA.
Antes de una semana sobrevino en toda Europa el 14N.
Corolario de una huelga general, desde Atenas hasta Lisboa la gente salió a las calles y a los gritos, y el gobierno continental de Angela Merkel aprovechó para explicarles cuál es entonces la alternativa a tanto recorte y tanto ajuste: palo y puro palo.  
Seguramente esa señora bien de nuestra foto, se quejaba por Buenos Aires soñando con ser Europa.

PARA SABER CÓMO ES LA LIBERTAD

14N. Tsaloniki. Grecia.


Debemos recordar sin solución ni jactancia que nosotros no avisamos apenas el presente derrumbe de la Unión Europea, sino su consecuencia fatal: otra guerra multinacional en su propio territorio.

14N. Madrid. España.
 Y no nos jactamos, porque no resulta de una capacidad profética especial, ni nada por el estilo. Es sólo sumar y restar, sin pasiones, sin preconceptos; sin olvidar que el euro no es sino viejo un truco monetario cuyas tentaciones y desastres los argentinos conocimos muy bien; y que al fin y al cabo Europa tiene más años de su historia de guerra, que en paz. Si es que paz se le llama a la tensión constante.
En la red diluvian imágenes de la violenta represión con que los democráticos gobiernos europeos responden a los reclamos de sus pueblos, que piden apenas trabajo, pan y vivienda; no ya vacaciones en el exterior, ni libre fuga de divisas… ¿qué divisas?...
Hace mucho lo advertimos: al caos le sucede el vacío, y de ese vacío, especialmente en Europa, puede, podría, surgir cualquier cosa. Ya se ha visto.
14N. Atenas. Grecia.
Por las calles de Atenas el partido Amanecer Dorado reparte comida para aliviar el hambre, pero a los extranjeros ni agua. Los extranjeros que se vayan. También lo avisamos: “ya no hará falta disimular la xenofobia, el odio será bandera, el otro la excusa, el enemigo que nunca les faltó”.
58 por ciento de los jóvenes españoles no tiene trabajo, ni, por lo tanto, futuro. Más de la mitad de la fuerza mejor de todo un país. A la deriva. Sin nada o casi nada que perder. En Grecia en esa franja el desempleo alcanza apenas el 53 por ciento, pero en constante ascenso.
14N. Atenas. Grecia.
Desde la suprema Alemania, el gobierno continental de Angela Merkel dispone apretar aún más. Ajustes, y recortes. Menos gasto público. Menos seguridad social, más flexibilidad laboral... ¿El pueblo?... Hitler pensaba lo mismo en el bunker de su final: “el pueblo me trajo hasta aquì, ahora que se la aguante”.
Pero los pueblos se ponen testarudos, claro, se resisten. No quiere, lógico. Son conquistas, dicen. Se indignan, piden respuestas. Piden pan y les rompen el pescuezo. Sin eufemismos, sin hipocresías. Gases, palos y balas de goma. Hay de las otras, si quieren. 
Amigos europeos nos llaman desde allá. Desde Barcelona, desde Atenas, desde Milán. Nos escriben. Se quejan desconcertados. Los políticos no hacen nada, dicen... No sabemos cómo explicarles: ¿qué políticos? No hay políticos en Europa.
Los políticos europeos son desde hace rato literalmente empleados de los grandes bancos y/o, genéricamente, de los grandes capitales de esa Europa que se derrumba. Empleados de esos bancos, por lo tanto, no traen soluciones para la gente. No son empleados de la gente, no sabemos cómo explicarlo.
14N. Lisboa. Portugal.
La Europa de la que todavía nos hablan dejó de existir cuando nació la Nueva Europa, la de la Unión, la que tampoco existe ya. Lo que resta es una inercia, una resaca, el explosivo comienzo de un big bang, en tal caso... 
En el inicio de la fiesta cada país integrante entregó a su turno su destino a los bancos, vale decir, la suerte de sus pueblos.
“Hipotecas”, son su versión individual, personal. En lo colectivo se les dice “déficit fiscal”, “deuda pública”, “deuda externa”, en fin: están hipotecados. Todos esos países. En manos de los acreedores, que tienen forma de bancos, de grandes bancos. La trampa era el Euro, y ellos ya lo sabían cuando la activaron, porque un experimento igual acababa de estallar en la Argentina.
Y las clases medias europeas bailaron locas de alegría sobre las arenas movedizas de esa mentira monetaria.
Por fin podían viajar desde los días de la Conquista, comprarse autos, televisores, ¡casas!, el dinero llovía, los bancos te lo daban sin preguntar demasiado, y la gente lo agarraba y preguntaba muchos menos. Felices danzaban, y se hundían.
El delirio de un destino dorado no duró nada. Ni siquiera una década.
La trampa funcionó, la gente fue la presa, y ahora es la comida.
14N. Valencia. España.
Hoy aquellos grandes bancos son más grandes todavía. Reemplazaron la producción por las finanzas, aprendieron el negocio de la política, compraron los grandes medios, y desde esos medios, lustrosos columnistas -empleados también por los mismos patrones-  explicaban cualquier cosa menos lo que estaba sucediendo, mientras fabricaban sus propios candidatos para que después el pueblo, soberano, los vote. 
Por eso tanto repiten que no hay plan B: porque no hace falta. El A marcha de perlas.
Patria grande cosida de apuro, de la Unión Europea ya no se habla sino con sorna, o resentimiento.
Y mientras tanto esos pueblos, que nunca se quisieron, que siempre se pelearon, despiertan de pronto atados como alpinistas a la misma cuerda de un euro que se deshilacha. Ya nadie confía en su vecino.
El matrimonio franco-alemán que parió tremenda bestia, se ha roto hace rato, y donde hubo fuego, ya no hay cenizas, sino más fuego, otro fuego.
Y la bestia, suelta, enajenada, ya fuera de control, como en la fábula de Frankestein, vuelve por ellos y destroza a su paso toda la comarca.
¿Qué podemos decir que no hayamos dicho ya, y cómo no decir algo ante el incendio iniciado?...
Políticos perimidos, sin poder sobre los hechos, sin representación ante las masa; masas indignadas, resistentes, apaleadas pero desesperadas; naciones, estados, que avanzan sobre otros estados; soberanías borrosas, deudas impagables, desempleo, usura, desalojos, suicidas recesión, racismo, revanchas, recuerdos, miedo, mucho miedo, y como toda respuesta, palo y puro palo y más ajuste, más recortes.
La libertad no se toca. Ja.
Al caos le sucede el vacío, sí.
Pero el vacío dura nada, y lo que surge de la nada, casi siempre es cualquier cosa.


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