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sábado, 17 de noviembre de 2012

EUROPA EN GUERRA: 14N: PARA SABER CÓMO ES LA LIBERTAD...

Premonitorios ilustrábamos nuestro último post sobre el 8N en la Argentina, con la foto de una señora muy bien, que en absoluta libertad, portaba su cartelito que decía LA LIBERTAD NO SE TOCA.
Antes de una semana sobrevino en toda Europa el 14N.
Corolario de una huelga general, desde Atenas hasta Lisboa la gente salió a las calles y a los gritos, y el gobierno continental de Angela Merkel aprovechó para explicarles cuál es entonces la alternativa a tanto recorte y tanto ajuste: palo y puro palo.  
Seguramente esa señora bien de nuestra foto, se quejaba por Buenos Aires soñando con ser Europa.

PARA SABER CÓMO ES LA LIBERTAD

14N. Tsaloniki. Grecia.


Debemos recordar sin solución ni jactancia que nosotros no avisamos apenas el presente derrumbe de la Unión Europea, sino su consecuencia fatal: otra guerra multinacional en su propio territorio.

14N. Madrid. España.
 Y no nos jactamos, porque no resulta de una capacidad profética especial, ni nada por el estilo. Es sólo sumar y restar, sin pasiones, sin preconceptos; sin olvidar que el euro no es sino viejo un truco monetario cuyas tentaciones y desastres los argentinos conocimos muy bien; y que al fin y al cabo Europa tiene más años de su historia de guerra, que en paz. Si es que paz se le llama a la tensión constante.
En la red diluvian imágenes de la violenta represión con que los democráticos gobiernos europeos responden a los reclamos de sus pueblos, que piden apenas trabajo, pan y vivienda; no ya vacaciones en el exterior, ni libre fuga de divisas… ¿qué divisas?...
Hace mucho lo advertimos: al caos le sucede el vacío, y de ese vacío, especialmente en Europa, puede, podría, surgir cualquier cosa. Ya se ha visto.
14N. Atenas. Grecia.
Por las calles de Atenas el partido Amanecer Dorado reparte comida para aliviar el hambre, pero a los extranjeros ni agua. Los extranjeros que se vayan. También lo avisamos: “ya no hará falta disimular la xenofobia, el odio será bandera, el otro la excusa, el enemigo que nunca les faltó”.
58 por ciento de los jóvenes españoles no tiene trabajo, ni, por lo tanto, futuro. Más de la mitad de la fuerza mejor de todo un país. A la deriva. Sin nada o casi nada que perder. En Grecia en esa franja el desempleo alcanza apenas el 53 por ciento, pero en constante ascenso.
14N. Atenas. Grecia.
Desde la suprema Alemania, el gobierno continental de Angela Merkel dispone apretar aún más. Ajustes, y recortes. Menos gasto público. Menos seguridad social, más flexibilidad laboral... ¿El pueblo?... Hitler pensaba lo mismo en el bunker de su final: “el pueblo me trajo hasta aquì, ahora que se la aguante”.
Pero los pueblos se ponen testarudos, claro, se resisten. No quiere, lógico. Son conquistas, dicen. Se indignan, piden respuestas. Piden pan y les rompen el pescuezo. Sin eufemismos, sin hipocresías. Gases, palos y balas de goma. Hay de las otras, si quieren. 
Amigos europeos nos llaman desde allá. Desde Barcelona, desde Atenas, desde Milán. Nos escriben. Se quejan desconcertados. Los políticos no hacen nada, dicen... No sabemos cómo explicarles: ¿qué políticos? No hay políticos en Europa.
Los políticos europeos son desde hace rato literalmente empleados de los grandes bancos y/o, genéricamente, de los grandes capitales de esa Europa que se derrumba. Empleados de esos bancos, por lo tanto, no traen soluciones para la gente. No son empleados de la gente, no sabemos cómo explicarlo.
14N. Lisboa. Portugal.
La Europa de la que todavía nos hablan dejó de existir cuando nació la Nueva Europa, la de la Unión, la que tampoco existe ya. Lo que resta es una inercia, una resaca, el explosivo comienzo de un big bang, en tal caso... 
En el inicio de la fiesta cada país integrante entregó a su turno su destino a los bancos, vale decir, la suerte de sus pueblos.
“Hipotecas”, son su versión individual, personal. En lo colectivo se les dice “déficit fiscal”, “deuda pública”, “deuda externa”, en fin: están hipotecados. Todos esos países. En manos de los acreedores, que tienen forma de bancos, de grandes bancos. La trampa era el Euro, y ellos ya lo sabían cuando la activaron, porque un experimento igual acababa de estallar en la Argentina.
Y las clases medias europeas bailaron locas de alegría sobre las arenas movedizas de esa mentira monetaria.
Por fin podían viajar desde los días de la Conquista, comprarse autos, televisores, ¡casas!, el dinero llovía, los bancos te lo daban sin preguntar demasiado, y la gente lo agarraba y preguntaba muchos menos. Felices danzaban, y se hundían.
El delirio de un destino dorado no duró nada. Ni siquiera una década.
La trampa funcionó, la gente fue la presa, y ahora es la comida.
14N. Valencia. España.
Hoy aquellos grandes bancos son más grandes todavía. Reemplazaron la producción por las finanzas, aprendieron el negocio de la política, compraron los grandes medios, y desde esos medios, lustrosos columnistas -empleados también por los mismos patrones-  explicaban cualquier cosa menos lo que estaba sucediendo, mientras fabricaban sus propios candidatos para que después el pueblo, soberano, los vote. 
Por eso tanto repiten que no hay plan B: porque no hace falta. El A marcha de perlas.
Patria grande cosida de apuro, de la Unión Europea ya no se habla sino con sorna, o resentimiento.
Y mientras tanto esos pueblos, que nunca se quisieron, que siempre se pelearon, despiertan de pronto atados como alpinistas a la misma cuerda de un euro que se deshilacha. Ya nadie confía en su vecino.
El matrimonio franco-alemán que parió tremenda bestia, se ha roto hace rato, y donde hubo fuego, ya no hay cenizas, sino más fuego, otro fuego.
Y la bestia, suelta, enajenada, ya fuera de control, como en la fábula de Frankestein, vuelve por ellos y destroza a su paso toda la comarca.
¿Qué podemos decir que no hayamos dicho ya, y cómo no decir algo ante el incendio iniciado?...
Políticos perimidos, sin poder sobre los hechos, sin representación ante las masa; masas indignadas, resistentes, apaleadas pero desesperadas; naciones, estados, que avanzan sobre otros estados; soberanías borrosas, deudas impagables, desempleo, usura, desalojos, suicidas recesión, racismo, revanchas, recuerdos, miedo, mucho miedo, y como toda respuesta, palo y puro palo y más ajuste, más recortes.
La libertad no se toca. Ja.
Al caos le sucede el vacío, sí.
Pero el vacío dura nada, y lo que surge de la nada, casi siempre es cualquier cosa.


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