////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
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sábado, 27 de octubre de 2018

EL MARTIYO: DIEZ AÑOS DE PERIODISMO INDEPENDIENTE (ma´qué TN)…




A mediados de 2008 los sospechosos de siempre (la Sociedad Rural, los grandes medios, los sectores más reaccionarios de la Iglesia y las Fuerzas Armadas, la derecha de siempre, y desde luego la Embajada Norteamericana), una vez más intentaron un golpe de estado en la Argentina. La noticia no era esa: la noticia era que por primera vez las masas sin jardines ni macetas, salían en defensa de lo que creían “el campo”. 
Semejante confusión tenía un culpable: los grandes medios, el grupo Papel prensa, lo que nos gusta resumir como: Clarín, lo que es, supone y oculta. Decididos a enfrentarlos, hicimos de nuestra herramienta un arma. 
Nacía El Martiyo.


Las Jornadas de Octubre



"Prefiero ser martillo que yunque".
Julio Popper


El 4 de octubre del año 2008 El Martiyo irrumpía en el universo virtual.
Entonces se llamaba El Martillo y aparecía en la comunidad de Clarín.blogs, dispuesto a ser la quinta columna que los mordiera por dentro. Aquella convivencia se fue tensando a tal punto, que dos años después, el día que murió Néstor Kirchner, decidimos clonarnos en la comunidad Blogger ya bajo el nombre de El Martiyo. Apenas el 11 de noviembre, quince días más tarde, Clarín nos censuraba y nos clausuraba condecorándonos a la vez con la frase que hoy nos encabeza como una medalla: BLOG DISTINGUIDO POR EL GRUPO CLARÍN CON LA EXPULSIÓN Y PROHIBICIÓN ABSOLUTA EN SU COMUNIDAD, JAJÁ.
Nos gusta pensar que El Martiyo nació en octubre, como el peronismo, el 4 El Martillo, el 27 El Martiyo. Así que tomamos el año del primero y la fecha del segundo, para conmemorar hoy su primera década de periodismo de verdad independiente, libre, sin anunciantes ni patrones, sin intermediarios mercantiles entre mis ansias y mis lectores. Como si fuera posible la felicidad.
Por aquellos mismos días de 2008 nacía también el programa de la Televisión Pública 678. Vale mencionarlo porque en el fondo teníamos el mismo origen, las mismas necesidades, el mismo objetivo: denunciar, o más bien revelar la dinámica de la manufacturación de la realidad del periodismo hegemónico. Eso que nos jactamos de haber bautizado: el periodismo industrial.
Eran los días cuando la misma argentina que más tarde alucinaría en Macri al arcángel Gabriel, entonces le colgaba las patillas de San Martín al insustancial Cleto Clobos, hoy extinto político.
Pero la sorpresa no estaba, desde luego, en la traición de un radical asustadizo, ni mucho menos en la sempiterna codicia de la viejísima Sociedad Rural, ni en los cuatro machos del agraonegocio y su rancia oligarquía terrateniente, ni en la voracidad sanguinaria del Grupo Papel Prensa. La sorpresa, la única y grande, fueron aquellas multitudes sin macetas ni jardines que de pronto salieron a defender “al campo”.
Por primera vez desde no recordaban cuándo un gobierno nacional y popular los protegía y enfrentaba a los poderes concentrados en beneficio de las grandes mayorías, y sin embargo… Algo andaba mal, muy mal, y para mí, y no sólo para mí, el nudo del problema era Clarín, lo que es, supone y oculta.
Entonces por algunas semanas Magnetto & Co. alcanzaron el dominio de la situación nacional. Promovieron y celebraron el corte de rutas, el desabastecimiento, la confusión y la injuria, encubrieron el lock-out patronal como alguna vez el genocidio, y al fin, por un voto, lograron quebrar la voluntad del Gobierno.
A punto estuvieron de disponer su caída.
Fue una demostración de poder inédita, que bien supieron ocultar detrás de los títeres de la hora: el desdentado De Angelis, el bárbaro Hugo Biolcatti, la infaltable Carrió, Cobitos… Días de gloria cuando Magnetto todavía conseguía esconderse detrás de cualquier arbusto. Pero la victoria era suya, y lo sabia. Nunca había llegado tan alto, tan hondo. Era el mediodía de Clarín. Comenzaba su lento declinar hacia el ocaso.
Kirchner le preguntaba entonces si estaba “nerviosho”.
Se acuñaba y multiplicaba el eslogan Clarín Miente.
Nacía 678.
Nacían El Martiyo y tantos otros blogs y portales dispuestos a la tarea urgente de incendiar la caverna de Platón, de revelar el lado oscuro de la industria periodística argentina. De enfrentar al ventrílocuo y no perder más tiempo con muñecos.
De eso se trata El Martiyo, un blog argentino, hecho por un argentino, escrito en argentino, y dirigido a todos los argentinos de cualquier nacionalidad que fueran.
Urgidos por la urgencia, nunca nos planteamos un periodismo informativo o de investigación, eso lo dejamos para El Martiyo Plus. Aquí preferimos encuadrarnos en lo que nos gusta llamar periodismo de barricada, asentado en una serie de sobreentendidos, siempre cuidando la información consignada, pero sin pretensiones de objetividad porque elegimos la honestidad, y, pese a ser un blog unipersonal, ya de movida adoptamos la primera persona del plural para no abjurar de las responsabilidades que a todos nos caben por este mundo que supimos conseguir. Y por el cual instauramos la sección Mundo Mundial.
Porque como somos argentinos, ningún tema nos es ajeno. La política, el fútbol, el amor, la guerra, el arte, la música, el cine, las chicas, y sobre todo la Argentina, por eso nuestra sección más copiosa es La Patria Escrita.
Para que no falte el humor surgieron las secciones Anékdotas (“chiste” en griego moderno), Destellos Apócrifos, Aforismos, Los chistes de Perón y Los chistes de Borges, en una especie de contrapunto ideal entre esa Argentina posible, aunque imposible.
Nos permitimos la profecía en nuestra sección Europa en Guerra, donde advertíamos entonces lo que vemos hoy.
Pero en el fragor de la batalla, no olvidamos la canción. Nuestro objetivo siempre fue Clarín, lo que es, supone y oculta. Su historia (Papel Prensa, el genocidio encubierto, las AFJP, la fuga de divisas, le pesificación a costa de todos nosotros), su prepotencia monopólica, sus inciertos propietarios (Goldman Suchs, Barton Group), los  delitos de lesa humanidad de sus distinguidos directores: Bartolomé Mitre, Héctor Magnetto, Ernestina Herrera de Noble, la historia de sus hijos sin resolverse todavía… Golpeamos donde más les dolía y desde su propia comunidad… Entonces desplegamos nuestras secciones Medios Medios, La guerra con DOS medios, y El Martiyo contra Clarín, crónicas de algunas batallas muy puntuales; y desde luego, La Patria Escrita.
Para dar testimonio directo de algunos procedimientos habituales y repugnantes del periodismo industrial, nos inmolamos en nuestra sección Memorias de un mercenario (breves relatos de mis días de plomo).
Colorín colorado, la mañana del 11 de noviembre de 2010 Clarín nos clausuraba El Martillo: this blog has been archived or suspended, decía el cartelito en inglés, los muy cipayos…
Conocedores del Grupo -por dentro y por fuera-, quince días antes, precavidos, inaugurábamos El Martiyo con un posteo casi en crudo, urgente, sin arabescos ni copetes ni fotos y rápidamente titulado MURIÓ NÉSTOR KIRCHNER. Abajo Blogger consigna la fecha y la hora de su publicación: 27 de octubre, 15.40. Hora de afinar la resistencia.
Mucha web corrió desde entonces, desde aquél octubre de El Martillo y ese otro de El Martiyo. Diez años, mucha web…
En cuanto a nuestra guerra con el Grupo… A la luz de la actualidad podría pensarse en una inmensa derrota: Magnetto maneja la Corte Suprema y el Poder Ejecutivo, y el Grupo se convirtió en la empresa más grande del país, y el mayor conglomerado periodístico de la región, sí… Pero la victoria es nuestra: el diario, la marca, su prestigio periodístico, ya no existe.
Pagaron su codicia con los restos de su credibilidad. Ya nadie, ni los propios lo citan sin disculparse antes; vende menos que en 1963 cuando el país tenía 15 millones de habitantes, su edición digital sigue sin dar ganancias, Lanata pierde con Mirko, el eslogan de TN “periodismo independiente” se ha vuelto un chiste en sí mismo, y no hay político que al menos en público no luche por despegarse del nombre de Héctor Magnetto. Crecieron mucho, sí… pero hoy son sólo negocios, periodismo cero.
Periodismo es El Martiyo.
Periodismo libre, independiente de verdad.
Diez años.
LTA, Clarín.



* * *

domingo, 10 de noviembre de 2013

CRÓNICA ANTICIPADA DE UNA MUERTE ANUNCIADA: CLARÍN.


Tic, tac, Clarín, el monopolio, comienza a deshacerse. 
Ni de un lado ni del otro se esperan grandes cambios, y sin embargo, el tiempo y los hechos demostrarán lo contrario. 
El derrumbe puede ser lento, pero tampoco demasiado. Una nueva competencia hará lo que falta, le comerá espacio al Grupo, absorberá sus periodistas repletos de secretos y resentimientos; el ataque a Magnetto su historia y sus delitos será redoblado, el prestigio perdido no volverá jamás, sus costos se elevarán, y en menos de lo que usted supone, estimado lector, hablaremos de otra cosa.

¿QUÉ CLARÍN?



Mientras por un lado mandaban a María Laura Santillán a gritar que Sabatella quería intervenir “de facto” al Grupo Clarín –pese a que la Corte Suprema y los otros dos poderes de la República ya habían declarado constitucional lo que ocurría-, por otro lado Magnetto apuraba la adecuación voluntaria a la ley de medios. Las acciones del Grupo habían caído un 30 por ciento, y una tasación oficial haría polvo el resto, por mucho que gritara en su delirio María Laura Santillán. El fin había llegado.
Superada su crisis de nervios, la Santillán continuó con el nuevo guión que ahora le bajaban. El Grupo “respetaría la decisión de la Corte” –dijo sin explicar cuál sería la alternativa-, pero Clarín seguiría siendo Clarín, y aquí no ha pasado nada. Otro delirio de una mujer muy obediente, pero sin nociones de la realidad. El fin ha comenzado.
Ahora Clarín deberá desprenderse de algunas licencias, y aunque podría partirse en varias sociedades, tales sociedades deberían ser por completo independientes entre sí, deberán montar administraciones distintas, cuentas distintas, y un marketing completamente diferente. Otros costos, pero con menos ingresos, o sea…
Según consigna hoy el incontestable Verbitsky, una vez recuperados del shock que les produjo la desobediencia de la Corte, el propio Ricardo Kirchbaum –secretario general de redacción- encaró a la tropa y le advirtió los cambios por venir. Escribe Verbitsky hoy en Página:
“Ricardo Kirchbaum, anunció a la redacción que ante “el avance del gobierno sobre los medios críticos” y la merma de circulación y de anunciantes decidieron “profundizar el proceso para la convergencia” del papel y la edición digital y el desarrollo de nuevos medios. Con ese fin informó sobre un nuevo rediseño del diario en papel y una nueva web de noticias y de servicios y de entretenimientos, para “satisfacer intereses más diversos con los nuevos lenguajes visuales, adecuados a los nuevos hábitos y tendencias”. La nueva web “se nutrirá de los contenidos que tienen más repercusión social en las redes”, organizada por áreas en vez de secciones, de acuerdo con las necesidades y preferencias de la audiencia digital. “Toda la redacción trabajará sin importar el soporte final. Los textos podrán ir al diario impreso y luego enriquecerse con videos o audios para la publicación digital o al revés”, para aprovechar mejor los recursos disponibles. No explicó si hubo una negociación previa con los sindicatos que agrupan a sus trabajadores para que acepten “el cambio más importante que hemos emprendido”, una apuesta “en la que se juega la perspectiva laboral de todos”.
En términos de realidad, esto significa que ahora vendrán conflictos internos –más costos-, periodistas descontentos –menos producción-, y por lo tanto, dispuestos a irse. A su vez, por la propia dinámica de la ley y el mercado, la competencia crecerá, absorbiendo así, en muchos casos, a muchos de esos periodistas descontentos dispuestos a irse. Y muchos de ellos –sino todos- se irán de Clarín repletos de secretos, y de resentimientos. Y una vez del otro lado, en nombre de la libre competencia, claro, atacarán. Duro.
A todo esto el prestigio de Clarín -evaporado al fuego intenso de la mentira sistemática-, ya no existe, y por eso ahora, perdida la prepotencia de volumen, Magnetto le ordena a Kirchbam esos cambios. Tarde.
El mentiroso sistemático, por su propia patología, olvida que su palabra ha perdido todo crédito. El prestigio ido no volverá jamás, y así entonces, los nuevos ataques de la nueva competencia, serán cada vez más destructivos.
En paralelo, el “oportuno” descubrimiento de las actas de la dictadura por parte de la Aeronáutica, ya ofrece nuevas pruebas de la relación directa entre la venta de Papel prensa, el secuestro de la familia Graiver, y la estrecha participación de Héctor Magnetto, Ernestina Herrera de Noble, los Mitre y los Peralta Ramos; actualmente imputados por crímenes de lesa humanidad. Distraídos por esta lucha cada vez más  desesperada, seguramente Magnetto arrastrará en ella los vestigios del Grupo hasta el fondo de su barro… o acaso sus socios no imputados terminen por abandonarlo… En cualquiera de los casos, allí el final del final, estará cerca.
La nueva competencia, ya para entonces más vigorosa y mejor organizada, nutrida de hombres y secretos del exmonopolio; será letal.
Les cobrará en nuevos y reveladores y truculentos detalles la sucia historia que los volvió tan fuertes, revisará sus crímenes, sus socios y sus negocios, maniobras, extorsiones y sobornos que los llevaron a convertirse en uno de los mayores conglomerados de medios del mundo, y será un final de espanto, solitario y total.
Los que todavía hoy quieren creerle, compran Clarín o miran TN -por odio a Cristina, por ignorancia ilustrada, por inconsistencia ideológica, o por infección informativa-; tampoco estarán. Decepcionados como traicionados por la derrota de un monopolio que soñaron invencible, le darán la espalda y lo dejarán morir así, solo, mal, del todo…
Conforme la verdad de lo que fueron –e hicieron- quede por completo expuesta a través de los distintos medios de la nueva competencia –que así también, restándole espacio a Clarín, buscarán su propio espacio-, y más allá de quién gobierne por entonces –porque la verdad probada seguirá siendo la verdad- el desprestigio de hoy se convertirá en oprobio, y los últimos periodistas que trabajen para el Grupo querrán salir corriendo, o Magnetto tendrá que pagarles mucho más que la competencia, y así, pataleando en la ciénaga, se hundirá más y más...
El desgano, el desinterés, el hartazgo que hoy siente la mayoría de los periodistas del diario –al menos aquellos con más de 15 años adentro-, no sólo se manifiesta en una edición cada vez peor escrita y menos creíble, sino que instala un clima general de trabajo que lejos de alentar un repunte, acelera el derrumbe…
Estas visiones, desordenadas y claras, quizás demoren algunos años en terminar de cumplirse, pero su destino está en marcha. No son fantasías, ni mera expresión de deseos. Es la dinámica natural de un gremio y un mercado. La competencia en periodismo es muy ruda. Muchas veces un periodista es contratado por un medio al sólo efecto de quitárselo a otro, de lastimarlo. Así de ruda. Es mucho el dinero en juego, y además de dinero, hay poder en juego. Poder real, político.
Por duro que le resulte a Magnetto, y a buena parte de la sociedad argentina -aún aquellos que desean el fin de Clarín pero lo creen imposible-, el fin de Clarín no sólo es posible, sino que ha comenzado.
Nada es para siempre, todo se paga en esta vida, el que mal anda mal acaba, en fin… muchos refranes populares avisan y confirman que estas cosas suceden. No hay mal que dure 100 años.
Allí ahora corre Magnetto, tan apurado por cumplir la ley, que hasta se olvidó a la Santillán prendida y a los gritos…
Y queda impreso en la historia, además, que el terrible gigante fue vencido por iniciativa de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, “la marioneta de Néstor”, como pretendieron presentarla ellos, cuando la contienda comenzó.
Hay otro refrán que dice: “Cuando te sientas un Goliat, cuídate del David más pequeño que se te acerque”.


* * *

sábado, 2 de noviembre de 2013

CLARÍN: EL OCASO DE LOS DIOSES



Como un gusano cortado a la mitad, Clarín se retuerce hecho pedazos. Tartamudean sus patrones, balbucean sus periodistas, se derrumban sus acciones, colapsan sus estrellas en papelones internacionales, y sorprendidos por la derrota, con furia infantil, culpan de todo a Martín Sabatella obviando así medio siglo de crímenes propios.  

NI EL TIRO DEL FINAL






Como un gusano cortado a la mitad, Clarín se retuerce hecho pedazos.
Apenas conocido el fallo de la Corte Suprema declarando constitucional la Ley de Servicios Audiovisuales, sus acciones se derrumbaron en un trágico presagio de lo que está por venir. Era el mediodía del último martes, y la noticia surgió como un monstruo desde el fondo de un lago. Los presentadores de TN tartamudeaban en cámara el desconcierto de sus patrones, pero aún así y ya muy por encima de los tres poderes del estado, balbuceaban las primeras dudas sobre la legalidad de la decisión y la moral de sus autores, que diez minutos antes, eran la reserva moral de la nación. El techo había caído.
Desde entonces una montaña de escombros se revuelve con ellos debajo. Sorprendió advertir que no se habían preparado para el revés, que tan seguros estaban de la victoria. La prueba fueron esos balbuceos en TN, el silencio por más de una hora en el portal de Clarín, y el evidente desconcierto en sus jerarcas para trazar una estrategia. Cuestionar la independencia de la Corte –incluso su idoneidad-, insistir con la “libertad de prensa” –tan luego ellos y todavía-, dudar de la imparcialidad del Afsca –cheeee-, ensuciar infantilmente a su director –al fin y al cabo un funcionario-, y sobre todo, olvidar que esta ley lleva la firma de los tres poderes del estado; dejaron enseguida muy en claro que esperaban fumando la victoria. Y no. Habían perdido y estaban perdidos. El regreso triunfal de Martín Sabatella a las puertas de Tacuarí, fue la escupida en el piso a un cadáver maldito.
Pasadas las primeras horas, sin embargo, parecía que el Grupo se rearmaba… pero no, tampoco.
En lo que será recordado como un papelón relámpago, Magnetto inmediatamente despachó rumbo a la OEA en Washington dos de sus máximos ejecutivos periodísticos –Joaqu-ínmorales Solá y Magadalena Ruiz Guiñazú (genérico desalmado de los Pimpinella)-, con destino final la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para advertirle al mundo los peligros que corre en la Argentina la libertad de prensa. (Cómo no preguntarse por qué no fueron durante la dictadura, cuando los dos ya eran quienes son)... (Y quienes siempre serán).
La base de la denuncia, explicó allí Magdalena –quien antes viajaba a Washington con Videla y lo encontraba todo muy promisorio (ver aquí)-, era el juicio “ético y popular” realizado por la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, quien dicho sea de paso, nunca viajó a ningún lado con Videla… ´
A esa altura de la presentación, los funcionarios de la Relatoría de la CIDH estaban ya bastantes confusos -y no sólo por la oportunidad de la denuncia (el mentado episodio databa de abril de 2010)-, cuando entonces Inmorales Solá dijo “podemos escribir y decir lo que queremos, pero no trabajamos tranquilos”.
¿Cómo, cómo, cómo?...  
 “En la Argentina –intento aclarar el cronista preferido del General Bussi durante las masacres del Operativo Independencia en Tucumán (ver aquí)-, el periodismo independiente ha perdido la tranquilidad necesaria para ejercer su labor en libertad, y eso es censura indirecta”. No aclaró a quién se refería con “periodismo independiente”, pero es de suponer que al monopolio que allí lo mandaba.
Como ya ni él mismo entendía muy bien lo que decía, la reunión fue breve. Los dejaron hablar, dijeron todo lo que Magnetto les dijo que dijeran; y luego funcionarios de la Embajada Argentina repasaron los progresos hechos en el país durante la última década en materia de derechos humanos.
Por fin uno de los relatores le preguntó al Tamborcito de Tacuarí de Bussi, si el acto de las Madres de Plaza de Mayo no era también una expresión de libertad de un sector de la ciudadanía; y al cabo otro de los relatores felicitó a la embajadora Nilda Garré por la estupenda ley de medios aprobada en su país.
En menos de una hora la reunión había terminado, los atroces Pimpinella prácticamente se desmaterializaron, y aunque fue un papelón, también fue un relámpago.
Por eso decíamos: parecía que el Grupo se rearmaba, pero…
El martes apenas conocida la noticia las acciones del Grupo se derrumbaron. En la bolsa de Buenos Aires cayeron en media hora un 6 por ciento, y hubo que suspenderlas. El miércoles cuando volvieron a cotizar habían caído un 33 por ciento. En la bolsa de Lóndres el mismo martes alcanzaron una baja de más del 50 por ciento, y antes del cierre de la jornada habían perdido 21 puntos. Un tétrico presagio.
Enceguecidos por la derrota y el odio, y reducidos al terror por oficio del mismo, en un manotazo de muertos onda Carrie, intentaron asustar desde la tumba a sus propios empleados profetizando el fin de muchas fuentes de trabajo. Pero enseguida las comisiones internas de sus principales medios salieron a respaldar la decisión de la Corte, a garantizar todo los puestos de trabajo; y el lobo que soltaron volvió a por ellos.
Ahora reflotan el caso Ciccone, seguramente Lanata encontrará otra bóveda invisible repleta de dinero que no está, Boudou volverá a viajar a donde nunca fue, y mientras tanto veremos a Martín Sabatella –apenas un funcionario, insistimos- alcanzar la estatura del mismísimo Satán; y Massa y Macri, y Binner y la Bullrich, y la Carrió y Lanata, cantarán a coro desde TN horribles canciones vencidas, agitando mil fantasmas que no existen desde el más allá de este final.
En 1977, Clarín y sus socios, asociados al genocidio inaugurado un año antes, recibían de esos genocidas la empresa Papel prensa, piedra fundamental del monopolio que el martes se murió.
Sus dueños están imputados por crímenes de lesa humanidad, y ahora la única esperanza que les queda es que la muerte llegue antes que la justicia; O que el país estalle y un caos aún mayor que el que los salvó de sus deudas en 2001, se devoré en el remolino de su furia a este gobierno, a esta corte, a la ley de medios, y su propio espantoso pasado bañado en mierda y sangre.
La dignidad en la derrota es una marca de la grandeza. Clarín, en cambio, morirá así: mal. Como un gusano que se retuerce hecho pedazos.
Fiel a un estilo, hay que decirlo.   


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martes, 29 de octubre de 2013

LEY DE MEDIOS: LA HORA DE LA VICTORIA



La madre de todas las batallas ha terminado: la Ley de Medios Audiovisuales es constitucional. 46 años de lucha desde que en 1977 la dictadura genocida le regalaba a Clarín, La Nazión y La Razón la usurpada empresa Papel prensa. Allí nacía un monopolio que acaba de morir. El Martiyo, partisano de la contienda, recibe sus laureles como presente de su quinto aniversario.

YO TE VI CAER




Absorbidos por la subsistencia personal dejamos pasar sin una palabra nuestro quinto aniversario. No dijimos nada de la vulgaridad mediática que envolvió en su inmundicia la internación de la presidenta; por no repetir lo dicho después de las PASO, obviamos los absurdos festejos de Clarín el domingo por la elección en un par de distritos (que según ellos valen más que un triunfo a nivel nacional); ni siquiera nos ocupamos del nuevo muñeco presidencial de Magnetto, el oportunista Sergio Massa, pero no podíamos faltar en este día en este instante.
Nuestro oficio –el periodismo- nos había permitido conocer muy bien la historia de Papel Prensa, y sobre todo, el poder de los medios de comunicación, especialmente en democracia, cuando las armas quedan guardadas, y las municiones son los votos. De golpe a mediados del 2008 la llamada crisis del campo, dejaba el juego al descubierto. Amplios sectores sociales se alineaban detrás de sus enemigos de siempre: la Sociedad Rural, las grandes cerealeras multinacionales, los monopolios, la banca financiera, y los sectores más recalcitrantes de la derecha. El Martiyo ni siquiera era aún El Martillo, pero igual no se sorprendió. Una vez más, como en la era de las privatizaciones, allí estaba el flautista de Hamelin de los medios monopólicos llevando a la gente rumbo al abismo. Una vez más.
Sin esperanzas ya en el periodismo industrial consolidado, el 4 de octubre de 2008 fundábamos El Martillo en la comunidad de blogs de Clarín, como una quinta columna, que en la medida de sus posibilidades, sí supo morderlo por dentro (ver sección El Martiyo contra Clarín), hasta que el 11 de noviembre de 2010 –a dos semanas de la muerte de Néstor Kirchner-, El Martillo era clausurado y todos sus archivos requisados por el Grupo Clarín, que en paralelo insistía con su defensa pública de la libre expresión.
Desde siempre, y más aún desde entonces, nuestro enemigo principal, nuestra hipótesis de conflicto, fue siempre el Grupo Clarín-La Nazión, lo que es, supone, y oculta. Secciones como 7D Diario de la cuenta regresiva, Medios medios, La guerra contra DOS medios, la ya mencionada El Martiyo contra Clarín, La patria escrita, y Memorias de un mercenario, están dedicadas a esa pelea, y por eso hoy sentimos que nos cabe un fragmento ilusorio de esta victoria cierta.
La Corte Suprema de Justicia, por fin después de tanto, declara constitucional la Ley de Servicios Audiovisuales.
Así concluye, triunfal, una pelea de casi medio siglo, iniciada en 1977 cuando Ernestina Herrera de Noble y Héctor Magnetto por el Grupo Clarín, los Mitre de La Nazión, y los Peralta Ramos de La Razón, recibían de manos de la dictadura genocida la usurpada empresa Papel prensa, y así el control de la producción de todo el papel para diarios. Allí surgía un imperio que recién murió.
Estas palabras son urgentes. La noticia acaba de estallar. Ahora mismo oímos cacarear a una presentadora de TN advirtiendo que “habrá que leer bien el fallo”, mientras cuenta los votos punto por punto como quien remueve con un palito una esperanza muerta. Por Continental dicen que las acciones de Clarin ya cayeron un seis por ciento en media hora. La euforia del domingo se disipó como el humo que sólo era. Sergio Massa, el nuevo muñeco presidencial de Magnetto toys, ya no divierte como ayer. Un hecho que tuerce la historia argentina acaba de suceder y eclipsa los titulares. La madre de todas las batallas ha terminado; y moribundo el monopolio, dice como el Laprida de Borges: la victoria es de los otros. Vencen los bárbaros, los gauchos vencen.
Nosotros nada más decimos...

¡Viva la patria! 


* * *

domingo, 11 de agosto de 2013

EL MARTIYO SALUDA A VICTOR HUGO MORALES…


 Alejados ya por completo de la práctica del periodismo, los medios del miedo no fueron capaces de registrar uno de los episodios más trascendentes en la historia de la prensa argentina: el ataque judicial del empresario periodístico más poderoso del país, contra Victor Hugo Morales, apenas un periodista. Tarde y mal, tan sólo comentaron como “agresiones” la repulsa popular sufrida por el amo, que sin valor para enfrentar a su pequeño oponente, huyó despavorido como un cobarde enorme.


VENCEDORES VENCIDOS





Acorralados por el pasado, enceguecidos por la derrota, uno de los episodios más trascendentes en la historia del periodismo argentino, pasó inadvertido para los grandes medios, como si ya no fueran medios. Héctor Magnetto, capo máximo del monopolio mediático surgido del genocidio, emergió por fin de sus propias tinieblas enfurecido con Víctor Hugo Morales, apenas un periodista, y decidió aplastarlo con todo su poder. Sin embargo, a la hora señalada, huyó despavorido como un falso dragón frente a un hombre de verdad. La noticia era del tamaño de la corporación que la protagonizaba, y sin embargo…
Por primera vez en la historia de la prensa argentina, un monopolio entero avanzaba contra un periodista solo.
Peor: un monopolio periodístico.
Peor que peor: un monopolio periodístico que a su vez levanta las banderas del “periodismo independiente”.
No hay precedentes de un hecho así en el mundo todo. Jamás la historia se había atrevido a tanto.
Héctor Magnetto, nominalmente CEO del Grupo Clarín, pero virtualmente jefe supremo de una corporación continental parida por la última dictadura argentina; y por lo tanto personalmente responsable de las mayores estafas económicas y políticas de los últimos 37 años del país; él, tan luego él, esa bestia moral, denunciaba por “daños y perjuicios” a Víctor Hugo Morales, relator de fútbol y rara avis del periodismo argentino, entre otras cosas, porque no es argentino.
Sin embargo allí este uruguayo, que ya mucho antes del surgimiento del kirchnerismo se enfrentaba con el Grupo Clarín; el jueves supo dejarnos a todos los argentinos una muestra de hombría y de moral; y al periodismo especialmente, un ejemplo de integridad, y de auténtica independencia.
En el país de José Luis Cabezas, Rodolfo Walsh y los 106 periodistas desaparecidos durante el genocidio -que el propio Magnetto supo sostener, encubrir y justificar, cuando no alentar-; poner en riesgo apenas el patrimonio personal, no parece mucho. Sin embargo, vale recordarlo, en ese mismo país aún existen legiones de periodistas que tan sólo por dinero se engregan a un patrón que acaso desprecien ideológicamente o no, pero cuyos delitos, atropellos y censuras, nadie en el gremio ignoró jamás.
La tenebrosa historia de la apropiación de Papel prensa, y los efectos devastadores que eso produjo para la libertad de empresa en la industria periodística argentina, ningún periodista argentino pudo ignorarlos nunca. Como así tampoco ningún periodista argentino, mucho menos si está o fue empleado por Clarín o La Nazión, ignoró jamás el origen incierto de los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble, o la extraña historia de la hija adoptiva de Héctor Magnetto; y mucho menos la sociedad con la dictadura primero, o con Duhalde después; o la conveniencia de aquella pesificación contra todos los demás; o lo que hacían con el fútbol cuando eran dueños del fútbol, la cantidad de canales que fundieron por todo el país para comprarlos por monedas y desde allí fundir a la competencia para también comprarla por monedas y quedarse con todo; así como muchos sino el total de los periodistas del Grupo supieron del negociado con las AFJP, de las fugas de divisas con el JP Morgan (el propio Lanata publicaba esas cosas); o cuando menos de alguna de todas las incontables maniobras técnicamente mafiosas desplegadas por el Grupo a lo largo de toda su repodrida historia. Ningún periodista argentino ignoró jamás estas cosas, y aún así, y apenas por un salario, todavía existen legiones que sirven al Grupo. Personalmente, podemos comprenderlos. Pero también por eso, en dicho contexto, lo de Víctor Hugo Morales resulta por lo menos ejemplar, sino ya heroico.
Sin embargo los medios -los periodistas- del Grupo Clarín-La Nazión no vieron nada, no percibieron la más mínima amenaza a la “libertad de expresión” que tanto cacarean a la hora de incumplir la Ley de Medios. Nada. Ni una palabra.
Mientras el hecho se producía, TN ponía en el aire una nota sobre la educación sexual en las escuelas... Como en sus días dorados cuando el genocidio, callaban el horror confiados en que así lo suprimían.
Pero no ¿Cómo aún no lo aprendieron? Ningún silencio borra la historia, y ya la crónica de ese día contará para siempre que el jueves 8 de agosto de 2013, a las 14.35, un periodista solo enfrentó al jefe de todos los jefes de un monopolio incomparable, y que sin embargo el jefe de todos los jefes retrocedió y no dio la cara, y se batió en retirada con su ejército también incomparable. Borges diría: no tuvo valor, no fue valiente; no lo abandona, siempre irá a su lado, la sombra de haber sido un desdichado.
Abucheado por el pueblo allí reunido -que por fin pudo escupirle en la cara lo que sentía por él-, poco antes de las 16, al grito de “Magnetto basura, vos sos la dictadura”, el horrible Magnetto dejaba los tribunales temblando entre custodios, y huía de sí mismo como si fuera posible. Ahora sabía de una vez por todas lo que había hecho con su nombre.
El hartazgo popular, del que allí Magnetto apenas probó una cucharada, le sirvió por supuesto a sus empleados para repetir a coro los deshilachados argumentos de la intolerancia, la crispación, el autoritarismo, y toda esa garúa de palabras que ellos mismos vaciaron de contenido. Y eso fue todo lo que dijeron.
Enceguecidos por la subsistencia, maniatados por el amo, con el plato lleno pero la cadena al cuello, no vieron el hito, lo dejaron pasar, no consignaron el hecho, no fueron periodistas. Eso también quedó impreso en la historia.
David y Goliat volvían a enfrentarse, y por primera vez Goliat huía aterrado, sin valor siquiera para mirar a  los ojos a David, ya no para enfrentarlo... ¡Inédito! Pero los grandes medios vieron nada.
Peor todavía: un periodista, un solo periodista, (según Clarín ni siquiera eso, apenas un relator, un locutor); se le plantaba sin embargo al monopolio entero, a todo el Grupo Clarín, al mismísimo Héctor Magnetto -dueño de abogados, de políticos y de jueces-, y con la misma sola voz conque grita sus goles, allí nomás les decía: hasta aquí llegaron... ¡Insólito! Pero los grandes medios no oyeron nada.
Peor si se quiere: un megaempresario acusado por crímenes de lesa humanidad, el cerebro de una corporación bañada en sangre y mierda intentaba callar a un periodista independiente... ¡Inadmisible! Pero ni los grandes medios ni sus periodistas dijeron nada. 
¿Es posible todavía considerar medios y periodistas a quienes callan un atropello así, o cuando menos, una noticia de esa importancia?...
La historia del periodismo argentino deberá registrar además que el jueves 8 de agosto de 2013, un periodista, ese periodista, apenas un hombre, precisó para siempre las fronteras del oficio: de un lado quedaron los periodistas de verdad, y del otro… los empleados de Magnetto.
Desde su libertad absoluta, El Martiyo saluda a Víctor Hugo Morales. 


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jueves, 11 de abril de 2013

18-A: LA NAZIÓN CONVOCA A UNA AUTOCONVOCATORIA…



Con la involuntaria comicidad que les impone la desesperación, los medios del miedo lanzan con urgencia la convocatoria a la autoconvocatoria para un nuevo cacerolazo contra el gobierno nacional. 
Como en las anteriores ediciones de la protesta, una vez más no habría consignas partidarias, ni oradores, ni propuestas, ni ideas, ni tampoco mucha gente.

LA MARCHA DE LA NADA






Según hoy informa La Nazión, nos encontramos a sólo siete días de una nueva manifestación de la inconsistencia política, el vacío ideológico y la irrelevancia electoral de los sectores más ruidosos pero no más populares de la ciudadanía. Y hace bien La Nazión en convocar a una autoconvocatoria que parece no convocarse…
Como quien comenta un hecho ajeno, bajo el inductivo título “En las redes sociales, crece la convocatoria para la protesta del 18-A”, dice su primer párrafo:
“A pocos días de una nueva manifestación contra el Gobierno, convocada para el próximo jueves, grupos conectados a través de la red social Facebook impulsan la protesta a través de variadas consignas como "Digamos basta 18 A", "Vamos por todos #18 A, por vos, por mí, por nosotros", "Yo también estoy indignado, 18 A todos a la calle", y "#18 abril, sí a la justicia independiente".
Así arrancan, terminan peor.
En el medio nos cuentan que hay más consignas: Cacerolazos anti-k, Vamos por todos, Cacerolazos argentinos, y otras por el estilo, no menos estridentes ni vacías, pero todas con un extraño formato “eslogan”, como un leve tufillo a laboratorio mediático.
Y todas ellas nos dicen desde ya que tampoco esta vez dirán nada después.
Sin embargo entre los “grupos”, sorprende la aparición de uno llamado Anonymus Argentina, y sorprende sobre todo porque en el resto del mundo Anonýmus no hace política partidaria. Pero según  La Nazión, ¡éste ya recibió ¡2.289 “me gusta”!...
Dos mil doscientos ochenta y nueve.
Asombrados por la cifra, allí nomás empezamos a sumar.
Siempre según La Nazión, el grupo “Es hora de volver a embanderarnos”, juntó ya 1.235 miembros. “Vamos por todos”, ¡tiene ya 4.713 miembros!; “Ciudadanos indignados” ¡8590 me gusta!; y “Cacerolazos argentinos” ¡297!...
Si en el mejor de los casos cada uno de esos clics correspondieran a un ciudadano de verdad, ¡sumarían entre todos 17.124!
Diecisiete mil ciento veinticuatro personas, es todo lo que suma La Nazión.
Diecisiete mil ciento veinticuatro personas (17.124). 
A sólo una semana de conmover al país entero.
El Martiyo se pregunta cómo puede ser que toda esta fuerza, toda esa gente, y tantas ideas, llegada la hora de las urnas resulten en todo sentido insustanciales... ¡¿Cómo?!...
La Nazión, en cambio, en vez de preguntarse nada, cierra el artículo -sin firma- con la frase de uno de estos grupos anónimos y no tanto...

"Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto, no defenderla. Sumate".


Así rematan.
En tiempos sin facebook, pero con frasecitas iguales, acompañaban el genocidio.


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domingo, 24 de marzo de 2013

EFEMÉRIDES: UN DÍA COMO HOY, DOS DIARIOS COMO ESOS…





Cada año para esta fecha nos gusta imaginar qué difícil ha de ser la noche previa en las redacciones de Clarín y La Nazión a la hora de reprobar lo que ayer aprobaron, acompañaron, justificaron, sostuvieron y aplaudieron: la dictadura y el genocidio inaugurados un día como hoy de 1976.




HOY UNA TRISTEZA
AYER UNA ILUSIÓN

¡TOTAL NORMALIDAD! 






El 24 de marzo de 1976 el Departamento de Estado Norteamericano impulsó un golpe de estado en la Argentina estructurado por José Alfredo Martínez de Hoz -en representación conjunta de la banca extranjera y la Sociedad Rural-, ejecutado por las Fuerzas Armadas, justificado por los principales diarios, y bendecido por la Iglesia Católica Argentina. A continuación, mancomunados, y conforme sus planes originales, destruyeron la industria nacional, consecuentemente la clase obrera, endeudaron al país por varias décadas, y lo bañaron en sangre.
El Martiyo preferiría dedicar este espacio y este tiempo a otros recuerdos… y es por eso que se lo cedemos, mejor, a dos de sus protagonistas principales, los diarios La Nazión y Clarín, sin cuya colaboración dicha tragedia nacional no hubiera sido posible; y quienes aquí se expresan en fragmentos impresos y públicos por ellos mismos, y que así guardan, por lo tanto, el peso irrevocable de lo ya dicho para siempre. 
Con ustedes, los autores y las obras.


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Así nos alumbraba el diario Clarín ya el 25 de marzo de 1976 -o sea, apenas al día siguiente, dijéramos: rapidito rapidito- en su hoy histórico editorial:

"Aunque resulta innecesario justificar las motivaciones de la acción militar del 24 de marzo -porque nada fue más evidente que la incapacidad del anterior gobierno para modificar el rumbo que nos conducía a todos al desastre- ha sido oportuno que el país escuchara las explicaciones de su nuevo presidente. Ellas ratificaron el hecho conocido de que las Fuerzas Armadas no han interrumpido el proceso que se venía desarrollando, sino cuando tuvieron el convencimiento de que se hallaban agotados todos los recursos susceptibles de operar la indispensable rectificación".

Y así remataba para rematarnos:

"La palabra presidencial (el discurso de Videla), sin buscar aplausos anticipados, ha fijado un rumbo apto para la solución de los problemas nacionales. Y como el mismo Presidente lo expresa, el acierto de las decisiones del gobierno será en definitiva el que suscitará la adhesión de la gran mayoría de los argentinos".

Eso es, fue, y será siempre Clarín.


Mitre, la Noble y Videla.
Los días dorados.


La Nazión, por su parte, lo celebraba así:

"La crisis ha culminado. No hay sorpresa en la Nación ante la caída de un gobierno que estaba muerto mucho antes de su eliminación por vía de un cambio como el que se ha operado. En lugar de aquella sorpresa, hay una enorme expectación. Todos sabemos que se necesitan planes sólidos para facilitar la rehabilitación material y moral de una comunidad herida por demasiados fracasos y dominada por un escepticismo contaminante. Precisamente por la magnitud de la tarea por emprender, la primera condición es que se afiance en las Fuerzas Armadas la cohesión con la cual han actuado hasta aquì. Hay un país que tiene valiosas reservas de confianza, pero también hay un terrorismo que acecha".

Eso es y fue siempre La Nazión.

Cuando todo era brindar,
callar y acumular.


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sábado, 9 de marzo de 2013

CHÁVEZ, CLARÍN, LA NAZIÓN: A GRANDES MEDIOS, PEQUEÑOS TEMAS.



En términos mediáticos la muerte de Hugo Chávez tuvo los efectos de un eclipse mundial que ocultó en su sombra desde los festejos por el día internacional de la mujer, hasta el Apocalipsis que barre por dentro el Vaticano. 
Incluso el ultraconsevador The Times de Lóndres se rindió a la importancia de la noticia. 
Entre los diarios más vendidos del mundo, apenas Clarín y La Nazión nada más la informaron, y enseguida volvieron sus colmillos hacia la minucia coyuntural de la vicisitud doméstica. 
De periodismo ni hablar.


LAS CLAVES DE LA IGNORANCIA

Caracas hoy: si este no es el pueblo...

Un hombre como un planeta interpuso por unos días la sombra de su muerte entre la Tierra y el Sol, y no se vio más nada. Los ojos de la entera humanidad se clavaron ahí, en el féretro embanderado allá en Caracas, y por una vez, por un rato, el mundo se detuvo. No era para menos.
Media docena -poco más- de seres así atraviesan un siglo, y allí uno de ellos acababa su jornada. Más allá de toda ideología, desde lo estrictamente periodístico, la noticia era inmensa.
Tanto que varios medios mucho antes la habían “anticipado” sin ninguna vergüenza, anunciando la muerte de Chávez para resucitarlo en apuradas desmentidas que nunca terminarán de pagar.
El otrora prestigioso y hoy triste diario El País de España, cargará hasta su demolición aquella foto apócrifa de un Chávez agónico. Así de grande era y fue y sigue siendo, cuatro días después, la noticia.
Más de treinta jefes de estado abandonaron sus complejas agendas y sus internas y sus pueblos para mostrar con su presencia quién fue, quién es, quién será el hombre que allí despedían. El mundo paraba.
Los funerales extendidos, el cuerpo embalsamado, ese pueblo escarlata abrazándolo con su millón de brazos, la fila infinita bajo el sol del Caribe para decirle chau, Sean Penn de cuerpo presente, Oliver Stone al pie, Michael Moore… la noticia, periodísticamente hablando, ganaba en grandilocuencia y ofrecía mil enfoques.
Por unas horas los cardenales que ahora mismo se disputan el Vaticano y sus bienes, sintieron el alivio de la presión mediática cesar. Berlusconi aprovechó para ser condenado por corrupción en puntitas de pie. Las nuevas desastrosas estadísticas sobre el derrumbe imparable de Europa, apenas se oyeron. En Siria seguían los muertos. Un atentado en Afganistán. Hugo Chávez lo eclipsaba todo.
Hasta el ultraconservador The Times de Lóndres le concedió la primera plana dos días seguidos y aún hoy comenta ecos del funeral, y analiza perspectivas. Desde Al Jazzera a la CNN todas las cadenas de televisión se instalaron en Caracas. La noticia era tan grande como las multitudes que lo amaban, y las otras. 
Clarín y La Nazión apenas la notaron. Ja.
Si, bueno, bah, el 6 Clarín titula "Chávez" con foto a página, pero ya en la bajada no se priva de opinar calificándolo de "líder populista". La Nazión, en cambio, brígido, seco, el 6 titula “Murió Hugo Chávez”;  algo más mencionaron los dos diarios el 7 –sin perder la oportunidad de acompañar la noticia con diatribas apuradas y tétricos augurios de esos que nunca se les cumplen-, pero ya ese mismo 7 volvían sus patéticos hocicos contra una tarjeta de compra para los supermercados argentinos, propuesta por un funcionario de segunda línea a cargo eventualmente de la Secretaría de Comercio, y que respondería al nombre Guillermo Moreno. Algún día algún tipo de científico estudiará este raro caso de obsesión psicológica de un monopolio entero, contra un funcionario menor.
El mundo desconoce, más bien, a Guillermo Moreno; los avatares de esa tarjeta doméstica no modificarán el destino de la región; mañana las enciclopedias, los libros de historia, las más exhaustivas cronologías, ni siquiera las efemérides de los diarios ni los mejores buscadores de la red, dirán “Un 5 de marzo como hoy el secretario de comercio de la Argentina propuso la creación de una tarjeta…”, de ninguna manera. Por supuesto que no. Ja.
La historia no dirá ni mu de estas rencillas miserables que para Clarín y La Naziónlos grandes medios argentinos, bastiones de la prensa independiente, y bla blá-, resultan más importantes que la noticia más importante del mundo para todos los medios del mundo.
Sin embargo, la pregunta que se desprende fatal como un techo, es: el público de estos medios, cuando los consume, ¿no tiene la sensación de comprar algo por lo menos inútil, inservible?, algo así como una guía para no llegar, un manual para equivocarse, las claves de la ignorancia...     



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domingo, 3 de marzo de 2013

CLARÍN, LA NACIÓN, CAVALLO, Y EL SINDROME YABRÁN



Quedó en el imaginario colectivo que Alfredo Yabrán mató y se mató porque el secreto de su impresionante poder se basaba en la invisibilidad pública de su figura, y que aquella foto de José Luis Cabezas, los condenó a los dos. 
Algo así le sucede al Grupo Clarín-La Nazión desde el trágico día en que salió a la luz pública la verdad primera: Papel prensa. Desde entonces el Grupo también, como Yabrán, manda matar y se mata hasta que por fin se muera.


EL SÍNDROME YABRÁN



La gente, el público, el civil ajeno a los medios, el grueso del electorado, digamos, ignoraba esa curiosidad mundial: en ningún otro país dos diarios eran los únicos dueños de todo el papel para diarios que se producía en ese país. Desde entonces, desde que esta tremenda verdad escapó al ámbito de las trastiendas de las redacciones y las editoriales, ellos, Clarín-La Nazión, como Yabrán, mandan matar y se matan.
Desnuda tamaña verdad, poco tardó en resolverse la otra: no había más oposición que dicho monopolio, y sus marionetas de ocasión, políticos endebles y flexibles, gloriosos bastardos enviados a vender un detergente que ensucia los platos. Fusibles que saltan y se cambian, se descartan, o se reciclan. Allí van y vuelven Cobos y la Carrió, la Bullrich, Lanata; grandes socios como el hijo de Macri, de Narvaez; Duhalde, patrono de la pesificación… Bien ya lo dijo sin embargo el mismísimo Magnetto: “con estos no se puede armar ni una murga suplente” ¿Por qué insisten entonces con ellos? Tal la hondura de ese vacío.
Y tal el vértigo de la caída, que hoy La Nazión, perdido por perdido, difunde el pensamiento vivo del políticamente muerto Domingo Cavallo, recientemente citado en nuestros Destellos Apócrifos por su posible máxima: “Cría cuervos, y comeremos ojos”.
En el marco de las repercusiones del discurso presidencial en el Congreso, La Nazión, sin prólogo que lo disculpe, reproduce las opiniones hechas por el incendiado Cavallo en su propio blog (porque tiene uno, parece).
No importa, desde luego, lo que diga Cavallo. Siempre alterado como su mirada lo indica, agravia a la presidenta entre rápidas y confusas explicaciones que pretenden negar en pocas líneas lo que tanto sufrimos durante tantos años todos. Desde un punto de vista, nobleza obliga, Cavallo no carece de comicidad. Lo trágico es La Nazión, que recurre a Cavallo como quien demuestra estar de verdad perdido por perdido, y va y se arranca la careta y pierde toda compostura.
Y ahí la buena noticia: Clarín, La Nazión, lo que son, suponen y ocultan, se ocultan cada vez menos. La foto trágica de Papel prensa descubrió el secreto invisible de su tremendo poder, que sangra desde entonces; y desde entonces, desesperados, acorralados, mandan matar, y se matan.
La Nazión es Cavallo, nunca fue otra cosa. Lo escondió en el sótano cuando el desastre grande, pero nunca dejó de alimentarlo. Es su mastín. Su símbolo. Su criatura. Su modelo. Su verdad. Su historia.
Clarín es Cobos, la Carrió, Lanata o Shocklender, los fondos buitres, las cautelares eternas, Clarín es cualquier cosa, pero a ninguno de los dos les importa ya lo que se piense de ellos. Cautivos de la rabia y el engaño, todavía mantienen un público, y el resto… el resto que lo sepa de una vez por todas: ellos son ellos, sus propios exclusivos intereses, privilegios y negocios, y el resto no importa nada.
Descaradamente, Clarín titula su tapa de hoy con este título de escaso rigor periodístico, y por lo tanto, de alto valor sintomático: “Para la oposición, Cristina busca dominar la justicia”.
Escaso rigor periodístico porque es un titular pero no anuncia, no informa, ni siquiera opina, apenas supone y tampoco especifica... ¿Qué oposición? ¿Ellos mismos?
Ya nada importa. Qué periodismo ni qué mierda. No hay reglas, valen los golpes por debajo del cinturón y con un cenicero en la nuca, ya nada importa. Ni siquiera vivir. Mejor matar a todos aunque esto nos incluya.
El síndrome Yabrán.
Un tiempo que se va. 




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