////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
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lunes, 16 de mayo de 2011

PREMIO MANCO DE LEPANTO - HOY: ¡ERNESTO TENEMBAUM!...


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¡EL MARTIYO CONVOCA­­!


¡u$s 50.000 de premio!
¡Y una estatuilla de Alfredo De Angelis sin los dientes!


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GRAN CONCURSO LITERARIO

“EL MARTILLO EN LOS DEDOS”



"PREMIO MANCO DE LEPANTO
PARA ESCRITORES SIN MANOS"
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"No menciones las rosas en tus poemas: haz que florezcan."
 Vicente Huidobro.

 


Acaso una perfección del absurdo se resuma en ese prurito que rige entre periodistas –ya fueran de izquierdas o derechas, veteranos o novatos, menos o más cínicos- y que reza como una regla de oro universal: “no se hace periodismo de periodistas”… Tan luego los periodistas, que se permiten hablar de todos los temas -incluyendo aquellos que diez minutos antes desconocían-, y opinar sobre cualquier actividad que acaso jamás han practicado siquiera como aficionados –arte, espectáculos, política, deportes, economía-, y sin embargo de lo único que se supone que saben –o deberían saber-, de eso no se habla. Una perfección del absurdo.
El Martiyo hace, hizo, y hará periodismo de periodistas.
Lo hicimos antes de ser El Martiyo y El Martillo, lo hicimos cada vez que tuvimos un espacio a lo largo de toda nuestra carrera profesional, y lo seguiremos haciendo hasta la última de nuestras líneas, porque conocemos el tema mejor que muchos temas, conocemos el oficio, el negocio, el ambiente, sus entretelones y sus entretejidos, los resortes y poleas que hacen girar los engranajes de esa poderosa industria manufacturadota de la realidad, y tan rentable.
Tenemos opinión sobre nuestros pares, sobre los dueños del negocio, y sobre cualquier medio del mundo.
Opiniones que incluyen lo político, lo ético, lo moral, lo económico, pero también lo técnico.
En nuestras secciones Medios medios o La guerra don DOS medios, incluso en Memorias de un mercenario, nos ocupamos, por ejemplo, de todo lo primero.
Este concurso El Martillo en los Dedos – Premio Manco de Lepanto, cuestiona, aquí, lo otro. Porque los grandes medios se vuelven peligrosos no sólo por falaces, sino también por ineficientes.
Y mientras la especie humana –y muy más allá de los soportes que utilice o invente-, siga sin tener más que la palabra para comunicarse y entenderse, nosotros, humildemente, como quien pretende vivir mejor, alimentarse bien y beber con dignidad, también aspiramos a leer bonito nuestros diarios de a diario... y que se entienda lo que dicen. 
Hoy engalana nuestro espacio el casi famoso Ernesto Tenembaum, empleado alguna vez de Página 12, ahora hombre del Grupo Clarín con su programa en TN, pero que aun así mantiene sus rebusques en la revista Veintitres, y por lo tanto, en los diarios Tiempo, El Argentino, y etcétera. ¿Cómo hace? Aquí lo descubrimos.
Luego de nuestra ya infaltable aclaración, el autor y su obra, y la correspondiente apreciación al pie.

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ACLARACIÓN YA INFALTABLE

En previsión de comentarios del tipo "y estos quiénes se creen, ¿Borges?", acalaramos aquí una vez más: no nos creemos ni Borges ni Céline, ni Vallejo ni Pessoa ni nada por el estilo, pero sí nos gusta leer a Vallejo y a Céline, a Borges y Pessoa y cosas por el estilo, de manera que, como cualquiera que acostrumbró su paladar a los mejores vinos, cuando prueba kerosén sin tragarlo te lo escupe.


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"Es posible que, para decirlo, aún sea prematuro. O que tenga algún grado de exageración. Pero a estas alturas, creo que también es una obviedad, algo que se cae de maduro. Se ve. Se siente. Quizás algunas personas se sientan agraviadas por semejante afirmación. Pero creo que ya es hora de decirlo”.
(Imprescindibles, Ernesto Tenembaum, Revista Veintitres, 12.05.11)

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Nos parece ofender a nuestros lectores aclarar que cuando Hemingway hablaba de “economía de lenguaje” no se refería por supuesto a manejarse apenas con veinte vocablos escasos. Sin embargo nos resulta inevitable recordarlo ante este párrafo de Tenembaum, que con veinte vocablos apenas, consigue juntar 52 palabras para por fin no decir lo que iba a decir.
Nos bastamos como es habitual con el suficiente primer párrafo para medir si un texto nos convoca o nos espanta. Y una vez más el método no falla, porque desde ya le advertimos que el resto del artículo es igual, o sea: peor. Durante muchas más líneas de las que hacen falta para no decir nada de nada; Tenembaum se extiende y nos descubre, entre otras obviedades, que nadie es imprescindible, ergo, Néstor Kirchner tampoco
Así resuelve la innecesaria y gomosa intriga que pretende su introducción. A manera de segundo párrafo Tenembaum intenta una rápida frase, que infelizmente pierde velocidad por su propia impericia: “Aquí vamos, pues: a juzgar por lo que ocurrió en este medio año, Néstor Kirchner no era imprescindible”. Como se observa, exceptuando la parte que sin agregar nada nuevo dice “Néstor Kircner no era imprescindible”, el resto de la frase no dice nada. Sin embargo, inmediatamente, abriendo el tercer párrafo, con la ductilidad casi líquida del buen pusilánime, Tenembaun se detiene –en realidad todavía no arrancó-, y antes que nada aclara que lo que va a decir no es exactamente lo que va a decir: “Si usted es kirchnerista, de esos que lo comparan con el eternauta, no se apure, no se enoje, que quizá esta herejía, este sacrilegio, termine en un elogio. Aunque nunca se sabe”, avisa, se ataja, se disculpa, explica y se repite y vuelva a empezar para seguir sin decir lo que quiere decir pero no dice… como diría él con sus veinte vocablos y su canción desesperada.
Sin embargo, atentos a la máxima que hoy citamos de Huidobro, no importa lo que el autor cree decirnos sin animarse, sino, justamente, lo mucho que nos dice por no animarse decirlo. Notemos el miedo que nos transmiten sus palabras sin usar ni una sola vez la palabra miedo... Notemos la ansiedad del perseguido en su jadeo –se ve, se siente; no se apure, no se enoje-; la prisa por complicarnos con lo que va a decir porque solo no se anima –creo que también es una obviedad, algo que cae de maduro-; la pirueta desesperada por hacerse el progresista en Veintitres sin por ello perder su empleo en TN, y por fin, allí velada y tangible sin embargo, la tristeza desierta del que reemplaza capacidad técnica, condiciones profesionales, y destreza en el oficio, con obediencia de alquiler a quien pase y pague… 
Olvidemos lo que dice o no dice Tenembaum, atravesemos con el corazón el cachivache de sus oraciones, y veamos florecer, en ellas, como en un poema, no lo que Tenembaum nombra, sino lo que siente, lo que hace, lo que es: un espanto con serias posibilidades de ganar este concurso. 
Le deseamos suerte… aunque no parece necesitarla, así como va viene fenómeno.



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¡EL MARTILLO EN LOS DEDOS!

¡Por la salud de nuestros hijos!

¡No deje su diario al alcance de los niños!

¡ELLOS TAMBIÉN TIENEN DERECHOS!

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¡PREMIO MANCO DE LEPANTO PARA ESCRITORES SIN MANOS!


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jueves, 14 de abril de 2011

PREMIO MANCO DE LEPANTO PARA ESCRITORES SIN MANOS: ¡NUEVO PARTICIPANTE!


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¡EL MARTIYO CONVOCA­­!


¡u$s 50.000 de premio!
¡Y una estatuilla de Alfredo De Angelis sin los dientes!


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GRAN CONCURSO LITERARIO

“EL MARTILLO EN LOS DEDOS”



"PREMIO MANCO DE LEPANTO
PARA ESCRITORES SIN MANOS"
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"Es más fácil atrapar un conejo que un lector".
 Gabriel García Márquez.



Se puede vivir sin atrapar un conejo cuando uno se dedica a vender cosas para leer. Pero entonces hay que atrapar a los lectores, porque sino sí que no se puede vivir…
La dictadura que mató tanta gente y rompió tantas cosas, también le hizo un gran daño al periodismo argentino, y no sólo por sus desaparecidos, y su censura, sino también porque entonces los grandes medios pasaron a depender en todo sentido del estado, y ya no de sí mismos. Pronto los buenos contactos, reemplazaron a los buenos periodistas, y así las redacciones se fueron quedando sin los maestros imprescindibles cuando atrapabas al lector, o te morías de hambre…
Hoy más que nunca es difícil atrapar un lector, cuando hay tanto cazador suelto: la web, la tevé satelital con sus incontables canales y sus cadenas de noticias 24 horas, el i-pod, el blackbeery, la play station, el dvd, sin contar el cine, la radio, el circo, el teatro, o ya que hablamos de lectores, la buena literatura, que por ser inmortal, todavía existe.
En este duro contexto, sin embargo, los grandes diarios argentinos (los que tienen el dinero para pagar las mejores plumas), parecen ir a la caza de su conejo con las patas de rana puestas…
El Martillo en los Dedos, Premio Manco de Lepanto para Escritores sin Manos, es también eso: un llamado a despertar, si se quiere un doblar de campanas, antes de que doblen por ti… hijo.
¡¡Se van a morir de hambre si no atrapan un lector, al menos uno cada día, para la cacerola de la noche!!...
¡El Estado ya  no está para ayudarlos, muchachos, terminaron esos tiempos!, hoy hay que vender… o morir.
Aùn asi, claro, mantenemos la duda original que le dio luz a este certamen: ¿Es esto la aurora terminal de algo que venía para la mierda, o el alba de una lengua nueva, inédita, imposible y sin embargo?...
Mientras tanto, para nuestra triste suerte, se estorban en fila los aspirantes a participar, cada cual alzando ansioso el ripio de su fragmento, como orgulloso de lo que ha deshecho con las palabras…
Previa recurrente aclaración, vamos al héroe del día, y la correspondiente apreciación al pie…

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ACLARACIÓN RECURRENTE

En previsión de comentarios del tipo "y estos quiénes se creen, ¿Borges?", acalaramos aquí una vez más: no nos creemos ni Borges ni Céline, ni Vallejo ni Pessoa ni nada por el estilo, pero sí nos gusta leer a Vallejo y a Céline, a Borges y Pessoa y cosas por el estilo, de manera que, como cualquiera que acostrumbró su paladar a los mejores vinos, cuando prueba kerosén sin tragarlo te lo escupe.


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Hoy alumbra nuestro espacio Marcelo Cantón, empleado del diario Clarín, aparentemente analista –o al menos así lo anuncia el diario-, y dueño de una prosa por lo menos sorprendente, desde el punto de vista no sólo clásico, moderno o académico, sino también clínico. Un caso sin duda complicado, que acaso trascienda este certamen y sus propósitos…
Pero vamos mejor a la obra, para lo cual, como es norma del concurso, seleccionamos el primer párrafo de un artículo reciente, o sea: lo más importante de lo último, pues si ahora estás escribiendo así, y si arrancás así para atraparnos… bueno, bueno, mejor sacáte las patas de rana que te vas a romper los dientes…

“Para los empresarios, la ampliación de la cantidad de directores estatales en empresas en las que el Anses es accionista tiene un solo sentido: una avanzada del Fisco sobre el sector privado. Pero lo que les cabe dudas es si se trata de una decisión que sólo apunta a posicionar un discurso frente a las elecciones o es una tendencia que crecerá en el tiempo, sobre todo si Cristina Kirchner es reelecta presidenta”.
(“Como The Wall, otro ladrillo en la pared”, Marcelo Canton, diario Clarín, 14/4/11).


Apreciación:

Si hablamos de una prosa con implicancias clínicas es porque ya en una primera lectura se advierte con claridad que el autor tiene problemas respiratorios.  
“El estilo es una respiración”, nos decía Cabrera Infante, y por lo visto Cantón fuma demasiado, o padece asma, o sencillamente se sienta a escribir después de subir seis pisos por escalera. Inmediatamente la cadencia del texto, nos indica problemas auditivos… cada frase (la nota entera) lleva el rítmo de un ataque de tos... hasta que rápidamente el que se queda sin aire es el lector, que precisa salir a respirar, y ya que está, aprovecha para rajar…
No interesa, aquì, el propósito político del texto, su ineficiencia por futilidad, la sospecha presente que levanta a partir de una dudosa duda futura, y su imposibilidad por lo tanto para atrapar sino al lector que ya es cautivo del diario…
Desganado, mal puntuado, deforme, por todos lados el texto es literalmente inútil: no entretiene, no informa, no convence, exige el esfuerzo del lector para componer la frase que el autor nos arroja a las corridas, y así apenas proclama o amenaza o intuye o no se sabe, pues por sus propias falencias, tampoco su intención se entiende.
Pareciera como si Cantón busca atrapar su conejo usando minas antipersonales… y los caza, tal vez, pero al instante también los revienta.  
Desde luego le deseamos a nuestro nuevo participante la mejor suerte del mundo… nosotros, infelizmente, ya lo leímos.



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¡EL MARTILLO EN LOS DEDOS!

¡Por la salud de nuestros hijos!

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¡PREMIO MANCO DE LEPANTO PARA ESCRITORES SIN MANOS!

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domingo, 20 de marzo de 2011

PREMIO MANCO DE LEPANTO, 5º participante: PABLO SIRVEN (¡uno que no es de Clarín!)...


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¡EL MARTIYO CONVOCA­­!


¡u$s 50.000 de premio!
¡Y una estatuilla de Alfredo De Angelis sin los dientes!


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GRAN CONCURSO LITERARIO

“EL MARTILLO EN LOS DEDOS”



"PREMIO MANCO DE LEPANTO
PARA ESCRITORES SIN MANOS"




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"Los procesos de evolución pueden ser tan ricos como los procesos de decadencia".
 (Henry Miller, Reflexiones sobre el escribir, El ojo cosmológico)




Cuando instauramos el concurso El Martillo en los Dedos, Premio Manco de Lepanto para Escritores Sin Manos, lo hicimos basados en ninguna certeza, sino humildemente en una duda: acaso la profusión de textos horribles en el grueso cada vez menos fino de los principales diarios argentinos, se debiera no a una decadencia degenerativa anterior  y ya imparable, sino por el contrario, al surgimiento de una nueva forma de nuestra lengua, que acaso nosotros, El Martiyo, modernistas clásicos y retrasados, no podíamos compernder aún.
De allí en más no dejamos de apreciar con reversible interés cuanto párrafo cruel nos arrojaran cada mañana los grandes medios escritos, escogiendo del montón, para destacarlos, aquellos que nos parecen puntales emergentes, síntesis, compendio y apoteosis de este hundimiento quizá renacentista de la escritura periodistica argentina.
Con humilde humildad, mantuvimos la duda intacta.
¿Es esto es un desastre final, la aurora última de un mundo que se apaga... o el amancer de un nuevo sistema de estrellasy de soles?...
No podemos definirlo, y tan luego por ello, seguimos adelante con este concurso que al cabo aspira a ser, cuando menos, una regia antología de los mejores peores momentos de la escritura nuestra de cada diario día.
El Martillo en los dedos, Premio Manco de Lepanto para Escritores Sin Manos, es un certámen abierto sin friliación política ni más esperanza que volver a leer bonito; recordándonos de paso, que alguna vez los grandes diarios argentinos fueron escritos por Jorge Luis Borges, Roberto Artl, los hermanos González Tuñon, Osvaldo Soriano, Osvaldo Rossler, Petit de Murat, Scalabrini Ortíz, Jorge Asis, Nicolás Olivari, Roberto Fontanarrosa, y sigue la lista como sigue la nostalgia…
Hoy, para demostrar que la guerra contra Clarín es asunto del blog El Martiyo y no de este jurado, anunciamos el arribo del primer participante que no pertenece a dicho Grupo, aunque sí al monopolio (y se le nota mucho).
Con ustedes entonces, el autor y su pieza (un cuartito sin ventanas, en realidad), y nuestra consecuente apreciación al pie…

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Con espantoso entusiasmo entonces, presentamos al quinto participante, empleado éste del diario La Nación.
Se trata nada menos que del bastante conocido Pablo Sirven, periodista especializado en espectáculos y televisión, y que supo ver, como tal, y antes que nadie, allá por los inicios de los 90, cuando surgía Marcelo Tinelli, que éste sería apenas un "éxito de verano".
Sin embargo sin desanimarse, Sirven no sólo siguió especializado en televisión sino que, acaso impulsado por sus dones proféticos –o porque apremian las expensas y otras cuotas-, decidió derramarse hacia variadas temáticas de la vida... mundial, para qué fijarse en gastos.
Actualmente, incluso, desde La Nación, se permite algo así como el aguafuerte o la acuarela, o la columna costumbrista, o confesional, autorreferente, blandengue y bien confusa, pero eso sí: extensa, muy extensa… dijéramos interminable.
De hecho la última nosotros no la pudimos terminar. (Ni siquiera terminar de recorre con el mouse, de larga que era).
Aún así, contrariamente a lo que ya es norma de este certámen, hoy nos vemos obligados a presentar los dos primeros párrafos del artículo en concurso, y no sólo el primero, como basta en general.
Según criterios periodísticos más o menos universales, el primer párrafo de una nota debería concentrar estilo, fuerza, temática, y la intriga necesaria como para disparar su lectura… Pero en el caso de Sirven el que dispara es el lector, pues la nota no arranca en el primer párrafo, y aunque tampoco en el segundo, ni aún hacia el quinto, ahí ya, el lector que se mantuvo despierto, huye con las manos hacia delante jurando no volver a leer ni siquiera su propia agenda...
El hambre siempre está, si la gente no come, es culpa del cocinero. Si la gente no lee… la culpa, en este caso, es de Sirven, que sin que nosotros le hiciéramos nada, nos escribe así:




“Trabajar en un hospital público y no acceder a afiliarse fue su perdición: en 1954, mezclada con los telegramas de felicitación por la llegada al mundo de mi  hermana Mariana, llegó la cesantía para mi padre. Su pronta reubicación en el consultorio médico de una empresa privada se debió a los buenos oficios de un amigo. Peronista, claro.

Meses más tarde, tras la caída de Perón, los tantos se invirtieron y papá debió preocuparse por el amigo en desgracia. Habían intercambiado los papeles, pero la amistad entre ellos seguía sin fisuras. No se habían dejado arrastrar por las pasiones aleatorias de la política. Así permanecieron: amigos hasta la muerte”.
(Pensar distinto no es pecado, Pablo Sirven, La Nación, 18.03.11).


Apreciación:
El gran artista es el que innova, sin dudas. Pero, desde luego, además de innovar debe acertar, de lo contrario es como el hombre que dice que vuela, y vuela, sí… pero sólo hasta estrellarse contra el piso.
Sirven, aquí, como vemos, no innova ni vuela, y sin embargo, igual se estrella contra el piso. Ahí su gracia.
Ya desde el título el autor nos avisa su afección por el lugar común. "Pensar distinto no es pecado", equivale, cómo no, a un "La democracia es buena" o "Matar hace daño". Luego, la nota en sí,  como anticipamos, no arranca en el primer párrafo, y ya en el segundo, tampoco. No lo hará -pueden buscarla en La Nación si no confían en nosotros (y si ningún responsable la leyó todavía)-, ni siquiera en su final,  porque en realidad, la nota, ya en su comienzo está terminada. Si el texto continúa, es sólo porque Sirven no se da cuenta.
Con un tono pacato pero estable -es decir: aferrado sin soltarse a la monotonía monocorde de un lloriqueo lento de esos que amenazan con durar toda la noche-; entre  frases largas (que sospechamos el autor pretendió cortas, pero se ve que tropezó con las palabras y se fue a la mierda), y reflexiones breves como prejuicios profundos (“Peronista, claro”), ya en esas primeras líneas Sirven nos deja entrever apenas el motivo de su historia, reemplazando hábilmente la intriga bien urdida, por la insuficiencia propia del que no tiene recursos. El resultado es el mismo, con una leve variante: no sabemos de qué se trata, pero ya tampoco nos importa.
Sin embargo y sin gracia, a partir de allí, tono, vocabulario, clima y acción. nos dicen que se trata de nada, de la historia de su familia narrada con la prosa de una postal de vacaciones, entre  nombres y detalles tan insustanciales y comunes como las fotos familiares de cualquier álbum familiar del mundo. Desdeñando todo enfoque original, o al menos sorpresivo, lejos del autor  descuartizar a sus parientes a la manera de Céline en Muerte a crédito o el Miller de los Trópicos, en absoluto, ja, no, qué va… al contrario, se trata más bien de una mantilla de alabanzas navideñas y villancicos de elogios para cantar a coro sus primos con el lector…. Esto al menos hasta el sexto o séptimo párrafo, donde llegamos nosotros… hubiésemos ido más allá, pero tuvimos la precaución de recorrerla antes con el mouse, y nos sobrecogió la magnífica extensión de ese vacío sin contornos, sin hondura ni relieves... para peor, cuando volvimos al párrafo donde habíamos parado, ¡ya no lo encontramos! ¡todo era vacío!, hacia atrás y hacia delante, desolación y ruina, y… y salimos corriendo, brrrr…

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ACLARACIÓN EN DUDAS DEL EDITOR

No nos interesa molestar a esta gente que se gana la vida engañando a sus jefes que no leen lo que publican. Allá ellos todos, ¿pero qué hay nosotros, los que sí los leemos, eh?... ¿Qué hay de aquellos que acaso desayunando desprevenidos y angelicales somos sorprendidos en la lectura diaria por un párrafo que te escupe el café con leche, eh?... ¿No valemos nada, nosotros, ya no los lectores, sino cuando menos los que desayunamos?...
Guita y respeto queremos todos, carajo.

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¡EL MARTILLO EN LOS DEDOS!

¡Por la salud de nuestros hijos!

¡No deje su diario al alcance de los niños!

¡ELLOS TAMBIÉN TIENEN DERECHOS!

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¡PREMIO MANCO DE LEPANTO PARA ESCRITORES SIN MANOS!

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viernes, 25 de febrero de 2011

PREMIO MANCO DE LEPANTO: ¡NUEVO PARTICIPANTE! ¡Y DESDE LIBIA!


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¡EL MARTIYO CONVOCA­­!

¡GRAN CONCURSO LITERARIO!
¡u$s 50.000 de premio!
¡Y una estatuilla de Alfredo De Angelis sin los dientes!


CONCURSO LITERARIO

“EL MARTILLO EN LOS DEDOS”



"PREMIO MANCO DE LEPANTO
PARA ESCRITORES SIN MANOS"




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"La frase es una alforja, si usted la carga de palabras demasiado: revienta".
 Ernest Hemingway




Atraer apenas con palabras es una de las tareas acaso más arduas del mundo moderno, donde un televisor cabe ya en un bolsillo.
Tiempos inmediatos y portátiles de Internet, play-station, radio y tevé, DVD, Wi Fi, Hi Fi, en fin… ya no es tan sencillo sacarle el dinero a la gente a cambio de algo que no sirve más que para leer, y que encima es ilegible... como sucede sobre todo con el material cotidiano del periodismo argentino que inspiró este certamen.
Hoy encabeza nuestra presentación un buen consejo del maestro Ernesto Hemingway, que parece ya abolido sin ser siquiera conocido. Tiempos veloces y furiosos.
Hoy más que nunca, sin embargo, nos hace falta su tutela. Hoy más que nunca la síntesis, su “economia de lenguaje”, la fuerza de la acción concentrada en el mínimo posible de palabras, resultan vitales para el oficio de contar, nada más que con palabras, todo.
Fundador del estilo que dio a luz el nuevo periodismo americano que desde entonces todos acatamos –porque hasta ahora no inventamos nada mejor-, hace ya casi un siglo Hemingway traducía al lenguaje narrativo la metáfora del iceberg, cuyo deslizamiento tan elegante, decía, se fundamenta en lo que lleva sumergido, no en el octavo que nos muestra. Buenos consejos.
En su nombre sin embargo, se cometieron más vejámenes en este oficio, que los cruzados contra la gente en nombre de Cristo.
Corresponsal en España para la agencia NANA durante la guerra civil, luego en su libro La mariposa y el tanque lanza otro directo de los suyos contra la cara del aspirante: “el problema del escritor siempre será el mismo: proyectar, en la mente del lector, lo que él está viendo en la suya”.
Y recordamos: tamaña empresa ha de ser hecha con palabras, apenas con palabras.
Sin dudas no es para cualquiera.
En esa comprensión, acaso, deberíamos anular este concurso, y exculpar a sus participantes, ya que son humanos, y como vemos, demasiado humanos.
Pero resulta que todos estos muchachos son profesionales, con esto se ganan la vida, y con esto nos rayan los oídos.
Y algo más y peor: muchos de estos muchachos son los que forman a los que vienen, o sea: la tendencia es lo que aterra.
Venimos mal y vamos peor y esto algún día hay que pararlo, o acabaremos atiborrados de arabescos y monosilabos que ya no signifiquen nada.
Motivo por el cual no desistimos un pomo, con un clic aquí pueden consultar las bases, condiciones y razones que impulsan ysostienen este concurso, y así le damos ya para adelante, siempre en defensa propia, y siempre en pos de un mundo mejor, o por lo menos: mejor escrito.
Les recordamos a nuestros lectores que ellos también pueden hacernos llegar su candidato y su párrafo, y revisar los anteriores aquí, en la sección Premio Manco de Lepanto.
Ahora sí, previa aclaración que se nos hace ya inevitable, damos paso entonces al nuevo concursante, más la correspondiente apreciación de nuestro jurado al pie….



ACLARACIÓN YA INEVITABLE

Este es el cuarto participante, y al igual que los tres anteriores, también pertenece al diario Clarín.
Sin embargo, nada tiene que ver en esto el enfrentamiento declarado –y justo- que mantiene El Martiyo con el Grupo homónimo.
Es que sencillamente, Clarín está escrito con los pies. Nos duele decirlo, pero más leerlo.
Recorremos a diario todos los medios, y nuestros oidos registran todas las rayaduras, pero nada como Clarín. Tememos que al cabo del certamen, se roben también este premio así como se robaron tantas otras cosas…
Pero si así ha de ser, ¡así sea!.
El Martiyo garantiza la ecuanimidad de este jurado, cuyo sólo interés, y en nombre de todos, es leer bonito.
  


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Hoy engalana nuestro espacio Marcelo Cantelmi, empleado también del diario Clarín, y ahora enviado especial al medio oriente para cubrir los hechos que son de dominio público. Regímenes que caen, levantamientos populares, episodios bélicos, alerta mundial, represiones masivas, fusilamientos, ahorcados, un bacanal de acción y furia que le haría frotar las manos a  cualquier buen redactor.  
Porque no hace falta más –ni es fácil de aguantar-, reproducimos apenas el primer párrafo de una entrega de Cantelmi desde la frontera de Egipto con Libia. Como ya hemos explicado para el civil ajeno a la técnica periodística, es en el primer párrafo de una nota donde se aconseja concentrar –en función del espacio (que son avisos)- lo mejor del material, en cuanto a información y estilo.
Esto hace Cantelmi en su primer párrafo.



En la medida en que se acerca la frontera de Egipto con Libia, la percepción es que del otro lado, ahí nomas, detrás de las montañas, está el infierno que ha desatado el dictador Muammar Kadafi. Esta ciudad empobrecida, con carros tirados con burros y un estilo que se asemeja con esfuerzo a un pueblo del norte argentino pero poblado por beduinos, es un cruce necesario hacia Libia. Sin embargo, en lugar del abismo que se supone, lo que está detrás de este límite es el símbolo de la derrota del régimen”.
 ("En la frontera de Egipto con Libia", Marcelo Cantelmi, Clarín, 24.02.11).



Apreciación:



Aquí el autor, atento a Hemingway,  intenta proyectar en nuestra mente lo que está viendo en la suya, sólo que la suya parece muy confundida. Cruza -se advierte- la invisible frontera entre Egipto y Libia, de un lado cayó ya Mubarak, del otro se desploma Kadafi. Por todas partes la tragedia es inmensa. Desmasiado para Cantelmi, que allí trata de asirla, pero… su suerte no es la Hemingway. Comienza con un frase que tal vez pretende emular el conflicto de toda la región, ya que en un momento pareciera que no va a terminarse nunca. Es un buen intento, pero extenuante (al menos para el lector, que rápido busca la segunda frase entre los saltos del empedrado lleno de baches de la prosa de Cantelmi). Hacia el final de dicha frase-párrafo, entonces, Cantelmi nos promete "un infierno desatado por el dictador, bla blá"... Pero nada que ver. Del otro lado nos desencanta de golpe con un manso  pueblito del norte argentino, pero que allí nosostros –con “mucho esfuerzo”, claro (el que no quiere hacer Cantelmi cuando escribe)- debemos poblar de “beduinos”, y -si es que tenemos a mano-, algún camellito, cómo no... Estonces sí, ahí por fin, despuès de todo este montaje escenográfico a cargo del cliente, descubrimos, casi al terminar el párrafo, que recién ahora cruzamos a Libia, cosa que creíamos haber hehco ya en la primera línea de la nota… Pero bueno, allí estamos de una vez por todas,  del otro lado ya, en territorio libio –o jujeño-, ¡y sin embargo!, en lugar del "abismo que se supone" (y mientras el lector quedó colgado en Tilcara), resulta que  no, que de pronto no hay pueblito del norte ningno sino un abismo, pero un abismo que en realidad es el mismo infierno que había prometido antes, pero que de pronto tampoco era eso, sino más bien una percepción metafísica, una cosa que “se supone”, algo que desciende sobre nosotros... la cosa que ni Tilcara, ni infierno ni abismo hay allí ahora:  lo que está detrás de este límite es el símbolo de la derrota del régimen”.
Y ahí por fin comienza la nota.
¿Usted también creyó que allí termnaba?...
No, ahí comienza.
El que allí termina es uno, Cantelmi sigue... (se ve que sus jefes tampoco lo leen).


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¡EL MARTILLO EN LOS DEDOS!

¡Por la salud de nuestros hijos!

¡No deje su diario al alcance de los niños!

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¡PREMIO MANCO DE LEPANTO PARA ESCRITORES SIN MANOS!

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domingo, 26 de diciembre de 2010

PREMIO MANCO DE LEPANTO: 3º PARTICIPANTE: ¡ALEJANDRO BORENSZTEIN!



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CONCURSO LITERARIO

“EL MARTILLO EN LOS DEDOS”


"PREMIO MANCO DE LEPANTO
PARA ESCRITORES SIN MANOS"




“El humor y el terror son los géneros más difíciles, porque el terror mal hecho resulta cómico, y la comicidad mal hecha es de terror”.
Stephen King.


Reconocemos no haber ido a fondo en nuestra última presentación cuando dijimos que hay algo peor que un redactor que escribe mal: un redactor que escribe mal pero cree que escribe bien; y no es así, no, hay algo todavía mucho peor: un redactor que no sólo se piensa que escribe bien y no, sino que además se cree gracioso y tampoco. De allí el acápite de King.
Existe gente graciosa, incluso, que deja de serlo cuando escribe, Provocar el miedo o la risa nada más que con palabras, no es trabajo para arquitectos,  ni siquiera para ingenieros. Alguna vez lo consiguió un médico, por ejemplo, pero no por médico, sino por genio.
En 1932 el doctor Louis Ferdinand Destouches, con el seudónimo de Céline, inauguraba la narrativa moderna con su ya inmortal novela Viaje al fin de la noche, y su insólita prosa que lograba algo así como una música clásica con el lenguaje roto de la calle. Céline lo llamaba, “su pequeño truco”; pero ya entonces advertía: “no habla caliente todo el que quiere, sería muy fácil”.
La pretensión de escribir “con naturalidad”; el ligero consejo de “escribí como hablás”  -detrás del cual se inmolan tantos principiantes-, el atajo fácil y falso que supone alcanzar el humor a partir apenas de un lenguaje familiar (de ser posible pródigo en puteadas); el facilismo con que engaña la aparente simpleza de los buenos de verdad, y sobre todo, la impericia, la fatiga o la resignación de los editores que ni miran lo que publican; han abierto ese vacío donde hoy cualquier cacatúa sueña con la gracia del Negro Fontanarrosa, por el simple trámite de ni siquiera revisar lo que acaba de escribir.
Por otra parte, para alcanzar la gracia cuando se escribe, es condición necesaria, aunque no suficiente, tener gracia. Aún así, como apuntábamos, existe gente muy graciosa que deja de serlo cuando escribe, porque a escribir se aprende en la escuela pero a escribir no se aprende nunca, tal cual nos enseñan los verdaderos maestros del oficio.
Si queremos que la gente lea, evitemos estos escribas aburridos y torpes y por torpes más aburridos.
Por eso aquí, bajo el lema El Martillo en los dedos, y en el marco de nuestro concurso literario Premio Marco de Lepanto Para Escritores Sin Manos (ver bases y condiciones aquí), humildemente pretendemos destacar, como quien avisa,  advierte –o más bien alerta-, las mejores nuevas figuras de esta nueva corriente que tan rápido nos deja a todos sin ganas de leer.
Damos paso entonces al tercer participando, completando así la reposición de lo que Clarín creyó desdtruír con la destrucción del Martillo.
Y por el mismo acto, reabrimos entonces la inscripción, esperando en breve el cuarto concursante.
¡Suerte a todos, pero sobre todo a los lectores!... 
Con ustedes ahora sí, el autor y su obra

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Hoy nos honra con su presencia un semifamoso, o para ser más precisos: el hijo de un famoso, que sólo por eso es medio famoso.
Se trata de Alejandro Borensztein, arquitecto y productor de TV, según él mismo se presenta y firma, pero que es, en realidad, hijo del actor cómico Tato Bores, y por eso, parece, humorista. Y escritor, claro, quén no.
El Martiyo, en su post De tal palo, cuchillo de herrero, ya se ocupó de esta cualidad multifacética de una persona sin mayores dotes sin embargo.
A nosotros, El Martillo en los Dedos, le corresponde acá, en cambio, apreciar su trabajo como...  redactor periodístico, dijéramos, ya que escribe en Clarín, y de alguna forma hay que llamarlo...
Con dicho propósito, y para completar entonces el trío de concursantes en carrera, reponemos la misma pieza con la cual se presentó allá por setiembre. Calma todos, no la reproducimos en forma completa, sino apenas extraemos un párrafo que entendemos extracta en sí mismo la esencia de su estilo, y su comicidad.
Para su mejor y más rápida comprensión, aclaramos que el autor se dirige supuestamente a Néstor Kirchner (era setiembre).
Aguanten que son pocas líneas:


“Piense en la torta de guita que usted (Néstor Kichner)  tira a la basura, bancando medios que no los lee ni el loro . Y yo, por un par de palitos ve1rdes, le ofrezco la mejor ubicación del Grupo. Jamón del medio, a estrenar. Esta es su mejor inversión ( después de la compra de los terrenitos en El Calafate, por supuesto ). Confíe en mí. No me quiero mandar la parte, pero esta es una cabal demostración de que el negocio de los medios no es para cualquiera”.
(“¡Mirá qué página… papá!”, Alejandro Borensztein, Clarín, 27.09.10)


Apreciación:

Aferrado a un lenguaje llano, y de tono coloquial, el autor intenta el sarcasmo, acaso la ironía, o tal vez la burla directa. Como nada logra, es difícil precisarlo. La búsqueda de su humor, así, es desbaratada por la obligación de servir a sus patrones y pagar el espacio que le dan con mensajes expresos sin información y sin pruebas, y sin gracia tampoco: "Piense en la torta de guita que usted tira a la basura, bancando medios que no los lee ni el loro". Así el lenguaje llano, como vemos, vira de a poco pedestre, y el tono coloquial, vulgar.
Pese a los hechos convencido de ser un cómico nato, el autor no se rinde, y línea tras línea, vuelve a intentar el humor, el chiste o la agudeza con pasajes tan disparatados como: "Esta es su mejor inversión (después de la compra de los terrenitos en El Calafate, por supuesto)"; o ingeniosas chanzas como: "yo, por un par de palitos verdes, le ofrezco la mejor ubicación del Grupo. Jamón del medio, a estrenar"; para por fin cerrar el párrafo, con ese remate desopilante: "No me quiero mandar la parte, pero esta es una cabal demostración de que el negocio de los medios no es para cualquiera".
Desopilante, cómo no.  
Nosotros nos estamos riendo desde setiembre, pobre pibe.



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ACLARACION ANTICIPADA
En previsión de comenarios del tipo “y estos quiénes se creen, ¿Borges?"; aclaramos aquí de antemano: no nos creemos ni Borges ni Céline, ni Vallejo ni Pessoa ni nada por el estilo, pero sí nos gusta leer a Vallejo y a Celine, a Borges y a Pessoa, y cosas por el estilo, de manera que, como cualquiera que acostumbró su paladar a buenos vinos de verdad, al probar kerosene, sin tragarlo te lo escupe.


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¡EL MARTILLO EN LOS DEDOS!

¡Por la salud de nuestros hijos!

¡No deje su diario al alcance de los niños!

¡ELLOS TAMBIÉN TIENEN DERECHOS!

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¡PREMIO MANCO DE LEPANTO PARA ESCRITORES SIN MANOS!

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