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CONCURSO LITERARIO
“EL MARTILLO EN LOS DEDOS”
"PREMIO MANCO DE LEPANTO
PARA ESCRITORES SIN MANOS"
“El humor y el terror son los géneros más difíciles, porque el terror mal hecho resulta cómico, y la comicidad mal hecha es de terror”.
Stephen King.
Reconocemos no haber ido a fondo en nuestra última presentación cuando dijimos que hay algo peor que un redactor que escribe mal: un redactor que escribe mal pero cree que escribe bien; y no es así, no, hay algo todavía mucho peor: un redactor que no sólo se piensa que escribe bien y no, sino que además se cree gracioso y tampoco. De allí el acápite de King.
Existe gente graciosa, incluso, que deja de serlo cuando escribe, Provocar el miedo o la risa nada más que con palabras, no es trabajo para arquitectos, ni siquiera para ingenieros. Alguna vez lo consiguió un médico, por ejemplo, pero no por médico, sino por genio.
En 1932 el doctor Louis Ferdinand Destouches, con el seudónimo de Céline, inauguraba la narrativa moderna con su ya inmortal novela Viaje al fin de la noche, y su insólita prosa que lograba algo así como una música clásica con el lenguaje roto de la calle. Céline lo llamaba, “su pequeño truco”; pero ya entonces advertía: “no habla caliente todo el que quiere, sería muy fácil”.
La pretensión de escribir “con naturalidad”; el ligero consejo de “escribí como hablás” -detrás del cual se inmolan tantos principiantes-, el atajo fácil y falso que supone alcanzar el humor a partir apenas de un lenguaje familiar (de ser posible pródigo en puteadas); el facilismo con que engaña la aparente simpleza de los buenos de verdad, y sobre todo, la impericia, la fatiga o la resignación de los editores que ni miran lo que publican; han abierto ese vacío donde hoy cualquier cacatúa sueña con la gracia del Negro Fontanarrosa, por el simple trámite de ni siquiera revisar lo que acaba de escribir.
Por otra parte, para alcanzar la gracia cuando se escribe, es condición necesaria, aunque no suficiente, tener gracia. Aún así, como apuntábamos, existe gente muy graciosa que deja de serlo cuando escribe, porque a escribir se aprende en la escuela pero a escribir no se aprende nunca, tal cual nos enseñan los verdaderos maestros del oficio.
Si queremos que la gente lea, evitemos estos escribas aburridos y torpes y por torpes más aburridos.
Por eso aquí, bajo el lema El Martillo en los dedos, y en el marco de nuestro concurso literario Premio Marco de Lepanto Para Escritores Sin Manos (ver bases y condiciones aquí), humildemente pretendemos destacar, como quien avisa, advierte –o más bien alerta-, las mejores nuevas figuras de esta nueva corriente que tan rápido nos deja a todos sin ganas de leer.
Damos paso entonces al tercer participando, completando así la reposición de lo que Clarín creyó desdtruír con la destrucción del Martillo.
Y por el mismo acto, reabrimos entonces la inscripción, esperando en breve el cuarto concursante.
¡Suerte a todos, pero sobre todo a los lectores!...
Con ustedes ahora sí, el autor y su obra
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Hoy nos honra con su presencia un semifamoso, o para ser más precisos: el hijo de un famoso, que sólo por eso es medio famoso.
Se trata de Alejandro Borensztein, arquitecto y productor de TV, según él mismo se presenta y firma, pero que es, en realidad, hijo del actor cómico Tato Bores, y por eso, parece, humorista. Y escritor, claro, quén no.
El Martiyo, en su post De tal palo, cuchillo de herrero, ya se ocupó de esta cualidad multifacética de una persona sin mayores dotes sin embargo.
A nosotros, El Martillo en los Dedos, le corresponde acá, en cambio, apreciar su trabajo como... redactor periodístico, dijéramos, ya que escribe en Clarín, y de alguna forma hay que llamarlo...
Con dicho propósito, y para completar entonces el trío de concursantes en carrera, reponemos la misma pieza con la cual se presentó allá por setiembre. Calma todos, no la reproducimos en forma completa, sino apenas extraemos un párrafo que entendemos extracta en sí mismo la esencia de su estilo, y su comicidad.
Para su mejor y más rápida comprensión, aclaramos que el autor se dirige supuestamente a Néstor Kirchner (era setiembre).
Aguanten que son pocas líneas:
“Piense en la torta de guita que usted (Néstor Kichner) tira a la basura, bancando medios que no los lee ni el loro . Y yo, por un par de palitos ve1rdes, le ofrezco la mejor ubicación del Grupo. Jamón del medio, a estrenar. Esta es su mejor inversión ( después de la compra de los terrenitos en El Calafate, por supuesto ). Confíe en mí. No me quiero mandar la parte, pero esta es una cabal demostración de que el negocio de los medios no es para cualquiera”.
(“¡Mirá qué página… papá!”, Alejandro Borensztein, Clarín, 27.09.10)
Apreciación:
Aferrado a un lenguaje llano, y de tono coloquial, el autor intenta el sarcasmo, acaso la ironía, o tal vez la burla directa. Como nada logra, es difícil precisarlo. La búsqueda de su humor, así, es desbaratada por la obligación de servir a sus patrones y pagar el espacio que le dan con mensajes expresos sin información y sin pruebas, y sin gracia tampoco: "Piense en la torta de guita que usted tira a la basura, bancando medios que no los lee ni el loro". Así el lenguaje llano, como vemos, vira de a poco pedestre, y el tono coloquial, vulgar.
Pese a los hechos convencido de ser un cómico nato, el autor no se rinde, y línea tras línea, vuelve a intentar el humor, el chiste o la agudeza con pasajes tan disparatados como: "Esta es su mejor inversión (después de la compra de los terrenitos en El Calafate, por supuesto)"; o ingeniosas chanzas como: "yo, por un par de palitos verdes, le ofrezco la mejor ubicación del Grupo. Jamón del medio, a estrenar"; para por fin cerrar el párrafo, con ese remate desopilante: "No me quiero mandar la parte, pero esta es una cabal demostración de que el negocio de los medios no es para cualquiera".
Desopilante, cómo no.
Nosotros nos estamos riendo desde setiembre, pobre pibe.
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ACLARACION ANTICIPADA
En previsión de comenarios del tipo “y estos quiénes se creen, ¿Borges?"; aclaramos aquí de antemano: no nos creemos ni Borges ni Céline, ni Vallejo ni Pessoa ni nada por el estilo, pero sí nos gusta leer a Vallejo y a Celine, a Borges y a Pessoa, y cosas por el estilo, de manera que, como cualquiera que acostumbró su paladar a buenos vinos de verdad, al probar kerosene, sin tragarlo te lo escupe.
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¡EL MARTILLO EN LOS DEDOS!
¡Por la salud de nuestros hijos!
¡No deje su diario al alcance de los niños!
¡ELLOS TAMBIÉN TIENEN DERECHOS!
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¡PREMIO MANCO DE LEPANTO PARA ESCRITORES SIN MANOS!
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