LOS CORDERITOS FEROCES
No estamos tan locos como para comparar el cierre de Wikileaks por parte del Pentágono –más allá de a quién hayan mandado poner la cara-, con el cierre hace poco de El Martillo por parte de Clarín blogs. No estamos tan locos, pero sí, sí podemos, aún así, compararlos los dos hechos, salvando por supuesto todas las escalas: ni nosotros somos Wikileaks, claro, ni Clarín es el Pentágono, qué va. Ja.
Sin embargo se trata en ambos casos de dos grandes monstruos contra dos sites individuales, es decir, contra dos individuos, contra dos tipos solos, o sea.
A pedido de un senador de Connecticut-cuyo nombre quisièramos borrar de la tierra-, primero la empresa Amazón les negó su plataforma, y ayer temprano informaban los medios que Wikileaks había sido desalojada de los Estados Unidos, porque la empresa Everydns, base de sus dominios; se la sacó, quedándose, de paso, con todo el material allí archivado.
La mañana del 11 de noviembre último los diarios no hablaban de nosotros, pero Clarín hacía exactamente lo mismo con El Martillo: de pronto ya no teníamos blog ni plataforma, y cada vez que abríamos uno, apenas nos identificaban, lo destruían. Clarín nos había desterrado de su pequeño universo.
Más allá de todas las diferencias, en ambos casos la ferocidad de la respuesta daba la hondura de la herida.
Hilary Clinton y un ejército de llorones recorre el mundo pidiendo disculpas que ya nadie les cree y pretendiendo como toda excusa que los secretos revelados carecen de importancia alguna; pero al mismo tiempo todos los perros de su gobierno persiguen a Julian Assange y cierran Wikileaks demostrando de una vez y mundialmente la nada que en verdad les vale todo eso de la libre expresión.
Igual que Clarín, que vive de vestiduras rasgadas en nombre de “la prensa libre”, pero nos expulsó de su comunidad y cerró nuestros blogs no por usar lenguaje vulgar ni sexo explícito, sino por no parar de contar lo que ellos no paraban de ocultar.
No estamos tan locos como para comparar un hecho con el otro, pero en ambos casos dos gigantes bestiales se vieron acorralados por dos seres simples.
Y ahí, creemos, la piedra filosofal de todo esto…
Acaso una de las reflexiones más sintéticas y sustanciosas que hemos captado sobre el contenido general de los cables revelados, la diera el filósofo entre otras cosas Noam Chomsky, observando que del conjunto de todos los cables, se advertía sobre todo “un odio profundo a la democracia”.
Adormecidos por los viejos paradigmas, entramos a la nueva era y quizás estamos tardando en despertar y comprenderla según sus nuevos paradigmas.
El último 24 de noviembre, modestamente, en un ataque sorpresivo, El Martiyo interceptó el normal funcionamiento de Clarín blogs bombardeando su cartelera desde tres blogs recién creados -y pronto destruidos-, pero que bastaron para detener sus rotativas virtuales por 36 minutos infinitos para ellos.
Un hombre solo, sin ningún esfuerzo, les hizo todo eso. ¿Qué pasaría, nos preguntamos ingenuos, si nada más ese sólo hombre, sin otras armas que inventar un blog tras otro, se obsesionara con ellos -como el soldado Manning con la informaci´n que bajaba-, y los bombardeara sin solución todos los días de la vida?... Ese solo hombre acabaría con ellos, simplemente.
Clarín debería clausurar por inhabitable su comunidad de blogs, o ponerle tantos y tan complejos filtros, que al cabo igual resultaría inhabitable.
Y ahí la nueva era, que acaso sea mucho más democrática y ecuménica de lo que todavía comprendemos..
Quzás el hombre ha vuelto a valer lo que vale un hombre, y las masas ya no vengan en rebaños como antes, y la prepotencia de volumen haya perdido, por fin, toda su fuerza.
Tal vez todo cambió y ya no es lo mismo el que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, o está fuera de la ley.
Así de chiquitito, el hecho es obvio: Clarín cerró El Martillo, no porque lo ignoraba, sino porque le temía.
De un lado del sube y baja, todas las fuerzas de defensa de los Estados Unidos y la Otan , y del otro lado, un tipo solo: Julian Assange. Tal su peso.
Quizás el superhombre que éramos, ya es.
Son tiempos nuevos, se puede ver: de pronto un cordero desguaza un tigre, y miles de hormiguitas se devoran un elefante.
Grandes somos todos.
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