Crónicas
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La razón de los monos
Muchas veces la razón no trae más que tristeza.
Ayer fui al jardín zoológico y frente a la jaula de los monos vi que un mono, intempestivamente, le pegó a otro, y que el otro, inmediatamente, le devolvió el golpe.
Pero yo no me pregunté -porque no me importó- por qué motivo el primero le había pegado, intempestivamente, al segundo.
Me importó mucho más entender por qué motivo el segundo, inmediatamente, le había respondido al primero.
Y me pregunté así:
¿Existirá ya desde la bestia un sentido congénito de la justicia?
¿O será más bien un placer primitivo, natural, por la revancha?...
O peor aún, me pregunté de pronto:
¿Será que hay en nosotros una atávica necesidad de pura venganza, y por atávica y pura, también insuperable y por lo tanto desesperante?
Porque entonces, de ser así, me pregunté por fin: ¿qué esperanza nos queda?.
Y así me alejé de los monos, lleno de razón y de tristeza.
DA/setiembre del 2000.
Jo, jo, jo.
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