Los chistes de Borges
Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.
Con esa humildad patriarcal propia de los grandes maestros, supo concederle a Ernesto Sabato la imposible ilusión de una rivalidad entre los dos. Sin embargo, una vez, en una rápida declaración, Borges, con frugal asombro, puso cada cosa en su lugar:
-- Me han dicho que en Italia se venden los libros de Sábato con una faja que dice “El rival de Borges”. Lo extraño es que los míos no se vendan con una faja que diga “El rival de Sábato”.
Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.
Con esa humildad patriarcal propia de los grandes maestros, supo concederle a Ernesto Sabato la imposible ilusión de una rivalidad entre los dos. Sin embargo, una vez, en una rápida declaración, Borges, con frugal asombro, puso cada cosa en su lugar:
-- Me han dicho que en Italia se venden los libros de Sábato con una faja que dice “El rival de Borges”. Lo extraño es que los míos no se vendan con una faja que diga “El rival de Sábato”.
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