////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

sábado, 10 de julio de 2021

ANÉKDOTAS - Hoy: “LA POESÍA SECRETA”, con Pablo Neruda y García Lorca…

 

 

Hoy: La Poesía Secreta

Con Pablo Neruda y Federico García Lorca

 



Hubo un tiempo que fue hermoso, cuando los verdaderos influencers eran los grandes poetas, y entonces recorrían los pueblos y se presentaban en público para decir sus versos, y las gentes los aplaudían porque disfrutaban y crecían y aprendían...

Así cierta vez, Federico García Lorca y Pablo Neruda viajan hasta un pueblo para hacer una de sus presentaciones, y contrariamente a lo habitual, al llegar, en la estación de tren, no los recibe nadie.

Había una nutrida comisión de ciudadanos esperándolos, pero en aquellos días sin internet y sin tele, los versos eran más famosos que las caras, y no los reconocieron. Después uno de los anfitriones se excusó.

-- Es que esperábamos a dos hombres vestidos de poetas, y ustedes visten como personas normales...

Lorca le explicó:

-- Es que somos de la poesía secreta.




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viernes, 9 de julio de 2021

9 DE JULIO, DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA, NO INDEPENDENCIA…

 

 

La economía argentina hipotecada en Washington, el aparato mediático-cultural alineado con la Embajada de Estados Unidos, y parte del territorio nacional ocupado por Gran Bretaña y las fuerzas de la OTAN.

En dicho estado colonial, nos pretendemos un país libre y soberano.

Menos que una fantasía, se trata apenas de un oxímoron.


LA NOCHE BAJO EL SOL




 

“Seamos libres y lo demás no importa nada”.

José de San Martín

 

 

Tal y como nos enseñaron a repetir desde la escuela primaria sin hacernos reparar jamás en el detalle, el 9 de julio se conmemora el Día de la Declaración de la Independencia, ninguna independencia. La distancia entre declararse libres y serlo es tan grande, que sigue todavía.

205 años después de aquella notable jornada, cuando un distinguido consorcio regional manifestó su voluntad política de liberar del yugo extranjero a estas provincias del sur, tenemos la economía en manos de Washington, el aparato mediático-cultural alineado con la Embajada de Estados Unidos, y parte del territorio nacional ocupado por Gran Bretaña y las fuerzas de la OTAN. Pretendernos un país soberano, libre, es infantil. Como creer que el 9 de julio es el Día de la Independencia Nacional. Ninguna independencia.

Una suerte de nuevo plan cóndor blando -y no tanto- se despliega sobre la región sin tantas balas –mientras no hagan falta-, pero armado mejor con la fuerza de los grandes medios de comunicación y la corrupción personal de los abogados que ejercen el poder judicial de cada país. 

Por eso Maduro gana las elecciones y es aislado y amenazado, por eso Lula arrasa en las encuestas y va preso, Correa parte al exilio, por eso Macri colabora con el golpe en Bolivia, y Cristina lleva ya más de diez años de persecución mediático-judicial sin que aparezca todavía una sola prueba concreta en su contra. Porque no somos libres.

Mucho menos en la Argentina, que además de sufrir todos los males de la región, mantiene –y es preciso repetirlo una vez y otra vez-, parte de su territorio ocupado por un país extranejro.

Diarios, portales, radios, canales, editoriales y librerías, productoras de cine y series, el 90 por ciento de todo ese aparato mediático-cultural está en manos del Grupo Papel Prensa, cuyo alineamiento con la Embajada de Estados Unidos no sólo es obvio desde hace mucho, sino que además hace mucho quedó al descubierto y en detalle con las filtraciones de Wikileaks.

Podemos llamar a elecciones todos los días pero la historia del mundo seguirá sin registrar un solo caso de colonia de verdad democrática. Se trata de un vacío lleno, una noche soleada, un oxímoron, una figura retórica, ninguna realidad.

Hace 39 años tropas y más tropas argentinas desembarcaban en las Islas Malvinas y se parapetaban dispuestas a una guerra que desde entonces tratamos de olvidar. Poco días antes, nuestra soberanía territorial había sido recuperada en forma completa.

En respuesta inmediata la CEE bloqueaba comercialmente a la Argentina, mientras Juan Alemann -entonces ministro de economía- se apuraba a garantizarle al enemigo el pago puntual y completo de nuestra formidable deuda externa. Ningún bloqueo a nadie. Así empezó la rendición. Ese espíritu cipayo del gobierno de facto, pesaría más que todos los pertrechos y todos los cuerpos de todas las tropas, y volvería inútil cualquier sacrificio en el frente.   

Esa misma cúpula genocida y cipaya que había endeudado al país en forma record –al menos hasta la llegada de Macri-, cuando vio a los ingleses de cerca, se rindió sin chistar. Incluso agradecida.

El retorno al estatus de colonia fue entonces tan rápido –y era ya tan antiguo-, que ni siquiera lo sentimos. Primero nos distrajo el Mundial de España -¡debutaba Maradona!-, y luego la campaña de desmalvinización llevó la derrota bélica al plano moral, y la extendió desde las Islas a todo el país y hasta nuestros días.

Los mismos grandes medios que tanto apoyaban la gesta cuando “estábamos ganando”, a partir de entonces se dedicaron a explicarnos que todo había sido un gran error y una locura. La locura de un solo tipo: un borracho, que ya no precisaban más. Y chau.

Nunca más debíamos desafiar a ningún imperio, a ningún poderoso. No era importante tener parte del país ocupado por otro país, qué va. Tonterías escolares. Teníamos un territorio inmenso, ¿para qué pelear por dos islas más o menos? Pronto nos dejarían votar, y chau.

La flor de la derrota fue la democracia. Una democracia nominal, endeble, encorsetada por los vencedores de la guerra, teledirigida desde los grandes medios más grandes que nunca, y que voló por los aires en 2001 pariendo con dolor el primer proceso político de liberación nacional desde los ya lejanos días del general Perón… y que al cabo de 12 años de lucha, desbarrancó en Mauricio Macri y su destrucción total y su entreguismo absoluto, porque un oxímoron es un oxímoron y una colonia es una colonia.  

El 9 de julio de 1816 se declaró la independencia.

Y eso es todo por ahora.

La lucha continúa.





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martes, 6 de julio de 2021

BRULOTES BRUTALES - Hoy: JORGE ASÍS, entre la ficción y la realidad...

 

Autor de un best-seller histórico, y más de veinte novelas entre otros libros, negar a Jorge Asís como escritor, según sus propias palabras, “es por lo menos pretencioso”. Como periodista, en cambio, surge durante la dictadura protegido bajo la acuarela costumbrista, no se le conocen grandes investigaciones ni denuncias, y sin embargo logró instalarse como “analista político”. Pero desde entonces ambula como perdido entre la realidad y la ficción.

EL TURCO EN SU NEBLINA



Subestimado como escritor, sobrestimado como periodista, Jorge Asís, el Turco, supo componer un personaje -un muñeco, diría un teatrista- que le permitió a un mismo tiempo tranquilidad económica, un incierto prestigio, pero prestigio al fin, y lo mejor de todo: tiempo libre. Ahí, quizá, su gran obra: él.

Habitué infaltable de ese limbo de espías, periodistas y bucaneros que era en los 80 y los 90 el Florida Garden; caminador infatigable de los mentideros porteños y los almuerzos por donde pasan todas las verdades -y todas las operaciones-; Asís ambula como perdido entre la ficción y la realidad sin asentarse en ninguna. Ahí su neblina.  

Como periodista no se le recuerdan grandes investigaciones, primicias ni denuncias. Su trayectoria se remite a los años duros de la dictadura, cuando supo protegerse en Clarín detrás de la crónica costumbrista y las acuarelas de Oberdan Rocamora. De a poco se revelaba como escritor, hasta que en 1980 estalló su novela Flores robadas en los jardines de Quilmes, inmediato best-seller. Como el éxito no se perdona, pronto fue acusado de colaboracionista, pese a que la novela estaba dedicada al recientemente desaparecido Haroldo Conti. Nace entonces la grieta entre los escritores exiliados, y los que se quedaron. Los de adentro, y los de afuera. En fin. Flores robadas no paraba de venderse, así que un día Asis dejó Clarín y denunció su interna -no su poder- en Diario de la Argentina, algo menos que una novela, pero con una fuerza narrativa irresistible que le costó el exilio de la patria periodística, y allí cayó en el destierro sin haberse ido nunca. Proscripto por los unos y los otros, en 1990 recuperó todos los derechos de sus libros y los sacó de circulación. Perdido por perdido, pecé en su juventud, cuando vio llegar a Menem se abrazó al paisano, y fue embajador en la UNESCO, en Portugal, y hasta Secretario de Cultura de la Nación. Desde entonces no falta quien lo cree peronista. Incluso él.

Hoy posa de analista político limitado sin embargo al augurio, la proyección y la sospecha, pero alambicado por un estilo personal que al menos en televisión destaca como un diamante entre carbones. Sobre todo en contraste con sus entrevistadores de ocasión, Alejandro Fantino, Paulo Vilouta, relatores deportivos, y en el mejor de los casos, el animador y conductor Fabian Doman, cuando no el genuflexo Luis Novaresio.

Así Asís -así cualquiera- resulta desde luego indiscutible como quien habla solo, y entonces, con tono suficiente, canchero, ralajado, se lanza al “análisis político”… una maraña subjetiva de especulaciones, profecías, interpretaciones personales de las psiquis ajenas, más algunos chismes y rumores que él mismo califica de “información probablemente mala”. Así en 2015, por ejemplo, anticipó la victoria de Daniel Scioli.

También en su portal acaso lo más interesante es el manejo de sus recursos literarios para tejer la sarasa referida. Astuto, en sus proyecciones considera todas las posibilidades, como quien apuesta en la ruleta a los 36 números. A la usanza de los antiguos textos griegos, a cada personaje le adjudica su apodo (La Doctora, El Ángel Exterminador, El Furia, etc), mientras se maneja con un estilo cablegráfico que agiliza la lectura, permite la humorada, y facilita el efecto. Información, lo que se llama información, no hay.

La manifestación, Los reventados, Don Abdel Salim, La calle de los caballos muertos, Flores robadas… sus novelas acaso no guardan los rigores técnicos de las de Osvaldo Soriano, ni la solidez de sus argumentos -que en Asis se diluyen o resultan innecesarios porque se limita a la voz del narrador para unificar el relato-, pero juntos rompían entonces la monotonía de un paisaje literario devastado por la dictadura -cuando se publicaba mucho pero no sorprendía nadie-, y ensombrecido por los viejos titanes todavía vivos: Borges, Bioy, Cortazar… Con una prosa a veces apurada, y por lo tanto a veces desprolija; un lenguaje descarado, vivo, y por lo tanto familiar; un ojo agudo para el costumbrismo, y el tono irónico que impone la derrota, Asis logra en sus libros una regia pintura de época, que negar, según sus propias palabras, “sería por lo menos pretencioso”.

Ahí su neblina.

Porque en sus libros, con los recursos de la ficción, supo hacer la crónica de sus días. Hoy intenta lo mismo en el periodismo, y con los mismos recursos. Pero como no es ficción, con frecuencia la realidad lo desbarata.  

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