////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

domingo, 26 de mayo de 2019

SAN MIGUEL DEL MONTE: NINGUNA TRAGEDIA…




Las Fuerzas de Seguridad –en este caso la Bonaerense- acaban de lograr  una nueva marca en su extenso historial delictivo con el asesinato de cuatro chicos, tres menores, mientras otra menor sigue entre la vida y la muerte. 
La cadena de culpables sube y se expande, alcanza a los ejecutivos provincial y nacional, y barre con periodistas, comunicadores, y otros charlatanes. 
No sólo Clarín y La Nazión evitaron culpar a los supremos culpables (Vidal y Ritondo), limpiar a la Fuerza apelando al lugar común “algunos policías no son la Policia”, y esconderse detrás de la palabra “tragedia” para no enfrentar lo que fue una masacre pura y cruda. 
Ellos tampoco son inocentes.


ASESINOS POR NATURALEZA

La Policía argentina. Todos sin esposas. En familia.



La masacre policial ejecutada en San Miguel del Monte con la persecución y el fusilamiento en marcha de cuatro chicos –tres menores- y que mantiene a una chica –también menor- entre la vida y la muerte; no fue algo "aislado", no fue un “procedimiento mal hecho”, como pretendía trabado de mandíbula el ministro de seguridad de la Provincia; ni mucho menos -como intentaron imponer serviciales tantos comunicadores - una “tragedia”, o el simple “exceso” de “algunos policías”. No. La palabra es masacre, y la perpetró la Policía, no “algunos policías”. No existen “algunos policías”.
El “espíritu de cuerpo” que tanto los enorgullece –y autoprotege-, no solo vale para abrazar los infrecuentes aciertos de la Fuerza. También abraza a la Fuerza en cada uno de los delitos de sus hombres y sus mujeres, en todos sus crímenes.
Es el mismo espíritu de cuerpo que ahora en San Miguel del Monte los llevó a intentar –una vez más y como siempre- encubrir a los “compañeros”, ocultar los hechos, presionar testigos, barrer las pruebas, limpiar a los asesinos. No se trata de “algunos policías”. Se trata de la policía. En este caso, de la célebre por maldita Bonaerense, cuyo largo historial delictivo, no se detuvo con el alejamiento de uno de sus más mentados líderes, el genocida Ramón Camps, ni con el fin de la dictadura. El jolgorio continuó, y continúa. Esa sí es una tragedia.
Seria fatigoso y acaso infinito hacer un inventario aquí estando Google tan a mano de todos. Pero si se revisan los grandes crímenes y delitos del país durante los últimos, digamos, 50 años –secuestros extorsivos, homicidios agravados, asaltos comandos, trata de personas, contrabando, narcotráfico, etc-, en el 90 por ciento de los casos aparece algún representante de las fuerzas de seguridad. Ora la Bonaerense, ora la Federal, la Prefectura, Gendarmería...
Y aunque aquí sí vale decir que la putrefacción de las fuerzas no comenzó con este gobierno, también vale decir que este gobierno la potenció atento a su núcleo duro de machitos de pizzería y mano dura. El presidente personalmente felicitó al policía procesado por homicidio agravado Luis Chocobar. Ahora tiene los resultados.
Ahi lo tenés al pelotudo... 
Rara como encendida, la ministra de seguridad Patricia Bullrich -de vocación pistolera-, entonada y al grito de “el que quiere andar armado que ande armado”, hace mucho no pasa un control de alcoholemia, ni un detector de mentiras tampoco. Encubrió sin fallar todos y cada uno de los crímenes de todas las fuerzas bajo su mando, y más allá. Desde Santiago Maldonado y la Gendarmería, a Rafael Nahuel y Los Albatros de la Prefectura, pasando por Juan Pablo Kukrop y Luis Chocobar; Facundo Burgos y la policía de Tucumán; la aún inexplicada balacera de Avellaneda entre sus muchachos y los de la Vidal, y siguen los muertos y también los encubiertos. Nada la detiene. Nadie renuncia. 
Vale apuntar que el espectáculo circense con el cual se pretende enjuiciar a CFK por televisión, es una causa por la obra pública de la provincia de Santa Cruz durante los años en que ella no desempeñó ninguna función pública en Santa Cruz.
Sin embargo, del otro lado de la moral, los responsables supremos y por lo tanto directos de la masacre de San Miguel del Monte, la gobernadora María Eugenia Vidal y su ministro de Seguridad Cristian Ritondo, ni se mueven, no se van, apenas se lamentan, se encogen de hombros, y qué vachaché...
Los medios en general –y no apenas los previsibles Clarín y La Nazión- pusieron todo su esmero en obviar sus dos nombres, y por supuesto, exculpar a la Fuerza, fuente del material con que suelen ganarse la vida sin esfuerzos.
El viernes en su programa El Expediente de C5N, Paulo Kablan (quien jamás cierra ninguno de sus informes sin destacar la acción del fiscal y su fiscalía, del comisario y su comisaría, quienes a su vez tan amablemente le mandaron el video y los datos que así lo salvan de tener que laburar en serio), usó media hora de su programa para hablar de la masacre pero no usó la palabra. Y por supuesto no paró de repetir, precario y genuflexo, el viejo lugar común de “algunos policías no son toda la Policía”.
Parte del folklore policial argentino es llorar la triste suerte de lo que llaman sin embargo “vocación de servicio”. Desde la falta de medios y agentes, a la incomprensión judicial de “las puertas giratorias”, y el desprecio popular, ya inmemorial y siempre en constante progresión. Parecieran no entender por qué la gente no los quiere… o tal vez por eso mismo le disparan por la espalda. Un acto inmenso y profundo de auto-purga y constricción, podría ayudarlos alguna vez.
Culpables
Sobre llovido, el gobierno de Cambiemos –especialista en marketing (y nada más)-, soltó por las calles de todo el país miles de agentes nuevos como quien empapela de afiches la ciudad. Se trata en general de chicos y chicas sin actitud, formación ni vocación, ansiosos apenas por una salida laboral frente a la miseria que el propio gobierno despliega en simultáneo. Temblorosos, asustados, sin bozal y sin correa –y sin controles toxicológicos tampoco- marchan hacia las líneas del frente de una situación social en llamas. Y tiran a dar, total...
Entonces cuatro chicos –y van- son asesinados por la Policía de la Provincia de Buenos Aires.
Perseguidos hasta la muerte.
Fusilados en pleno vuelo.
Cuatro chicos, tres menores, y una chica, también menor, que sigue grave.
Dos policías les disparaban, siete los perseguían, dieciocho se complicaron en el encubrimiento, y las investigaciones recién comienzan… No fue un “hecho aislado”, “un procedimiento mal hecho”, un "exceso", no... es una putrefacción institucional amparada por un sistema de códigos mafiosos. No fueron “algunos”. Fue la Policía y fue una masacre. Ninguna tragedia.
La tragedia son ellos, esas Fuerzas de Seguridad descontroladas, y todos esos funcionarios capaces de encubrir y felicitar sus asesinatos, porque ellos también son asesinos.  


Cuatro de las víctimas de la seguridad de Cambiemos.

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domingo, 19 de mayo de 2019

MACRI LO HIZO: FERNÁNDEZ AL GOBIERNO, FERNÁNDEZ AL PODER




Campeón mundial de Tiro por la Culata, hundido en las encuestas, sin más rumbo económico que el abismo inminente, ni más opciones que el fraude o la derrota, perdido por perdido, el gobierno de la 2ª Alianza guardaba su última ilusión electoral en el juicio a CFK. Pero otra vez ella les corrió el arco, renunció a su candidatura, y desbarató la campaña oficial, reducida a tapar con la ajena, el magno desastre de la propia gestión. Los grandes medios agitaron los fantasmas de Cámpora y Perón. Pero esta vez el grito no les sirve.

FERNÁNDEZ AL GOBIERNO
FERNÁNDEZ AL PODER

Foto: Fabian Marelli



Varias veces medalla de oro en la disciplina Tiro por la Culata, el equipazo gobernante alcanza una nueva marca con los resultados obtenidos por la formidable persecución a CFK. Ella se baja de la candidatura presidencial, y ahora todo lo pensado para enfrentarla en campaña –lo único pensado- les explota en la cara como un chasco barato.
Argentina extraña. Mientras Mauricio Macri se defiende de los propios para imponer su candidatura, Cristina Kirchner renuncia a la suya pese al clamor de los propios.
En esa simetría perfecta que ofrecen ambos en todo (desde el sexo a la oratoria, pasando por las ideologías y la consideración en las encuestas), acaso representen la Argentina total, eterna, incesante. En términos prácticos: la del peronismo y el antiperonismo.
Las dos fuerzas que se enfrentan a lo largo de la historia aún antes de llamarse así, la que construye y la que destruye; la que amplía derechos y la que bombardea civiles; la que glorifica a los militantes, y la que los fusila, la que los multiplica, y la que los desaparece; la que se integra a Latinoamérica, y la que la desprecia; la que incluye y la que excluye; la de las multitudes en la Plaza, y la de las vallas en la Plaza; la que reclama Malvinas, y la que las entrega. Las dos se enfrentan otra vez.
Pero son días inéditos. La exitosa destrucción nacional llevada a cabo por la 2ª Alianza –superadora de la 1ª- no registra por lo tanto precedentes. El gobierno que viene no heredará un país en ruinas, sino una colonia sitiada. Su economía dirigida desde Washington, su aparato mediático-cultural alineado con la Embajada, un PBI ya embargado, su oro en Londres, y parte del territorio nacional ocupado por Gran Bretaña y las fuerzas de la OTAN. No habrá deja vu. Días inéditos.
Entre impericias y codicias hace rato que Macri ya no baila sino al borde del abismo que la historia le reserva a los peores, un abismo sin fondo y sin olvido. La web y sus redes volverán inmortales sus dislexias y sus fursios, sus mentiras y sus delitos, desde las cloacas de Morón a la entrega nacional. No será precisa la venganza, bastará con la justicia. No puede perder.
Centro solar del universo político argentino, Cristina Kichner volvió a sorprender como sorprenden siempre los distintos. Tan distinta que recupera el protagonismo con una renuncia sin embargo. Con la gracia de un paso de danza salta la grieta y pone en su lugar a uno de sus mayores críticos. Y como si esta vez sí fuera magia, convierte en un montón de dólares confederados todo el odio acuñado por el oficialismo.
La genialidad de la jugada la destacaron inmediatamente sus mejores detractores. Rápido se apuraron a criticarla Eduardo Duhalde, Guillermo Moreno, Julio Bárbaro, Miguel Pichetto, Elisa Carrió, Eduardo Feinmann, los portales de Clarín y La Nazión, Hernán Lombardi, y la izquierdita argentina. Sólo faltaba Spruille Braden. Ya todo estaba dicho.
En Olivos no comenzaba el sábado que ya el fin de semana se había terminado. Se frotaban las manos esperando el juicio por el cual tanto se las habían ensuciado manoseando a la Corte Suprema, cuando de pronto otra tormenta que tampoco vieron venir los sacaba de rumbo y los mandaba de vuelta contra los arrecifes ¿Y ahora? Macri y su muñeco Marquitos, de viaje el ventrílocuo oficial Duran Barba, apelaron a frases hechas hace mucho, de esas que se hacen cuando no se sabe qué hacer. La noticia saltaba como un sapo desde un pastel de bodas.   
Con los restos del odio y los medios que los encubren, enseguida probaron suerte con la teoría del títere; sacudieron los fantasmas de Campora-Perón –sin advertir que esta vez el grito sería “Fernández al gobierno, Fernández al poder”-, y hasta agitaron la sospecha de una posible conspiración vicepresidencial como la que tanto le aplaudieron, esos mismos sectores, al hoy inexistente Julio Cleto Cobos.
Pero nada de eso basta –saben- para cubrir el fracaso transversal obtenido en todos los planos de su gestión.
Tan solo resta la foto del banquillo que es toda su fortuna, el juicio a Cristina, un juicio literalmente flojo de papeles y basado de arranque en los testimonios de Daniel Santoro, Leonardo Fariña y Marcelo Dalessio. Tres tristes truchos.
Pero el “plan Lula” también se derrumbó. El candidato es otro, y aún si el gobierno consiguiera presionar a esos jueces hasta meter presa a Cristina, la jugada ahora sería más riesgosa que antes. Encerrada al cabo de un injusto proceso (el arrugue de la Corte el jueves no alcanzó para borrar con el codo lo escrito el miércoles y para siempre), su voz alcanzaría una potencia mayor y el caudal de votos para su candidato aumentaría. Y la Corte que no pudo soportar la presión de esas multitudes que el otro día ni siquiera Clarín pudo encontrar, tendría que enfrentarse a esas multitudes que el otro día coparon la Rural bajo la lluvia, y que ni siquiera Clarín pudo ocultar. Todas las encuestas y los hechos, el libro y las multitudes, demuestran el claro efecto rebote que tuvieron los ya más de once años de acusaciones y persecuciones mediáticas y judiciales ¿Por qué la cárcel funcionaría peor?
Pero no hay más. El resto es fracaso.
La lluvia de inversiones, los brotes verdes, la luz al final del túnel, la pobreza cero, la justicia independiente, la inflación, la deuda externa… y la causa de Dolores, donde el juez Ramos Padilla sigue hundiendo el escalpelo hasta el hueso presidencial del mejor equipo de los últimos 50 años. Vestigios de sí mismos, ellos también son los restos del odio.
Sin embargo están perdidos pero no vencidos, y cuanto más perdidos, más peligrosos, más feroces. Saben que la derrota entraña la cárcel y no están dispuestos.
En nuestro post del 23 de marzo, El final es inminente, advertíamos que tal y como iban las cosas las únicas esperanzas de reelección que le quedaban a Macri eran el fraude, o una oposición descompuesta.
La oposición se compone.
Mejor estar atentos.



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