////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///
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martes, 8 de diciembre de 2020

MEDIOS MEDIOS: LA LENTA MUERTE DE PÁGINA 12…

 

 

La agonía de la prensa gráfica es universal, ecuménica. La virtualidad y sus redes se la comen de a poco, y la terminan. Reducidos a instrumentos de poder y de negocios, los medios pierden credibilidad, y se autodestruyen. La falta de oficio y de imaginación de sus hacedores, hacen el resto. Clarín es una prueba. Le sigue, ahora, Página 12.

 

LOS DIARIOS TAMBIÉN SE MUEREN


 


Crítica, El Mundo, La Prensa, La Razón, Última Hora, Noticias… los diarios también se mueren. Algunos de manera abrupta, súbita, otros agonizan durante años, como Clarín, La Prensa o Página 12.

La Prensa, el viejo La Prensa, murió con la vuelta de la democracia, alcanzó su mediodía con la Fusiladora, y de allí el lento declinar hacia el ocaso. Resucitó en formato tabloide allá por 1994, para agonizar desde entonces, ya casi fantasmal.

Clarín resultaba incontestable, mucho más desde que distribuía el papel para la competencia. Y pese a su expresa complicidad con la Fusiladora primero y la dictadura genocida después, y pese a ser ya desde entonces un instrumento de poder, más que un producto periodístico, mantuvo su hegemonía en la opinión pública hasta su enfrentamiento con el kirchnerismo, cuando su credibilidad fue popularmente cuestionada, y definitivamente dañada. Según el IVC (Instituto de Verificación de Circulación), fue el diario que más lectores perdió en el quinceno 2003-2018. La constante caída en las mediciones de sus productos audiovisuales, marcan el pulso de su agonía. Pero este cronista había visto ya a fines de los años 80 una pintada en la esquina de Carlos Calvo y Defensa que avisaba desde entonces: “Nos mean, y Clarín dice que llueve”. Una muerte anunciada.

Página 12 fue la última novedad en diarios en la Argentina. Atento al avance de los medios audiovisuales, decidió ser un diario de análisis, investigación y opinión, más que de información, y sus tapas, lejos de anunciar, editorializaban con buena gráfica y humor. Jorge Lanata ya estaba en venta pero todavía nadie lo había comprado, eran los días dorados de Pasquini Duran, del mejor Bonasso, Horacio Verbitsky, las contratapas de Osvaldo Soriano, Eloy Martínez, Juan Gelman, el Tano Dal Masseto… altri tempi.  

Sombra de lo que fue, hoy Página 12 es un diario mal escrito y peor corregido, cuyas notas, apuradas o desganadas -cuando no pretensiosas- no llegan a ser artículos justamente por su falta de articulación en el desarrollo, y más bien parecen una pegatina de informaciones que se deshilachan como quien se desangra.

La imprecisión en la información era hasta no hace tanto algo impensable para Página. Hoy son frecuentes las fes de erratas, las aclaraciones y las explicaciones sobre lo que se quiso decir cuando se dijo lo que no se dijo -caso reciente, Acuña-Priebke-, cuando no los errores y las falsedades que, si pasan, pasan.

Pero si algo distinguía a Página 12 era su independencia frente al poder político, más allá de su orientación jamás oculta, de su parcialidad, sin renunciar al rigor informativo, la investigación y la primicia. Eso también se terminó allá por 2016, cuando el “sindicalista y empresario” Víctor Santa María, presidente del PJ Capital, y Secretario General del sindicato de los porteros, se hizo cargo del diario, y a poco de andar, echó a Verbitsky porque este insistía con denunciar a Mauricio Macri. Allí quedó expuesta la fractura que lo rompió.

Desde entonces Página, como Clarín, dejó de ser un producto periodístico para convertirse en un instrumento de poder político, y por lo tanto, de negocios. Inspirado en Magnetto, Santa María comprendió el asunto.

Ahora, mientras se cocina por dentro entre problemas gremiales y económicos, amenazado como todos los diarios del mundo por la virtualidad y sus redes, reducida su suerte al público progre-peronista que le regalan los otros medios, Página 12 agoniza despacio, pero seguro.

Convertido ya en un suplemento de su propio suplemento Las 12, la temática feminista casi no deja espacio para el deporte o las internacionales, mientras abunda en historias autorreferentes, repetitivas, y previsibles desde sus títulos.

Sus viejos grandes columnistas sobrevivientes -Wainfeld, Bruchstein, Granovsky- parecen apurados o desganados. Wainfeld insiste con un tono enunciativo que nunca se resuelve en conclusiones ni información, sino apenas en interpretaciones que se presumen análisis, y conjeturas y proyecciones que la realidad desbarata con frecuencia. Bruchstein se limita a comentar la actualidad como en una sobremesa por escrito, sin aportar información ni sorpresa tampoco. Granosvky también parece cansado.

Eduardo Aliverti, alambicado y lento, capaz de complicar la frase más simple, se extiende durante párrafos y párrafos entre sinónimos y rebusques para decir lo que ya sabíamos que iba a decir. Mempo Giardinelli, siempre indignado, dice lo de siempre y siempre a los gritos, pero nada nuevo nunca. Y a la semana se repite.

Algunos redactores, como Fernando Cibeira, Werner Pertot, y/o  Romina Calderaro, son literalmente ilegibles, y no solo por sus problemas sintácticos y gramaticales.

Exceptuando el Cash, sostenido por los buenos trabajos de Alfredo Zaiat, Raúl Dellatorre y David Cufré, los otros suplementos son cada vez más elitistas, endogámicos, y fatuos, como el Radar. El Radar Libros, en cambio, no pasa de ser un chivo de las novedades editoriales que lo sustentan. ¿Sátira 12 sería gracioso? Las 12 no hace falta, fue dicho, para eso está el diario. Líbero, el deportivo, acaso por su propia esencia, parece escrito con los pies.

Las contratapas, las famosas contratapas de Página, hace rato que no importan más. José Pablo Feinmann divaga, se enrosca en sus propios silogismos para terminar desparramado entre conceptos confusos, neblinosos. Noé Jitrik sabe mucho de literatura, lo que no lo convierte en escritor, y confunde el artículo con el ensayo en ripios ilegibles, sobre todo por aburridos. Fresán, con sus módulos inarticulados y su “homo-ego”, sólo habla de sí mismo, y de otras minucias que tampoco importan. Enrique Medina parece escribir las suyas mientras hace otra cosa. Las contratapas, las famosas contratapas de Página 12, tampoco importan ya.

El chiste de tapa es cada día más triste, como Rudy, y ni el pirulo de tapa se salvó, cuyo espíritu destacaba en muy pocas líneas un detalle revelador y relevante, mientras hoy suele ser una especie de copete de una de las notas interiores, o una curiosidad rescatada de las redes dos o tres días tarde.

Encorsetado por las operaciones políticas y los variados negocios del propio Santa María -que por ejemplo le cedió el hotel de los porteros en la Triple Frontera a la hermana de Horacio Rodríguez Larreta, mientras al mismo tiempo impulsaba la candidatura de su pareja Gisella Marziota junto a Lamens contra aquél-, hirviendo en conflictos internos, financieros y fiscales, sin control de calidad, sin ideas o sin ganas, Página 12 también se muere.

La agonía de la prensa gráfica, es ecuménica, universal. La virtualidad y sus redes se la comen de a poco. Pero la degeneración del oficio del periodismo en propaganda, y sobre todo, la falta de imaginación de sus propios hacedores, son su tiro de gracia.


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martes, 22 de septiembre de 2020

MEDIOS MEDIOS: LA MEDIOCRIDAD MEDIÁTICA…

 

 

La brutal represión sufrida por enfermeras y enfermeros a manos de la Policia Metropolitana, nada aporta sobre las características morales de Horacio Rodríguez Larreta y su gobierno. Pero a cambio expone con toda claridad la decadencia de la industria periodística argentina de un lado y del otro de la grieta. Para fortuna de los unos, los otros siempre pueden ser peores.  


LA SUERTE DE LAS DEBACLES

 




Así como el bobo letal de Fernando De La Rua le tiró la Montada encima a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, así ayer la policía de Rodríguez Larreta reprimió con su acostumbrada brutalidad a las enfermeras y enfermeros en plena pandemia. La comparación sirve a su vez para marcar la diferencia: a De La Rua Magnetto ya no lo quería más.

Hoy ninguno de sus dos grandes diarios, ni Clarín ni La Nazión -porque en términos políticos los dos son suyos- mencionan el hecho en sus tapas. Todos sabemos por qué, y sin embargo, o por lo mismo, también podemos imaginar qué hubieran hecho si la misma represión, incluso menos brutal, la ordenaba Kicillof en la Provincia.

Ventas y mediciones nos avisan que cada vez importa menos lo que digan estos medios, que pescan reducidos a la pecera del odio de su propio público, que el eco multiplicado por sus incontables medios es sonido y furia y nada más, hipertrofia capitalina, espuma de la rabia que se deshace en las urnas. Pero allá ellos con su debacle.

Más interesante, cuando no preocupante, fue la reacción de los otros medios, los que no les responden, los que podrían hacer algo más que llorar por las víctimas o mostrarlas en sus páginas y pantallas narrando el maltrato una vez y otra vez.

A 24 horas del escándalo, vale preguntarse: ¿A nadie se le ocurre, mejor, entrevistar a Diego Santilli, responsable de la seguridad de CABA, y por lo tanto de la represión de ayer? Y si lo llamaron y no quiso hablar ¿por qué nadie nos cuenta que lo llamaron y prefirió esconderse? Todos los días lo tenemos en todos los canales inventariando sus progresos, subestimando la pandemia, empujando a los chicos pobres a las plazas y a la gente a las calles para que Magnetto no se le enoje… pero desde ayer no aparece. Nadie lo encuentra.

A 24 horas del escándalo, tampoco se sabe qué gremio reúne a esas enfermeras y enfermeros, cuál es el delegado responsable de protegerlos, ¿por qué nadie lo entrevista? ¿no lo encuentran? ¿no lo buscan? ¿está en yunta con Larreta?... No se sabe. No se entiende.

De un lado y del otro de la grieta, estos hechos evidencian eso: la decadencia general de la industria periodística argentina, que hace mucho, es cierto, que no hace periodismo, que se limita al show, cuando no a la operación política; a la propaganda, cuando no al mero espectáculo de la actualidad. No es de extrañar que hoy celebren cuatro puntos de rating los mismos que ayer se amargaban con veinte. La debacle es general.

Cuando a unos y otros se les cuestionan estas cosas, la respuesta suele ser de índole presupuestaria. No tenemos gente, no tenemos viáticos, no tenemos móviles… No mienten. La caída en las ventas y las mediciones, redunda en un recorte de costos, lo cual resiente la calidad del producto, y esto a su vez provoca una caída en las ventas, que supone una baja en los recursos, y así giran sin parar en un círculo vicioso como un remolino que succiona para abajo, y se los lleva.

La derrota en las última presidenciales, fue una demostración contundente del poder de los más grandes medios, la verdadera utilidad de sus blindajes y operaciones. Doce años de anticristinismo rabioso, cuatro años de manejar el Estado, pervertir la justicia, todas las instituciones, y hasta permitirse en plena democracia perseguir, espiar y encarcelar adversarios… y con todo y tanto acaban perdiendo la reelección, y en primera vuelta.

Pero si alguna suerte todavía les queda, es la precariedad de los pocos medios masivos que los enfrentan -C5N, Página 12 (los intentos de verdad independientes como El Destape, El Cohete a la Luna, Tiempo, tampoco pescan más allá de su propia pecera)-, las notas mal corregidas, apuradas o desganadas cuando no pretenciosas; la fugacidad de las coberturas en nombre del “ritmo televisivo” por encima de la hondura de los informes; la autorreferencia agotadora de sus presentadores presentados como periodistas –“yo creo”, “a mí me parece”, “en mi experiencia personal”, y otros enfoques que no le importan más que a ellos -; las entrevistas abruptas despachando a los entrevistados en mitad de un razonamiento; las preguntas repetidas porque no escuchan las respuestas, el facilismo de soltar un micrófono por las calles para que cualquiera diga cualquier cosa y rellenar espacio…

El tema del día es el mismo para todos. La agenda no se discute. Se trata apenas de un juego de espejos, imágenes iguales, pero invertidas. Y todos corren detrás de lo que tiene el otro para que a nadie le falte lo mismo, que por lo general es nada.

Pasan las horas y seguimos sin saber por qué Diego Santilli les pegó a las enfermeras, ni cómo se llama el gremialista que debiera protegerlas… y el tema ya desaparece de los medios.

La suerte propia es la debacle ajena.


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miércoles, 24 de junio de 2020

CLARÍN/LA NAZIÓN: DEL ANTIPERONISMO AL ANTIPERIODISMO…



El pozo de mierda sin fondo descubierto en la AFI macrista, contiene más ingredientes sensacionales que el famoso caso Watergate. Sin embargo Clarín y La Nazión no se enteran de nada en una demostración terminal de la decadencia periodística sufrida al cabo de tantos años de hacer cualquier cosa, menos periodismo.

EL SILENCIO Y LA FURIA




Hace falta una inteligencia en declive -o deshecha por el odio-, para no sentirse subestimado al leer Clarín o La Nazión, cuando ya la única utilidad que brindan se limita a la masa menguante de sus lectores, y consiste en ofrecerle una cobertura argumental para el odio inconfesable que la convoca. Pero a pesar de sus creyentes, un medio periodístico que no sirve para informarse, ya no sirve para nada. La autodestrucción es su dinámica.
   Ríos de tinta que no cesan comenzaron a correr en 1972 a partir del escándalo conocido como Watergate, un caso de espionaje ilegal revelado por The Washington Post, y que acabaría en la renuncia del presidente Richard Nixon; entre otras cosas, por espiar a sus adversarios políticos valiéndose de elementos de la CIA, el FBI, y la policía local. Más allá de pormenores que no vienen al caso, la historia acabó convertida en un hito del periodismo de investigación y su alcance de fuego.
   Incluso hace menos de un año –el 8/8/19-, el propio Clarín recordaba el caso, reverenciando la importancia del periodismo de investigación para el bien de la democracia, y coso. La Nazión también lo evoca con frecuencia, en un intento casi gracioso por compartir alguna especie de gloria corporativa.
   Sin embargo, ninguno de estos medios muestra el más mínimo interés por la cloaca reventada en la AFI macrista. Agentes arrepentidos no paran de confesar en un festival de la canción, dan nombres, datos, fechas; parte vital de Cambiemos ya se presentó como querellante -Larreta, Vidal, Ritondo, Santilli-; el escándalo involucra en línea directa a Patricia Bullrich y Mauricio Macri; hay elementos de la AFI, del Ministerio de Seguridad y de la Policía Metropolitana; se conocieron informes, fotos y grabaciones de figuras políticas, sindicales y judiciales -propias y ajenas, familiares incluidas-; se confesaron operaciones, operativos y operetas, intervenciones telefónicas y de correos electrónicos, seguimientos personales y hasta atentados con explosivos… pero Clarín y La Nazión no se enteran de nada.
   En sus ediciones diarias se copian titulares sobre las caídas de la economía y el empleo (siempre en la Argentina, las del resto del mundo también las desconocen); embisten contra CFK porque habla o porque se calla, porque se peina o se despeina; alientan la pandemia, el amontonamiento y sus muertes, y desesperan por vender sus productos televisivos amenazados por las mediciones en caída libre. De la AFI ni mu.
   Como el que calla otorga, un silencio semejante en medios de tanta importancia, revela a su vez la importancia del caso, sus complicidades, y sus temores. Ya no parece posible tergiversar, malinformar, ni siquiera mentir, nada. Son tantos y tan contundentes los hechos, que sólo les queda ignorarlos, negarlos. Mejor no hablar de ciertas cosas.
   Lo que surge -lo que no para de surgir- de la investigación en marcha sobre la AFI del “vivo” de Arribas, reúne todos lo ingredientes del caso Watergate, y un bonus track ideal para Netflix. Porque lo de Nixon eran “sólo negocios”, y acá hubo “algo personal”. Además de la saña general, está otra vez el espionaje sobre hermanas y cuñados, y esto recién empieza… El Washington Post, el New York Time, se mearían por una historia así. La Nazión y Clarín ni la registran.  
   Ya no vale la pena preguntarse qué hubieran hecho estos mismos medios si ese volcán de estiércol estallaba sobre el gobierno de Cristina Kirchner. Todos lo sabemos, de un lado y del otro de la grieta. Ya no importa.
   Lo que importa es el odio, la codicia y sus consecuencias. Los dos diarios más importantes del país, se desangran así, desprestigiados por las desmentidas constantes, por las operaciones encubiertas cada tanto descubiertas (Santoro, Dalessio, Alconada Mom), por las “fe de erratas” en las que ya nadie cree, por los silencios descarados; limitados a la arenga ya incapaces de informar, reducidos a papel picado, inservibles a no ser para encender un fuego o envolver un desperdicio… y sus ediciones virtuales ya ni siquiera para eso.
   Recorrieron un largo camino desde el antiperonismo hasta el antiperiodismo. Pero llegaron.




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miércoles, 6 de noviembre de 2019

EN DEFENSA DE MAGNETTO: CUANDO LA CULPA ES DEL CHANCHO...


Paradoja doble, entre los medios y su público se da el extraño caso del chancho que come lo que quiere, mientras el que engorda es sin embargo su amo. Magnetto puede ser culpable de muchas cosas, incluso de crímenes de lesa humanidad, pero sus consumidores son todos voluntarios.

CHANCHO FEROZ


Hay medios de izquierda, de centro y de derecha. Tenemos Clarín, Página 12, Tiempo Argentino, Crónica, La Nazión, Diario Popular, por dar solo algunos ejemplos de la gráfica. Pero gráficos o audiovisuales, ninguno es obligatorio. El consumidor elige.
En la era Google, se ignora solo lo que se desea ignorar. Por el mismo mínimo precio de un rápido clic, se accede tanto a Clarín, como a El Cohete a la luna, a El Martiyo, o a la mismísima página de la ONU, del FMI, incluso del FBI y la NASA. Allí están las fuentes, el consumidor elige lo que quiere saber, y lo que prefiere ignorar. Es más que probable que Héctor Magnetto se haya quedado con Papel Prensa en una mesa de torturas, pero en este caso no tiene nada que ver. Hay de todo servido, el chancho come lo que quiere.
Sucede que, como en muchísimos otros rubros, en este tampoco el consumidor elige lo mejor, sino lo que más le gusta. Lo que más agrada a su paladar, digamos. Y muy lejos de lo que se supone, o nos gustaría, el consumidor medio de medios no procura la verdad, tampoco buena información, sino más bien argumentos, argumentos para sostener lo que dice sin tener ningún argumento o por razones tan inconfesables que no pasan de ser resentimientos, frustraciones, miserias humanas… Entonces, en procura de algo más presentable, recurre al medio que le sirve.
Ejemplo. El consumidor odia a Cristina porque Cristina defiende a los negros y él odia a los negros porque debido a su origen plebeyo sufre de un gran resentimiento que se resuelve en un complejo de superioridad. Desde luego esto es inconfesable, aún si el consumidor en cuestión llegara a comprenderlo profundamente. Así que va, compra Clarín o escucha a Lanata, y ya sabe decir que se robaron un PBI, que lo enterraron en la Patagonia, que un comando iraní la ayudó a asesinar a Nisman, y otras cosas mucho más elaboradas que su espantosa miseria interior. 
Magnetto también apareció en los Panamá Papers, y ya antes había sido  denunciado por el ex vicepresidente del JP Morgan por fuga de dinero y lavado de activos, de más está decir que es un hombre oscuro, enemigo del pueblo, amigo de los malos... pero también hay que decir que sus consumidores son todos voluntarios. Chanchos que comen su porquería, y paradójicamente, lo engordan a él.
Magnetto se apropió un día de todo el papel del país, piedra fundamental de su actual imperio, a cambio encubrió un genocidio, socavó a Alfonsín, extorsionó a Menem, nos recomendó a De la Rua, lo sacó, puso a Duhualde, pesificó su deuda contra todos nosotros, persiguió y persigue a Cristina, y terminó por vender a Macri como símbolo del éxito y la transparencia. Pero siempre solo le creyeron los que así lo quisieron.
Por ello la cuestión no es tanto qué hacer con Magnetto y su monopolio y su codicia, sino con los chanchos que lo mantienen. Qué les pasa. Por qué habiendo tantas cosas ricas prefieren su basura. ¿Qué comían de chiquitos? En la escuela, ¿qué les daban?... ¿Rivadavia, Sarmiento, Mitre?... ¿Civilización y barbarie, Triple Alianza, sombra siniestra del Facundo?... ¿ya de cachorros comían caca?... tal vez esa es la cuestión.


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lunes, 21 de octubre de 2019

CLARÍN: FIN DE CICLO…



Los resultados de las PASO no sólo sepultaron a Macri bajo los escombros de su fracaso, sino que le avisaron a Magnetto que hubo un tiempo que fue hermoso pero ya se terminó. El periodismo de guerra iniciado en 2008 contra Cristina Kirchner, acaba en una costosa derrota que están dispuestos a repetir.

LAS RUINAS CIRCULARES




Peronistas de la tercera edad gustan subestimar el poder de los grandes medios invocando aquella graciosa paradoja de Perón “cuando tuvimos los diarios en contra, ganamos, y cuando los tuvimos a favor perdimos”.
No les bastó la crisis de 2008, cuando los cuatro machos del agronegocio pasaron a ser “el campo”, y hasta los pobres salieron a defender a la Sociedad Rural, una de las instituciones más golpistas del país. No les bastaron las elecciones de 2015, cuando las operaciones mediáticas contra Aníbal Fernández definieron la Provincia y en dominó la Nación. No les bastó la conversión de Cristina en la gran chorra argentina, y en simultáneo la de Macri –nada menos- en una esperanza de transparencia... Hoy todavía muchos repiten como una verdad inoxidable aquella vieja paradoja de Perón. Más aún después de las PASO, cuando la formidable derrota del oficialismo, los llevó a creerla definitivamente.
Pero Perón dijo eso desde su exilio, refería sus primeras presidencias, hablaba de un país con apenas tres diarios importantes, la televisión era más un intento que un invento, y las pocas radios influyentes apenas se oían más allá de la Capital. Perón no enfrentó la televisión masiva, el cable, señales de noticias 24 horas, celulares, redes, streamings, trolls… otro país, otro mundo. Si hay verdades eternas, es porque existen las otras.
Con mucho esfuerzo, gran despliegue, sin reparar en gastos ni en éticas, en 2015 el Grupo Papel Prensa alcanzaba por fin el gobierno con uno de sus socios más sucios, procesado por asociación ilícita y escuchas ilegales; ya condenado alguna vez por contrabando agravado; en conocimiento incluso de los Panamá Papers –porque ellos tuvieron esa información antes de las elecciones de octubre-, y aún así consiguieron convertir a Macri en un símbolo de “transparencia”. La historia demostró hasta qué punto era todo mentira, puro marketing… el poder específico del Grupo.
Pero todavía algún viejo peronista repite aquella sentencia de Perón que el tiempo deshizo en chiste.
No ven, no pueden o no quieren ver lo que de verdad sucedió. Los resultados de las PASO no fueron solo una victoria del Frente de Todos sobre Macri, sino y sobre todo una derrota contundente de Clarín, lo que es, supone y oculta.
El triunfo del candidato elegido por Cristina contra el candidato sostenido por Magnetto, es mucho más que un resultado electoral. Es el resultado de esa “guerra con los medios” propalada por el propio Grupo desde 2008 contra el gobierno de Cristina. Su confeso “periodismo de guerra”, su derrota.
Once años de persecución mediática sin respiro con el apoyo invalorable de jueces y fiscales… Once años de diarias injurias en cuerpo catástrofe, allanamientos espectaculares, maniáticos perforadores de la Patagonia, detenciones humillantes en vivo y en directo, y un coro permanente de espías y/o periodistas –eso está por verse- cacareando acusaciones sin pruebas, apretando testigos, extorsionando gente… once años de lucha y sacrificio, entregando la poca credibilidad que les quedaba, y todo y tanto acabaron el 11 de agosto, cuando un 70% de la ciudadanía les dijo que ya no les creía más.  
TN lleva meses cayendo en las mediciones, C5N es el líder. Clarín es el diario que más lectores perdió en los últimos 15 años. Lanata no da más. Fantino vuelve vencido al periodismo deportivo. Majul, Leuco, Feinman hablan como debajo del agua, entre borbotones de furia, burbujas, ni se les entiende ni se les oye. La guerra con los medios terminó, perdieron.
Cristina no les ganó una elección: le demostró al pueblo que mentían, que no hacían periodismo sino política, y que estaban del lado de los saqueadores del país, de los hambreadores, del enemigo... Pastorcitos sin lobo, hoy nadie les cree ya. Ahí el fin.
Porque más allá de las tiernas ilusiones de Alberto Fernández y el fin de su grieta, cuando asuma el nuevo gobierno ellos seguirán ahí, siempre dispuestos a concentrar poder y marcarle la cancha, acaso renovados, caras y nombres, un nuevo lanata y otro majul, aquél delgado y éste capaz de articular cuatro oraciones, o un leuco sin leucocitos, y variantes así, make up y cartón pintado, pero los mismos métodos, los mismos recursos, las mismas prácticas que sin embargo los llevaron a semejante derrota. Ahí el fin.





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domingo, 30 de junio de 2019

LANATA, MAJUL & CO.: EL PERIODISMO TERMINAL…



La exitosa destrucción nacional llevada a cabo por el gobierno de Cambiemos, no dejó nada en pie. 
Ni la economía, ni la justicia, ni la soberanía política y territorial, ni el tejido social, ni la industria ni el comercio ni el consumo ni el sistema energético ni la ciencia ni la tecnología ni el periodismo tampoco. 
En esa devastación, tras una auténtica victoria pírrica, Magnetto pagó su tremenda expansión con toda la credibilidad de sus medios, y la supervivencia periodística de sus mejores muchachos.


BASTARDOS SIN GLORIA





“Otra victoria como esta,
y vuelvo solo a casa”.
General Pirro



Oculto, enmascarado con un gorrito rapero y la capucha envolviéndole la cabeza, el hombre cruza la noche a paso rápido. Se juega la vida. La policía de Bullrich podría confundirlo con un ladrón, o con un pobre -para el caso es lo mismo- y dispararle por la espalda. Pero no es un ladrón, ni mucho menos un pobre, al contrario: es el valiente Luis Majul, que así huye y se esconde de su propia fama (por lo demás muy merecida).
Otrora toro salvaje de las pampas, Jorge Lanata, Bufalo Bill del periodismo argentino, hoy aparece reducido a una pobre atracción de circo propiedad de un malvado millonario que viéndolo enfermo, viejo y solo, dispuesto a ser juzgado por la historia como la mierda que fue, aun así no le da descanso y una vez más lo obliga a las viejas piruetas y sus tristes chistes.
El cantor de las cosas nuestras, Daniel Santoro, agente de inteligencia premiado sin embargo por FOPEA -y hasta por la no menos renombrada y enclenque Corona de España-, autor de difundidas ficciones lanzadas sin embargo como investigaciones –La ruta del dinero K, El mecanismo y otras-, marcha rumbo al juzgado de Dolores llamado a indagatoria, sospechado de extorsión, coacción, espionaje ilegal, asociación ilícita… 
Alejandro Fantino, mediocre relator de fútbol limitado al público de Boca, pensó acaso que bastaba un peinado nuevo para saltar del periodismo deportivo al político, y allí nomás sin saber nadar se tiró de cabeza en un océano infestado por los tiburones de los servicios. Apólogo entusiasta de Marcelo Sebastián D`Alessio, más operado que la duquesa de Alba, acabó acusado públicamente de pedófilo, y desde entonces explica y explica… 
Estos son apenas cuatro claros ejemplos de lo que hacen las ambiciones personales con las vocaciones profesionales. O más claramente: de lo que hace el ego con el alma.
El periodismo es un oficio sencillo, pero un ámbito complicado. En él gravitan como en ningún otro planeta los intereses más densos del poder económico y político. Operadores de todo tipo al servicio de todos los servicios, acechan al buen cronista en su búsqueda de la verdad. Las tentaciones son muchas, frente a sus ojos se despliegan el oro y sus moros, las mieles de la fama, su renombrado nombre, y otras miserias deslumbrantes.
Por encima de él, ya no queda ni Dios, apenas el medio que lo sostiene y propaga. Que lo sostiene porque lo propaga. Soldado de fortuna, sabe que sin ese ejército y sus armas, sería un civil más y nada más. Se aferra a su suerte. Luego combate con total entrega.
Solo que para entonces la entrega ya no le corresponde a la vocación, sino a la profesión, o más precisamente: al medio que lo sostiene y artilla. Matar y sobrevivir para volver a matar y sobrevivir hasta morir, es la ley del buen soldado. Pero en el fragor de la batalla rápido se olvida la canción y el buen soldado se ve de pronto reducido a un mercenario simple, un asesino en banda. Ahora mata para el que paga, y eso es todo.
Ya no es un periodista porque ya no hace periodismo. Ahora hace propaganda, campañas… operaciones. Caza pautas. Avisos. Anunciantes. Financistas. Ha crecido. Tiene su propio espacio en el ejército al que pertenece. Ya ni siquiera hace propaganda: son solo negocios. Ya olvidó el sencillo oficio, el complicado ámbito se lo fagocitó.
La exitosa destrucción nacional llevada a cabo por el gobierno de Cambiemos, no dejó nada en pie. Ni la economía, ni la justicia, ni la soberanía política y territorial, ni el tejido social, ni la industria ni el comercio ni el consumo ni el sistema energético ni la ciencia ni la tecnología ni el periodismo tampoco.
A la hecatombe mundial provocada por la era digital, se agrega en la Argentina la putrefacción propia de una industria sometida a prácticas monopólicas desde hace más de cuatro décadas ya. Uno a uno los medios resistentes al coro general, fueron cerrando, cayendo, agotados, aplastados o comprados. Y sus periodistas, con escasas excepciones que confirman todas las reglas, reducidos a meros empleados de un universo de negocios, en la mayoría de los casos, producto justamente del ejercicio de la propaganda simple, las campañas mediáticas, y las operaciones políticas y/o judiciales. Periodismo cero.
Oficializado un día el periodismo de guerra, el consecuente desastre fue solo cuestión de tiempo. Con la asunción del actual gobierno, y la distracción de la pauta oficial hacia las redes y los centros de trolls, el gremio periodístico, en pleno desangre, inició su hemorragia terminal.
El general Pirro condujo a las tropas helénicas que resistieron las avanzadas romanas hacia el sur de lo que hoy llamamos Italia. Una sucesión de batallas que en su nombre se recuerda como Guerras Pírricas, aunque Pirro quedó en la historia por la paradoja de sus costosas victorias, que lo llevaron a decir la frase que lo volvió inmortal: “otra victoria como esta, y vuelvo solo a casa”.
Así el contador Héctor Magnetto pagó su inmensa codicia con toda la credibilidad de sus medios, olvidando que sus medios eran su negocio. Ventas y mediciones le confirman lo bien que hizo al refugiarse a tiempo en la telefonía, las finanzas, las plataformas, la política… Después de todo el periodismo, sus medios, eran solo eso: el medio. El objetivo, desde siempre, fue el poder. Tamaña conquista, justificó la ferocidad de su periodismo de guerra, y hoy no le molesta volver solo a casa.  
Atrás quedan los cuerpos sin vida de sus mejores muchachos: el Regimiento de Lanatas, la Brigada Especial de Corea del Centro, los francotiradores ilusos como Alejandro Fantino, Eduardo Feinmann, Leuco y su Leucocito y tantos otros valientes que sin empacho entregaron en la contienda nombres, credibilidad y prestigio, hasta quedar así… rumbo a los tribunales para explicar por qué aparecemos extorsionando y espiando gente cuando decíamos que hacíamos periodismo, explicándole a todo el mundo que no sos pedófilo, bailando sobre el alambre de un circo aun en silla de ruedas, o cruzando la noche, huyendo de sí mismo, enmascarado por el miedo de ser y la vergüenza de haber sido.




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lunes, 22 de abril de 2019

INLA: LIBROS SÍ, ESCRITORES NO…



Entusiasmo y alegría, cómo no, por la inminente sanción de la ley que creará el Instituto Nacional del Libro, cuyo objetivo es no sólo recuperar sino tambien fomentar la lectura, reactivar la industria editorial, y facilitar el comercio en todo el país. Alentador panorama para el libro.
La suerte del escritor, en cambio, te la debo.

El hombre que está solo y escribe




Cualquier cosa a favor del libro tendrá siempre nuestro apoyo, por caso la inminente aprobación de la ley que creará el Instituto Nacional del Libro. Por lo mismo saludamos a sus creadores, gestores, impulsores, difusores, y demás deudos. Bravo por todos. Pero es también una buena ocasión para recordar que debajo de las leyes está la gente, y detrás de los libros, los escritores, cuya humana existencia el saludable proyecto ignora por completo.
Por ello también saludamos el reclamo formal de la Unión de Escritoras y Escritores que advirtió en la aplaudida ley la ausencia total de la problemática laboral del escritor, a quien apenas se lo menciona como sujeto lateral, beneficiario último de un eventual, futuro, posible, incierto “derrame”.
El bienvenido proyecto nada dice de alentar o mejor financiar, sustentar o cuando menos proteger al escritor argentino que sigue sin cobrar sus derechos, que ya ni anticipos recibe, que jamás podrá controlar la veracidad de las liquidaciones que le hacen, que no encuentra ninguna institución que proteja sus derechos -mucho menos si publica en el exterior o es traducido-, mientras ve cómo todos los días sus obras son pirateadas en la web con total impunidad. De eso, la ley, ni mú.
En el año 2009 la Legislatura porteña aprobó la Ley 3014/09, conocida como Ley de Reconocimiento a la Actividad Literaria y que, con toda justicia -aunque más no fuera para el ámbito de la CABA-, disponía un beneficio mensual y vitalicio para todos los autores mayores de 60 años que cumplieran algunos requisitos, por otro lado muy sensatos. La ley fue aprobada con la previsible oposición del bloque del Pro, y hace ya por lo menos dos años que no se cumple como parte del ajuste, de la desidia oficial, y/o de la discrecionalidad con que se maneja. Pero de eso tampoco se habla.
Mientras tanto la mayoría de los escritores argentinos sobreviven como pueden. Mal. En agonía la industria periodística –uno de los grandes rebusques del escritor-, se reduce su campo de acción y queda a merced de colaboraciones aisladas, inestables, insuficientes, marginales, o de cualquier otra changa y oficio, las más de las veces en negro, siempre a la intemperie social, en síntesis: abandonado a su suerte según pasan los años.
Y salvamos El Libro, pero su libro no vale nada.
Desde hace años las editoriales argentinas impusieron con fuerza de ley un hecho hasta no hace tanto inconcebible: no se pagan anticipos. Tu libro no vale nada. Sí, bueno, en el muy mejor de los casos el 8 o 10% del precio de venta al público, aunque nadie pueda explicarte cómo harás para cobrarlo, ni mucho menos para controlarlo. Anticipo no hay más.
El escritor, así, entrega su trabajo de meses y acaso años, su lucro cesante mientras tanto, las horas y los días consumidos en alimento y energía, y todo a cambio de nada. De una promesa. De un albur. Siempre y cuando, claro, el editor esté más o menos a mano para controlarlo cuerpo a cuerpo. Ya si vive en otro país, mejor olvidarlo todo.
No existe Institución, Cámara, Asociación, ONG, Estado ni sociedad de fomento que en tal caso lo defienda, le acerque un abogado, alguien que lo guíe. No hay tiniebla legal más densa que la de los derechos internacionales del autor. Mejor olvidarlo. En tal sentido, en tal situación, desde el punto de vista laboral, todo su trabajo fue sencillamente al pedo.
Sin embargo no hay nada personal. No es él ni su obra las que ya no valen nada. Más allá del libro urgente, la biografía de algún famoso, las oportunas “investigaciones” coyunturales esponsoreadas por la política, o las confesiones de algún chimentero televisivo; Borges, Arlt, Bioy, Cortazar, la gloria universal de la escritura artística argentina es lo que ya no vale nada, la más miserable de las apuestas.  
“No hacemos publicidad porque la narrativa no se vende”, repiten como un mantra los gerentes editoriales argentinos sin considerar jamás la posibilidad de que “la narrativa no se venda porque no hacemos publicidad”. Que ni aún hoy la Coca Cola se permite esa osadía. Ni la droga se vende sin publicidad, para eso está la prohibición.
Pero es que el negocio de la industria ya no es la literatura, es otro. No venden narrativa, ficción. Venden autoayuda, manuales, o la novela de una actríz o un cantante que de pronto se anima a todo, y sin falta, claro, la novedad importada que les impone su casa matriz. Eso venden, ese libro defienden. La literatura argentina, lo que ellos mismos llaman con mayúsculas La Literatura Argentina, les importa nada. Un par de narradores locales más o menos ilustran el catálogo y no dejan de ser un lance gratis. Como un billete de lotería regalado, si sale, ¡bingo!… pero en los hechos su publicación se reduce a una acción de marketing, las ventas no importan, los costos se amortizan con el volumen editorial, el insumo básico está asegurado, y lo mejor de todo: ¡es gratis! De qué vive su productor, es un problema del productor. Qué come la gallina que pone sus huevos, es un problema de la gallina. Que se arregle.
Para eso allí nomás desborda el cuarto de los originales, una zafra que no para de crecer sin que la rieguen, ¿por qué pagarla?... Ninguno de ellos venderá nada porque no haremos ninguna publicidad, ¿para qué un anticipo? ¿a cuenta de qué?... Si el autor se retoba, si el muy escritor se pone difícil, para eso justamente está ese cuarto que desborda de originales, qué importa si el que pedía anticipo era mejor, si igual ninguno venderá nada porque la narrativa no se vende, y listo.
Así se cierra el círculo que estrangula al escritor. Del valor del libro, en el mejor de los contratos, le tocará ese 8, 10 % del precio de tapa. No importa que sin su trabajo el libro quedaría en blanco y por lo tanto no sería. Ni siquiera importa si ese 8, 10% es mucho o es poco, porque tampoco eso recibirá. Nada importa.
El libro importa, el autor no importa.
Es nada más el tipo que lo escribe.



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viernes, 12 de abril de 2019

JULIAN ASSANGE DETENIDO: EL PRÓXIMO SOS VOS…



Con la debida obediencia de un buen administrador colonial, Lenin Moreno entregó en Londres a Julian Assange, el periodista más importante del mundo a juzgar por el tamaño de sus enemigos.
Descubridor de la putrefacción política internacional y los mayores crímenes de guerra de nuestro tiempo, tiro de gracia del viejo periodismo; mientras Daniel Santoro es premiado, Assange va en cana. Pero vienen por todos.


DOBLAN LAS CAMPANAS




“Nunca preguntes por quién doblan las campanas,
doblan por ti”.
John Donne.


La importancia histórica de una figura la marca mejor que nada la estatura de sus enemigos. El Cristo tuvo al mayor imperio de su tiempo y a la jerarquía eclesiástica de su nación. Napoleón y Hitler a toda la Europa más Rusia. Perón las dos potencias de su hora. Julian Assange a todas, más sus colonias.
El gobernante del flamante estado norteamericano de Ecuador Lenin Moreno –otro que ganó mintiendo-, entregó al periodista más importante de nuestro tiempo en un gesto virreinal ya imborrable.
El hombre que probó, entre muchísimas otras cosas, la putrefacción política mundial, los negocios más sucios del momento, los mayores crímenes de guerra de nuestros días, y la absurda fragilidad de la máquina militar más poderosa del planeta.
No pudieron callarlo, no pudieron comprarlo, no pudieron pararlo. Ahora los Estados Unidos, la CEE, lo que resta del Reino Unido, se empujan para descuartizarlo sin que Rusia ni nadie lo defienda. No merece otra cosa, digámoslo. No en este mundo.
Aquiles y talón de la nueva era, frente a la agonía prostibularia de los grandes medios, Internet fue la patria posible de los nuevos héroes. Ahora todos estamos conectados y todos expuestos. Los poderosos también.
Julian Assange es un ejemplo fulimante de lo que el verdadero periodismo puede hacer ya sin necesitad de la inmensa maquinaria vetusta de los grandes medios.  
Ya no hay imprentas, distribuidores, ni más intermediarios mercantiles entre el periodista que quiere hacer periodismo, y el público mundial.
Hoy todos cargamos en nuestras manos un estudio de producción, edición y difusión capaz de filmar, grabar, fotografiar, escribir y publicar, inmediata y simultáneamente, en todo el mundo. Algo hay que hacer, dicen los poderosos.
Se acuña entonces la expresión fake news, como si la difusión de mentiras se hubiera inventado con las redes sociales, cuando nació con  la imprenta.
Entonces dicen que las redes pueden manipular al usuario, como si alguna vez los grandes medios hubiesen hecho alguna otra cosa.
Que a través de las redes puede influirse en las campañas electorales, como si los grandes medios jamás…
Todas las críticas y cuestionamientos que se les puedan hacer a las redes, les cabe perfectamente, y desde siempre, a los medios masivos.
Pero ocurre que según una encuesta del Pew Research, el 67% de los adultos norteamericanos hoy se informa a través de las redes. O sea, el universo de los medios masivos pelea apenas, ya, por el 33 restante. Ahí el ataque.
El 24 de febrero de 2018 decíamos en nuestro post Enredados: “Las redes no son ni buenas ni malas: son nosotros. Y eso es lo que les molesta. No Facebook, ni Twitter ni Youtube, no les molestan las noticias falsas, ni la burbuja ni la manipulación del lector: nosotros les molestamos. Nosotros los aterramos, y a por nosotros vienen. Haríamos bien en preocuparnos”.
Julian Assange fue detenido en Londres entregado a la policía por un empleado de Trump a cargo del gobierno ecuatoriano.
No preguntes por quién doblan las campanas.



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jueves, 14 de marzo de 2019

GRANDES MEDIOS Y RAMOS PADILLA: LOS SONIDOS DEL SILENCIO…



En un país serio -de esos que alucina el tilingo argentino con fervor colonial-, ayer la historia se hubiera detenido.
Un juez federal denuncia ante el Congreso y con pruebas un esquema delictivo que involucra jueces, fiscales, periodistas, servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, pero los grandes medios y sus grandes próceres en la lucha contra la corrupción, no observaron nada raro.
Un silencio parecido, precede a los terremotos.



EL QUE CALLA OTORGA






Un juez federal se presenta ante el Congreso y descubre para los legisladores, públicamente, por televisión para todo el mundo, un esquema delictivo que involucra jueces, fiscales, periodistas, servicios de inteligencia nacionales y extranjeros, complicados en maniobras extorsivas, intimidatorias, conspirativas, con injerencia en otros países, más inexplicables “extracciones” de seres humanos, y los grandes medios argentinos y sus mayores próceres republicanos, no se enteraron de nada.
Los mismos próceres y los mismos grandes medios cuyos empleados a diario se rasgan las vestiduras por la corrupción, ahora, desde ayer, al cabo de las históricas denuncias del juez federal Alejo Ramos Padilla, hablan simplemente de otra cosa.
Apenas terminada la extensa y demoledora presentación del juez, El Martiyo recorrió las cadenas de noticias más importantes del país, y en su silencio era posible oír la desesperación oficial, propia. Terminal.
Crónica TV hablaba de unos hinchas que entraron a balazos en una cancha. Incluso los presentadores parecían animados.
TN sin embargo allí redoblaba durante demasiados segundos la placa URGENTE y sus trompetas, pero al cabo la noticia era la clausura del teatro donde se había accidentado Sergio Denis.
Siendo que Eduardo Feinman había sido mencionado durante la exposición de Ramos Padilla, y aunque el juez no lo acusó, sí lo excluyó puntualmente de la lista de “periodistas víctimas”, en la que apenas dejó al pelotudo confeso de Alejandro Fantino, y a Romina Mangel; y pese a eso a esa hora A24 no encontraba mayor problema para el país, que los motochorros.
El portal de La Nazión abría con un “Messi, brillante”, y la buena noticia del día: “el dólar dio un respiro”. Institución decana del periodismo argentino, “tribuna  de doctrina”, de Ramos Padilla no sabían nada.
Clarin tampoco, más bien. A esa hora su portal nos contaba de la reunión de su columnista Dujovne con la presidente Christine, algo de Messsi, claro, desde luego un palo para Cristina, y eso si: ¡la verdadera historia de la prostituta polaca que interpreta la China Suárez en la nueva serie que por supuesto producen ellos!... Del continente de corrupción descubierto por Ramos Padilla minutos antes en el Congreso y en detalle, ni un comentario, nada. Periodismo de guerra en pleno combate, digamos.
Los legisladores del oficialismo, profetas de la transparencia, y sus pares del Peronismo Zero, no se interesaron en lo que el juez tenía para contarles. Ninguno.
Con el sentido de la oportunidad propia de una catástrofe ambiental, Elisa Carrió se burlaba por Twitter de la posibilidad de ser detenida, justamente el mismo día en que rodaba otra vez por las redes la biografía de su hijo radicado en México, Enrique Santos Carrió, marcado por la DEA como uno de los jefes del cartel de Jalisco.
El Ministro de Justicia de la Nación, German Garavano, tuvo allí en el Congreso, durante más de cuatro horas, a un juez federal revelando un manantial de podredumbre en el ámbito de su cartera, pero apenas cuestionó el espacio. Debió haber sido en la comisión de inteligencia, no en la de libertad de expresión, observó. Y nada más raro observó.
Ernesto Tenenbaum, Reynaldo Sietecase, María O´Donell, y otros grandes líderes de la inexistente Corea del Medio, elevaban oraciones al cielo para que nada de “todo esto” obstruyera la causa (de las fotos de las fotocopias) de los Cuadernos, que llevan tan luego el de pronto fantasmal Carlos Stornelli, y su cada vez más nervioso Claudio Bonadío Glock.
Celestial y divina como insustancial, indiferente o ajena, la Corte Suprema de Justicia, aludida en más de un pasaje como responsable directa de la falta de apoyo al juez, mantiene un silencio, dijera don Bernardo de Irigoyen, “muy parecido a la estupidez”.
Hoy ninguna de las tapas de los grandes diarios y ninguna de sus ediciones digitales mencionan el tema, lo relegan a sus últimas páginas, como un hecho menor, intrascendente.
Y Eduardo Feinman, Luis Novaresio, Jorge Lanata, la descabellada Carrió y su triste Majul, Leuco y Leucocito, y todos esos grandes próceres vivos de la lucha contra la corrupción, de pronto se esconden y se callan, aunque al callar también otorguen.
Algunas cámaras empresariales (ADEPA, FOPEA, la SIP), todavía intentan enfáticas defensas del agente Daniel Santoro, pero son ecos lejanos, que se alejan y se apagan, ecos sin eco entre sus compañeros de redacción. Apenas sí lo apoyan los del espionaje.  
Y es que la caja de Pandora ya fue abierta.
En lo sucesivo asistiremos a un festival de maniobras oficiales y mediáticas como un desfile de inclemencias que a lo sumo, y con suerte, retrasarán lo inevitable, pero nada más.
La declaración espontánea del fiscal de Mercedes Juan Bidone en pos de limpiarse cuanto antes de Marcelo Dalessio y Asociados -enchastrando a la justicia, a los servicios, pero también al Gobierno-, anuncia que habrá nuevos y más arrepentidos del lado de los fabricantes de arrepentidos.
Son días inmensos.
Quienes hayan vivido en zonas de terremotos frecuentes, saben que los temblores se anuncian, segundos antes, con un silencio que se puede oír de tan absoluto… y luego sí, luego procede la destrucción.
Así suena ahora, desde ayer, el silencio atronador de todos los grandes medios y sus grandes próceres en la lucha contra la corrupción.
La destrucción parece inevitable.


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domingo, 10 de marzo de 2019

DANIEL SANTORO: DEL PERIODISMO DE GUERRA AL ESPIONAJE SIMPLE…




Ríos de mierda rompen desde las profundidades de Comodoro Py y en su desborde arrastran jueces, fiscales, espías y periodistas.
Como un chicle en el pelo  nadie consigue despegarse de Marcelo Dalessio.
Descubierto buchón de sus propios compañeros, echado del programa Animales Sueltos, el cuerpo maloliente de Daniel Santoro apesta y espanta. Unos pocos lo abrazan en su caída, y allí se van con él, y con él tantas cosas.


EL ESPÍA QUE SE LLEVÓ EL RÍO

Santoro y Dalessio: los días felices.


"Yo soy un pelotudo".
Alejandro Fantino, (contemporáneo).


El Templo de las Últimas Ilusiones Pro –Comodoro Py- desborda de mierda y en sus heces a la deriva flotan jueces, fiscales, servicios y periodistas revolcados en el mismo lodo como en un trágico tango de Enrique Santos Discépolo. Tarde o temprano, todo se paga. Qué vachaché.
Las aguas servidas de sus propios despachos, ya les pasa el cuello.
Stornelli canta no hagan olas mientras se esconde y desoye el llamado a indagatoria, cuestiona al juez que lo imputa, se defiende en TN, y somos todos muy honestos pero el celular no lo entrega.
Su pareja de baile en las fiestas de la Embajada cada 4 julio, el juez Claudio Bonadío, se mandó en pleno fin de semana cuatro espectaculares detenciones de 4-ex funcionarios ka-4… pero en la tapa de Clarín no salió nada. Juez y fiscal de golpe se miran y se dicen: “nosotros los de entonces…”.
En la corriente de toda esa marea marrón y maloliente, vemos flotar y alejarse el cuerpo ya sin vida periodística del alto empleado del Grupo Clarín Daniel Santoro, quien hace tiempo se veía que venía y se venía ya decúbito dorsal, y que allí se lleva ahora en su caída tantas cosas.
Se lleva ADEPA, se lleva FOPEA y sus lustrosos premios; se lleva los restos de la ya escasa credibilidad que le quedaba al Grupo; se lleva unos cuantos compañeros puestos, y una sucia cultura periodística nacida de la cópula de los grandes medios y la dictadura cuando se quedaron con todo el papel del país, y entonces el negocio reemplazó al oficio, y las operaciones “serviciales” suplieron las investigaciones legítimas.
ADEPA, Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina, bajo su ostentoso nombre, no es sino una cámara empresarial que responde por lo tanto a los intereses de los dueños de los medios –o sea: Magnetto & Co.-, y no a la práctica responsable del periodismo, ni mucho menos al bien de la sociedad, la búsqueda de la verdad, etc. Nada que ver, no. Por eso mismo le dio todo su respaldo a Santoro, y allí se va con él.
FOPEA, Foro de Periodismo Argentino, bajo su pretencioso nombre, no es más que otro invento del Grupo Papel Prensa. Fundado en 2002, entre otros, por Daniel Santoro, quien es además autor de una de las mayores y más extensas mentiras del periodismo nacional, al sostener durante años que Nilda Garré y Máximo Kirchner tenían cuentas en el exterior, hasta que finalmente fuera desmentido por la Comisión de Valores de Estados Unidos. Y por todo lo cual inmediatamente recibió el Premio FOPEA a la Investigación Periodística, llevándose así consigo, de alguna manera, su propia criatura.  
Cual alternadora oficial, Joaqu-Inmorales Solá -siempre dispuesto a servir y satisfacer al cliente-, al igual que cuando le tocó atender en su programa al fiscal Stornelli, ni siquiera se animó a preguntarle a Santoro si esto era una campaña en su contra, apenas preguntó por qué se la hacían a él.
Santoro, claro, se defiende, balbucea excusas. Contra las fotos festivas en su propia casa disfrazados y contentos con Marcelo Dalessio, pretende que su relación con él “era estrictamente periodística”. Contra las propias palabras de Stornelli “a mí a Dalessio me lo presentó Santoro como agente de la DEA”, dice que a él Dalessio nunca le dijo que fuera agente de la DEA, “y yo igual no se lo hubiera creído”, explica sin que se le entienda.
Ya todo esfuerzo es inútil.
La RCP mediática no funciona, y Santoro está terminado.
Podrá seguir empleado en Clarín hasta jubilarse, no estaría mal, le falta poco, y después de todo se inmoló por el Grupo... Pero el badajo de buchón colgándole del cuello, no se lo saca ni Magnetto. Más bien al contrario.
"Soy un pelotudo", A. Fantino.
Porque Santoro no sólo aparece y parece complicado en una asociación ilícita destinada a la extorsión en el marco de su promocionada causa de las fotos de las fotocopias de los “cuadernos”; sino y sobre todo fue descubierto como un espía de sus propios compañeros de trabajo. Cada vez más torrentoso, el río de mierda de Comodoro Py de pronto se lo tragaba en un remolino también de mierda. 
“Yo soy un pelotudo”, se le oyó confesar por fin al conductor Alejandro Fantino mientras intentaba despegarse de Santoro y su Dalessio como quien se saca un chicle del pelo. O dos. “Vos me lo presentaste… yo creí que vos…”, tartamudeaba al aire ya rodando para siempre por las redes sus melosas apologías del hoy execrable Marcelo Dalessio, otrora más noble y valiente que El Zorro. 
Romina Mangel, también compañera del servicial Santoro en el programa Animales Sueltos, salió del juzgado de Ramos Padilla intentando callar con palabras lo que ahora sabía.  El dúo Santoro-Dalessio la había sumergido bajo el sistema de inteligencia de los Estados Unidos ¿Para qué están los compañeros?...
Sin embargo y pese al diluvio de pruebas que no para –chats, videos, fotos, audios, papeles, nuevas denuncias y más testimonios-, bajo el cómico hashtag SantoroEsPeriodismo, un pequeño pero seguramente inolvidable grupo de empleados de Magnetto salió en su defensa basado sin ningún orgullo profesional en las infantiles hipótesis de Elisa Carrió, la operación ka desde la cárcel, etc. Brillantes por su ausencia, ninguno de los compañeros de Animales Sueltos acompañó el chiste ¿Raro, no?...
Como en la España de Machado, en la Argentina de Macri hay un periodismo que muere, y otro periodismo que bosteza. Una nueva grieta se abre, pero ya no es política.
De un lado quedan los que defienden la industria y su universo de negocios, y del otro se van los que todavía sueñan con vivir del oficio sin renunciar a la industria, más los que ya dejaron la industria para ejercer el oficio aunque tengan que vivir de otra cosa.
Desde que publicar y difundir –y en directo y para todo el mundo- no precisa mayor inversión que un clic y otro clic; el periodismo es posible más allá de la industria. O más bien lejos de ella, y cuanto más lejos más aún.
Es bueno recordar que los ríos no vuelven sobre sus pasos.
El que se lleva a Santoro tampoco.


El embajador de EE.UU. Edward Prado, recibe al fiscal Stornelli.
Atrás asoma el juez Bonadío, ya con las rodilleras puestas. 


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