Los chistes de Borges
Cuando le preguntan a María Kodama qué es lo que más extraña de Borges, ella no duda en responder: “su sentido del humor”. Uno de los hombres más divertidos de la historia del hombre, sin embargo, decidió pasearse por su siglo disfrazado de viejo aburrido, sin romances rimbombantes ni escándalos de vodeville, con su traje siempre gris, su bastón y su ceguera, su hablar lerdo y trabado, y su genio camuflado de sabio que no sabe. No es arbitrario pensar que esa sola caracterización, única y total, fuera su más secreta y grande broma.
Más allá de muchas cosas que se hablaron sin saber, a Borges no le gustaban los militares, no al menos los militares modernos en general, y los argentinos en especial. A propósito de tal reticencia, Osvaldo Ferrari le recuerda en un pasaje de sus diálogos por radio...
-- ...Pero sin embargo, Borges, algunos militares destacados lo han inspirado a usted, como el caso de Laprida.
-- Si, salvo que Laprida no era militar.
-- Pero combatió.
-- Bueno, combatió, sí, pero en aquel tiempo, hasta los militares combatían.
-- ...Pero sin embargo, Borges, algunos militares destacados lo han inspirado a usted, como el caso de Laprida.
-- Si, salvo que Laprida no era militar.
-- Pero combatió.
-- Bueno, combatió, sí, pero en aquel tiempo, hasta los militares combatían.
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