Apenas Mauricio Macri ganó la primera vuelta de las últimas elecciones porteñas, lejos del cacareo histérico de Fito Paez, El Martiyo, ya el 11 de julio de 2011, en su post Arrabal amargo, reconocía en el vencedor al representante por excelencia del porteño medio.
Hoy, ocho meses después, revisamos aquella victoria tan parecida a esta derrota.
DANZA CON BOBOS
Felices los porteños, después de tantos años y tantos desengaños, el pueblo que supo votar dos veces a Fernando De la Rua (¡una para presidente!), por fin parece haber dado ahora sí con el líder que de verdad los representa: Mauricio Macri. Bravo.
Enérgico y ejecutivo aunque inestable, recio con los más frágiles, insensible si hace falta, pero capaz sin embargo de leer lo que le escriban o repetir lo que le soplen; previsible aunque voluble, procesado en dos instancias, sin respuestas para nada pero excusas para todo, los porteños lo querían así: pícaro, pillo, vivo. Viva.
Enérgico, ejecutivo, apenas ganó, y a manera quizá de gratitud con su extenso electorado, le aumentó hasta un 300 por ciento el Alumbrado Barrido y Limpieza de una ciudad cubierta por la mugre y ganada por las sombras.
Gobernador del distrito más rico del país, exige que el resto del país le subvencione los subtes, sin perjuicio mientras tanto de aumentar el pasaje un 127 por ciento, para despertarse de pronto y romper todos los acuerdos porque le sacan 250 policías que no deben gastar en un mes lo que él gasta en una semana de sus constantes vacaciones. Un porteño de ley, hoy te dice una cosa, y mañana cantale a Gardel...
Manteros y Comerciantes son un clásico universal que se resuelve a diario en todas las grandes ciudades del mundo. La calle Florida, en cambio, lleva meses convertida en una suerte de franja de Gaza abandonada a la suerte de sus fuerzas en conflicto, y que se maten…
Pero no todo es eludir, esquivar, ocultar. Recio con esos parásitos que gastan sin producir, desde que asumió son ya más de seis mil las personas desalojadas de los centros asistenciales que cerró sin soluciones para ninguno arrojándolos a las calles, para entonces culpar al gobierno, a los extranjeros, y a cualquier argentino que se atreva a cruzar la general Paz sin su ABL al día…
Consiguió la reelección endosando responsabilidades y sin que se le conozcan muchas más propuestas que las muchas propuestas que veta todos los días, más si son de carácter social, cultural o educativas, a no ser aquellas que le permitan pingües negocios con, por ejemplo, las netbooks de Clarín.
Y allí sí por fin todos contentos: Mauricio, Clarín y sus (e)lectores, que para eso lo, los, votaron…
Una mujer despechada de cuyo equilibrio mental duda públicamente su propia madre, intenta involucrar al vicepresidente de la Nación en un negocio con su ex, y Clarín y sus clarines, con sólo eso, hace su tapa diaria, y pretende otro Watergate, y van…
Mauricio Macri está procesado por escuchas ilegales y asociación ilícita entre otros cargos, y en dos instancias, y Clarín ni lo recuerda, qué va, lo encubre, lo oculta, trata de olvidarlo, limpia a su socio, en tanto lava la conciencia de sus (e)lectores, y así todos tan contentos…
Enérgico pero inestable, insensible pero clasista, xenófobo pero hipócrita, llorón, huidizo, invicto en la derrota, presuntuoso y bien vestido, por fin los porteños encontraron su líder con proyección nacional, y El Martiyo lo saluda y los saluda.
Como en tiempos de Mitre, de Uriburu o Rojas, surge una vez más desde el gran puerto de Buenos Aires la oposición que el país no precisaba, y desde allí avanza, siempre hacia atrás, en retirada, sobre sus propios pasos, y sin embargo contra el resto, y lo que es mejor, peor: contra si mismos, como en tiempos de Mitre, de Uriburu o Rojas…
Sólo que ahora el hombre es Macri.
Mauricio Macri.
Y los porteños chochos: no barre, no limpia, no alumbra, no resuelve nada y por todo eso cada vez te cobra más y más.
Un porteño vivo.
Viva.
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