Durante meses que se hicieron años, cada domingo como un cura malo, Joaqu-Inmorales Solá anunciaba el fin del kirchnerismo, fundatmentado con laboriosa mendacidad. El domingo 14, perdió la razón. Desde entonces delira, habla solo, se cree un “periodista independiente”, y hasta se disfraza de Biolcati, pero con trenzas.
BALADA PARA UN LOCO
Así como nos gusta destacar nuestros aciertos, reconocemos aquí haber fracasado cuando intentamos definitivo el martillazo que le pegamos a Inmorales Solá en nuestro brulote brutal del 27 de mayo bajo el título robado a Blaise Cendrars El Hombre Fulminado. Soñábamos entonces no tener que mencionarlo más, pero hemos fallado, y, nobleza obliga, aquí lo reconocemos.
Sin embargo, en nuestra defensa, vamos a decir que hemos fallado en forma parcial. Nos proponíamos extirparlo de la realidad política nacional, no ya periodística (porque proselitismo no es periodismo), y al cabo de meses y años de pregonar el fin del kirchnerismo, los resultados del 14 de agosto demostraron que lo que diga Inmorales Solá en materia política, vale tanto como lo que diga en materia futbolística. En tal sentido, nuestro objtivo –o deseo- fue cumplido. Ya que si aquí lo volvemos a evocar, no es por razones políticas sino clínicas, o, para ser precisos: psiquiátricas.
Con ansiedad de niños en vísperas de Reyes, esperamos su columna dominical del último 21, el siguiente a las primaras del 14, para ver qué decía, o mejor: para ver de qué se disfrazaba después de tanto explicarnos, con solidez artificiosa, por qué la era K llegaba a su fin… Y se disfrazó de Biolcati.
Así como lo leen, sí.
Con otro estilo y otras palabras, claro, pero extraídas del mismo yacimiento moral; sin la síntesis histórica de Biolcati, sin hablar de plasmas, de Tinelli, ni otros negocios del Grupo Clarín al que él también pertenece; sino a su manera, con esa delicada sobriedad que pretende presentar como equilibrio republicano –y de paso así nomás esconder todo su pasado- allí Inmorales Solá, bajo el presuntuoso título “La sociedad y las razones de la victoria”, fundamentaba el resultado en el exitismo de la gente por lo bien que anda el país, y la ignorancia general sobre lo mal que andará en el futuro, tal cual insiste en avisar… O sea, mientras podamos pagar la cuota del plasma… Biolcati con trenzas, bah.
Eran los primeros síntomas de que algo muy adentro, en los circuitos últimos de su mente, comenzaba a ceder…
No lo comentamos, lo dejamos pasar, total ya qué importaba lo que dijera, si ya lo había dicho todo, y allí estaba el 14, Cristina y su huracán… Políticamente, comprendimos, Inmorales Solá también se había terminado.
Pero una semana despuès, ayer, domingo 28, vemos que aquello que comenzaba ceder, ya había colapsado. Inmorales deliraba.
Bajo el ya increíble título de “La prensa y la justicia, en la mira del poder”, y a partir de un rosario de suposiciones carcomidas por sus propios potenciales, Inmorales alucina un futuro de terror –otra vez, sí-,donde “el periodismo” podría perder su “independencia”, como si alguna de las dos cosas le hubieran importado alguna vez, o por lo menos, durante los años del genocidio, cuando él comía con el general Bussi, y después nos contaba desde Clarín qué bien andaba todo, y cuánta libertad teníamos.
En un pico de su brote, en expresa y exclusiva defensa de los negocios de sus patrones, llega a decir: “La prensa es más frágil que la Corte , pero tan necesaria como la Justicia. El control del periodismo por parte del poder político es un camino trágico, que termina siempre en el control de la libertad”.
Él lo dice, sí.
Desde La Nación , sí.
Inmorales Solá.
No está bien, es obvio.
Perdió la memoria, o peor: perdió todo contacto con la realidad.
Ya su certeza casi científica del ocaso del kirchnerismo, debió haberles avisado a sus patrones que Joaquín no estaba bien. Pero como ellos tampoco, quisieron creerle, y el cuadro se agravó… Después aparecer así, disfrazado de Biolcati, pero todo maquillado, con trenzas… y ahora erigirse él, tan luego él, a quien le basta el breve espacio de un brulote brutal de los nuestros para resumir por qué fue abolido de la historia periodística argentina, él, justamente él, y en nombre nada menos que de los dueños de Papel Prensa, invocar el derecho a la prensa libre, a la libre empresa siquiera… a la libre nada, si creció y fue quién fue, gracias a la dictadura…
Es evidente que no está bien, y que se agrava su estado.
Nada nos sorprendería verlo de pronto por Callao, con medio melón en la cabeza, y una banderita de taxi libre en cada mano.
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