Insistimos con esta serie porque entre las cosas que el huracán Cristina se llevó, el último domingo, no encontramos, en Clarín, por ejemplo, muchos de los grandes temas por los cuales hasta la semana pasada se rasgaban las vestiduras Magnetto y sus magnettos. Terminados por la derrota, ahora para entender lo que dicen hay que leer lo que se callan. (Ssshhh)…
LOS CLARINES DEL SILENCIO
Suele ocurrir, luego de catástrofes como las que el domingo sufrió la oposición (Clarín), que el inventario de los destrozos no se termine así nomás…
Entre las cosas que ya no están (tipo Carrió, Cobos, Bullrich, etc), nos encontramos con que ya no encontramos, en nuestros principales diarios -Clarín, por ejemplo-, algunos de los temas por los cuáles hasta el sábado apenas se rasgaban las vestiduras Magnetto y su Sanedrí.
De pronto la mejor manera de leer Clarín, ahora, es subrayando lo que no escriben.
¿Qué pasó, por ejemplo, con el niño Shocklender y sus confesiones seriales?... ¿Qué pasó con la cadena de prostíbulos que dirigía personalmente el doctor Zaffaroni?... ¿Qué fue del “espionaje oficial” que el sábado 13 gritaban en tapa?... Qué del Indec, qué del ANSSeS, qué de las virtudes de los candidatos de la oposición que ahora pisotean como niños traicionados por sus juguetes?... (ver Arlequienes vencidos)...
A la luz de los hechos, nos parece un ejercicio muy recomendable, ahora, recorrer las ediciones de Clarín durante los días previos al cataclismo que acaba de acabarlos.
Echemos un rápido vistazo...
El miércoles 10, por ejemplo, se gastan una tapa -como si el papel no lo sufriesen los árboles- en otra denuncia de la que ya nunca sabremos más nada apenas el jueves 11: “Presionan a personal del Ansses para que aporte a la campaña”. Y chau.
El jueves 11, ignorantes del inmediato destino, su elenco de arlequines políticos, ya destinados al desastre, lucía sin embargo invicto en su portal. Vemos hoy todavía en Clarín.com: “Alfonsín habló de un regreso a la república, y prometió terminar con el despilfarro”. “Duhalde advirtió que pueden venir épocas de recesión”. “Carrió pidió a los votantes que no los una el espanto”. (Como vemos, el ejercicio que proponemos no carece de comicidad)...
El sábado 13, además del escándalo por “espionaje oficial” que mencionamos antes -y que ya el lunes sería nada-, allí estelar aparece una vez más, horas antes de las elecciones, Sergio Shocklender; acaso como presentación de despedida. No volvimos a verlo.
Ahora los temas importantes, para Clarín, son otros. Los gases de Susana Giménez, la vuelta de Messi… Aún hoy en tapa, con un mundo en llamas, en un planeta que empieza girar para el otro lado, Clarín reduce la realidad a un "aumento de precios" local que hay que entender con la calculadora a mano, y un economista al lado.
Insisten, sí. Pero como decíamos ayer: lo que resta no es sino la inercia de su caída. Clarín se terminó.
Ya no sólo son el gobierno y la gente en su inmensa mayoría quienes se hartaron del Grupo y su juego, sino también, ya, los pocos sobrevivientes del huracán Cristina. Hoy lo escuchábamos en el programa de Víctor Hugo a Alberto Rodríguez Saa declarar a Magnetto "el gran perdedor", y por efecto simpatía –no se la iba a perder-, a su viejo socio desde los días dorados cuando les pesificó la dueda en dólares a costa de todos nosotros, Eduardo Duhalde.
Clarín se terminó.
Los que no quieran apartarse de las mayorías, tendrán que apartarse de Clarín.
Como un detergente que ensucia los platos, aquí están los resultados de promocionarse por por TN, por Canal 13, por Mitre, por Clarín o sus derivados. A estos abismos de la indiferencia popular conduce buscar la aprobación de Julio Blank, de Inmorales Solá, de Domingo Faustino Biassati o del espantoso doctor Nelson Castro… Así termina todo eso: mal, como Clarín.
Desde que inauguramos este blog como El Martillo en la comunidad de Clarín.blogs el 4 de octubre de 2008, cuando tan fuertes parecían ellos, venimos luchando por este desenlace, por este final, por este derrumbe por el cual, nos permitimos sentir, también hicimos nuestra pequeña pero orgullosa parte… (Ver El martiyo contra Clarín).
Cómo entonces no señalarlo, cómo no celebrarlo, ahora, así, un post tras otro bajo el sonoro título de lo que ahora son: vestigios de la derrota.
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