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martes, 21 de noviembre de 2023

MILEI PRESIDENTE: LA ARGENTINA QUE VIENE… o que se va…

  

 

Un panelista de la tele, distinguido por sus desbordes, sus exabruptos y sus disparates, fue elegido por el pueblo argentino para conducir los destinos de uno de los países más codiciados del mundo. Dicen que la juventud lo votó en masa, y que el pueblo nunca se equivoca. Pero tanto dijo y se desdijo en su campaña, que ahora nadie sabe qué hará, no hay más que dudas, preguntas, incertidumbre. Miedo.

 

UNA DE TERROR

 





Deben ser el Pueblo y la Juventud los dos colectivos que más demagogia han inspirado en toda la historia de la democracia mundial… “nuestra juventud maravillosa”, “el pueblo nunca se equivoca”, “la juventud es la gran esperanza”, “el pueblo lo mejor que tenemos”, etc, etc, etc. Así también se llegó a Milei.

Un pueblo embrutecido por la cada día más dura lucha por la supervivencia, y  enloquecido por los medios, que desde hace tantos años le soplan al oído que alguien le roba lo que es suyo -el Estado, los políticos, los planeros, los piqueteros, el vecino, el comerciante, todos y cualquiera-; una juventud aturdida por Instagram, tik tok, y todas las redes y sus ampulosas verdades reducidas a 240 caracteres; un pueblo que olvida su historia, una juventud que la ignora. Así también se llegó a Milei.

   Alguien algún día tendrá que arrojarnos la verdad como una torta en la cara. Los pueblos se equivocan -y no me refiero sólo a la Alemania de Hitler o la Italia de Mussolini, sino también a la España de Franco o el Chile de Pinochet, donde los pueblos acompañaron sus dictaduras sangrientas con el silencio o la indiferencia; incluso a la Argentina de Videla, cuando muy amplios sectores de la población y su dirigencia lo recibieron con esperanza-, sino también al pueblo que votó al segundo Menem, al asesino en masa Fernando de la Rua, o al condenado contrabandista Mauricio Macri con la esperanza de acabar con la corrupción. Los pueblos se equivocan, uf.

   Y la juventud es una etapa de aprendizaje porque es, por lo tanto, una etapa de ignorancia. La sabiduría no es una flor espontánea, un regalo de la primavera, sino más bien la consecuencia de los muchos intentos, de largos años de prueba y error, de aciertos y fracasos, de alguna victoria, pero sobre todo, de la frecuente derrota, maestra de maestras. Entonces se aprende.

   Las ansias, el entusiasmo, el empuje, las ilusiones, las fantasías, son propias de la juventud porque son propios de la ignorancia. Cuando no saber lo posible nos permite creer en lo imposible. Cuando basta el deseo para concebir el futuro. Cuando la fuerza es tal, que prescindimos de la razón. Cuando ignoramos cuánto ignoramos, y entonces creemos que sabemos... Recuerdo cuando empecé a escribir… tan poco había leído, que creía que lo mío era bueno. Después, si no se abandona, se aprende. Después, despacio, tranquila, con la parsimonia de los días, llega la vida, los golpes de la realidad que modelan los sueños, y se aprende.

   Ahora el pueblo argentino -y especialmente su juventud, dicen- eligió a Javier Milei para presidir el país. Un hombre sin trayectoria política ni de gestión, improvisado y sin equipo propio, famoso por sus desbordes, sus exabruptos, sus disparates y sus metáforas repugnantes; surgido de la tele como un payaso violento, inestable y grotesco; ese hombre, ahora, gobernará uno de los países más codiciados del mundo. El "divino tesoro" de nuestra juventud, y el Pueblo, “lo mejor que tenemos”, así lo decidieron...  ¿Qué podría salir mal?

   Las cartas están echadas. La independencia económica, la soberanía política y la justicia social, fueron expresamente abolidas de nuestro destino. “Los pibes de Malvinas”, ya están olvidados. Los desaparecidos importan menos que sus genocidas. Se puede insultar al Papa, al otro, desde luego, a vos, por supuesto, a cualquiera. También se puede disparar en la cabeza de una presidenta. No pasa nada. Por fin el odio venció al amor.

   Pero sería injusto no reconocer en semejante victoria el invalorable aporte del invisible Alberto Fernández, que soñó hacer la revolución con un perro y una guitarra, que se encontró con una pandemia mundial, y en vez de ver allí una oportunidad la redujo a una excusa; que no reformó la justicia -para que lo ayude con Cristina-, y que lejos de investigar la deuda con el Fondo, la refrendó, la blanqueó. Nos entregó.

   Y tampoco sería justo olvidar a tantos líderes sindicales y sociales, que lejos de enfrentar a las grandes fortunas, a los monopolios, a la Embajada y sus saqueos, concentraron sus fuerzas en pelear contra CFK y La Cámpora, verdaderos enemigos de los trabajadores y la patria. Los hermanitos Daer, Acuña, Barrionuevo, el Chino Navarro, el heladero Pérsico, y todos aquellos que también resistieron ante Cristina, rechazaron a Wado, y optaron por Massa, con su ministerio a cuestas y su 150 por ciento de inflación anual, como quien vende un champú que te deja calvo.

   Y al menos vale una mención especial para el hombre que inventó a Perón, ya no al peronismo, el gritador Guillermo Moreno, que durante semanas y meses se paseó por cuanto medio le diera cinco minutos para pegarle a Kicillof, a CFK, a Alberto, a Massa, y al resto del gobierno y del peronismo exceptuando a Duhalde, a Barrionuevo, a los miembros de la Corte, y a sí mismo ¡Gracias, Guille!...

      Ahora nos envuelve la niebla. Una niebla tan densa que es imposible ver la próxima hora, ya no el día de mañana. Ganó el Loco. Pero tanto dijo y se desdijo durante su campaña, que ahora no hay más que preguntas, dudas, incertidumbres, niebla. Miedo.

   En la película Guasón también un payaso trágico, brutal, emerge de las profundidades de un pueblo enloquecido y una juventud embrutecida, alcanza la televisión, y desde allí, en su instante de fama, desata el último caos.

   La película termina ahí.

   ¿La Argentina?


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