////// Año XVIº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

miércoles, 25 de noviembre de 2015

MACRI PRESIDENTE: UNA DE TERROR…



La pesadilla se volvió realidad. Lo que no hace tanto provocaba risa (y tal vez por eso), ahora va en serio y provoca temor. No venció el PRO, perdió el FPV y ganó Magnetto. Pero festejan Macri, Elisa Carrió, Patricia Bullrich, Marcos Aguinis, Fino Palacios, Graciela Fernández Meijidi, Ciro James, Julio Cobos, Darío Lopérfido, Carlos Melconian, Fernando De la Rua, Mirtha Legrand, Alfonso Prat Gay, Domigno Cavallo…



EL REGRESO DE 
LOS MUERTOS VIVOS





Apenas 700 mil argentinos inclinaron la balanza. Pero no ganó Macri, perdió Scioli. Quizá le faltó contundencia, precisión, garra, ganas de pelear aún lastimando al contrincante… Decisión, que la ambición no basta. Quizá. Pero quizá el error fue concentrarse en el adversario virtual, y no en el enemigo real, apuntarle al muñeco, y no ver al ventrílocuo: Héctor Magnetto, el Grupo Clarín, verdadero vencedor de la noche del domingo.
Rápidos y furiosos, sus socios de La Nazión no pudieron aguantar ni 24 horas y salieron a vomitar toda su miseria en una editorial que hasta sus propios periodistas rechazaron.
Maurico Macri, su persona, su figura pública, su historia personal y familiar, su precario castellano, su vasta ignorancia, sus contradicciones políticas, prueban en su conjunto que su victoria no es suya, que cualquiera en su lugar hubiera ganado, que al muñeco no le hacen falta condiciones, porque el ventrílocuo las pone.

Los medios del miedo insuflaron el odio contra el gobierno durante muchos años y todos los días de la vida, cada día, sin parar. Como una lluvia perenne que al cabo lo deshace todo. Mentiras, diatribas, campañas sostenidas, eslóganes vacíos, títulos que a pura repetición lograron taladrar las cabezas de todos aquellos que alucinaron en Macri un cambio, y acabaron votando a los mejores muchachos de Cavallo, a la Bullrich, a la Carrió, a Sanz, y a otros sobrevivientes inauditos del que se vayan todos…
Pero no fueron ellos. Magnetto lo hizo.
Sus incontables medios, en cuya red quedó atrapada la Argentina desde que los militares le cedieron Papel prensa, Menem los canales y las radios, y Néstor Kirchner Cablevisión.
Cristina se les plantó y aguantó de pie por más de siete años hasta la campana final, de pie y entera, y aún se retira con imagen positiva. Triunfal. Sin perdón. Porque ellos siguen vivos. Y rabiosos.
En algún momento Jorge Lorenzetti también quiso pistolear su autonomía, pero apenas Clarín le mostró los dientes, enseguida se encuadró.
Cristina quedó sola. Néstor se había ido.
Mientras tanto Magnetto probada de todo. Se compró a Lanata, limpiaba a Shocklender, embestía contra las Madres y las Abuelas, infló sucesivamente a Cobos, Carrió, la Bullrich, De Narváez, Massa, Macri, De Angelis, Buzzi, Duhalde, Alfredo Caseros, Mirtha Legrand, Miguel del Sel, cualquier cosa. 

Sin ningún interés por su propio prestigio periodístico, se permitieron la mentira simple, la campaña burda, el chisme, la maledicencia, la vulgaridad, cualquier cosa.
Desde el gran diario y su socio La Nazión, desde todos sus diarios del interior (La Capital de Rosario, el Río Negro, Los Andes de Mendoza, El Tribuno de Salta, La Voz del Interior de Córdoba, y siguen las firmas); desde canal 13, TN, y sus incontables señales y repetidoras del interior; desde radio Mitre y todas sus radios de todo el país; desde sus infinitos productos gráficos y audiovisuales; desde Vila-Manzano, Editorial Perfil, y otros satélites secundarios; desde cada bar, cada taxi, cada mesa, cada día, todos los días, todo el tiempo, sin parar… así de grosso era el ventrílocuo mientras Scioli discutía con el muñeco.
La ley de medios audiovisuales, fue un buen intento, y hasta nosotros mismos, tentados por la ilusión, entonces los dábamos por muertos. Pero pronto el buen intento fue desbaratado entre cautelares por una justicia que le teme a Magnetto más que a la historia. Engullido Lorenzetti, ya no tuvieron contención, y volvieron por todo.
Y partieron el país en dos y 700 mil argentinos les dieron la victoria.
Y ganaron.
Sucedió lo impensado, lo inimaginable, lo tan temido. El regreso de los muertos vivos sedientos de venganza, ciegos de odio, o en el más inocente de los casos, aturdidos por eslóganes que no dicen nada, por deseos ligeros, por cuestiones menores o posturas de sobremesa como chascos baratos que te explotan en la cara. No ganó Macri: ganó Magnetto y se dispone a gobernar. A gobernarnos.
Y ya sabemos cómo lo hace, a quiénes representa, qué busca, y cuánto esconde.
Pronto la propia naturaleza del nuevo gobierno mostrará sus fibras. Entonces los medios del miedo repartirán coraje. Amortiguarán desde sus tapas y sus voceros cada golpe de maza contra todos nosotros. Ajustes, devaluaciones, tarifazos, desocupación, flexibilidad laboral, todo será explicado como una pesada herencia de la administración anterior, cuando no como un acierto de este gobierno que nos reinserta en el mundo porque de pronto la Casa Blanca nos concede diez minutos otra vez. Ya lo vimos: explicaron un genocidio, ¿por qué no a Macri?
Pero 700 mil personas pueden cambiar de opinión en cualquier momento, ¿y entonces?...
En otras palabras: la contienda continúa. Peor, mejor: se impone más que nunca.
En paz, democráticamente, con la pluma y la palabra, aquí El Martiyo, humilde pero firme, inicia su resistencia. 


* * *

sábado, 21 de noviembre de 2015

BALOTAJE: VENCER O GOBERNAR...

Mañana en las urnas no se enfrentan dos candidatos, dos modelos de país, dos proyectos distintos, dos miradas ni nada de eso. Se enfrentan dos sentimientos: los que quieren un modelo, y los que no quieren ese modelo. Unos buscan gobernar, los otros vencer. Pero todos pagarán por todos.

QUERER Y NO QUERER






Mañana los argentinos decidirán cómo sigue la historia del país.
Una mitad todavía imprecisa cree que vale la pena continuar las políticas que nos alinearon con Latinoamérica, que nos enfrentaron a la usura internacional, que llevaron la justicia social de los discursos a los hechos, que buscaron la verdad sin renunciar a la memoria, que supieron plantarse ante los monopolios del papel y los medios, y como consecuencia, de la prensa nacional. Las políticas que permitieron jubilar a más de dos millones de personas para las cuales no había otro destino que la locura de la miseria en la vejez.
Los de la otra mitad, también imprecisa aún, creen mejor en la alternancia sin más, en un cambio que no precisan detallar; se hartaron de las cadenas nacionales, de la presidenta, de la Campora, del curro de los derechos humanos y de un programa de televisión que se llama 678 (y que sin embargo ellos mismos dicen que no mira nadie); es la mitad que piensa que los planes sociales son un criadero de vagos, puro clientelismo; que ya está bueno de universidades por todos lados, que la Argentina es para los argentinos y que los extranjeros deberían volverse a su país, -excepto, en tal caso, los que vienen de Francia, de Inglaterra, de la Europa central preferentemente-; son los que aspiran a una Argentina de regreso a Washington con el caballo vencido pero los dólares libres; se hartaron de Maduro, de Evo Morales, de Correa, de todos esos negros comunistas que llenaron el país de colombianos.
Es mentira que les importa la corrupción. La distribución de fondos públicos por parte del gobierno de Macri en pautas publicitarias cuyos destinatarios –en los papeles- nunca recibieron; las muchas adjudicaciones inconsultas; Fernando Niembro con las manos en la lata, nada importó. Se rasgan las vestiduras con sólo oír el nombre de Boudou, pero votan para presidente a un tipo procesado en dos instancias. Nada importa. Todo es mentira menos el sueño recurrente del antiperonismo argentino: ¡vencer al peronismo, e doppo morire!. 
Es un sueño de una sola noche, sí, pero les resulta suficiente. Gobernar no es preciso, vencer es preciso. En tal caso siempre estará el peronismo para echarle la culpa del fracaso propio.
Detrás del flash de esa sola noche, esa mitad imprecisa logró la victoria de Raúl Alfonsín el 31 de octubre de 1983, para abandonarlo apenas a la mañana siguiente. Incluso esa misma mitad en 1999 se abrazó desesperada a Fernando de la Rua, cuyos muchachos aquí están de regreso. Y todos tan contentos.
Infelizmente, la historia nos recuerda que desde el surgimiento del peronismo, ningún gobierno de otro signo logró concluir su mandato. Ni Frondizi, ni Illia, ni Alfonsín, ni De la Rua.
Básicamente, por impericia, por inconsistencia, porque excluir es lo contrario de incluir.
Mañana en las urnas dos sentimientos se enfrentan. Los que quieren un proyecto y los que no quieren ese proyecto, pero tampoco precisan otro para vencerlo.
Que el candidato que votan un día diga una cosa y después todo lo contrario -según le marquen las encuestas (de convicciones ni hablar)-, no importa. Que muchos de los integrantes de esta alianza sean los mismos que integraron aquella otra alianza que los llevó hace catorce años a la noche fundacional de las cacerolas, tampoco importa. Que el equipo económico que Macri esconde detrás de la estatua de un tipo parecido a Perón sea el mismo equipo económico de aquella alianza que los dejó golpeando las puertas de los bancos para que nadie les abriera nunca, tampoco importa. No importa nada. Importa el rechazo que les ha inspirado esa otra mitad que tiene un proyecto, un modelo, una idea… pero que tal vez ya tampoco importe.
Mañana en las urnas se enfrentan los dos sentimientos: querer y no querer.
El vencedor gobernará.
Pero lo sentiremos todos.