////// Año XVº /// Editor Anónimo: Daniel Ares /// "Prefiero ser martillo que yunque", Julio Popper ///

viernes, 20 de julio de 2018

MAURICIO MACRI: NI EL GLOBO DEL FINAL...


En una conferencia de prensa que la historia recogerá como síntesis de su tartamudez y su impericia, Mauricio Macri retomó la campaña de 2015, contestó cada pregunta sin responder ninguna, pero anunció sin anunciar, enredado entre promesas vencidas y metáforas descartables, la propia incompetencia y el final de su gobierno.  


La Hecatombe de la Alegría




Como un idiota que se acerca a un bosque en llamas con un pomo de carnaval, así el presidente y su gobierno pretenden enfrentar la inmensa crisis que encendieron con arengas de vestuario y marketing de vodevil.
Con sus ya evidentemente insuperables problemas de dicción, entre tartamudeos, lapsus, furcios, metáforas erradas, promesas perimidas, inexactitudes y mentiras simples, Mauricio Macri fue más lejos que el idiota del pomo, y salió a apagar el fuego que lo consume con la manguera de la nafta.
Adiestrado para la ocasión por el mejor equipo de los últimos 50 años, con auricular y todo para mantenerlo vivo en vivo, blindado contra cualquier repregunta, casi a control remoto, enfrentó una conferencia de prensa para contestar cada pregunta sin responder ninguna, mientras se evadía entre evasivas apuradas y balbuceos insustanciales, tropezando a cada frase con las tremendas verdades que sólo su gobierno consigue ignorar.
Enredado en metáforas tristes que sin embargo dan risa; con nada nuevo que ofrecer más que las viejas promesas incumplidas, sin presente que presentar, el presidente pisa el pasado y augura incansable un futuro feliz, por lejos que se aleje cada día… la gloria inminente que iba llover en el segundo semestre de hace tres, ahora quedó para dentro “cuatro o cinco años”… así como la pesada herencia, tan reciente recientemente, de pronto se estiró a “70 años”.
El horror está servido.
Con el país en manos del FMI, y el estallido que late como una bomba bajo la cama presidencial, Macri confirma el rumbo que nos llevó al abismo por donde se desbarranca la Argentina que todos conocimos hasta hace tan poco, por mucho que ahora la cuenten como quieran…
Aturdido por el estruendo de su propio derrumbe, el presidente gira que te gira con una sonrisa cada vez más nerviosa, perdido por el laberinto que solito supo construirse. Y no encuentra la salida porque no la tiene.
Su frente político –de alguna forma hay que llamarlo-, se resquebraja por dentro, pero los crujidos ya se oyen desde afuera, y de lejos.
Es dable imaginar el pánico a bordo… todos esos voceros periodísticos que se jugaron la credibilidad a un globo inmenso que así revienta… esa jauría de funcionarios de segunda y tercera línea que dejaron la firma y los dedos puestos por todas partes, y cuya sola suerte serán la cárcel y el oprobio cuando todo lo que ya empezó a terminarse se termine del todo… Seguramente los funcionarios de primera línea acaso ya tengan su túnel de escape cavado, pero la venganza de los propios abandonados en la fuga, será larga y feroz…
Bomba de tiempo de cualquier rejunte, la gran esperanza de Cambiemos es la tétrica y a la vez desopilante Elisa Carrió, ya ida, ya sin retorno, fuera de control y de sí.
La princesa sonriente María Heidi Vidal, ya no sonríe como antaño. Apestada por el escándalo de los aportes truchos, le aparecen pelos en la cara y dientes como colmillos. 
Mirtha, Leuco, Feinman, el Baby “Echecolatz”, rápido se atropellan para abandonar el barco… el Sacrosanto Mercado que todo iba a resolverlo, resultó ser la cuña del mismo palo que ahora tanto le duele… Melconian, Prat Gay, ¡Gerardo Morales!, ¡su fiel Julio Bárbaro!, Aranguren, el fuego amigo… si hasta Clarín, ya cerrada y sellada la fusión con Telecom, empieza a sacudírselo como si fuera caspa. Magnetto no lo necesita más. Lo anuncian entre aullidos sus mejores perros: Bonelli, Lanata, Blanck, Van der Koy… es el desbande, la hecatombe de la alegría.
Como un chasco barato y sin embargo atómico, las Lebacs le explotan en la cara mientras su Toto Caputo -otrora estrella de los fondos buitres de pronto al frente del Banco Central-, rompe todos los récords mundiales de fuga de divisas, endeudamiento externo, tasas de interés y quema de reservas… Pero a cambio consigue una inflación imparable.
Sus grandes amigos del campo de toda la vida, ya le dijeron que con ellos no cuente para nada. Sus muchachos de la barra del escolaso financiero, el lavado de activos, y la fuga de capitales, ya le dijeron que ellos no quieren más que más. Y sus nuevos amigos del mundo al que volvimos, acaban de declararle la Argentina “país hiperinflacionario”. La tan anunciada lluvia de inversiones, acabó en esta tormenta perfecta en la que ahora zozobra su gobierno.
Ya ni la presidente Christine consigue creerle... ¿Será que lo vio saludar a la multitud ausente de una plaza vacía?...
Cualquier argentino mayor de 30 años sabe lo que viene ahora por mucho que no quiera verlo. El ajuste propuesto que arderá en las calles, la previsible represión de un gobierno sin respuestas ni salidas, su consecuente soledad política inmediata, el caos del vacío… el final del final, y el espanto del después.
Lo decíamos aquí en El Martiyo el 16 de enero de 2016, apenas ejecutada la primera  gran devaluación del peso en un 50%, bajo el festivo anuncio del “exitoso fin del cepo”:
“Del otro lado de la pantalla, el ciudadano de a pie que lo votó, con la flexibilidad ideológica propia de un contorsionista moral, se resiste a la sola verdad de la estupidez del odio que lo llevó al error que tampoco todavía admite. Pero sólo pasaron treinta días de gobierno. Hay que darle tiempo.
Como el ciego que cree volar mientras cae al vacío, todavía disfruta de la victoria en la que se hunde; todavía se divierte con la aniquilación de Víctor Hugo Morales, 678, TVR; todavía goza con los atropellos al AFSCA y en brochet a la justicia; con el triunfo de Clarín, los ñoquis de la Cámpora, la grasa militante, los carísimos chistes de Alfonso Prat Gay, las patéticas incoherencias de Alfredo Caseros, y sobre todo, con el oprobio a Cristina como en los días de la Fusiladora con Perón y Evita. El odio es un gran combustible, y Magnetto una fuente inagotable.
Pero Dios perdona siempre, el hombre perdona a veces, y la realidad no perdona nunca.
Porque ningún odio pagará las tarifas por venir, ni parará la inflación que se anuncia encubierta en el nuevo plan monetario; ningún odio impedirá la progresión de los despidos que siguen y suman, y por lo tanto la caída del salario real, y por lo tanto la del consumo, y por lo tanto más despidos, y por lo tanto... Porque el odio es una fiesta muy cara, un lujo de los ricos, de los hartos. El hambreado, el humillado, el desocupado, tienen otras urgencias. Otros sentimientos”. 
El post se titula La fiesta del odio.
Esa fiesta se terminó.
Nos deja su desastre, y el horror de haber sido.


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